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Experiencia al límite - por Raúl

Experiencia al límite
Por Raúl Martín

Había llegado a aquella estación de servicio empujando el coche con el alma, con la esperanza, con el temor de quedarse detenido en medio de una carretera inhóspita, dada la persistencia de la luz roja de reserva en el tablero del vehículo. Primero vio la señal en el camino –a quinientos metros, indicaba-; luego la luz lejana de la gasolinera. Cuando inició la entrada en el establecimiento, el coche comenzó a renquear quedándose detenido frente a la cafetería. Un suspiro de alivio brotó de sus pulmones.
—Que raro —dijo a su lado Magda, ajena a la preocupación de Mario—. Se ha apagado el motor sin que le dieras a la llave.
—Nos hemos quedado sin gasolina, cariño. Menos mal que hemos podido llegar hasta aquí.
Entraron en la cafetería para recuperar fuerzas antes de poner gasolina y continuar viaje, pero no encontraron a nadie. Esperaron un buen rato, por ver si acudía algún empleado. Dijeron «¡Hola, hola!», cada vez más fuerte, con la esperanza de ser escuchados por quien estuviera a cargo del bar.
Se abrió una puerta y por ella apareció un hombre ensangrentado que ocultaba algo a su espalda.
—¿Buscáis a esta? —rio grotescamente, mientras les mostraba, agarrada por los cabellos la cabeza de una mujer decapitada.
Saltaron a la vez de los taburetes sobre los que se habían encaramado, cayendo Magda al suelo. Mario le ayudó a levantarse, enarbolando como espada o escudo una silla que alcanzó en su retirada interponiéndola entre ellos y el macabro sujeto.
El extraño les lanzó la cabeza de la mujer que lograron esquivar e iniciaron una carrera hacia la salida. Ya en la playa del estacionamiento avistaron a un hombre y una mujer que corrían hacia ellos. Eran una luz de esperanza: serían cuatro para defenderse del horrible asesino que los atemorizaba; mas cuando estuvieron cerca, comprobaron con horror que los desconocidos también tenían las ropas manchados de sangre. El hombre portaba una sierra mecánica que puso en marcha, blandiéndola hacia ellos.
Corrieron desesperados tomados de la mano, dando la vuelta al edificio, esperando refugiarse en la oscuridad del monte que presentían cercano.
Ella tuvo una idea:
—Escondámonos en ese almacén…
La puerta estaba entreabierta, la empujaron y vieron al fondo, medio escondido detrás de unos bidones, un armario con las puertas abiertas. Parecía lo suficiente espacioso para esconderse dentro. Lo hicieron, y atrancaron la puerta guardando un sepulcral silencio.
Durante un tiempo todo parecía estar en una calma engañosa, sin ningún ruido. Creyeron haber escapado del peligro más inmediato. Pero su encierro, lejos de ser un eventual escondite, les fue pareciendo cada vez más una trampa. No sabían el tiempo que podrían permanecer allí sin ser descubiertos.
Les llegaban voces lejanas, más allá del almacén. De repente escucharon, cada vez más cerca, el sonido de la sierra mecánica. La luz, que les pareció de una linterna, penetraba a través de las rendijas de las puertas del armario. Permanecieron abrazados, protegiéndose el uno al otro.
—Deben de estar aquí. Hemos dado toda la vuelta al edificio y no hay otro sitio dónde esconderse —escucharon que decía una mujer.
—Miremos en el armario, por fuera se ve bastante amplio —dijo un hombre.
Magda se tambaleo, se le aflojaron las piernas, y en su caída golpeó una rodilla contra la puerta del armario.
El ruido, aunque mínimo, debió alertar a sus perseguidores, ya que estallaron en carcajadas. La luz que penetraba en el armario fue más intensa; sin duda habían encendido las luces del almacén. Ahora eran más las voces que se escuchaban, parecían muchas las personas que los acosaban. Sintieron cómo golpeaban el armario, cómo lo zarandeaban.
Mario y Magda estaban al borde del desfallecimiento cuando desde fuera lograron abrir las puertas. Una luz intensa los cegó por un instante.
Ante ellos estaba el hombre que volvía a sujetar la cabeza de la mujer degollada, el que portaba la sierra mecánica y la mujer, que empuñaba un enorme cuchillo manchado de sangre. Detrás estaban otras personas y más atrás de éstas, un camarógrafo de televisión que los enfocaba.
—¡Sorpresa, sorpresa! Este es un programa de cámara oculta —dijo el hombre que se les acercó con un micrófono.
Magda yacía en el suelo desmayada.
Mario ensayó una sonrisa tonta, temblándole el labio inferior.

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10 comentarios

  1. 1. Marcelo Kisi dice:

    Hola Raúl!

