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El robot de limpieza - por Mónica

Era más que un simple robot.
La semilla que dormía en su interior le hacía diferente a cualquier otro robot de limpieza que se hubiese fabricado hasta la fecha.

Era redondeado y más bien achaparrado, sin nada que a simple visita le hiciese especial. Más bien al contrario. De color gris, con las letras de la marca y fabricante en vinilo rojo.

Lo habían fabricado en serie, como uno de esos robots que se pasan el día dando vueltas aspirando todo aquello que se les pone por delante. Una máquina a la que apenas nadie prestaba atención.

¿Quién iba a suponer que un golpe de viento le haría único en el mundo?

La semilla llegó volando al centro de ensamblaje, y se posó en el centro mismo de su carcasa, pensando que aquel podía ser tan buen lugar para hibernar como cualquier otro.

Lo pusieron a la venta ese mismo invierno, y se pasó tres meses sin pena ni gloria, limpiando todas las habitaciones de su nuevo hogar lo mejor que supo.

Pero cuando llegó la primavera, notó que algo palpitaba en su interior. Tal vez algún hierro que empezaba a oxidarse.

Pero notó también que ese pálpito aumentaba al acercarse a las plantas del salón, y se volvía extremadamente fuerte cerca de una maceta donde se erguía imponente un geranio del que empezaban a asomar tímidamente sus flores rojas.

Al principio se asustó. ¿Qué le estaba pasando? Era una máquina nueva. Ni siquiera había cumplido aún su garantía. Pero el pálpito seguía, y daba la sensación de ser cada vez más fuerte.

Un día, mientras limpiaba, se fijó en que la televisión estaba encendida. Y hablaban de algo llamado amor. No entendió el concepto. Normalmente a los robots no se les programa para ciertas cosas, y le pareció algo abstracto y que nada tenía que ver con la limpieza, que era su única misión en el mundo.

A los pocos días, volvió a pasar. La tele hablaba sobre las palpitaciones y el dolor de corazón en las primeras fases del amor.

¿Tenía corazón?

¿Era acaso eso lo que producía aquellos estremecimientos?

Y lo que le fascinó más. ¿Era aquella planta la que estaba despertando su corazón de hojalata?

Desde ese día, daba tantos repasos a la zona donde se encontraban las plantas, que empezaba a mostrar un suelo reluciente.

El geranio rojo ya estaba cubierto de flores, y balanceaba sus hojas al paso del robot, intentando tocarlo, como si fuese un casual golpe de viento que solo le afectase a él. Parecía que también quería llamar su atención.

El robot, que cada vez se sentía más atraído por el geranio, no se daba cuenta del agua que iba cayendo sobre su chapa al pasar por aquella zona. Y es que, un diminuto aspersor automático, iba liberando unas pocas gotas sobre ellas cada pocos minutos.

Al cabo de unas pocas semanas, el robot se empezó a oxidar. Y por si eso no fuese suficiente, unas pequeñas ramas verdes iban asomando entre las juntas de hierro.

Al principio, casi no se notaba su presencia, hasta que, como por arte de magia, empezaron a asomar también unas pequeñas hojas.

El robot seguía haciendo su tarea. Limpiaba sin descanso, dando vueltas por todos los rincones de la casa, deteniéndose más de la cuenta cerca de su adorado geranio, notando como su corazón latía cada vez más fuerte, y el geranio se balanceaba ya como si casi un huracán le estuviese azotando. Pero cada vez era más lento. Cada día aparecían nuevas pelusas que ya no había sido capaz de aspirar. Se sentía oxidado, y cada vez más pesado.

Llegó un día en el que no pudo moverse más. Se acercó al geranio y allí se quedó.

Los tallos que crecían en su interior separaron la chapa superior del resto del cuerpo del robot, y siguieron creciendo hasta que llegó un punto en que pudo entrelazar sus ramas con las de aquel geranio rojo que empezaba a perder sus flores por culpa del nuevo otoño.

Nadie parecía haber notado aquella transformación que había sufrido, y lo empezaron a tratar como si siempre hubiese sido una maceta más de la casa. Le pusieron tierra, lo abonaron, lo regaron. Y la semilla que había germinado en su interior siguió palpitando vida unida para siempre a su geranio.

