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Anton - por Attica

– El armario ha estado con nosotros desde 1.922- dijo la señora Lucas- la joya de la familia.

Adelaide no vio nada especial. Un armario de madera de palisandro, con molduras en la parte superior, tan alto que cubría toda la pared del cuarto.

Sólo días más tarde, cuando hubiesen trasladado todos sus muebles a la casa, se daría cuenta de que la señora Lucas había dejado allí el armario. La llamó varias veces, pero no cogió el teléfono ni devolvió las llamadas.

– ¿Qué más da?- dijo Fred.- Tómalo como un regalo de bienvenida.

Cogió una manzana del frutero y la lanzó al aire, atrapándola con la otra mano sin mirar, en un gesto que alguna vez, hacía siglos, a ella le había resultado encantador.

– Tendremos otro hijo- dijo Fred, y Adelaide se tragó el café como quien traga bilis, o barro.

Ya la primera noche que pasaron en la casa ocurrió algo extraño. Estaba despierta, escuchando los ronquidos de Fred, cuando oyó una especie de quejido. Se incorporó y salió al pasillo, donde le pareció que algo arañaba la pared del otro cuarto. Abrió la puerta con sigilo y encendió la luz. El sonido venía del armario, pero cuando abrió la puerta con rapidez, apartándose para que lo que fuera que hubiese allí saliera sin rozarla, se hizo el silencio. Palpó la madera del interior, y el polvo la hizo estornudar cuando se acercó para mirar los recovecos. Dentro no había nada.

Por la mañana puso la habitación patas arriba buscando al ratón o, peor aún, a la rata, pero no lo encontró. Aquella noche volvió a escucharlo. Tres noches después se decidió a despertar a Fred.

– ¿Qué pasa?
– Hay algún animal en la casa, Fred.
– ¿Qué dices?
– ¿No lo oyes? Arañando el armario.
– ¿De qué hablas?
– El ruido… ¡Fred! No te habría despertado si no…

Fred se levantó y fue dando zancadas al otro cuarto.

– ¿De qué coño hablas, Ade?

La luz estaba encendida y él sujetaba la puerta del armario. La miró a los ojos.

– He creído…
– Aquí no hay nada.

Cerró el armario de un portazo y la empujó al pasar por su lado. Adelaide supo que se acercaba la fecha de caducidad de su carta blanca. Carta blanca para hablar, para interrumpir, para equivocarse al colocar los cubiertos en la mesa o desportillar las tazas.

Sin embargo, por primera vez en años no era Fred lo que la inquietaba.

– A la cama, Ade.

Ella no lo escuchó. Algo en el interior del armario había reanudado su actividad, y con renovada fuerza golpeaba y arañaba.

Se estaba volviendo loca. No le sorprendía: desde lo del bebé apenas dormía, y se había mantenido a sí misma rozando la cordura gracias a la rutina constante de las tareas de la casa. Aún así, por la mañana compró trampas para ratones, les puso un trozo de queso y las repartió por todos los rincones del cuarto, incluido el interior del armario, como si no estuviese todo en su imaginación. Y resultó que cuando abrió el armario la ratonera estaba vacía. No había ratón, ni queso.

Se le ocurrió una estupidez. Era una tontería, se dijo mientras regresaba al cuarto con la pata de jamón que había comprado para la cena. Valiente idiota estaba hecha. Cerró la puerta y aguardó diez minutos allí de pie, parada. Cuando por fin abrió, un hueso blanco y reluciente descansaba sobre la madera.

Fred la encontró llorando en el sofá.

– Espero que no me hayas sacado del trabajo por una gilipollez.
– Te lo prometo, Fred, te lo prometo… Se lo ha comido entero…

Lo siguió por el pasillo.

– Aquí no hay nada.

Él se metió dentro para mirar mejor.

– ¡Sal de ahí, por Dios!
– No hay una puta mierda.

Hacía tiempo que no la miraba así. Desde la noche en que el bebé no paraba de llorar, Adelaide había tenido carta blanca. Desde aquella noche Fred no había mirado así, ni había vuelto a golpear a nadie.

Anton, dijo una voz en su cabeza. El bebé se llamaba Anton.

Tal vez fue la misma voz la que le dio la idea, pero de repente supo cómo hacer que el armario no la molestara más.

– ¿Ves algo aquí, joder?
– Sí… míralo. Date la vuelta.

Y con aquellas palabras, y el nombre de Anton en su interior, Adelaide cerró la puerta.

