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En que mala hora... - por José RamónR.+18
Sólo tras recostarme sobre el fondo del armario, me tranquilicé los suficiente como para darme cuenta, de que lo que había hecho era una soberana estupidez. En un mundo como este, en el que vivimos, la línea entre la estupidez y la cordura, la mayoría de las veces, es difusa o simplemente ha desaparecido del todo. Eso, sin duda puede tener dramáticas consecuencias. Espero que la oscuridad y el silencio sean mis aliados. Al fin y al cabo, tan solo quería resultar de utilidad, y creo que he metido la pata. Por nada del mundo quisiera que alguien pudiera sufrir las consecuencias de mi falta de disciplina, pero por otra parte a medida que pasa el tiempo, crece mi deseo de que aparezcan, como por sorpresa, y me saquen de aquí.
A esta hora, se habrán dado cuenta de que no estoy donde se supone que debería estar, en el economato atendiendo a los pedidos de los demás vecinos. Ahí es donde debería estar, y no aquí oculto, asustado, muerto de miedo y dentro de poco, quizá asfixiado, por culpa de ese nudo que se me ha hecho en la garganta y no me deja respirar salvo a pequeñas y apresuradas bocanadas. Espero que ahí fuera no se escuchen los latidos de mi corazón, que aquí dentro martillean como un tambor.
Nadie sabe dónde buscar, porque no dije a nadie que pensaba salir. Al fin y al cabo, parecía algo sencillo. No tenía ni idea que salir a buscar un frasco de edulcorante pudiese llegar a ser tan peligroso. Llegar no supuso ningún problema. Ya lo había hecho otras veces. Había cruzado la calle, abandonada, como siempre. Había pasado entre los dos surtidores, con cuidado de no tropezar con las mangueras, cuidadosamente enrolladas en el suelo. Había cruzado la puerta, que desmontamos en una de las primeras incursiones, para que no se cerrase detrás de nosotros y el pequeño almacén pudiera convertirse en una trampa mortal. Era un milagro que aquel lugar no hubiera sido saqueado ya, quizá porque todo el mundo daba por supuesto, que habría sido víctima de los saqueadores durante los momentos de caos que se produjo al principio. Sin embargo, los depósitos subterráneos permanecían llenos de combustible y todavía eran capaces de abastecer a los vehículos de la comunidad. El pequeño almacén contaba con herramientas con las que reparar y construir todo tipo de utensilios. Con el tiempo, nos habíamos confiado a la sensación de seguridad que nos daba el taller y decidimos no llevar las herramientas a nuestro refugio, demasiado agobiante ya, para servir de dormitorio.
La pequeña tienda contaba con un mostrador a la derecha de la puerta de entrada y a la izquierda había un par de expositores, en los que todavía quedaban algunos artículos que, al no usarlos frecuentemente, no habíamos querido llevarlos al refugio. El economato tampoco era espacioso y preferíamos almacenar artículos de uso frecuente y alimentos. Por supuesto que no disponíamos de espacio para almacenar frascos de edulcorante artificial. Hacía tiempo que se había agotado el azúcar y pronto habíamos adaptado nuestro gusto a sabores más naturales. Sin embargo, alguien había dejado una nota sobre uno de los estantes. Estaba claro que ponía edulcorante. Recordaba que en la tiendecita de la gasolinera había una caja expositora con algunos frascos. ¿Quién necesitaría edulcorante artificial en pleno apocalipsis?
Ahora reconozco que fue una estupidez. Hacía tiempo que no los veía de cerca. Ya no recordaba el penetrante olor a putrefacción. No recordaba el sordo ronroneo que acompaña a esos pasos lentos e inseguros. No tengo ni idea de donde han podido salir. Seguramente van caminando de aquí para allá y ha llegado el día en que tenían que llegar aquí. Justo el día en que iba a buscar un frasco de edulcorante. Espero que no lleguen al armario, o al menos que sean tan estúpidos como para no intentar abrirlo. Los oigo por toda la tienda y por el pequeño taller. Chocan con todo lo que encuentran a su paso, como si fueran ciegos. Tropiezan y tiran todo por el suelo, vuelcan cajas, estanterías, bidones. Cada vez que algo cae al suelo, se detienen todos a la vez, emiten un pequeño gruñido y continúan caminando a tientas siguiendo a su instinto. Es cuestión de tiempo que encuentren mi escondite. No sé lo que ocurrirá cuando lo hagan, solo espero que en el refugio me echen de menos o al menos se alarmen por la inesperada invasión de la gasolinera.
