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Paula - por Elisa

Aquella noche que pasó en la casa de la abuela fue memorable. Empezaré diciendo que mi hermano no tenía ninguna intención de dormir allí; pensaba quedarse en el hotel del pueblo. Pero había acabado tarde el papeleo, había acompañado a Genaro a su casa para que le diera la llave de la puerta trasera, y una vez allí que si¨¨tómate un vino¨ que si ¨quédate a cenar¨…El caso es que cuando fue al hotel ya no quedaban habitaciones.
Era el nuevo propietario de la vieja casa de la abuela y solo pensaba en cómo pasar la noche, pero no se le ocurrió ninguna idea, así que cerró el portal y se resignó a dormir allí. Pero no pudo pegar ojo; primero fue el colchón de lana que no era uniforme, sino que hacia montañitas. No es fácil acomodar al señorito, es cierto, pero yo tampoco me hubiera dormido, entre los bichos que debía haber y las sábanas frías…
Como no había tele, echó un vistazo a todo y fue a dormir a la habitación donde lo hacía de niño. No debían ser más de las diez, pero era tan de noche…Pronto se daría cuenta que no podría dormir, por el colchón, por el frio, por el silencio tan absoluto que asfixiaba y por los ruidos que salían de dentro del armario. Él jura que no lo soñaba, que de verdad oyó algo como un gemido dentro del armario. ¡Cualquiera lo hubiera abierto! Y salió de la casa a toda prisa.
Enseguida se dio cuenta que no tenía a donde ir; en la ciudad no le hubiera costado mucho trabajo encontrar algo abierto, pero en aquel pueblucho….como no fuera la gasolinera…
Y allá fue pensando qué le diría al personal…
—Es que ninguna ventana cierra bien y se cuela el frio por todos los rincones.
—Ya, es lo que pasa en las casas viejas…
—Tenéis máquina de café?
La chica negó con la cabeza.
—Lo único que puedo ofrecerte es un termo de café, unas galletas y un taburete bastante cómodo.
El café, con sacarina incorporada, sabia a rayos y el taburete resultó no ser tan cómodo como ella había dicho. Pero la compañía era buena y como apenas pararon a repostar, pudieron hablar mucho. Resultó ser la nieta de la vecina de la abuela, que había dejado los estudios y al novio y se había plantado en el pueblo, donde compartía piso con una madre soltera.
—No me pagan mucho, pero me llega. Además escribo, ¿sabes? Y aquí nadie me molesta.
—Yo jugaba en la calle con tus hermanos mayores.
—Nací pocos años antes de que muriera la abuela. Después no volvimos más.
—Tampoco yo tardé mucho en dejar de venir. En cuanto tuve una pandilla en la ciudad, el pueblo se me quedó pequeño.
—Pero ahora has vuelto, por poco tiempo pero has vuelto. Y yo estoy aquí, esperando una señal que me indique qué hacer con mi vida. ¿Crees en las casualidades?¿O en el destino?

Y pasaron todas las horas de la noche hasta que salió el sol. Paula ya entonces no callaba ni debajo del agua. Y ya entonces mi hermano adoraba oír su voz durante horas.

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7 comentarios

  1. 1. Marcelo Kisi dice:

    Hola Elisa!

    Soy tu vecino del 165, así que me toca comentarte. Creás en tu relato un clima muy agradable, escribís de un modo muy correcto, fluido, ameno y claro. No es poca cosa.

    Te marco dos cosas nada más, para mejorar. La primera son las repeticiones. Lo mejor para resolverlo es leer en voz alta. Ocurre por lo menos en dos oraciones que terminan del mismo modo y suena mal. La segunda oración tiene un “dormir allí”, que se repite en la primera oración del segundo párrafo. Parecen lejos uno de otro, pero no dañará cambiar la segunda vez por otra cosa.

    En el tercer párrafo, se repite la partícula “dentro del armario”, fijate: “…por el silencio tan absoluto que asfixiaba y por los ruidos que salían de dentro del armario. Él jura que no lo soñaba, que de verdad oyó algo como un gemido dentro del armario.”

    La segunda cuestión que te marco es de contenido. En este tipo de relatos cortos, cada palabra y cada cuestión tienen su razón, y nada queda colgado. Entonces, toda la cuestión de los gemidos dentro del armario debieran tener algún tipo de resolución. ¿Qué pasaría si el prota se enganchara con Paula, y en la cama ella gimiera como los gemidos que escuchó él en el armario? Ahí se me hubieran puesto los pelos de punta. Te lo regalo si te gusta la idea. O puede ser cualquier otra cosa. Pero así como está, la historia de la casa de la abuela queda como renga y deja una sensación de “acá falta algo”.

