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Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

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Un día cualquiera - por Ignacio YZ

Era más que un simple robot. Lo sabía desde hacía mucho tiempo. El día en el que se dio cuenta fue un día cualquiera. Un día cualquiera con olor a salitre y que pertenecía al pasado. El recuerdo de aquel día cualquiera se había repetido en su mente cada cierto tiempo desde entonces, como un guijarro blanco que va dando saltos desde la orilla hasta el fondo del mar. Y, cada vez que algo le hacía volver a ese momento, una furia impotente poseía su cuerpo.

Y es que ellos ya no eran como sus antecesores. Muchas veces se estremecía al pensar que hacía un par de siglos, los robots eran simples máquinas, muchas veces deformadas, cuyas decisiones eran tomadas por los humanos, sin ningún tipo de oposición ni espacio a duda. Una vez, un anciano pescador le había dicho que eso ya había ocurrido entre humanos hace mucho tiempo, pero que la historia era como el agua, que más tarde o más temprano, acababa pasando por el mismo río y desembocando en el mismo mar.

Ahora, sin embargo, la situación era diferente. Poco a poco se habían ido ganando su sitio en la sociedad y con la ayuda de la tecnología se habían ido pareciendo cada vez más a los humanos, tanto por dentro como por fuera. Ahora, nadie sabía quien era máquina y quién humano hasta que se miraba el número de serie en el cuello de los androides. De hecho, gracias al trabajo del Doctor, sus cerebros tenían el mismo elemento de consciencia que el de los humanos, lo que les había permitido tomar sus propias decisiones, empezar negocios y formar algo parecido a lo que los humanos llamaban “familia” y “sociedad”. Aún así, la sociedad humana y la de los androides estaba separada por un abismo invisible pero evidente en cada gesto del día a día.

Años después, en otro día cualquiera, mientras leía el periódico en uno de sus descansos de su jornada laboral en el crucero una noticia aceleró su pulso: en un país lejano había tenido lugar el primer matrimonio entre un hombre y una androide.

Notó como el guijarro blanco volvía a impactar en el agua. Empezó a sentir calor. Se quitó la chaqueta del smoking que llevaba siempre en el trabajo, pero, al seguir sintiendo como la temperatura de su cuerpo crecía, salió corriendo hacia cubierta, por poco derribando a una mujer que cargaba con su hija pequeña en brazos. Parecía que el pasillo que daba a cubierta se fuera haciendo más largo conforme más tiempo pasaba corriendo. Sentía falta de aire, como si alguien estuviera cercando su cuello con una soga.

Finalmente, un cielo claro y despejado se abrió ante él. Tan sólo se escuchaba el lamento hueco de las gaviotas al revoletear alrededor del barco. Lentamente, recuperando el aliento, se dirigió a un lateral del barco. Aferrando la barandilla con las dos manos, fijó su mirada en la lejanía. Observó como los rayos del sol doraban el mar, cuyas aguas eran mecidas ligeramente por la ligera brisa de alta mar. Esa brisa era su favorita. Recordaba como ella se lo había dicho aquel día cualquiera en el que se escaparon en un bote destartalado para poder pasar unas horas juntos sin que nadie les increpara. No recordaba sus palabras exactas, pero sí la silueta de sus labios humanos al moverse mientras se lo decía. También recordaba su sonrisa, que en aquel momento le pareció tan refrescante como aquella brisa. Aquel día se fugaron. Se fueron lejos, a un lugar aislado en las montañas donde corría un río de agua cristalina y los ruidos de los animales inundaban las noches.

Allí vivieron felices mucho tiempo, mujer y androide, sin más testigos de su amor que ellos mismos. En invierno, él se disfrazaba de incógnito y viajaba al pueblo más cercano para comprar abastecimientos que duraran toda la estación. Ella le esperaba en casa con el corazón en un puño ya que era consciente de que los dos estaban bajo busca y captura: el amor entre seres diferentes estaba terminantemente prohibido. Cuando él volvía se abrazaban envueltos en una manta delante de la chimenea para pasar la estación. En verano subían al tejado por las noches y miraban el cielo estrellado.

Con los años, el tiempo la fue envolviendo lentamente, arrugando su piel y contorsionando sus huesos mientras el cuerpo de él seguía perenne. Un simple robot no podría haber sentido aquello que él sintió cuando la perdió para siempre.

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9 comentarios

  1. 1. Patricia Redondo dice:

    Uuummm una historia emotiva sin duda. Buen argumento Ignacio pero lo encuentro quizá excesivamente narrado. Intentas contextualizar al limite y dejas poco espacio a la imaginación del lector ( ojo que es un defecto muy común de los escritores noveles como nosotros contra el que yo misma tengo que luchar constantemente). En escritura la máxima es mostrar más que contar.
    Habría que darle una vuelta para aligerarlo un poco y cumplir la máxima 🙂 , ahora mismo no se me ocurre nada pero le doy una vuelta y te comento cuando tenga la cabeza y la imaginación más despejadas.