Comentarios (16):
Jose Luis
17/11/2017 a las 18:46
Hola
Me toca presentar un comentario a tu relato
Noto la fuerte inspiración que has tenido con la serie más famosa del momento sobre zombis y muertos vivientes. Relatas la historia de alguien que se queda atrapado en un armario. Debo decir que he notado cambios en los tiempos verbales, de presente a pasado y viceversa. Algo para corregir y tener en cuenta para el futuro. Me ha entretenido tu cuento aunque el final se veía venir.
Un saludo
Gail
18/11/2017 a las 21:34
Hola José
Me gustó la ambientación que le has dado.
Como observación, te aconsejo cuidar de las comas, para que sea una lectura más fluida.
Si quieres criticar mi relato,lo cual agradecería mucho, esta en el número 31.
Saludos y sigue adelante!
Jose Ramón Campoamor
21/11/2017 a las 10:52
Gracias Jose Luis y Gail. Ambas recomendaciones que me haceis son cosas en las que estoy trabajando. Pasaré a leer vuestros relatos
José M. Fernández
21/11/2017 a las 11:36
Hola José Ramón.
Acabo de leer tu relato y de él me han gustado la creación de la atmósfera in crecendo propia de la situación y también el final, previsible pero abierto.
Coincido en que, en un par de ocasiones, los cambios verbales despistan.
Un saludo.
Laura
22/11/2017 a las 10:45
Hola José.
En primer lugar,gracias por pasar por mi relato en el 53 y dejar tu comentario.
Vamos ahora al tuyo.
Creas una atmósfera de profunda tensión, especialmente por la narración en primera persona. Muy buena.
¿Se trata de un inicio de algo mayor? Promete.
Hasta la próxima propuesta.
María Jesús
22/11/2017 a las 13:21
Hola: Tu relato me ha parecido muy curioso al mezclar la angustia del protagonista, que se enfrenta a un peligro importante, con otra más banal que es la búsqueda de un edulcorante. No soy muy dada a la fantasía pero valoro cuando un relato de este tipo está bien construido, y el tuyo lo está. Un placer leerte. Saludos.
Jose Ramón Campoamor
22/11/2017 a las 14:05
Jose M. tomo nota de lo de la concordancia verbal. Es un defecto que estoy tratando de corregir. Gracias.
Laura, de momento no creo que vaya a más, ya que no tengo interes en el tema de los zombies. Solo ha sido un ejercicio y me alegra haber podido transmitir angustia, ya que es lo que pretendía cuando escribí el cuento. En cualquier caso, aquí no se tira nada y lo dejo en el cajon de las herramientas. ¡Quien sabe si puede encajar en alguna otra historia!
María Jesús, Gracias por tu valoración. Satisfecho de haber conseguido un relato coherente. Me gusta jugar con lo importante y lo banal a la hora de contar historias, porque muchas veces, todo depende de un detalle sin importancia que no advertimos a tiempo. Gracias de nuevo. Voy a leer el tuyo
Kaila
23/11/2017 a las 00:49
Hola Jose:
Primero, ¡gracias por comentar mi relato!
En cuanto al tuyo, me ha gustado bastante… aunque odio los zombies. No me los esperaba, la verdad. Quizá sea porque no consumo ni series, ni películas, de ese estilo (el pánico, es el pánico y tal). Se me han puesto los pelos de punta, me puedo sentir identificada con la angustia del personaje, porque sé que la sentiría de forma muuuuy parecida (aunque en mi caso, la canalizaría corriendo, huyendo y matando a esos bichos asquerosos, si se da…).
Eché de menos una linea en blanco, de separación, después de cada punto y aparte. Puede parecer una chorrada, pero creo que le quitaría al texto esa sensación de bloque compacto y a simple vista invitaría más a leerlo.
¡Nos leemos el mes que viene!
Anna Castillo
23/11/2017 a las 05:01
Hola, Jose.
Gracias por tus comentarios, son muy acertados. Me encanta que hayas sentido como esa indiferencia va llenando todos los espacios de un matrimonio triste y desgastado.
Sobre lo que me preguntas si el relato se desarrolla en una gasolinera, te diré que cuando empecé a escribir, no supe como darle la vuelta para hacerlo en una estación de servicio.
También he leído tu relato. Me siento identificada con la idea de recostarme en el fondo de un armario y conseguir ayuda en la oscuridad y silencio. Eso me encantó.
Creo que toda la idea de la invasión a la gasolinera ha hecho un relato creativo, lleno de fantasía y expectación.
Especialmente brillante la idea del pleno apocalipsis y el edulcorante.