    Soy tu vecino del 165, así que me toca comentarte. Me ha encantado tu relato, que me ha mantenido agarrado a la silla con fuerza. No soy afecto al horror, tiene que estar muy bien ejecutado, no es un género fácil. Pero veo que te movés muy bien en él. Yo trabajaría un poco más el final, porque se ve venir desde un poco antes (desde que aparecen “muchas personas”), y lo mejor sería que el lector se sorprenda al mismo tiempo que las víctimas.

    Pero fuera de eso, la tuya me pareció una excelente escritura. Felicitaciones!

    Escrito el 17 noviembre 2017 a las 16:43
  2. 2. Raúl Martín dice:

    Muchas gracias Marcelo, Efectivamente lo de muchas personas, que yo escribía a caballo de multitud de atacantes y pista sobre el desenlace, realmente acerca más a lo segundo.
    Raúl

    Escrito el 17 noviembre 2017 a las 16:51
  3. 3. IreneR dice:

    Buenas Raúl.

    Me ha gustado mucho tu relato. Cuando comenzó la parte “macabra” me sorprendí un poco. También participo en este reto y mi historia es algo parecida a la tuya, no mucho, pero me hizo ilusión ver que alguien también había asociado las palabras gasolinera, armario e idea con una historia siniestra.

    Aunque el final me pareció demasiado precipitado, pero claro, con un límite de palabras tampoco se puede explayar uno mucho.

    ¡Un saludo!

    Escrito el 17 noviembre 2017 a las 21:03
  4. 4. Raúl dice:

    Gracias Irene.
    Ahora me pasaré por tu casa para leer tu relato. Y sí, cuando pasas de las 700 palabras, ya vas buscando el final.

    Escrito el 20 noviembre 2017 a las 08:49
  5. 5. dopidop dice:

    Buenas Raúl,

    Buen relato, es divertido y haces que sean muy fáciles de imaginar las grotescas escenas que vive la pareja. Coincido con mis compañeros que llega un momento que la historia se precipita mucho llegando a un final que se ve venir antes de lo que me gustaría. Las dos últimas frases me han hecho mucha gracia. Felicidades por un buen trabajo.

    Escrito el 20 noviembre 2017 a las 16:50
  6. 6. Yoli L. dice:

    Hola Raúl

    Muy entretenido y lleno de imágenes tu relato, cuando lo leí por primera vez, el principio y nudo se me asemejó a una película al estilo de Hitchcock, luego al llegar al final me desilusiona el saber que es una macabra broma del programa de cámara oculta, ¡que mal me caen!(opinión personal), que con toda la gracia para ellos, la audiencia y ganar dinero donde sea que vendan su enlatado, juegan con los sentimientos de incautos.

    En los mejorables noté:

    – En un mismo párrafo tienes rimas accidentales con “aba” y “ada”: Se abrió una puerta y por ella apareció un hombre ensangrentado que ocultaba algo a su espalda.
    —¿Buscáis a esta? —rio grotescamente, mientras les mostraba, agarrada por los cabellos la cabeza de una mujer decapitada.

    – “dijo” después del guión, lo tienes 3 veces en el relato, no está mal, pero podrías cambiar alguno.

    – “…ropas manchados de sangre”: debería ser manchadas , sea que te refieras a las ropas o a la sangre, ambas palabras son femeninas.

    – Con respecto al final, pienso igual que los compañeros.

    ¡Buen trabajo en tu participación y bienvenido a Literautas!

    Un abrazo
    Nos seguimos leyendo.

    Escrito el 20 noviembre 2017 a las 19:05
  7. 7. Laura dice:

    Hola Raúl.
    Soy Laura del 53.
    Tu relato se desenvolvió hacia la cámara oculta o hacia la muerte espantosa. Me alegro que haya sido lo primero. La tensión se me hacía insoportable, Muy bien lograda.
    Hasta la próxima propuesta.

    Escrito el 20 noviembre 2017 a las 22:05
  8. 8. Raúl Martín dice:

    Gracias Dodipop. Me alegra haberte divertido el tiempo en que has leído mi relato.

    Escrito el 20 noviembre 2017 a las 23:02
  9. 9. Raúl Martín dice:

    Hola Yoli:
    Gracias por la atención que has dedicado a mi relato. Encuentro muy acertadas tus correcciones. El reto es ser capaz de acertar y saber corregir las rimas accidentales. En lo de “dijo”, como inciso el narrador, sigo las enseñanzas de Stephen King y no me complico buscando sinónimos que, a veces, de tan rebuscados, resultan inapropiados. Y gracias también por tu bienvenida.

    Escrito el 20 noviembre 2017 a las 23:08
  10. 10. Raúl Martín dice:

    Hola Laura:
    No pretendía tensionarte, pero que manifiestes que lo has estado, es todo un piropo. Iré a visitarte al 53.

    Escrito el 20 noviembre 2017 a las 23:10

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