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Gran y explosivo tropiezo - por Mikal Neshamá

Era más que un simple robot pensó Binan, una mujer madura la cual tenía un peculiar rayo de canas que descendía por su cabellera. Esa mañana caminaba cerca de la plaza de Unimotion, en la gran ciudad de Hangzhou, en China. Ella había visto cientos de mecanismos, pero éste era diferente. No pudo dejar de fijar su atención sobre aquel sintético organismo antropomorfo que yacía en el banco del parque. Un halo de melancolía y tristeza circundaban por su rostro. Una brisa juguetona y gélida levantó montones de hojas naranjas propias de la época, lo que le hizo recordar a ella, que llevaba puesto un cálido abrigo carmesí desabotonado. Un pensamiento apresurado recordándole que tenía que llegar a la oficina, discutía con las ganas de ir hasta ese banco y conocer aquel peculiar ser. De pronto su intrépida mano tocaba su rígido dorso, este volteó y ella le dijo «disculpa, puedo sentarme junto a ti» a lo que él contestó «no creo que pueda ser hoy su mejor compañía» y ella respondió «a lo mejor yo seré la tuya». Un curioso brillo resplandeció en los ojos de él, haciéndole un lugar en el banco.
Ella se abrochó el abrigó y continúo bebiendo un delicioso late expreso que traía dos manzanas antes de llegar allí, entres sorbos le preguntó qué lo había traído hasta ese lugar; él aguardó un momento, como si pudiese desenvainar un melancólico suspiro, se enderezó y con la mirada gris puesta en el futuro, le contó que se encontraba listo para ser retirado y que, aunque comprendía cómo funcionaba el sistema de la robótica, no entendía por qué, quien lo creó, quisiera igualmente su destrucción. Agregó, que quería continuar su existencia y cumplir con su principal propósito. Ella indagó que cuál era ese propósito, recibiendo una categórica respuesta «Ayudar y servir a los humanos»
Esta conmovedora frase retumbó en la mente y en el corazón de Binan, ocasionando que los últimos sorbos del café, bajaran lenta y amargamente por su garganta. Cerró los ojos con resignación y por un instante accedió a sus recuerdos y no encontró otro androide que haya reaccionado así. Ella se apresuró a preguntar cuanto tiempo tenía funcionando, y éste le respondió 5.34 Shan-In (1 Shan-In equivale a 6 años humanos, es decir, tenía aproximadamente 32 años). Ella sintió como un chispazo de júbilo recorría todo su cuerpo, sonrió y lo tomó de la mano y le dijo ¡acompáñame!», éste la siguió a un paso veloz, como si no hubiera un mañana.
Mientras surcaban las calles, ella le explicó que además de las tres leyes de la robótica, a todos les era integrado un chip de fecha de caducidad que duraba 4 Shan-In (22 años humanos), ya que preferían invertir en nuevos y avanzados software que en los organismos, y él tenía casi 2 Shan-In demás en funcionamiento.
Binan no podía entender como esas mismas calles que recorría cada mañana se convirtieron en angostas lozas, como si estuviera caminando en una feria medieval. Cuando por fin llegaron al imponente edificio con forma de planeta, el robot entendió que su final estaba cerca, que había confiado en esa peculiar mujer, la cual lo arrojaba directamente al fuego, su mentón descendió hacia su garganta, dejando entrever su resignación.
Irrumpieron en una oficina y mientras lo colocaba en un asiento plateado con forma de ovoide, ella le explicó que se dedica a la creación de Inteligencia Artificial en Kapet.In desde el año 2025, acumulando 35 años de experiencia. Mientras ella hablaba lo conectaba a unos circuitos, era una danza de cables que magistralmente ella interpretaba. Él la tomó por su delicada pero firme muñeca y le pregunto «¿por qué?» ella sonrió y posó un cálido beso sobre su frente, y le respondió «la pregunta correcta es ¿Para qué?» Ella también se sentó en otra cabina, y pudo acceder a sus recuerdos y él a los de ella, estaban conectados. Imágenes vividas y coloridas pasaban unas detrás de otras, en un instante coincidieron dos cuadros. Él mirando su número de ID, que contenía el código de su creador y ella registrando el código a su octavo prototipo, ambos eran “B1in3an5”. Ella le dijo «siempre supe que eras más que un simple robot, eras mi creación, pero haz evolucionado con un entendimiento compasivo por la raza humana, el más alto grado de amor, ahora te convertirás en la semilla de la próxima generación». Era la primera vez que él se sentía en casa y cerró sus ojos.

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4 comentarios

  1. Bonita historia sobre volver a la vida.
    Una cosa que me ha “despistado un momento” y que creo que quedaria mejor si la incluyes, es cuando describes al principio a la mujer madura, es una aclaracion o muestra que pienso seria mejor añadirla cuando se acerca al banco.
    Es mi opinion.
    Saludos

    Escrito el 18 octubre 2017 a las 18:31
  2. 2. María Jesús dice:

    Hola: Tu historia tiene mucho potencial, pero está desarrollada de manera un tanto atropellada. Utilizas un lenguaje muy poético, lo que dota al texto de mucho encanto, pero le falta algo al argumento. Es mi humilde opinión, pero que sepas que la idea es buena. Un saludo.

    Escrito el 24 octubre 2017 a las 12:38
  3. 3. Héctor Romero dice:

    Mikal, he leído tu relato y me ha parecido muy bueno. Estructurarlo con diálogos creo le daría más dinamismo y lo llevaría a excelente. Felicidades. Soy tu compañero Literauta 76.

    Escrito el 26 octubre 2017 a las 14:39
  4. 4. Hilda G.M. dice:

    Hola, Mikal. No había tenido tiempo de comentar los textos que me han tocado en este taller, por lo cual pido disculpas. Se me ha juntado muchísimo trabajo.
    Tu texto me ha gustado. Aunque hay algunos detalles que se te han pasado como el acento gráfico en algunas palabras (“se apresuró a preguntar cuánto…”, “no podía entender cómo…”); también me parece que “de más” es una conjunción adverbial, que significa de sobra y se escribe separado. Otra cosita en la que te sugeriría pensar es en la palabra “peculiar”, que se repite en tres ocasiones y que no añade ninguna información realmente necesaria (“peculiar mujer”, “peculiar rayo”, “peculiar ser”).
    Saludos y sigue escribiendo.

    Escrito el 31 octubre 2017 a las 22:09

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