Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

Solo pretendía ayudar - por Paola Panzieri

En el asiento del copiloto, un foco de luz ilumina un mapa de carreteras.

—¿Por qué te paras en medio de la nada, con la prisa qué llevamos? —pregunta una voz femenina mientras el haz luminoso enfoca la cara al conductor.

—Hay que repostar y el letrero que acabamos de pasar dice que esto es una gasolinera —contesta el hombre deslumbrado mientras se escucha el sonido del freno de mano.

—¡Ni se te ocurra salir! Ni hay tiempo para tonterías ni el sitio me parce recomendable.

—Te recuerdo, florecita de alelii, que lo del atajo ha sido idea tuya y te advierto que yo no pienso empujar.

—No tardes Roberto o no llegaremos nunca. ¡Vaya viajecito! —dice la mujer mientras saca el móvil del bolso y activa una llamada—Hola Mati, soy Raquel, siento decirte que llegaremos con retraso, estamos perdidos y a Roberto se le ha ocurrido parar a repostar.

—Lo importante es que lleguéis. Te habrás puesto de tiros largos para la fiesta ¿no?

—El traje rojo ¿te parece bien?

—¡Con ese triunfas! Oye, pero ¿dónde dices que estáis?

—Espera que lo compruebe, es algo de un gordo y una cabra—contesta Raquel enderezando el mapa.

—¡¿Villargordo del Cabriel?!

—¡Eso!

—Entonces, ¡os habéis desviado a la vieja nacional lll!

—Puede ser, ¡la calzada da pena!

— Sois un caso, chica. ¿Y dices que habéis parado en una gasolinera?

—Si, hija, sí. Roberto y sus ideas…

—¡Pero si las gasolineras en esa carretera están abandonadas hace tiempo!

—¡Cómo que abandonadas!, Roberto acaba…

—¡Escucha! Está anocheciendo y no os encontráis en buen lugar, llama a tu marido y salid de ahí enseguida.

La mujer abre la puerta del vehículo, la oscuridad ya lo envuelve todo y un aire irrespirable le bloquea la tráquea. Tose y vacía el contenido de su estómago sobre el cemento.

—¡Robertooo! —grita mientras busca un pañuelo en el bolso.

Nadie contesta y Raquel, más que revuelta y angustiada, empieza a sentirse desamparada.

—¿Qué está pasando? ¡Contesta Raquel!

—Esto no me gusta, Mati, ¡aquí huele a muerto!

¡Iros ya!, a saber los piraos que andan por ahí a estas horas…

Raquel deja el teléfono en el asiento y sale de nuevo del vehículo, nota que las piernas no la sostienen con fuerza y que en su cabeza se agolpan preguntas sin responder.

Se acerca a la construcción, a oscuras, intenta atisbar por una ventana pero ésta se encuentra demasiado alta. A su lado hay un armario metálico, la mujer apoya el pie en un cajón a medio abrir y toma impulso, entonces el mueble vuelca produciendo un ruido espantoso. Unos perros empiezan a ladrar en la parte de atrás y Raquel vuelve al coche gritando. Sube y cierra las puertas.

—Raquel ¡¿ha vuelto Roberto?!

—¡No, Mati, no lo encuentro!

—¡Apaga la luz! es vital que no te vean.

Raquel pulsa el interruptor con un movimiento veloz y solo se escucha el castañeo de sus dientes.

—¡Arranca el coche y vete de ahí ahora mismo! —dice Mati por el móvil.

Raquel busca el interruptor de contacto palpando debajo del volante.

—¡No puedo! Roberto se ha llevado las llaves…

—Hemos llamado a la policía. De todas formas, ¡tranquila que esto no es Texas!

De pronto el retrovisor se ilumina, Raquel tarda en reaccionar pero al final sale del coche a trompicones. Llega al borde de la carretera justo a tiempo para hacer señales a un camión cuyos faros la iluminan y después desaparecen. Solo quedan dos puntos rojos que se apagan al final de la recta. Raquel se deja caer.