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7 comentarios

  1. 1. Javier López dice:

    Hola, Mónica. Me ha gustado. Me ha empezando recordando a Wall-E. Un robot de limpieza que ha desarrollado sentimientos. Me lo estaba imaginando con ojitos y todo. Es una manera muy visual de describir la historia y se lee muy fácil. Aunque por otro lado, esa sencillez creo que se ha alargado un poco, haciéndose un poco tedioso. No me entiendas mal, no es para nada aburrido, ya que las limitaciones de la historia no dan para giros argumentales, pero quizá me haya sobrado algún párrafo.
    Técnicamente está bien, si bien yo reescribiría esta frase que queda un poco forzada para mi gusto, “… notando como su corazón latía cada vez más fuerte, y el geranio se balanceaba ya como si casi un huracán le estuviese azotando.”. Por supuesto que es algo totalmente subjetivo y puedes dejarlo como está; sólo es lo que yo haría.

    Me ha encantado leerte, un saludo.

    Escrito el 19 octubre 2017 a las 10:20
  2. 2. Héctor Romero dice:

    Monica he leido tu relato y me ha gustado. La descripción que haces nos obliga a imaginar las escenas. Solo te observaría el uso de la palabra centro utilizada dos veces casi consecutivas y la palabra pocas, pocos, pero nada que traiga a menos tu relato. Disfrute leerte soy tu compañero Literauta 76

    Escrito el 20 octubre 2017 a las 00:36
  3. 3. Mónica dice:

    Muchas gracias por vuestros comentarios.
    Agradezco las críticas porque me estoy iniciando en el mundo de la escritura y cometo muchísimos fallos de los que no soy consciente. Así que muchas gracias por vuestras palabras, releyéndolo yo también veo esos mismo fallos.
    Asi que criticadme sin miedo!

    Escrito el 20 octubre 2017 a las 20:37
  4. 4. Luis Ponce dice:

    Hola Mónica:
    Si recién te estás iniciando vas a tener un largo camino por recorrer. Esto no se acaba nunca, nunca se llega a la meta. Cuando sobrepasas algo ya estás buscando una meta más ambiciosa. La escritura te hace vivir. Todos cometemos errores, al principio y luego también, pero cada día aprendemos algo y eso es lo valioso. Lee todo lo que puedas y escribe. Si no te gusta no lo deseches, guárdalo, luego te servirá como referencia para otro trabajo.
    Lee los comentarios hay algunos compañeros que saben muy bien de lo que hablan y cuyos concejos son valiosísimos para irnos formando.
    Me ha gustado tu trabajo, la idea, la manera en que lo has escrito. Un concejo si lo aceptas: hay un límite de 750 palabras, pero puedes redondear un buen trabajo con 100. Lo importante es lo que tienes que decir.
    Sigue así, hay una estrella en tu futuro.

    Escrito el 22 octubre 2017 a las 01:32
  5. 5. Alma Gatuna dice:

    Hola, Mónica:
    Bonita y atípica historia de amor. Escribes con claridad y orden.
    A mí me ha pasado lo mismo que a Javier en la frase “…y el geranio se balanceaba ya como si casi un huracán le estuviese azotando”.
    Hay un error de tecleo al principio, que dice a simple visita en lugar de vista.
    También añadiría una coma en la última frase entre “vida” y “unida”.
    Para estarte iniciando creo que no lo haces nada mal. Yo llevo unos años mareando palabras cuando saco un rato, pero sigo siendo muy novata.
    Si quieres pasarte por el mío es el 115 “La mejor compañía”; también aparece un robot de limpieza.
    Nos leemos aprendiendo. ¡Un saludo!

    Escrito el 23 octubre 2017 a las 13:02
  6. 6. Earendil dice:

    Hola, Mónica.
    Ante todo, gracias por pasarte por mi relato y dejar tu comentario.
    Tu protagonista me ha recordado al alma cándida de Wall-E, como le ha pasado a Javier López. La historia es sencilla pero está muy bien contada, salvo las pequeñeces que te ha señalado Alma Gatuna y la famosa frase, donde suena la cacofonía “ya como si casi”.
    Como también te apunta Luis Ponce, no es necesario alargar el texto más de lo preciso, lo bueno, si breve, dos veces bueno. Te lo digo porque nos has contado la escena del acercamiento del robot al geranio desde todos los puntos posibles. En vez de esto, podías haber profundizado más en el pensamiento interior del robot: ¿qué le iba a pasar cuando descubriesen su mal funcionamiento? ¿lo iban a sustituir por otro? ¿lo apartarían de su amado geranio? La verdad es que en un marco tan surrealista como el que nos has presentado, cualquier cosa podría haber ocurrido.
    Me alegro de haber pasado por aquí y disfrutar de tu trabajo.
    A seguir escribiendo y espero leerte en el próximo taller.
    Un saludo

    Escrito el 23 octubre 2017 a las 18:33
  7. 7. LUIS dice:

    Hola, Mónica, muchas gracias por pasar por mi relato. Bonito cuento y bien descrito. Felicidades. Un abrazo.

    Escrito el 26 octubre 2017 a las 00:58

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