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De momento - por Carballeira

—Lleno, por favor. De noventa y cinco.
El encargado asintió, deslizando un palillo desgastado de un extremo a otro de su boca. La gasolinera no estaba en mejores condiciones que el palillo. Sólo tenía dos surtidores y había que hacer un esfuerzo para imaginar que alguna vez hubo un asfalto sobre el que llegar hasta ellos.
Ambos hombres contemplaron extremos opuestos del infinito mientras el depósito se llenaba. El conductor se centró en los sonidos. Los vehículos de la autopista principal solo eran un murmullo en la distancia y permitían oír a los pájaros. Pero el sonido dominante era el de la bomba de combustible y el líquido vertiéndose en su nuevo contenedor. Junto a él, creyó escuchar otro sonido. Muy leve. Tal vez algo moviéndose. En su maletero, claro. Retrajo su mirada hasta el palillo del encargado. Seguía apuntando al infinito.
Recordó que todo había empezado con un chiste. Su mujer volvía a vomitar las mismas palabras de siempre, con el mismo olor a hastío de siempre. Pero él ya había aprendido a taparse la nariz hacía tiempo cuando esto ocurría. En aquella ocasión su mente deambuló hasta aquel chiste que preguntaba la diferencia entre un lujoso coche deportivo y un cadáver. «Que yo no tengo un deportivo en mi armario». Pero aquella vez no había reído. Aquella vez le encontró sentido. Aquella vez había mirado dentro del armario y había reconocido lo que había dentro de él. Y siguiendo aquella línea de pensamiento había concluido que el problema de un armario es que no te puedes deshacer de él fácilmente.
Unos días después estaba repostando en una gasolinera alejada de la civilización y observando a aquel despojo humano.
«¿Qué pecados ha de cometer uno para acabar trabajando en un lugar como este?».
El despojo le devolvió la mirada.
«¿Habrá oído algo también?».
Se sostuvieron la mirada unos instantes, pero no buscaba un enfrentamiento innecesario. Parpadeó el conductor.
—Se está tranquilo por aquí.
Asintió de nuevo el encargado moviendo de nuevo el palillo.
«No. Sólo ha sentido mi mirada».
Dejando morir la conversación movió su vista por su entorno inmediato. Un cubo de agua jabonosa y sucia que no limpiaría ninguna luna. Su inseparable escobilla. Una pequeña papelera. Un cartel anunciando helados junto a un congelador. Sobre él, una revista de coches y una piedra que impedía que saliese volando.
«Una piedra. Pequeña».
Dejó caer la vista hasta sus pies. Piedras y más piedras. Con imaginación, trozos de asfalto. Se imaginó levantándolas.
«Muy grade. Muy frágil. Muy lento».
Dando un par de pasos, abrió la puerta del conductor y se sentó con los pies por fuera. De la guantera lateral cogió una navaja multiusos y un chicle. Se echó el chicle a la boca y, levantándose, la navaja al bolsillo. Mirando una vez más al encargado, evaluó sus posibilidades.
«Igualado. Incluso con el factor sorpresa».
—Cuarenta y siete con cincuenta y nueve —dijo devolviendo la manguera a su soporte.
Soltó la navaja dentro de su bolsillo y sacó la cartera en su lugar. De ella extrajo un billete de cincuenta.
El encargado no había oído nada en el maletero, ni lo iba a oír. No había nadie en su interior, ni vivo ni muerto. Toda esa historia no era más que un desahogo mental. Una idea que no hacía daño a nadie.
«De momento».

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5 comentarios

  1. 1. Roster dice:

    Hola, buena idea y que lleva al lector a varias posibilidades mientras transcurren cosas, o mas bien no transcurren, Sorpresa fina, ira contenida, casi vemos el pensamiento del conductor.
    Muy bien, seguiré leyéndote.

    Escrito el 17 noviembre 2017 a las 19:27
  2. 2. Ane dice:

    Mut interesante Carballeira.me gusta como lo has narrado, un efecto visual, proyectado en una película.

    Las descripciones son fabulosas. Te felicito.

    Escrito el 18 noviembre 2017 a las 21:28
  3. 3. Alejandro dice:

    Hola, Carballeira, te escribe el vecino del piso 137.
    Antes que todo decirte que no puede evitar la sonrisa al terminar el relato, venga que me soné una sonrisita ligera. A mi, tu relato me gustó. Creo que reiteras siertas palabras demasiado cerca que suenan feo cuando las lees, por ejemplo: palillo, sonido, chiste, había…

    La puntuación es otra cosa que se te da muy bien y que le otorga al relato una narración, digamos, muy fílmica. Y desde luego el “efecto sorpresa” no me parece forzado.

    Que nunca se apague la llama!!!

    Escrito el 18 noviembre 2017 a las 22:02
  4. 4. Patricia Redondo dice:

    Hola Carballeira!

    Me ha gustado mucho mucho tu relato… excepto por el final!! lo siento! cuestión de gustos , a mi estos giros de 180 a última hora no suelen dejarme contenta.

    De ahí para arriba , genial. Ambientación fantastica, personajes muy bien delineados y buena historia.

    Nos seguimos leyendo!

    Saludos!

    Escrito el 22 noviembre 2017 a las 13:27
  5. 5. María Jesús dice:

    Hola Carballeira: Bravo por tu relato, muy psicológico, bien presentado, las descripciones fabulosos. Frases muy bien construidas, con toques de originalidad. Un trabajo excelente. Me ha gustado muchísimo. Tienes mucho talento.
    Un saludo.

    Escrito el 26 noviembre 2017 a las 13:59

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