Se oye un silbido potente y los perros paran de ladrar.
La mujer observa una luz acercarse. El pánico la empuja a volver otra vez al vehículo y encerrarse en su interior.

—Mati, ¡ya vienen! —logra decir en voz baja.

—¡Escóndete para que crean que Roberto viaja solo!

Raquel vislumbra a alguien a su lado.

«Es el fin» piensa llevándose una mano al pecho.

—¡Ya estoy aquí! —dice Roberto desde fuera— ¿notas el olor? Se han quedado sin luz y con este calor se ha estropeado la carne en la nevera.

El hombre, con una tanqueta en las manos, empieza a llenar el depósito y al ver que su mujer no contesta continúa hablando:
—La gasolinera está cerrada pero en la parte de atrás, un hombre muy amable me ha vendido unos litros de gasolina para que podamos seguir.

Cierra el depósito y entra en el coche pero su florecita de alelí es incapaz de oírle…

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

11 comentarios

  1. 1. Don Kendall dice:

    Me gusta. Suspense y sorpresa sin ocultar ni hacer trampas al lector. Para más valor añadido , un narrador ágil, cumpliendo con su papel y no permitiendo la entrada de ningún entrometido ni aprendiz de narrador. ¿.qué más puede pedir un lector empedernido?.
    Un sutil aroma de humor y alelí sin cargar las tintas.
    En resumen un trabajo modelo para un taller. Gracias por esta maravilla

    Escrito el 17 noviembre 2017 a las 20:08
  2. 2. marazul dice:

    Paola, tu relato es buenísimo. Me ha tenido en tensión desde el principio hasta el inquietante final. Estrés a tope, texto ágil y diálogos muy naturales. Introducir una llamada de teléfono con la consiguiente ignorancia del que está al otro lado me parece que aporta angustia a la narración. Mi más sincera enhorabuena, Paola
    Saludos

    Escrito el 19 noviembre 2017 a las 15:02
  3. 3. beba dice:

    Hola, amiga Paola:
    Excelente tu relato. Notables el manejo de los diálogos y la tensión, y el giro final. Un placer volver a leerte.
    Mi casa: 136.

    Escrito el 19 noviembre 2017 a las 22:26
  4. 4. Alma Rural dice:

    ¡Genial, Paola!
    De lo mejorcito que llevo leído en el taller de este mes.

    Mantienes el ritmo durante todo el texto; su lectura se hace del tirón; el suspense te mantiene en vilo durante todo el relato.

    Lo mejor de todo es el giro final: inesperado, sorprendente… Cuando ya creemos que vas a matar a la protagonista regresa su marido con la gasolina. ¡Genial!

    La estructura del texto es perfecta. Los diálogos son ágiles y creíbles.

    En fin, Paola, que ha sido un placer leerte y descubrir tu escritura. Felicidades.

    Un saludo.

    Escrito el 20 noviembre 2017 a las 21:27
  5. 5. Miguel Rojas dice:

    Hola Paola.

    He tenido que hacer una parada obligatoria aquí, pues tu relato de la lavadora del taller pasado me ha dejado con ganas de más.

    Me gusta la tensión instantánea del relato en cuanto Raquel se queda sola y baja del vehículo, como aumentas la incertidumbre gradualmente y la repentina aparición de Roberto diciendo que muy amablemente un hombre le vendió unos litros de gasolina para continuar, y la forma en la que ella se queda paralizada de miedo y su imposibilidad para responder. Eres sorprendente, Paola. Quisiera leer más relatos así. Ya no sé qué más agregar, eres increíble.

    Escrito el 21 noviembre 2017 a las 00:40
  6. Hola, Paola,
    Te felicito por un relato muy logrado, que se lee con ansia de principio a fin y retrata a la perfección las paranoias que surgen en situaciones fuera de lo común. Haces que suba la tensión hasta un grado tan alto que cuando el desenlace viene a pinchar el globo, la tensión sigue allí, resistiendo a desaparecer. Muy buena estructura y tempo. Felicidades.

