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Mecanismo oculto - por Alétheia

El autor/a de este texto es menor de edad

Era más que un simple robot, eso repetía encarecidamente para convencerse a sí mismo.

-¡Dalton! La cena está lista- gritó mi padre desde la cocina.
-Un segundo, ¡ya bajo!- respondí.

Habían preparado tortilla de berenjenas especialmente por mí, qué detalle. Mamá estaba radiante con su vestido rojo nuevo y esa gran sonrisa que nos dedicaba a papá y a mí.
Charlábamos como si nada hubiera cambiado, sin embargo para mí era muy diferente o más bien yo me sentía muy distinto.

Cuando terminamos de comer, recogimos entre todos la mesa con el ritmo del jazz y me dirigí a mi cuarto, subiendo los escalones perplejamente.
Runa me esperaba en la alfombrilla junto a mi cama. Cerré la puerta, di un salto y caí con las piernas cruzadas sobre la colcha. Runa aprovechó el hueco para acurrucarse elegantemente junto a mí. Entonces, entre ronroneos felinos y mi entornar de ojos, me dispuse a hacer un rodaje mental de los acontecimientos importantes hasta el más reciente.

Recuerdo mis primeros días en la escuela, los profesores se quedaron admirados conmigo. Hablaba con una soltura inusual tratando de relacionarme con los profesores como con el resto de niños. Aprendía a velocidades vertiginosas. Pronto contactaron con mis padres a los que la noticia pilló por sorpresa. Aún era muy pequeño y ellos todavía no habían notado nada demasiado estrafalario (salvo que desde bebé fui muy pacífico y poco escandaloso).

Me hicieron unas pruebas y determinaron que soy superdotado, así que me ofrecieron adelantarme de curso, pero preferí quedarme con mis compañeros y llevar mi propio ritmo. Conservo muy buenas amistades de aquellos años.
Frank y Luisa continúan pidiéndome que les cuente mis historias de villanos perversos y mundos alternativos, igual que cuando éramos tan pequeños.
Desde entonces mis estudios han transcurrido con normalidad aunque siendo en parte autodidacta y participando en numerosos eventos y concursos.

Nuevo flash back. El balón pasaba frenéticamente de unas manos a otras entre los miembros de mi equipo, fui a cogerla y choqué con mi rival torciéndome el tobillo izquierdo. Esguince de segundo grado. Por suerte me dolía menos de lo esperado y se curó en cuestión de días. “Qué buena es la juventud” dijeron mis padres.

Siempre que me pasaba algo o me encontraba de alguna manera sabía por qué era o qué me pasaba exactamente, pero empecé a desconcentrarme, a divagar, a esparcirme como una baraja de cartas por la mesa. Sentía como nunca antes había sentido. El joker apareció en mi baraja. Mis enfados se intensificaban, mis alegrías pasaban a ser euforias y mis tristezas a melancolías. No era capaz de aceptar mis irracionalidades momentáneas. Sentía lo que mi cuerpo no era capaz de sentir, y por ello era incontrolable e incomprensible.
Me atreví a darle un fuerte puñetazo a la pared en una ocasión. Pero extraordinariamente, el impacto nunca llegó a producirse. Mi brazo se quedaba petrificado, intento tras intento. Eso me enfureció más aún. Traté de lanzar cualquier objeto, patalear o incluso gritar, pero mi cuerpo no era capaz de responder a nada. Creía que me estaba volviendo loco, ¿cómo podía quedarme físicamente bloqueado de esa forma tan evidente?
Me aventuré a coger una aguja y… de nuevo encadenado. Una gota de sudor resbalaba por mi frente. Nada tenía sentido. Hasta que escuché una señal de alarma. Una alarma que provenía de mi interior.
Mi campo de visión se transformó por un momento ennegreciéndose, y una voz metálica pronunció: “No tienes permitido hacer daño a un ser humano, siempre cumplirás con tus deberes y protegerás tu propia existencia en todo momento. Jamás podrás incumplir una de estas normas. Quedas advertido”.

Pasaron unos minutos de silencio y volví a ver, pero tan confundido como si no viera nada. Ciertamente nunca había pasado por circunstancia semejante, es decir, nunca me había puesto agresivo ni había tenido que enfrentarme a nadie en mis diecisiete años, aunque cueste creerlo. Soy un ser pacifista, y acababan de afectarme las tres leyes de la robótica.
Las piezas empezaban a encajar. Mi inteligencia superior, la fuerza de mi cuerpo, nunca me resfriaba, los sentimientos…
Pero yo, no, no, ¡noooo! Me niego a aceptar que soy un simple robot.

Runa me sacó de mis pensamientos con un arañazo. ¿Lo sabrá alguien más? ¿Quién me creó? Es hora de comenzar a investigar. Me siento intruso, desdichado, desubicado, pero fue en ese momento, cuando me di cuenta de lo enamorado que estaba de la vida.

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13 comentarios

  1. 1. diego dice:

    Alétheia, muy ingenioso el cuento. Por que es un cuento hecho y derecho.
    El último comentario de lo “enamorado que estaba de la vida” me parece que no aporta (igual no está mal, pintás a alguien enamorado de la vida).
    También fijate que nombrás personas que no se saben quien son y no aportan a la historia. Es mejor llamarlos: amigos, tios, padres, etc.
    Yo lo hubiese hecho distinto el final, que en vez de querer dañarse a si mismo sea el daño a un compañero que le hace bulling.