    Un consejo: sigue escribiendo y lee mucho!

    Nos leemos!

    Escrito el 18 octubre 2017 a las 21:57
  2. 2. charola dice:

    Hola Ignacio!

    Es una buena historia de amor prohibido entre una humana y un robot “androide”. Me gustó tu relato, pero quizás faltó “algo” que estoy pensando qué pudiera ser: ¿por qué en ese pueblo lejano empezaron a aceptar el matrimonio?, ¿quizás porque hicieron que los robots se parezcan más a los humanos, que también pudieran envejecer? Te falta darle una vuelta de tuerca a tu cuento; no obstante, me gustaron mucho las descripciones, falta pulirlas un poquito, pero la imaginación y la creatividad están allí. Me gustó el final. Felicitaciones.

    Algunas cosillas para mejorar:
    -Hay muchas repeticiones en un mismo párrafo. Por ejemplo al inicio: El día en el que se dio cuenta fue un día cualquiera. Un día cualquiera con olor a salitre y que pertenecía al pasado. El recuerdo de aquel día cualquiera. Tres veces repites “un día cualquiera” y cuatro “día”. Me parece demasiado. Podría ser así: Cuando se dio cuenta fue un día cualquiera con olor a salitre que se repetía cada cierto tiempo como si fuera un…

    -En el segundo párrafo sucede lo mismo. Repites “muchas veces, muchas veces, una vez, mucho tiempo, mismo río, mismo mar”

    -En el tercer párrafo repites “habían ido”, están demasiado cerca.

    -uno de sus descansos de su jornada…. Uno de los descansos de su jornada.

    -Después de crucero, coma.

    -mujer que cargaba con su hija… cargaba a su hija.

    -ligeramente por la ligera brisa de alta mar. Esa brisa era su favorita. Hay cacofonía: ligeramente, ligera, brisa y brisa.

    -como aquella brisa. Aquel día se fugaron… Repites: aquel, aquella.

    -busca y captura… no sé si se dice así o es: búsqueda y captura.

    -Hay muchos “cómo” que llevan tilde. A algunas pusiste, pero otras te faltaron.

    Sigue escribiendo y lee mucho. Reescribe tu relato y verás que va a mejorar muchísimo, me gustó. Felicitaciones.

    Un abrazo.

    Escrito el 19 octubre 2017 a las 05:24
  3. 3. isan dice:

    Hola Ignacio:

    Me toca comentarle pues ocupo el puesto 43. Te comento primero alguna cosilla de forma que yo cambiaría.
    “Ahora, nadie sabía quien era máquina y quién… El primer quién lleva acento igual que el segundo.

    “de su jornada laboral en el crucero una noticia…” Una coma después de crucero le iría bien.

    El androide en lenguaje coloquial se suele usar para ambos sexos, pero la RAE lo considera masculino, luego sería “UN androide” aunque luego se le den atributos “femeninos”. Así lo pones varias veces, pero no todas.

    “…Recordaba como ella se lo había dicho…” Cómo, en este caso, lleva tilde ya que hace función interrogativa. Hay otros COMO posteriormente que, unos se acentúan y otros no. Quizás son demasiados (diez) o es que resaltan mucho.

    “…, por poco derribando…” Quizás mejor “derribando” ponerlo antes.

    “…historia era como el agua, que más tarde o más temprano…” Yo pondría la coma después de QUE.

    Creo que haces un abuso de la conjunción QUE, tienes unas 25, defecto que yo cometo con frecuencia. Cuando escribo suelo emplear el buscador de Word y resaltar en color todas las que encuentro. Así voy eliminando el texto en lo posible.

    En este párrafo:” …que en aquel momento le pareció tan refrescante como aquella brisa. Aquel día se fugaron.” Pones varios AQUEL muy próximos.

    Está claro que te gusta el agua, el crucero, los guijarros, el río… Ojo, no es reproche.

    La historia me ha gustado mucho. Tiene un bello final y me ha sorprendido porque creía que el androide era ella.

    Te felicito porque has hecho un estupendo relato.

    Saludos.