    Escrito el 21 noviembre 2017 a las 10:06
  7. 7. María Jesús dice:

    Hola Paola: Un relato electrizante, en el cual respiras la angustia de la mujer. Creo entender que es una paranoia de la protagonista y la intervención telefónica de la tal Mati no ayuda mucho ¿no?
    Buen trabajo que me ha mantenido en tensión hasta el desenlace. Un saludo.

    Escrito el 22 noviembre 2017 a las 21:10
  8. 8. Robert M. Roderick dice:

    Hola, Paola:

    Tu relato me ha gustado principalmente por su agilidad y por el giro final.

    Has cuidado con mimo detalles como las minúsculas en los verbos dicendi y las rayas en los diálogos.

    Argumentalmente, la historia es entretenida y la ambientación está bien creada.

    Los únicos peros que te puedo sacar son los siguientes:
    En “—Te recuerdo, florecita de alelii,”, has tenido un despiste y has colocado una doble i en lugar de la i con tilde.
    En “—No tardes Roberto o no llegaremos nunca.”, deberías colocar el nombre entre comas, pues es un inciso en la oración.
    En “—¡Cómo que abandonadas!, Roberto acaba…”, deberías haber usado interrogantes, puesto que lo que formula Raquel es una pregunta.
    En “¡Iros ya!, a saber los piraos que andan por ahí a estas horas…”, has olvidado la raya de diálogo. Además, has usado la forma del infinitivo en lugar de la del imperativo; esto es salvable si Mati, al igual que tanta otra gente, se expresa de esa forma.

    Como puedes observar, son todo detallitos. No puedo sacar ninguna falta más a tu buen texto 🙂

    ¡Enhorabuena! ¡Sigue así!

    ¡Un saludo!

    Escrito el 23 noviembre 2017 a las 22:13
  9. Gracias a todos por los comentarios y las correcciones. Haré los cambios oportunos.

    Escrito el 24 noviembre 2017 a las 13:13
  10. 10. Charola dice:

    Hola, Paola Panzieri.

    Gracias por leer mi relato y tus amables palabras. El tuyo me pareció excelente, hay suspense, es ágil y claro. Gracias por eso. El final es abierto y a mí me pareció que la florecita de alelí se murió del susto, pues adviertes que se llevó la mano al pecho y la consecuente incapacidad de oir.

    Ya te dijeron algunas cosillas para mejorar, no voy a repetir:

    —¿Por qué te paras en medio de la nada, con la prisa qué llevamos? El segundo “qué” acentuado no lleva tilde.
    – ni el sitio me parce recomendable. (parece, te faltó la “e”)
    -Hola Mati, soy Raquel… (Antes de Hola espacio)
    – Antes de “¿te parece bien?, coma.
    – Después de cabra, espacio luego sigue la raya de diálogo.
    -¡la calzada da pena! Me parece que aquí sobran los signos de admiración.
    – —Si, hija, sí. (falta tilde al primer Sí)
    – —Raquel ¡¿ha vuelto Roberto?! (Falta la coma después de Raquel)

    Felicitaciones.

    Un abrazo. Nos estamos leyendo para la próxima escena.

    Escrito el 26 noviembre 2017 a las 00:08
  11. ¡Me muero!

    Me has hecho pasar de un texto ligero, cotidiano y sin chicha a un espeluznante relato que me ha tenido en vilo hasta el final. El suspense que has logrado es magistral. Podía sentir mis propios latidos en desbocados.

    Lo único que no me cuadraba y que pensaba que luego nos daría alguna sorpresa era lo mucho que parecía saber la amiga al teléfono sobre lo que pasaba en la gasolinera. Bueno, me alegro de que al fin solo fuera una amiga paranoica más. jejeje.

    Muy bien logrado. Te felicito por ello.

    Nos seguimos leyendo.

    Un abrazo.

    Escrito el 26 diciembre 2017 a las 23:31

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.