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El Visitante - por Altair_Midnight

El olor le repugnaba. ¿Dónde estaba? Sabía que el Pozo de los Viajes podría llevarle a cualquier parte.
Una vez, se había zambullido en sus profundidades sin pestañear, y Baradai había aparecido en mitad de un desierto con arena celeste. ¡Qué divertidos habían sido sus habitantes, vestidos con pañuelos multicolor y perfumados con la fragancia de sus tés! Baradai aún recordaba el sabor de la carne de surcarenas que habían compartido la noche de su partida.
—Jamás olvidaré vuestra hospitalidad. ¡Y mucho menos vuestros manjares! —fueron las palabras de despedida de Baradai antes de marcharse.
Fue un viaje inolvidable. Sin embargo, el lugar al que el Pozo de los Viajes le había traído en esa ocasión no tenía nada de agradable.
—¿Pero qué cojones? —gritó un simpático señor vestido de azul. La gorra que llevaba le parecía a Baradai la mar de graciosa—. ¡Acaba de salir una especie de niño del armario de las escobas!
Baradai se acercó al hombre con una amplia sonrisa. Sus cabellos verdosos y rizados se mecían con cada paso que daban sus pequeñas piernecitas. Su ropa de lana colorida destacaba con la sobriedad de los paquetes de pilas y los periódicos de los estantes.
Una mujer gritó al ver a Baradai. Se agachó y abrazó con fuerza a su hijo. ¿Qué les pasaba? ¡Si hasta el mocoso era más grande que Baradai! ¿Qué amenaza podía ser él?
—¡Qué chulo, mamá! —dijo el niño señalando a Baradai —. ¡Tiene un ojo en la frente! ¿Es un marciano?
—¡No lo mires! —ordenó la señora tajantemente—. ¡Ay, dios mío, llame a la policía! —pidió al señor de la gorra.
El hombre sacó de debajo del mostrador una especie de palo con un agujero en el extremo. Era metálico y de color negro.
—Ni se te ocurra moverte —ordenó a Baradai apuntándole con aquel exótico cachivache.
A Baradai le pareció bastante gracioso, por lo que echó a correr hacia el tendero. Quería ver aquel instrumento tan curioso un poco más de cerca.
—¡Atrás, bicho! —gritó el hombre, que asía el palo con gran nerviosismo. Al ver que Baradai no obedecía, accionó el mecanismo del instrumento, y una especie de insecto metálico brotó de la punta del palo y voló directo al hombro de Baradai.
Baradai cayó al suelo, golpeándose la espalda contra la baldosa. ¡Aquel bicho le había mordido! No podía entender nada. Acababa de llegar a aquel lugar y, sin mediar palabra, aquellos seres tan pendencieros le habían juzgado como una criatura peligrosa. ¡Ni que viniera de las tierras de los devorabotas! Se sacó del hombro al bicho metálico y lo dejó caer al suelo. Después, con un poco del ungüento de emergencia para viajes que su hermana Komali le había preparado, se curó la herida tan fea que aquel bicho le había hecho.
—¡Deberías aprender modales!—le dijo Baradai al tipo del palo. —No está bien ir por ahí lanzando bichos a los demás, ¿sabes?
—¿Qué demonios? No sé de dónde coño has salido. Pero si no quieres que te vuele la tapa de los sesos, más te vale estarte quietecito. Las autoridades ya vienen en camino.
Baradai se sintió confuso. No sabía qué le había hecho a aquel ser para que se sintiera tan malumorado. Quizás aquella mañana se hubiera saltado el desayuno. Por lo menos, decía que venían a su encuentro unas tal autoridades. Quizás aquellas personas fueran un poco más simpáticas. Ese mundo no le estaba gustando ni lo más mínimo. Miró por las grandes cristaleras que separaban el recinto del exterior. Más allá, pudo ver un cartel luminoso, y una especie de tanques con mangueras que otros tipos enchufaban en grandes máquinas con cuatro ruedas.
—Gasolinera —dijo Baradai mientras señalaba el cartel luminoso de fuera. —¡Quién tendría la idea de ponerle ese nombre a un mundo!
La madre, aprovechó el revuelo del disparo y la posterior confusión para salir del establecimiento junto con su hijo. Baradai vio como los dos corrieron a su máquina de ruedas y se largaron de allí. Poco después, se empezó a escuchar una extraña música.
—Ya están aquí —dijo el señor de la gorra, que no había dejado de apuntar a Baradai con su dichoso palito.
Baradai pensó que las autoridades serían gente más agradable. Al menos, llegaban con música. Cuando las vio entrar por la puerta con esos trajes negros tan bonitos, sonrió. Ellas, por su parte, también le apuntaron con palitos algo más pequeños.
—¡Hora de venir con nosotros! —fue todo cuanto dijeron.

