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Amistades y otras inseguridades - por Rdoble

El autor/a de este texto es menor de edad

—Bueno, cuando esas personas que nos han abandonado se sientan solas y vuelvan a nosotras, ya las rechazaremos.
John estaba haciendo unos enormes esfuerzos para no levantarse y gritarle cuatro cositas a Rebecca. No le parecía para nada justo lo que ella y su mejor amiga, Jenny, habían estado haciéndole a Emma durante toda la semana. ¿Y ahora iban con esas? ¿Lanzándole indirectas, en clase, a la que antes era una más de su grupo, y de repente dejaron de esperarla en los recreos y empezaron a ignorarla?
Antes de hacer algo de lo que se pudiera arrepentirse más tarde, miró a Emma, sentada a su lado. Esta estaba cabizbaja, buscando sin ganas un caramelo de menta de su casi vacío estuche. “Me los tomo para no entrar en pánico”, le había dicho una vez. Él la comprendía. Ver a las que antes eran tus amigas del alma hacerte esas cosas… no debía de ser muy agradable.
John estuvo durante toda la clase más pendiente de Emma que de lo que decía su profesora. Observar a la chica así de triste, y sin sonreír, cuando era una de las personas más alegres que conocía… Le desanimaba mucho, a decir verdad.
A la hora siguiente, no tuvo ningún reparo en ir a hablar con William, el mejor amigo de Emma. Cuando se lo contó, John y Emma tuvieron que detenerlo para que no les dijese nada ofensivo a las chicas.
Durante las siguientes horas, John acompañaba a Emma a todas partes, y trataba de hacerla reír. Lo conseguía, claramente, era demasiado poco serio como para no hacerlo. Sin embargo, de vez en cuando notaba que Emma miraba hacia Rebecca y Jenny con una mezcla de ira y de tristeza en su semblante.
Cuando salieron del instituto, Emma y John fueron juntos a casa, bromeando y riendo. A pesar de los intentos de Emma de aparentar estar animada, a John no se la colaba.
Ambos fueron a un quiosco y compraron una bolsa de moras, las golosinas favoritas de Emma. Como ya era fin de semana y no tenían prisa, optaron por sentarse en un banco que estaba cerca del quiosco antes de proseguir su camino.
—¿Qué tal estás ahora? —preguntó John mientras colocaba un mechón de pelo suelto detrás de la oreja a su amiga.
Emma evitó mirar a John mientras se sonrojaba ante su acción. John siempre se sorprendía por lo vergonzosa que era Emma, sobre todo con el contacto físico.
—Algo menos triste, supongo. Lo bueno es que ya es viernes, y puedo estar todo el fin de semana pensándolo todo con tranquilidad —respondió Emma, mirando fijamente al suelo.
—Me alegra oír eso. Pero… ¿Estás segura de que es así?
—…
—Emma, sabes que puedes confiar en mí, ¿verdad? Puedes contarme lo que sea. No te voy a juzgar.
John sabía cómo era Emma respecto a su interior. Era como un armario lleno de sentimientos, ideas y opiniones que costaba mucho abrir, incluso cuando eras alguien de confianza para ella. Era muy insegura, y temía que la gente la criticara por expresarse.
—Sí, sé que puedo confiar en ti, John. Y sé perfectamente que te vas a enfadar.
No hizo falta respuesta por parte de él. Simplemente se miraron un rato a los ojos, y tuvieron una pequeña riña silenciosa para ver quién cedía de los dos. Al final, perdió Emma.
—Pues… Pienso que… Perdona, esto me cuesta un poco —respondió ella riéndose nerviosamente. John la animó a continuar con la mirada —Pienso que ellas tienen razón… con lo que dijeron en clase. Yo… Llevo mucho tiempo solo con ellas… Si me alejo… Will y tú me habéis ofrecido estar con vosotros, pero… No quiero que estéis conmigo por pena, sino porque queréis. Si os sentís obligados… con el tiempo me va a pasar lo que han dicho ellas y… —No pudo seguir explicando más antes de romper en llanto.
John la abrazó cariñosamente, acariciándole la espalda. Estaba cabreado, pero no con Emma, sino con sus “amigas”. Le habían metido esa idea tóxica de que no podía estar cómoda con nadie más que con ellas… Eran repugnantes.
John simplemente se quedó ahí, sin saber qué hacer, tratando de reconfortar a Emma. Algo que sí tenía claro, era que quería demasiado a Emma como para estar con ella por pena o por obligación. Y así, John se prometió a sí mismo que haría lo que fuera para que la chica que estaba llorando entre sus brazos recuperase su característica sonrisa.