Nos leemos
Un abrazo
Hasta la próxima
Jose Ramón Campoamor
23/11/2017 a las 09:18
Gracias por tu consejo Kaila. Lo tendré en cuenta para posteriores participaciones. Reconozco que ver tanta letra junta y compacta tira para atrás a la hora de leerlo. Me alegro de haber conseguido el objetivo que perseguía, de crear una atmósfera opresiva. Eso era precisamente lo que quería ensayar. Por eso la aparición de los zombies, auqnue quizá hubieran servido cualquier tipo de seres o entidades menos definidas.
Anna, Gracias por tu comentario. a ver si en próximos relatos consigo escribir algo más alegre. El fondo del armario da sensación de seguridad, pero debemos aventurarnos más allá de nuestra área de confort. Como ya te he dicho, lo de la gasolinera era meramente formal y opcional.
Luna Paniagua
23/11/2017 a las 10:50
Hola Jose María, aquí estabas, al no aparecer el apellido no me di cuenta.
Me ha gustado mucho tu relato, por razones que ya han comentado: la ambientación, la narración en primera persona que le da realismo y ese contraste entre el apocalipsis y el dichoso edulcorante, je, je. Y me ha encantado cuando, casi al final, el protagonista describe cómo escucha a los zombis.
Un saludo, Luna.
Yoli L.
23/11/2017 a las 22:25
Hola José Ramón
Has condensado la historia en un texto breve y se entiende bien.
En los mejorables he visto:
– me tranquilicé los suficiente como…, Debería ser lo
– se supone que debería estar, en el economato atendiendo a los pedidos de los demás vecinos. Ahí es donde debería estar .
– …no recordaba el penetrante olor a putrefacción. No recordaba….
En el mismo párrafo como que chirria.
-…soberana estupidez. En un mundo como este, en el que vivimos, la línea entre la estupidez y la cordura. Lo mismo, muy seguidas, podrías reemplazar alguna por sinónimos, pues también la escribes más abajo.
– Ya te comentaron la falta de espacio en blanco entre párrafos, a la vista se nota denso, tendrías que hacer doble Enter después de cada punto aparte cuando lo pases al formulario de literautas.
Por si te quieres pasar por el mío y me dices que opinas, si es ¿Pesadilla y realidad? #169https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-48/8779
Saludos
(¯`•¸•´¯)YOLI(¯`•¸•´¯)
Jose Ramón Campoamor
24/11/2017 a las 12:04
Gracias Luna. Veo que he conseguido crear la atmósfera que quería. Nos seguimos leyendo.
Yoli. Muchas gracias por indicarme dónde están los errores. Cierto. Esas reiteraciones son molestas a la hora de leer y siempre hay un sinónimo para evitarlas.Los trabajaré más. Leo muy rápido y esas cosas se me pasan en las relecturas, porque ya conozco el texto. Es algo que tengo que tratar de corregir. Paso a leer tu texto y te cuento.
Sabina
24/11/2017 a las 17:36
Hola José Ramón Campoamor.
Tu redacción es fluida y amena.
Sin embargo la trama podría llegar a ser más interesante si nos presentas a los personajes desde el principio.
Cuéntanos quiénes son los que caminan:
tropiezan, tiran cosas, vuelcan cajas, chocan, gruñen…
Y ¿quiénes son los del refugio?,
En mi humilde opinión, enriquecerías tu relato si editas la información no relevante.
Un abrazo.
Soy Sabina Duque 34
Nos vemos en escena.
José Torma
27/11/2017 a las 21:01
¿Qué tal José Ramón, como lo llevas? No puedo ser muy objetivo al comentar tu relato, porque el tuyo y el mío podrían ser capítulos de la misma novela.
El abuso de las comas, para dar pautas dramáticas es algo que entiendo bien, ya que también lo hago de modo frecuente, pero si te lo quiero comentar. A mí me parece bien logrado, si a alguno le pareció banal el motivo por el que salir del refugio, a mí me pareció pertinente. La atmosfera y la desesperación del protagonista son muy aparentes y te hacen estar ahí, sintiendo en tus propios oídos el latido desenfrenado de su corazón.
Me ha gustado mucho, felicidades.
Noemi
30/11/2017 a las 00:02
Hola José Ramón muchas gracias por tu visita te la devuelvo comentando a mi vez tu texto.Me parece estupendo el manejo del suspenso y los contrastes. Me sobran comas y pienso que traban la lectura sin dejar que esta fluya con naturalidad y distraen al lector. En su lugar sería más adecuado usar frases cortas y quitando elementos accesorios (adjetivos, adverbios complementos, etc.)se acelera el ritmo también.En fin todo eso es cuestión de opinión además yo no acostumbro a leer relatos de zombies así que el género me es ajeno.De todos modos tu relato me gustó porque estaba muy bien desarrollado estructuralmente. Espero que en la próxima sigamos leyéndonos.