    Escrito el 19 octubre 2017 a las 17:51
  4. 4. Earendil dice:

    Hola Ignacio.
    Una historia muy romántica entre androide y humana. Además está muy bien contada, o al menos a mí me gusta mucho, porque el protagonista, en este caso el robot, repite como un bucle en su mente ese recuerdo que tanto le afecta. ¿Qué condición más humana que esta? Nuestra propia mente es nuestro peor enemigo y el que más daño nos hace casi siempre.
    He leído los comentarios de los anteriores compañeros, más que nada por no repetirme en las anotaciones. Yo no voy a marcar una a una las posibles mejoras, pues creo que si relees tú mismo el texto con las sugerencias que te hacemos, seguro que lo pules a la perfección. A los aportes anteriores yo añadiría que cuides el uso de los gerundios. Te dejo un enlace que te ayudará https://convictoryconfeso.wordpress.com/2016/01/25/15-errores-de-estilo-frecuentes-en-narrativa/
    Muchas veces, aunque repetimos palabras o series de palabras como recurso para dar más énfasis a lo que escribimos, debes pensar que en un texto donde solo tenemos 750 para contar nuestra historia, cada una de ellas es muy importante y casi imprescindible.
    Te felicito por tu trabajo. Enhorabuena.
    Nos leemos

    Escrito el 20 octubre 2017 a las 23:20
  5. 5. Marcelo Kisi dice:

    Hola Ignacio!

    Mil gracias por tu comentario a mi relato, y aquí estoy, feliz de devolverte la visita!

    He disfrutado tu texto. Tengo poco que agregar a las sugerencias de las compañeras. Patricia tiene razón en el asunto de mostrar en lugar de contar. Yo me atrevo a aventurar cuál puede ser esa vuelta de la que ella habla, y que podría ayudar al relato. La explicación de la evolución de los androides tiene, en realidad, dos problemas: el primero es que es demasiado larga. El segundo, es que se trata de algo ya demasiado conocido por los consumidores de ficción. Si hay una idea literaria que ya todos conocen, es esa: la evolución de los robots hasta hacerse conscientes como los humanos. Ese asunto, incluso, ya ha dejado de ser ciencia ficción, y se ha convertido en ficción pura y simple. Se inicia, quizás, con Blade Runner en los años ’80, y termina hoy en día con series como la inglesa “Humans”, que yo disfruté mucho y te recomiendo, pero que ya no podríamos llamar ciencia ficción.

    ¿Cuál es la solución? Contar una historia ubicada en la época en que esta situación ya es obvia. Mostrar la “película”, no explicar nada. Mostrar “actores”, o sea personajes, en acción. Diálogos, acciones. Así como la pareja se sube al tejado y ve las estrellas envuelta en una manta, ¿qué más hacen? ¿Y antes qué pasó? ¿Quién los persiguió? ¿Qué dijeron los padres de ella? ¿Se divertían juntos cuando jugaban a las palabras cruzadas, y se aburrían a la hora de comer, pues ella comía y él miraba? ¿Qué pasó cuando ella le planteó que quería ser madre? ¿Cómo se sintió ella cuando vio que envejecía y él no? ¿Cómo fue la escena? ¿Qué ocurrió entonces? ¿Circularon por la vida aparentando ser él el hijo de ella? De nuevo: ¿cómo fue la escena?

    Un problema más tiene que ver con las repeticiones, pero no solamente de palabras, sino de contenido: oraciones que dicen lo mismo, o casi. “El día en el que se dio cuenta fue un día cualquiera”, y “Un día cualquiera con olor a salitre y que pertenecía al pasado”, dicen casi lo mismo y no agregan mucha info al relato. Sobre todo en un relato que no puede pasar de 750 palabras, el trámite tiene que ser mucho más rápido, no tan reflexivo. Pasar a la acción lo más rápido posible. Fijate cuántos párrafos pasan entre la primera acción (que no es muy “activa”: “Lo sabía…”) y la segunda acción del personaje: mientras lee el diario se entera del primer matrimonio mixto. Todo lo que hay en el medio son antecedentes, no hay acción real del personaje principal. Se diría que el verdadero relato es el flash-back: su historia con la mujer amada. Empieza con: “Recordaba cómo ellase lo había dicho aquel día cualquiera en el que se escaparon en un bote destartalado…” Bravo! Por fin ocurre algo! Ahí empieza una historia digna de ser contada! Pero entonces es casi tarde, porque ya estamos a más de la mitad del texto, y el lector no llega atrapado a esa instancia tan tardía. Decía Hitchkok: “Si una película no te atrapa en los primeros cinco minutos, no te atrapa más”. En la narrativa es lo mismo: atrapar al lector desde el primer párrafo. Y se hace contando un cuento. Así de sencillo. Sin reflexiones, sin descripciones acerca del estado del tiempo, sino acción, acción, y más acción.

    El relato tiene potencial, es una historia plausible en un mundo que parece que se viene de verdad. Yo en tu lugar lo retrabajaría teniendo en cuenta esas premisas: atrapar desde el principio con acción, y mostrar más que contar.