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4 comentarios

  1. 1. Alex dice:

    Bonita y tierna historia de amor juvenil.
    Debo decir que los romances de instituto me quedan ya algo lejanos (viejuno que es uno). Quizás eso hace que me cueste un poco meterme en la historia. Pero no te preocupes, me pasa los mismo con las películas del vampirito ese que brilla (Edward Cullen) y han vendido libros como para empapelar el mundo un par de veces.

    Quizás he encontrado que algunas partes podrían suprimirse ya que vienes a decir cosas que en cierto modo ya has explicado. A veces menos es más. Yo tengo tendencia a enrollarme y actualmente procuro revisar mis textos bastantes veces para que no me pase precisamente eso.
    Sólo explicando y describiendo la mirada de John hacia Emma, puedes decir muchísimas cosas, sin la necesidad de decirlo de forma demasiado evidente.

    Me ha gustado la inclusión de algo de diálogo. Hace que sea todo más dinámico.

    A mi me han dado este consejo muchas veces, así que yo hago lo mismo: Revísalo, revísalo, léelo y reléelo. Léelo bajito y en voz alta.
    Había por ahí alguna palabreja que se había escapado. Yo cada vez me leo más veces los que escribo y aún así algo se escapa.

    Por proponerte algo: En este texto describes una situación. Poco más que un instante dentro de una historia de amor. Para el próximo a ver si te animas a que haya introducción, nudo y desenlace.

    Te hago esta propuesta por que yo soy experto en dejar textos a medias. Muchos. Así que cuando llega uno que quieres cerrar con un buen final, ¡¡¡te das cuenta de que llevas diez años sin escribir finales!!!!

    Puede ser un buen ejercicio.

    Por cierto, mi tío tiene una gasolinera en Oklahoma. Está que se cae a trozos, la mugre la invade y apenas tenemos clientes, pero es lo más parecido a un hogar que conozco. Quizás quieras pasarte a visitarla unos cuantos textos más abajo del tuyo.

    Un saludo y sigue escribiendo, por lo menos, así de bien como en esta vez.

    Escrito el 18 noviembre 2017 a las 21:26
  2. 2. Manuel Jover dice:

    Saludos, Rdoble!
    Bonito relato, me ha traido recuerdos de mi época en el instituto. Creo que describes muy bien el tipo de relaciones de amistad crueles y de amores incipientes que se dan a esas edades.
    Has aprovechado el requisito del armario para hacer unabuena metáfora de la personalidad de Enma,te felicito!
    Coincido con Alex en que quizá algunos pasajes son innecesarios.
    Por lo demás, sólo detecto un error de redacción. Cuando dices «se pudiera arrepentirse», uno de los dos «se» sobra.
    Animo y a seguir escribiendo!

    Escrito el 21 noviembre 2017 a las 08:49
  3. 3. MOT dice:

    Hola Rdoble.

    ¡Qué lejos quedan mis batallitas del Insti…! Pero sí que has conseguido transportarme a esa época con esta bonita historia. Enhorabuena, te lo has currado y creo no equivocarme si te digo que le has dedicado bastante tiempo.

    Estoy muy de acuerdo con los comentarios que ya te han hecho los compañeros, y desde mi humilde punto de vista, añado algo que creo debes ir puliendo (aquí, en Literautas, tienes ayuda más que de sobra de todo ello):

    – Párrafos (El punto y aparte)
    – Estructura
    – Diálogos / Pensamientos
    – Personajes

    No te desanimes PARA NADA… Más bien al contrario, esas cosillas que debes mejorar tienen que darte más fuerza y debes tomártelas como aliciente, como meta (O al menos yo es como me lo tomo y en tres años he ido mejorando). Personalmente pienso que tienes MUCHO potencial…

    Saludos

    Escrito el 21 noviembre 2017 a las 11:25
  4. 4. Sam B dice:

    Hola Rdoble,
    antes de empezar me disculpo por el tocho que te he escrito.
    Pero bueno, allá vamos:

    >Aspectos positivos:

    -El título es atractivo y no engaña. Creo que encaja muy bien con el contenido del relato: Sitúa en primer plano el conflicto más evidente, es decir, las rencillas entre amigos y, de forma “secundaria”, hace referencia al otro motivo de tensión (la otra “inseguridad”), que se desenvuelve de forma más sutil.