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5 comentarios

  1. 1. Wester dice:

    Buenas Altair, me ha gustado mucho tu relato. Es divertido y original. El estilo está bien, no encuentro errores de bulto ni problemas gramaticales. Tan sólo hay una pequeña cosa que me ha chirriado en los oídos, no porque esté mal escrito sino porque me ha sonado un poco raro. Es tan sólo mi opinión, seguro que a otra gente le suena bien. Es esta frase: “…unas tal autoridades”

    Soy el de arriba por si te apetece leer algo

    Buen finde

    Escrito el 17 noviembre 2017 a las 15:25
  2. 2. Roster dice:

    Hola Altair:
    Estupenda historia que queda flotando en nuestro interior para repensar qué haríamos en un momento así, llega algún Baradai y nuestro comportamiento seguro se acercaría al que refleja el protagonista de tu relato.
    Algunas frases se podrían mejorar, pero en general nada que objetar.
    Saludos. Hasta pronto. Estoy en el 139

    Escrito el 19 noviembre 2017 a las 09:17
  3. 3. Altair_Midnight dice:

    Wester: muchas gracias por pasarte. Está hecho así a caso hecho para mostrar el aspecto extraterrenal de Baradai. En su mundo diferente y anárquico la palabra “autoridades” no existe, por eso cuando la escucha por primera vez lo relaciona con el nombre de un grupo de gente o algo así.

    Roster: Muchas gracias por leer. Sería muy amable por tu parte si me indicaras qué frases mejorarías, creo que esa es la parte más interesante de este ejercicio 🙂

    Saludos

    Escrito el 19 noviembre 2017 a las 11:05
  4. 4. Rita dice:

    Hola, Altair 🙂
    Un relato muy interesante. Te felicito. Me gusta que se pueda viajar de un mundo a otro en ese armario. En cierto modo, me recuerda a Las Crónicas de Narnia; por esa conexión (el armario) entre mundos tan distintos.
    Pasando a las correcciones, tal vez deberías repasar un poco el uso de la coma. Por ejemplo, aquí: “La madre, aprovechó el revuelo…”. Al no haber vocativo, la coma tiene que desaparecer. Así: “La madre aprovechó el revuelo…”.
    Esto otro: “unas tal autoridades”. Es incorrecto: “tal” está en singular y debe ir en concordancia con el resto; en este caso, en plural: “unas tales autoridades”.
    Las palabras “armario” e “idea” muy bien integradas en el texto. Casi me había olvidado de ellas, tan naturales xD
    Por lo demás, creo que no se me olvida nada.
    Espero que continúes con tu escritura.
    Si te apetece pasarte por mi relato,soy el número 174.
    Nos leemos.

    Escrito el 20 noviembre 2017 a las 02:45
  5. 5. Servio Flores dice:

    Hola Altair.

    Interesante relato, siguiere mucho sin ser meramente explícito.
    Plasma muy bien la actitud xenofóbica, paranoide, de la raza humana.
    Saludos.

    Escrito el 12 diciembre 2017 a las 13:02

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