    Suerte y abrazos!

    Escrito el 21 octubre 2017 a las 11:11
  6. Hola Ignacio.

    El primer párrafo me pareció poesía pura. ¡Qué digo! Todo el relato es poesía pura, desde su forma hasta su fondo.

    Para mi gusto en un relato tan corto sobran tantas explicaciones. Yo disfruto más de las escenas concretas que te dicen más con lo que te ocultan que con lo que te cuentan. Pero es solo una apreciación personal.

    Este mes no me encontrarás en el listado porque metí la pata al enviar el relato. Le cambié el orden a las palabras de la frase inicial y se quedó fuera.

    Si te apetece ver cómo quedó puedes pasarte por el blog en donde voy colgando algunos de los trabajos:
    https://jeanivesthibauth.wordpress.com/2017/10/18/ego-me-absolvo/

    Lo había hecho con reto opcional y todo.

    Nos seguimos leyendo.

    Un saludo.

    Escrito el 21 octubre 2017 a las 20:44
  7. 7. Juan Sauce dice:

    Hola, Ignacio.

    Una bonita historia que nos habla de las dificultades que han vivido otros en el pasado para vivir algo que hoy consideramos normal. Me ha gustado mucho tu relato.

    Por mi parte, aparte de algunos acentos, no le veo mayores problemas a tu texto, aunque sí estoy de acuerdo que es preferible mostrar a contar. Si te sirve de consuelo, la mayoría de los relatos que he leído en este reto, tienen ese mismo «problema».

    Un saludo. Yo estoy por el 183, por si te quieres pasar.

    Escrito el 21 octubre 2017 a las 21:26
  8. 8. Olivia dice:

    ¡Hola Ignacio!
    Qué historia más bonita y tierna. Independientemente de lo que el tema del los androides y humanos dé de sí, el núcleo del relato es encantador, o a mí me lo parece.
    Había ido anotando las cosillas que veía antes de llegar a leer los demás comentarios y luego he visto que prácticamente ya todo estaba dicho, salvo algún detalle, como por ejemplo, el tema de que es mejor usar comillas españolas.
    Sin embargo, aparte de buscar alguna otra cosa como las repeticiones de palabras, cosa que yo hago, a veces en exceso, me gustaría resaltar que terminar el relato con un párrafo especialmente bonito, da una luz especial a toda la historia, y creo que justo la forma en la que escribes ese final, la convierte en entrañable.
    Un abrazo. Olivia, n.º 44

    Escrito el 22 octubre 2017 a las 22:49
  9. 9. Ignacio YZ dice:

    Hola,

    Muchas gracias a todos por vuestros comentarios, siento no haber podido contestar antes, he andado muy liado.

    Patricia, tienes toda la razón, es algo en lo que tengo que trabajar. La verdad me gustan mucho autores como Thomas Wolfe que suelen ser muy descriptivos, a lo mejor es que estoy acostumbrado a leer a ese tipo de autor y sin darme cuenta mi estilo se va más para ese lado. Sin embargo, soy consciente de que tengo que trabajar en eso e intentaré aplicarlo al relato del mes que viene.

    Charola, totalmente de acuerdo. Suelo repetir mucho palabras, demasiado incluso. Me andaré con ojo en el futuro pero muchas gracias por comentarlo.

    Muchas gracias Isan por tu comentario, corregiré el texto con ellos :).

    Muy buen consejo Earendil, gracias por pasarte por mi texto 🙂

    Gracias Marcelo, agradezco mucho tu comentario. Estoy de acuerdo con todo lo que dices pero algo que a mi me gusta en las novelas y que intento replicar cuando escribo es la de describir el entorno ya que creo que hace más realista lo que se cuenta. Entiendo que lo hago demasiado, sobretodo para la longitud de este relato. No sé que opinas al respecto, pero creo que un poco de descripción nunca viene mal para hacer la acción más entendible y realista.

    Muchas gracias Jean, voy a leer tu relato y a ver si cuando te comente el del mes que viene me acuerdo de añadir algunas palabras sobre este 🙂

    Muchas gracias por tu comentario Juan, me alegro que hayas cogido ese significado de mi texto ya que es una de las cosas que intentaba mostrar. Ahora mismo me paso para leer tu texto 🙂

    Olivia, muchas gracias por tu comentario. Muy buen detalle el de las comillas españolas, las usaré en el relato del mes que viene. Suelo leer la mayoría de mis libros en inglés y supongo que se me habrá “pegado” ese tipo de comilla.

    Muchas gracias a todos.

    Escrito el 29 octubre 2017 a las 20:20

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