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Desierto rojo - por Nela Kato

Web: https://relatocortoshortstory.wordpress.com

Un banjo colgaba sobre la puerta de la gasolinera que había adquirido 14 años atrás. Walter Alexander sudaba a causa del calor. Con un ademán adquirido en años de trabajo en
el desierto de Mojave, Walter sacó un panuelo sucio de su bolsillo y se secó el sudor de la cara. Su mano tenía un muñón que iba desde donde debía estar su dedo meñique, hasta la base de su dedo índice. Es decir, le faltaban tres dedos.

Una mosca penetraba el denso aire del establecimiento y tras dar varias vueltas, terminó por caer en la trampa para insectos que colgaba del techo. Walter oyó su zumbido postrero y miró al bicho con indiferencia dar sus últimos aleteos en el suelo de baldosa. La muerte era una experiencia casi repetitiva en aquel vastísimo e implacable secarral, el más extremo del continente.

Mirando el cadáver, los acuosos ojos azules del viejo Alexander percibieron algo a través de las ventanas polvorientas: una nube de tierra encabritada detrás de un vehículo que se aproximaba a toda velocidad. Walter siguió escuchando la emisión entrecortada de la radio y se volvió al periódico atrasado que lo distraía desde hacía un rato.

Al poco, alguien entró en la tienda. El sudoroso propietario gruñó apenas un saludo, sin alzar la vista. El recién llegado se perdió entre los estrechos pasillos en busca de algo que saciara su hambre y su sed. A Dwayne Farrel le gustaba el “viejo y simple Johnny colorao” y lo desquiciaba tener que aclarar que se refería al Johnny Walker de etiqueta roja. No lo encontró en el mugriento pasillo, pero su bota de cowboy derecha chocó contra una caja de botellas vacías de cerveza Budweiser que había en el suelo. Una de ellas salió rodando con gran estrépito debajo de una nevera vieja de Coca-Cola.

-Culpa mía. No se preocupe.- El viejo Walter alzó la voz para que se le oyese, mientras sus ojos se clavaban en la pantalla del circuito interno de TV. Sus gruesas y espinosas cejas se elevaron al máximo, plegando la piel de su frente. Instintivamente su mano izquierda se dirigió al armario situado bajo el mostrador. Una idea, la chispa de un incendio, se había generado en su mente y avanzaba en estampida por la red eléctrica de su sistema nervioso.

Dos minutos más tarde, el viejo Alexander pudo apreciar con todo detalle el lustroso cañón negro del Colt 45 que le apuntaba entre los ojos.

13 años, 11 meses y 19 días antes, Walter Alexander entraba con su uniforme de funcionario en la prisión estatal de Arizona sin haber tomado su café de desayuno.

Algo pasaba. El primer indicio fue la expresión pálida y la mirada inquieta en el saludo de su compañero; El segundo, un penetrante olor a pólvora en el primer piso de celdas. El tercero y último, una fuerte sacudida en la nuca que lo dejó inconsciente en el suelo con su mano derecha sobre el raíl de la puerta automática de la celda 214.

El motín no dio resultado. Los presos implicados se ganaron un agravamiento de condena. Dwayne Farrel, el joven preso que había tramado todo y que se pasaba la vida enardeciendo a sus compañeros reclusos, se ganó además dos meses en celda de aislamiento y un año de limpieza de retretes. Walter Alexander también ganó. Ganó una pensión vitalicia por incapacidad y una indemnización que valía lo que una gasolinera en el desierto de Mojave, California. En cambio, perdió tres dedos de su mano derecha y la capacidad de tocar el banjo para siempre.

Así que, cuando Dwayne Farrel lo encañonó, Alexander, inspirado por su fe, sintió la luz de la justicia divina imbuír su cuerpo y evaporar toda sombra de duda, y accionó sin miedo el gatillo de su escopeta. Los dos cartuchos atravesaron con facilidad el fondo contrachapado del mostrador y se introdujeron en el vientre de Dwayne, que se desplomó sobre las baldosas.

Otro insecto en el suelo.- dijo el viejo.

Cuando bebía lo suficiente, el viejo Alexander contaba esta historia en el bar del pueblo a algún transportista aburrido. Relataba que la sensación mística al apretar el gatillo se fue tan pronto como vino y que, pasados unos días, había tenido que descolgar el banjo de su puerta porque no soportaba verlo allí. Después de tamaña confesión, se hundía en el más distante de los silencios y su interlocutor acababa por levantarse con un encogimiento de hombros y la cabeza llena de sombras.

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11 comentarios

  1. 1. Dante Tenet dice:

    Hola
    Linda historia.
    Bien narrada.
    En el primer parrafo se repite adquirido.

    Escrito el 17 noviembre 2017 a las 19:20
  2. 2. Luna Paniagua dice:

    Hola, tu historia engancha y tiene unas descripciones muy buenas. Muy ocurrente, que recuerde en la misma gasolinera para cumplir el reto.

    Escrito el 17 noviembre 2017 a las 23:50
  3. 3. Thomas Carnacki dice:

    ¡Hola, Nela Kato!
    Tu relato me gustado mucho, más precisamente la manera en que construiste unas cuantas líneas: tienes ahí una prosa que puede mejorar, y mucho. Esta por ejemplo: “Mirando el cadáver, los acuosos ojos azules del viejo Alexander percibieron algo a través de las ventanas polvorientas: una nube de tierra encabritada detrás de un vehículo que se aproximaba a toda velocidad.” No descuides el estilo, vas por buen camino. Existen formas y formas de contar historias, la tuya es de las que me gustan 😉
    Un gustazo leer tu relato, sigue así. Hasta la próxima.
    Saludos, nos estamos leyendo!

