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PERDIDO - por María Bonmatí

Llevo ciento sesenta y tres días, además de las dos horas de esta noche, trabajando tras el mostrador de la gasolinera más pequeña que jamás he visto. Recuerdo bien el momento en el que me planteé ocupar la vacante en el turno nocturno, en realidad sin otro motivo que el de que necesitaba el dinero.

Después de una primera noche de soledad y de un silencio casi absoluto, roto cada mucho tiempo por coches que pasaban a toda velocidad; mis ánimos decayeron. Pocos coches paran en esta gasolinera y a veces, si paran, uno preferiría que no lo hubiesen hecho.

Sin embargo recuerdo aquella noche, una noche cualquiera, en la que sonido de un coche aminorando la velocidad llamó mi atención. Pensé que se acercaba un cliente, así que me acerqué a las ventanas desde detrás de mi mostrador y vi como un Passat rojo emergía de la oscura carretera y paraba entre los surtidores. Una mujer bajó resuelta del asiento del conductor para rodear el coche, pero no abrió la tapa del depósito, pasó de largo para abrir la puerta del copiloto, inclinarse hacia su acompañante y obligarle a salir.

Se trataba de un hombre joven un tanto desaliñado. Salió trastabillando y se alejó del coche para ver como ella subía de nuevo y se marchaba, no sin antes gritar un “no quiero volver a verte” muy alto y muy claro. Cuando ella había desaparecido de nuevo en la noche, él se sentó en el suelo abrazando una mochila y apoyando la barbilla en ella en actitud resignada.

En cierto modo lo adopté, como aquel que adopta a un perro triste y desamparado. No sabía su nombre ni ninguna otra cosa sobre él, de hecho nunca me habló. Tampoco sabía si tenía a donde ir pero no parecía tener intención de marcharse; por eso, durante mis turnos de noche, le dejaba pasearse conmigo por la tienda de la gasolinera, le traía comida de casa y le hablaba constantemente sin obtener ningún tipo de respuesta por su parte. Me miraba con expresión a veces triste, a veces ausente; y, aunque no sabía si me escuchaba, la jornada se me hacía mucho más amena. Cada día, cuando mi turno terminaba y me marchaba a casa por la mañana, él se instalaba en el enorme armario al fondo del pasillo de servicios y dormía profundamente hasta el atardecer.

¿He dicho que nunca me habló? Así es, nunca me habló a mi, pero le oía a veces susurrar: “estoy perdido”.

Llegué a preguntarme si su idea era esperar allí hasta que ella volviera a pasar, quizá esperaba que se arrepintiese y volviese a por él. Aunque su presencia era agradable, yo no podría tenerlo allí siempre merodeando; sin embargo no me hizo falta hacer nada porque, él mismo, cogió su mochila del armario y se marchó sin mediar palabra. Aquella mañana le vi, por primera y única vez, sonreír.

Hoy, una mujer en un Passat rojo se ha acercado por aquí, ha bajado resuelta de su coche, lo ha rodeado y ha buscado a su alrededor algo que hace ya tiempo perdió.

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7 comentarios

  1. 1. Luna Paniagua dice:

    Hola María, una historia muy bonita. Me ha gustado mucho el final y, tal y como yo lo veo, tiene hasta enseñanza: hay que tener cuidado con lo que (quien) se abandona porque si te arrepientes tal vez no puedas recuperarlo.
    Yo también he escrito sobre una trabajadora de gasolinera que se aburre, aunque la historia es muy diferente.
    Un saludo,
    Luna

    Escrito el 17 noviembre 2017 a las 15:23
  2. 2. Dante Tenet dice:

    Buena idea y mejor contada.
    Daria psra una historia larga

    Escrito el 17 noviembre 2017 a las 19:41
  3. 3. Nela Kato dice:

    Romántica y un poco inverosímil (recuerda un poco a historias de Julio Médem), con un punto un poco alegórico… Cuesta creer que el chico se quedara en la gasolinera, pero la gasolinera puede ser esa tierra de nadie, o la sensación de vacío después de una ruptura. Una metáfora.

    El estilo es un poco llano y con otra vuelta te podría quedar algo muy, muy bonito.

    No me gusta meterme en esto, pero hay alguna falta de ortografía (mí sin tilde) y usas algunas comas donde, a mi parecer, deberías usar puntos. “Llegué a preguntarme si su idea era esperar allí hasta que ella volviera a pasar, quizá esperaba que se arrepintiese y volviese a por él”. Aquí, por ejemplo, creo que debería ir un punto tras “pasar” y antes de “quizá”.

    Todo esto con afán constructivo, siempre :))). Me ha dejado un poso melancólico la historia, eso deber ser bueno!

    Escrito el 17 noviembre 2017 a las 21:41
  4. 4. Thomas Carnacki dice:

    Hola, María
    Paso a devolver la visita, gracias por comentar. Tu relato es breve y conciso, con buen ritmo. Me ha gustado. A mí parecer, toda la historia es algo así como una excusa para contar “esa otra historia”, la del perdido. El final a modo de parábola te ha quedado perfecto. La cereza del pastel.
    Sigue así, un placer leerte. Hasta la próxima 😉

    ¡Nos estamos leyendo!

    Escrito el 18 noviembre 2017 a las 09:08
  5. 5. Laura dice:

    Hola María.
    Soy Laura del 53.
    Tienes una bonita historia, casi circular.
    Esperaba algo más con el muchacho abandonado, pero siempre se puede retomar.
    Hasta la próxima propuesta.

    Escrito el 20 noviembre 2017 a las 01:36
  6. 6. Alex dice:

    Hola, pasaba por aqui…

    La primera parte la encontré muy fluida y clara.

    Sin embargo, nos relata como abandonan al chico y a mi me pareció más ña liberación de un secuestro que una ruptura amorosa.

    Y lo de: “En cierto modo lo adopté”, lo he leído varias veces por que me parecía que faltaba un párrafo que me explicara como se convertía en rutinaria la presencia del chico en la gasolinera. Si no, no entiendo que “adopte” a un tipo que no conoce.

    Al terminar si que entendí la metáfora. Al menos de cara a la mujer del passat. Aunque no entiendo por que se va sin despedirse de la chica.

    Es un buen texto, pero un poco difícil para chicos cortos de entendederas como yo.

    Un saludo desde el 109.

    Escrito el 22 noviembre 2017 a las 02:42
  7. 7. Osvaldo Vela dice:

    Hola María. primero que todo, quisiera decirte que agradezco la visita a mi texto: te encontré antes de yo poder otorgar una descripción necesaria a mi escrito. gracias por las buenas vibras.

    En cuanto a tu relato, me pareció super comunicativo a pesar de no tener un solo diálogo. Lograste algo que no me había tocado antes. La razón es que, tu historia irradia calor propio y comprensión al prójimo.

    Por ello te felicito. Nos leemos.

    Escrito el 23 noviembre 2017 a las 02:22

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