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LA SAGA DE LOS NOGALES - por Mª Jesús Hernando Navas

En la primera página, el abuelo Saturnino posa junto al primer surtidor de petróleo que hubo en la comarca. Nino Nogales, “el leñero”, que en la instantánea aun no ha cumplido los treinta y cinco, luce un traje negro, de pantalones cortos y estrechos, chaqueta ajustada −seguramente el de su boda−, y una sonrisa enmarcada por una barba de varios días. Su atuendo no es el de un potentado, pero está feliz, se le nota. A los veinte años había dejado el acarreo de leña fascinado por un hombre extranjero, de palabra fácil, que buscaba a alguien de la zona interesado en vender modernos aparatos “de fuego al instante sin dejar residuos, que funcionan con el oro transparente”. Y, Satur, que ambicionaba convertirse en señorito, cambió de rumbo. El “leñero” pasó a ser el “gasofa” y de su mano, los nuevos ingenios llegaron a las casas más pudientes y más tarde a todas los demás. El hombre con genes de visionario, se dio cuenta de que el líquido que alimentaba los fogones tendría muchas más aplicaciones en el futuro y lo llevó al pueblo. Fue una idea genial, una carambola múltiple que cambio su vida y la de sus descendientes.
Nicolás Nogales no llegó a conocer al pionero de la familia, sin embargo, admira su determinación, por eso es la imagen de portada del libro en el que se refugia una noche más: conmemora el centenario de la cadena de carburantes NPS. Lentamente, pasa las hojas que condensan el crecimiento de la gasolinera a lo largo de diez décadas, sin embargo, solo presta atención a las fotografías más recientes: Pedro, con ocho, con diez, quince años; y la última: con veinte, cinco horas antes de que un joven más o menos de su misma edad le quitara la vida para apoderarse de los sesenta euros que había en la caja. Nunca le detuvieron, ni pudieron averiguar su identidad, pero Nicolás sabe que volverá por eso trata de conjurar el dolor que le sube todavía por el esófago allí, al fin y al cabo en su casa no puede dormir. Le sosiega el olor a combustible, pero su secreta esperanza es que el asesino vuelva. Y, entonces…
Nicolás no sabe qué hará. Rechazó tener armas cuando se lo sugirieron tras el asalto. Ahora, seis meses después, apenas le interesa el negocio. Está ensimismado rebobinando una y otra vez en su cabeza lo ocurrido y enojado consigo mismo por haber dejado solo a Pedro la noche en la que lo mataron. Si no fuera por Carlos, el contable, habría cerrado pero él le aconseja que no se rinda, “porque es hora de pensar en el cambio, los automóviles eléctricos están a punto de llenar el mercado”, le dice para animarle. Nicolás asiente lánguido, moviendo la cabeza arriba y abajo como esos animalitos que se llevan en la trasera de los coches, porque ha perdido el interés por las cuentas y los proyectos. Ya no hay nadie que pueda continuar lo iniciado por el abuelo Satur. Solo quiere retirarse.
Tan abatido está que no ha oído entrar al muchacho que golpea con el puño el cristal blindado de la oficina y le mira con pupilas dilatadas. Podría ser un cliente que ha tenido problemas con la máquina de cobro automático, pero ellos entran sin llamar y dicen buenas noches. Tras unos segundos de duda porque no consigue adivinar las intenciones del individuo, Nicolás acciona el botón que bloquea la entrada al cuarto de cristal a la vez que avisa de anomalías a la central de seguridad. Está alterado, lleva mucho tiempo esperando este momento y ahora podría equivocarse, dar un paso en falso y acusar a un inocente porque el muchacho que sigue en pie tiene cara de niño y está esquelético. Sus miradas se cruzan y entonces está seguro de que es él: ese brillo en el iris es inconfundible, lo ha visto decenas de veces cuando se volvía desafiante a la cámara tras conseguir el botín de la caja. Sin duda es el resplandor de la abstinencia. Cierra con parsimonia el álbum, después coge el bastón en el que se apoya para caminar y se lleva el libro al pecho para llevarlo con delicadeza a su sitio.
La Guardia Civil no tardará en llegar y la saga de los Nogales reposará en el armario de aquella oficina hasta que alguien rescate su historia.

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12 comentarios

  1. 1. marazul dice:

    Eres una buena narradora, Mª Jesús. Un argumento bien llevado, el de la saga familiar, en donde nos cuentas los orígenes del negocio, a la vez que haces un repaso costumbrista de la época. Muy buenas las descripciones y la caracterización de los personajes. En cuanto al personaje de Pedro, el chico asesinado, imaginamos que pudo ser su hijo o algún familiar cercano. El final abierto me gusta porque no se lía a tiros. Nos dejas con la duda de si el drogadicto le mata a él o simple entrega el dinero, o…
    Claro que tu mensaje es muy claro: lo importante no es cómo termine, sino salvar el libro que contiene la historia de los Nogales.
    ¡Felicidades!
    Saludos

    Escrito el 19 noviembre 2017 a las 11:35
  2. 2. Mª Jesús Hernando dice:

    Muchas gracias Marazul. Veo que estás cerquita de mi en la lista, pasaré muy pronto por tu relato.