    Escrito el 18 noviembre 2017 a las 09:23
  4. 4. Alex dice:

    Sólo te diré que desde aquí huelo la pólvora.

    Fabuloso.

    Escrito el 18 noviembre 2017 a las 14:10
  5. 5. Nela Kato dice:

    Muchas gracias a todos. Me alegra mucho que os haya gustado, por supuesto! La verdad que disfruté bastante escribiendo y me basé en fotos que encontré en internet de gasolineras viejas en Estados Unidos.

    Realmente tuve que hacer un esfuerzo para escribir sobre una ambientación que me es ajena y parece que ha ido bien y eso me anima a seguir, claro!

    Nos seguimos leyendo 🙂

    Escrito el 19 noviembre 2017 a las 20:06
  6. 6. Laura dice:

    Hola Nela Kato.
    Soy Laura del 53.
    Me han confundido los viejos, supongo que es sólo uno, Walter Alexander. Creo que en textos tan breves lo mejor es nombrar al mismo personaje siempre de la misma forma. Al menos para que lectores algo despistados como yo se pierdan.
    Realmente un gran logro la forma en que has plasmado basándote en fotografías. Felicitaciones.
    Hasta la próxima propuesta

    Escrito el 20 noviembre 2017 a las 01:17
  7. 7. Nela Kato dice:

    Tomo nota, Laura! Lo que dices se me pasó por la cabeza y, de hecho, hice un par de cambios, pero parece que no quedó resuelto. Quizás “el viejo Walter Alexander” al principio y después simplemente “Alexander” o de nuevo “el viejo Walter Alexander” quedaría mejor. =)

    Escrito el 20 noviembre 2017 a las 13:50
  8. 8. María Jesús dice:

    Hola Nela: Gracias por pasarte por mi relato y comentar. Quizá si he sido algo drástica en el tema que he escogido, pero es ficción y como tal debe ser tratada.
    Tu relato también es crudo y duro, pero me ha gustado mucho, has hecho un excelente trabajo, tan bien ambientado que te podías ver como espectador en cada escenario. Me ha gustado mucho lo de “viejo y simple Johnny el colorao”. En definitiva mi opinión es que es has hecho un gran ejercicio que he disfrutado leyendo.
    Un saludo.

    Escrito el 20 noviembre 2017 a las 19:07
  9. 9. celisius dice:

    Fantásticas las descripciones. Mientras leía el relato el aire de la habitación se ha cargado del polvo del desierto y prácticamente sentía el peso de la escopeta en mis manos. El único detalle es que no termino de entender quien era cada personaje.

    Escrito el 21 noviembre 2017 a las 22:14
  10. 10. Don Kendall dice:

    Hola Nela Kato
    Es un trabajo agradable el que presentas. Tal vez necesite algún ajuste para que el lector empedernido se sienta cómodo viajando hasta el final sin muchos trompicones.
    En principio parece que nos va a llevar de la mano un narrador testigo, muy apropiado a lo que parece. Pero de repente hay un quiebro y aparece un narrador omnisciente :Una idea, la chispa de un incendio, se había generado en su mente y avanzaba en estampida por la red eléctrica de su sistema nervioso. Tan omnisciente que cambia la historia y aparece otra escena. Y eso incomoda ligeramente.
    Tal vez, merezca la pena cambiar el orden de algunos párrafos y el caminar se haga más llevadero. Si la escena empieza con la frase que inicia el último párrafo :Cuando bebe lo suficiente, el viejo Alexander cuenta esta historia en el bar del pueblo a algún transportista aburrido., Y empieza a largar el relato.Si además se plantea el relato en presente a partir de ahí puedes hacer que el narrador/a sea inidentificable y conseguir que se refiera a Alexander estableciendo una distancia no muy llamativa. De este modo se podría lograr el doble efecto de convertirlo en personaje y en narrador-testigo.
    Hay algunos excesos de adjetivos y alguna información que ralentiza, con alguna coma perdida, además de los guiones en los diálogos que como sabes deben de ser rayas
    https://es.wikipedia.org/wiki/Raya_(puntuaci%C3%B3n)
    En resumen, todo lo anterior son opiniones mías que como sabes corresponden al mundo entre la ignorancia y el conocimiento. Despreciables por tanto ;-).
    Lo que cuenta es tu trabajo, mi agradeimiento por ponerlo a disposición.
    Un abrazo

    Escrito el 22 noviembre 2017 a las 00:54
  11. 11. marazul dice:

    Hola Nela: siento mucho llegar tan tarde, pero aquí estoy y encantada de leerte.
    Te doy mi modesta impresión. Me ha gustado el argumento. La historia es muy buena. Destaca la ambientación que es muy visual. Coincido con otro comentarista que apunta el exceso de adjetivos. Yo también creo que no hace falta exagerar tanto. Si eliminas alguno ganas en naturalidad porque el lector se introduce en la escena con facilidad. Estoy de acuerdo con el comentario de Don Kendall. Yo añado que tienes una buena historia, que la descripción de los personajes, la ambientación, los nombres que utilizas, son muy buenos. Solo tienes que pulirlo un poco: quitar —a veces más es menos—, poner atención a las comas, a los guiones y no cambiar al narrador.
    Muy buena la comparación de la mosca muerta con la del cadáver. Hay elementos realmente buenos.
    Todos estamos aprendiendo, Nela. Un placer leerte.
    Saludos

    Escrito el 8 diciembre 2017 a las 19:21

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