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5 comentarios

  1. 1. Juan andres dice:

    Hola Attica, el final de la historia me ha sorprendido, es como un venganza que se toma la mujer. Me ha gustado. En cuanto al relato en si, he tenido que tirar para atrás en alguna ocasión porque a veces me perdía (a lo mejor son cosas mías jejeje). Por ejemplo no acabo de entender lo de la carta blanca. Creo que falta un pelín más fe claridad en la redacción. A mi me pasa a veces. Como soy yo quien escribe la historia, me entero de todo a la perfección porque la idea está en mi cabeza. Pero después la leo en voz alta y veo que falta claridad. Creo que esto se consigue eliminando partes superfluas y añadiendo partes que alimenten la idea principal (a ver, yo lo explico pero no quiere decir que sepa hacerlo. Bueno, es lo que he notado, pero solo es una opinión. En cuanto al fondo de la historia, al más puro Stephen King. Me ha gustado e argumento.

    Si te apetece el mío es el 158 (Juan Andres)

    Saludos!!!!

    Escrito el 18 noviembre 2017 a las 00:39
  2. 2. Elena Mahía dice:

    Hola Attica!!!
    Qué historia más buena! Me ha encantado, sea dicho que el misterio y el terror me apasionan jajaja. Pero en serio consigues tener al lector en suspense hasta el final.

    Coincido con el comentario de Juan Andres, hay veces que falta claridad en lo que quieres decir. Lo de la carta blanca lo he entendido y tampoco entendí si ya habían tenido al bebé o no, o si ella había sufrun aborto en el pasado.
    Después otro punto importante son los diálogos. Están a mi juicio, muy bien, son espontáneos y transmiten la furia contenida de Fred y el miedo de Adelaide.Peeeero….fallas en la puntuación.Siempre se usan guiones largos y no hay espacios. A mi me ayudó mucho pensar que son como paréntesis () que van pegados a las palabras o pensamientos de quién habla.
    Salvo eso, la historia está genial y me he imaginado todo como si estuviera viendo una película.Fantastico!!
    Enhorabuena!!
    Un saludo
    Elena

    Escrito el 18 noviembre 2017 a las 10:08
  3. 3. Earendil dice:

    Hola, Attica.
    Una historia bien interesante, con su punto de intriga y de misterio. Como bien te señalan los anteriores comentaristas, algunos aspectos de la relación de la pareja hay que leerlos entre líneas, y eso está bien, pero a veces hay que pararse a pensar.
    No me queda clara la naturaleza del ente que protagoniza los altercados. Quiero pensar que todo es imaginación de Ade, incluso que falte la comida, pero eso ya depende de cada cual. El problema lo tendrá cuando Fred salga del armario, si es que sale.
    En la parte formal coincido con Elena Mahía, es lo único mejorable que he apreciado
    Enhorabuena por tu trabajo. Te felicito.
    Si te interesa estoy en el 157.
    Un saludo.

    Escrito el 18 noviembre 2017 a las 20:18
  4. 4. Menta dice:

    Buenas noches Attica: El argumento de tu relato me ha gustado mucho. Tienes mucha imaginación.

    Pero como ya te han dicho los anteriores comentaristas algunas cosas no se entienden porque no están escritas con claridad. Otras, porque no las dices. Te aconsejo que antes de colgar los relatos se lo des a leer a alguna persona para que te diga si se entiende todo tal como tú lo has imaginado y lo tienes en la cabeza. Yo lo hago.

    Espero leerte el próximo mes. Un saludo, Menta

    Escrito el 25 noviembre 2017 a las 19:46
  5. 5. Saulo Reborn dice:

    Una historia muy interesante. Digna de ser escrita por el gran Stephen King, como ya te han comentado…

    Es cierto que hay momentos en los que puede “faltar claridad”, seguramente por lo que no cuentas, pero para mi esta particularidad le confiere un halo de misterio o de intriga que resulta muy agradable y apropiado, si por ejemplo fuese parte de una historia mayor en la que posteriormente se ahondara en la historia de Ade, en sus miedos y sobre todo en lo que motiva su búsqueda de seguridad.

    Me encanta como desarrollas los diálogos: muy fluidos y naturales, y como cuadras estos con las personalidades tan distintas de Ade y Fred. Esta claro que tienes una gran imaginación y capacidad para conocer a tus personajes, cualidades de las que me gusta disfrutar cuando leo y que hacen que tu relato, al más puro estilo novela negra, resulte creíble.

    Enhorabuena y espero seguir leyéndote!!

    Escrito el 16 diciembre 2017 a las 11:11

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