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Roger - por Arameo

Buen día… les dejo mi relato… inconcluso… por ahora. No pude terminarlo pero me ayudaría a saber sus opiniones del comienzo. Gracias (tampoco está pulido):

"Era más que un simple robot…". Roger hizo una pausa. El sonido de saliva atravesando una garganta se grabó en la cinta, como tiempo después pudo comprobar el detective Hill. "Yo no quise hacerlo, la amaba, sabe. Todo esto es muy confuso para mi". El detective paró la grabación. "Solo quiero saber los hechos, muchacho" dijo, en un tono sorpresivamente irónico, arrastrando las últimas sílabas. "Ella me dijo que era más que un simple robot. Me miró a los ojos, me dio un beso y me pidió apretar el gatillo".

Un par de horas antes el detective Hill regresaba a su departamento cuando recibió un llamado. La policía local había atrapado a un "hueco" mientras sostenía el cuerpo sin vida de su dueña. Los vecinos le dijeron a la policía que habían escuchado un disparo a eso de la media noche. "Esas cosas no tienen alma… son cascarones vacíos, ¿sabía? Esa mujer se lo busco con ganas". Eran el tipo de declaraciones que la policía había obtenido de la mayoría de los testigos.

Al llegar el detective Hill a la escena del crimen, un tipo alto, delgado y de cabello castaño estaba sentado en la parte posterior de una patrulla. "Ese es un modelo antiguo, bastante bien conservado" le dijo el patrullero. El detective lo miro a los ojos, a través del cristal de la puerta trasera. El vaho había formado surcos uniformes que dejaban entrever un rostro estático y espectral. Aquellos ojos detrás del cristal no parpadeaban, pero al detective Hill le parecieron esconder una enorme tristeza y arrepentimiento.

La cafetera del departamento de homicidios hacía un ruido destartalado mientras temblaba a las ordenes del expreso del detective Hill. En un mundo donde la tecnología había dominado los campos intrínsecos de la IA, a Leonard Hill le pareció que todo se estaba yendo al carajo. "No creo que necesites un café, o ¿si?". "No detective, así estoy bien, se lo agradezco". "No tienes que agradecer, estoy tratando de no sentirme tan incomodo. No es común tener a los de tu clase sentados en esa silla". La sala de interrogatorios estaba inusualmente fría aquella madrugada, tal vez el hecho de que solo hubiera un cuerpo bombeando sangre influyera un poco, pensó Hill.

"No hay un manual que me diga como tratarte, muchacho. Y esperar nunca ha sido mi fuerte, la paciencia es una habilidad demasiado sobre valorada o al menos así lo veo yo. Un equipo técnico de industrias VAL viene en camino, y abrirán eso que tienes guardado en la cabeza. Podemos hacer que esa cafetera de allá afuera tenga un descanso digno esta madrugada y ahorrarle expresos de más. Así que, ¿por qué no me cuentas lo que pasó?"

"Me llamaba Roger".

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4 comentarios

  1. 1. Jerónimo Guillén dice:

    Tiene lo que me gusta en un relato : ritmo, descripciones precisas que no entorpecen la lectura, ganas de saber el final y sentido del humor.
    Saludos!

    Escrito el 18 octubre 2017 a las 17:22
  2. 2. Antaviana dice:

    Describes muy bien, e interesa el relato. Me ha gustado!

    Escrito el 18 octubre 2017 a las 19:17
  3. 3. Miguel Rojas dice:

    Si hay algo que acotar aquí, es lo detallado del texto. Manejas muy bien las especificaciones, todo se siente muy real y uno se lo puede imaginar perfectamente. Lo que no me queda muy claro es quién era el tipo «alto, delgado y de cabello castaño». ¿Alguien relacionado directa e íntimamente con la dueña del «hueco»? Esto me hace recordar de alguna manera las tres leyes de la robótica descritas por Isaac Asimov y todo el concepto de robopsicología. Lo cierto es que en pocas palabras has mostrado bastante. Estupendo.

    Escrito el 19 octubre 2017 a las 02:50
  4. 4. Bea dice:

    Hola Arameo:

    Coincido plenamente con Jerónimo Guillén, tiene todo lo que me gusta encontrar en los relatos y al igual que a él me encantaría leer el final.

    Te felicito por tu trabajo porque como habrás podido intuir me ha encantado.

    Si te apeteciera pasarte por el mío, estoy en 34.

    ¡Felicidades, nos leemos!

    Escrito el 21 octubre 2017 a las 15:06

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