    Escrito el 19 noviembre 2017 a las 17:51
  3. 3. María Jesús dice:

    Hola tocaya, muy buen relato, en realidad cuentas dos historias en una, la de la saga y la de una venganza. Muy entretenido y bien redactado, se lee con mucha fluidez.Me ha gustado mucho. Saludos.

    Escrito el 19 noviembre 2017 a las 19:42
  4. 4. María Jesús Hernando dice:

    Hola tocaya. Gracias por leerme y comentar. Pasare con gusto por el tuyo. Un abrazo

    Escrito el 19 noviembre 2017 a las 20:32
  5. 5. Menta dice:

    Buenas noches María Jesús: Me ha gustado mucho tu historia, nos la has contado muy bien a pesar de ser muy dura, con la muerte de Pedro y la pena de su padre.

    Te felicito. Muchas gracias por haberla compartido con nosotros. Un saludo, Menta

    Escrito el 19 noviembre 2017 a las 23:46
  6. 6. IreneR dice:

    Buenas María Jesús, me ha gustado mucho tu historia. Cuentas tantas cosas en tan pocas palabras que es sorprendente.

    Me gustó el final abierto, no se sabe qué es lo que ocurre, aunque no parece que el señor Nogales tenga ninguna intención de dialogar o conceder clemencia.

    Un saludo.

    Escrito el 20 noviembre 2017 a las 17:52
  7. 7. María Jesús Hernando dice:

    Gracias Irene. Muchas gracias por el tiempo que me has dedicado. Nos seguiremos leyendo. Un abrazo

    Escrito el 20 noviembre 2017 a las 17:54
  8. 8. Alma Rural dice:

    Hola MªJesús:

    Me ha gustado mucho la historia que cuentas en tu relato. Poco a poco nos vas introduciendo en la saga familiar hasta que llegas al punto culminante de la narración. La cuentas de tal manera que es fácil de seguir y agradable de disfrutar pese a la dureza del relato. El final abierto es una buena idea que hace redondo a tu texto y nos deja la puerta entreabierta para que nos sigas contando lo que pasa con los Nogales.

    El único defecto que le encuentro a tu relato, y lo digo con ánimo constructivo y como opinión personal, es que haces algunas frases muy largas y que no separas el texto en párrafos. Yo creo que si hicieras las frases más cortas y separaras el texto en párrafos sería más fácil y ágil de leer.

    Pero ya te digo que la historia en sí me ha parecido perfecta, la forma en que tratas el tema es la adecuada. Buen relato, MªJesús. Te felicito.

    Un saludo.

    Escrito el 20 noviembre 2017 a las 21:16
  9. 9. Mª Jesús Hernando dice:

    Muchas gracias Alma Rural por tus comentarios. Lo que me dices de los párrafos es verdad pero en mi Word sí los separo. Al pasarlo al fomulario de envío se pega todo. Supongo que tendré que modificarlo ahí para que quede más legible. Si sabes algún truco dímelo por favor. Respecto a las frases largas, tomo nota para el próximo. Pasare por el tuyo, un abrazo

    Escrito el 22 noviembre 2017 a las 11:16
  10. 10. Charola dice:

    Hola Ma. Jesús Hernando.

    Gracias por leer y comentar mi relato. Me dices que yo había comentado el tuyo, pero no era así. Sin embargo, gracias a esa confusión he venido y me alegra, pues tu texto me encantó. Muy bien escrito, es ágil, fluido y haces notar la tristeza de Nicolás Nogales por haber perdido a Pedro (¿su hijo?) y el deseo de vengarse de su asesino.

    Algunos fallos que te hago notar para mejorar:
    -aún (con tilde, sinónimo de todavía)
    -todas las demás (“las” porque estás hablando de las casas)
    -cambió (tilde)
    -pero él le aconseja … mejor: pero “este” le aconseja…

    Para que tu texto no se note denso, al pasar al formulario dale doble ENTER después de todos los puntos aparte.

    Me gustó leerte. Y claro que es de esa época en que empezaban a vender petróleo. Un gusto leerte. Hasta la próxima escena.
    Una brazo.

    Escrito el 25 noviembre 2017 a las 21:13
  11. 11. Mª Jesús Hernando dice:

    Hola Charola. Es verdad, no habías comentado el mío, me debí confundir con comentarios que habías hecho a otros relato, pero me alegro de que hayas pasado por el mio y te haya gustado. Muchas gracias por tus aportaciones. Nos leemos en el próximo, un saludo.

    Escrito el 27 noviembre 2017 a las 18:03
  12. 12. María Kersimon dice:

    Hola, María Jesús,
    Muy buena tu saga… contenida en 750 palabras. Toda una hazaña de concisión y compresión. Todos sabemos lo que cuesta depurar un texto para hacerlo pasar. Me gusta tu estilo, no he visto errores y me ha parecido que redactabas con fluidez. Me quedé un rato tratando de averiguar quien era Pedro con respecto de los demás miembros de la familia. Volví hacia atrás dos veces pensando que me había perdido una aclaración, pero no la encontré. Parece que mejoraría aún el relato si conectaras a este personaje central con los demás. Bien sabemos que es importante y sospechamos que puede ser hijo de Nicolás por la edad pero estaría bien —en mi opinión— clarificarlo. Por lo demás, resulta inspirador e interesante de leer.
    Saludos.

    Escrito el 27 noviembre 2017 a las 20:46

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