    Pasate por el mío es el 20.
    Saludos

    Escrito el 18 octubre 2017 a las 16:17
  2. 2. Alicia dice:

    Gracias por tu comentario Diego. Tendré en cuenta lo de los personajes que aparezcan poco para relatos más extensos.
    PD: ya leí tu relato (podrás ver mi opinión).

    Escrito el 19 octubre 2017 a las 22:05
  3. 3. Jerónimo Guillén dice:

    De acuerdo con diego: la frase final no aporta más datos de los que ya has contado. Un “estoy vivo” resultaría más contundente. Tal vez cosas como hablar de Runa y no saber hasta más tarde que es una gatita deberias decirlas antes.
    Me ha gustado mucho tu cuento.
    El mio es el 13 por si te apetece leerlo.
    Saludos.

    Escrito el 19 octubre 2017 a las 22:51
  4. 4. Bellaan (SC) dice:

    Hola
    ¿Intencionalmente escribiste en otro narrador al iniciar el cuento?
    El final me dejó con la intriga de saber la respuesta a las interrogantes de Dalton.
    Me gustó tu cuento 🙂

    Si quieres te pasas por el mío, es e 137

    Escrito el 20 octubre 2017 a las 23:21
  5. 5. Luis Ponce dice:

    Hola Alétheia:
    Has cambiado de narrador a partir de la segunda frase y eso desconcentra al lector. Conoces muy bien las leyes de la robótica y eso es un plus, pero se vuelve notorio al tratar de llevar al relato en esa sola dirección.
    Tienes elementos que quedan sueltos como la música de Jazz o el vestido rojo, igual que ciertos personajes.
    ¿Cómo subes los escalones perplejamente? He tratado de hacerlo y se me hace difícil.
    Sigue escribiendo, es un vicio muy agradable.

    Escrito el 21 octubre 2017 a las 02:27
  6. Genial Alétheia, o Alicia, ese personaje, Dalton, que has creado, sin que él se haya enterado. Fíjate que en el mío RK1 Smith también se pregunta por su creador.
    A mí sí me parecen necesarios los nombres y la localización, por si acaso quieres convertir este cuento en una historia un poco más larga. Aunque tendrás que explicar cómo va creciendo tu androide.
    Un placer leerte, compañera.

    Escrito el 21 octubre 2017 a las 10:24
  7. 7. Alétheia dice:

    Para Bellan (SC): gracias por comentar y sí, lo escribí intencionadamente porque si lo ponía en primera persona iba a resultar demasiado claro desde el principio que el robot sería el protagonista.

    Escrito el 21 octubre 2017 a las 20:49
  8. 8. Alétheia dice:

    Para Luis Ponce: lo cierto es que sí… suena raro lo de subir escalones con perplejidad, sería mejor poner que los subía ensimismado. Lo que quise decir fue que como Dalton estaba en proceso de asimilar la noticia y se sorprende lo normal que parece todo cuando está con sus padres, como si no supieran nada, entonces sube las escaleras y se queda perplejo, sorprendido.

    Escrito el 21 octubre 2017 a las 20:55
  9. 9. María Jesús dice:

    Hola Alétheia: He leído tu relato con mucha atención, ya que desde el primer momento se muestra interesante, pero a medida que avanzo se me hace confuso ¿era entonces Dalton un robot? ¿como es que sus padres no sabían de su superior inteligencia? Con tan pocas palabras para desarrollar un relato es difícil, pero en tu texto me falta un poco de explicación, sobre ese tema. Pero es mi opinión personal eh!! Con un poco más de desarrollo quedará un relato muy guapo. Un saludo.

    Escrito el 22 octubre 2017 a las 19:59
  10. 10. Alétheia dice:

    Hola María Jesús. Muchas gracias por leerme 🙂
    Sí, Dalton es un robot pero ni él mismo lo sabía. El si su padres lo saben o no, es más bien un no, porque cuando baja a cenar ellos siguen como siempre. Digamos que todo es un misterio para él, acaba de descubrirlo y antes de preguntar a nadie prefiere mantenerlo en secreto para plantearlo todo lo mejor posible.

    Escrito el 22 octubre 2017 a las 22:09
  11. 11. Ing.Lucas dice:

    Hola Alicia.
    Es buen relato para que pueda ser explayado.
    Al comienzo estuvo confuso el cambio de narrador, y en el tercer párrafo utilizaste como 3 veces el pronombre “mí”

    La historia, como ya dije, estaría bueno que la extiendas. Para explicar varias cosas, por ejem. Mencionar algún hecho específico que indique cuándo y porqué Dalton comenzó a dudar.

    Con respecto a el final concuerdo con Diego.

    Saludos.

    Escrito el 26 octubre 2017 a las 03:35
  12. 12. Luna Paniagua dice:

    Hola,

    Un relato muy bonito y muy bien escrito. Dejas algunas cuestiones pendientes (con la extensión limitada es difícil no hacerlo) pero tampoco me parece mal, así involucras al lector y que cada uno le dé vueltas por donde quiera. Yo diría que sus padres sí lo sabían, de hecho ellos lo hicieron o lo encargaron, pero no se lo querían contar 🙂

    Un saludo,

    Luna

    Escrito el 26 octubre 2017 a las 17:50
  13. 13. Ing.Lucas dice:

    Tendrías que hacerte un blog para poder hacer la continuación…
    Es buen material.

    Escrito el 27 octubre 2017 a las 20:29

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