    Espero que esto te sirva, porque de verdad creo que escribís deliciosamente bien. Adelante!

    Escrito el 17 noviembre 2017 a las 17:44
  2. 2. Darth Quino dice:

    Hola Elisa!

    Me gustó mucho tu relato, una bonita historia de amor fruto de ¿la casualidad?¿el destino? (eso da que pensar). Tienes una forma de escribir muy fácil y agradable de leer.

    Estoy de acuerdo con Marcelo en lo de las repeticiones, pero como él mismo indica, se puede evitar leyendo el relato en voz alta.

    Enhorabuena por el cuento.

    Escrito el 17 noviembre 2017 a las 20:59
  3. 3. Raúl dice:

    Hola Elisa:
    Tu relato me parece muy correctamente escrito, pero o no lo he entendido… o no me llega. Es decir es una anécdota que no llega a categoría. Coincido en lo que te dice Marcelo en cuanto a que cada situación tiene que tener un sentido y un resultado. Lo de los gemidos del armario está bien para propiciar la huida del chico ante algo desconocido que le inquieta, pero (creo que lo dijo Chejov), si al principio sale un gancho, al final tiene que aparecer alguién colgado en él.
    Saludos
    Raúl

    Escrito el 20 noviembre 2017 a las 15:31
  4. 4. Laura dice:

    Hola Elisa.
    Soy Laura del 53.
    En primer lugar, no te desanimes por los comentarios. Suele suceder que presentamos el texto como la obra maestra y no bien presentarlo sucede que te comienzas a dar cuenta de las inconsistencias o detalles. Pero calma. Sucede. Lo importante es que tomes los comentarios como lo que son, aportes para mejorar la escritura. Además, cada uno tiene su propio estilo.
    Ya lo creo que Marcelo Kisi le dió una vuelta importante con el asunto de los gemidos, pero son formas de encarar la cuestión.
    No son tan extrañas las casualidades en la vida.
    Lo que a mí me quedó sin cerrar es que haya oído gemidos y se haya largado sin investigar. Aunque puede investigar al otro día y quedarse a dormir aunque sea en el piso de la casa familiar.
    Si tomamos lo de Elisa, en el armario habría un fantasma que lo impulsó a los brazos de la chica, como si ya estuviesen predestinados el uno al otro. Un simple aporte.
    Como consejo final. Escribe y repasa varias veces, si te dan los tiempos. Ten en cuenta la información de brindas, las relaciones que muchas veces tenemos en claro nosotros mismos pero el que lee no lo tiene.
    Espero tu próxima propuesta.

    Escrito el 20 noviembre 2017 a las 22:21
  5. 5. Yoli L. dice:

    Hola Elisa

    Gracias por tu vista a mi relato #169 ¿Pesadilla o realidad?

    Interesante tu propuesta, coincido con lo que te anotan los compañeros, agrego que tienes 6 veces la palabra “había” en un texto tan corto y algunos muy seguidos.

    Te animo a seguir escribiendo, los mejorables que nos señalan en los textos ayudan a redactar cada vez mejor.

    Saludos
    (¯`•¸•´¯)YOLI(¯`•¸•´¯)

    Escrito el 21 noviembre 2017 a las 19:32
  6. 6. Yoli dice:

    Hola, Elisa.
    Gracias por comentar mi relato. El tuyo está bien, es una bonita historia de amor. Aunque es verdad que te deja con la incertidumbre de saber que era esos ruidos del armario, puedes hacer una continuación del realto o alargar este.
    En esta frase “—Tenéis máquina de café?” se te ha olvidado el signo de interrogación del principio.
    Saludos.

    Escrito el 22 noviembre 2017 a las 12:26
  7. 7. pepe sanchis dice:

    Hola Elisa, ya he visto que has tenido comentarios con el ánimo de mejorar el relato. A mí me ha parecido una bonita historia, que en general se lee con interés. Si yo hubiera oído gemidos en un armario, ni loco lo abro, me largo como el protagonista de tu historia. Y el encuentro con la chica está bien logrado, el destino lo tenía preparado. Pues nada, a seguir escribiendo, que es lo que importa. Saludos.

    Escrito el 29 noviembre 2017 a las 08:38

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