    -Los diálogos. Si el valor literario de un relato se pudiera cuantificar y representar en una gráfica, la línea ascendería formando una montañita con cada intervención. No sé si es por el contraste con las intervenciones del narrador —de eso hablaré después— o por su calidad en sí. La cuestión es que has sabido darle voz a tus personajes cuando hacía falta. Eso ayuda a definirlos y a darle más credibilidad y naturalidad al relato.

    >Aspectos negativos:

    Ya lo han comentado antes, pero creo que es el punto a mejorar que se hace más notable. Al relato le hace falta un poco más de «show, don’t tell». Me explico: a lo largo de tu cuento, las intervenciones del narrador se caracterizan por explicar más que por “pintar” las escenas. Hay momentos en el los que es necesario “mostrar” y otros en los que es más apropiado “contar” (explicar). Por ejemplo, las primeras líneas —la intervención de Rebecca y el primer párrafo— están muy bien tal como están, según mi criterio. El narrador muestra («John estaba haciendo unos enormes esfuerzos para no levantarse y gritarle cuatro cositas a Rebecca»), explica («No le parecía para nada justo») y resume (es decir, cuenta brevemente hechos que no hace falta desarrollar en el relato; simplemente debe hacérselos saber al lector: «¿… y de repente dejaron de esperarla en los recreos y empezaron a ignorarla?»). En este relato concreto da buen resultado, y más teniendo en cuenta que es el planteamiento y hay que poner en situación al lector.
    Sin embargo, en este ejemplo es distinto: «Durante las siguientes horas, John acompañaba a Emma a todas partes, y trataba de hacerla reír. Lo conseguía, claramente, era demasiado poco serio como para no hacerlo». No es obligatorio, pero es más efectivo mostrar cómo John es “poco serio” o “gracioso”, cómo hace reír a Emma. Si estas aseveraciones no las sustentas con alguna imagen (y en este caso, creo que lo necesitan), simplemente son palabras que se pierden en la mente del lector. Dices que John es poco serio, pero a mí no me lo parece. Decir que un personaje es gracioso, amable o irascible no lo hace de esa manera. Un personaje es gracioso si hace bromas, es amable si trata bien a los demás y es irascible si se enfurece fácilmente.
    Otro ejemplo: «Le habían metido esa idea tóxica de que no podía estar cómoda con nadie más que con ellas… Eran repugnantes». Aquí, lo último sobra. El lector ya sabe cómo son las “amigas” de Emma. Ya has “mostrado” y lo has hecho bien. Y si no se ha enterado, que preste un poquito más de atención ;-). Igualmente, sobra decir “Era muy insegura…”. Primero, porque sería mejor mostrarlo y, segundo, por que lo explicas de forma más elegante con un símil (el del armario).

    >Más cosas:

    -En parte estoy de acuerdo con Alex. El desenlace está en cierta manera desdibujado. Se podría decir que el conflicto más explícito (la rencilla entre las amigas) se zanja. No para Emma ni para ningún otro personaje, pero sí para el lector. Sin embargo, a lo largo del relato se crea un tensión relacionada con los sentimientos implícitos de John hacia Emma que no creo que se resuelva satisfactoriamente. Se me ocurre, por ejemplo, que si John dijera una de las últimas frases en voz alta —«Te quiero demasiado como para estar contigo por pena», o algo así—, sería una buena forma de culminar ambos conflictos ya que, aunque de forma un poco ambigua, el chico le confiesa sus sentimientos a Emma a la vez que le muestra apoyo respecto al otro tema.

    -Ciertos detalles: el tema de los caramelos de menta para los nervios no está muy bien definido. Si fuera un relato más largo, podría utilizarse como un rasgo característico del personaje. Sin embargo, en el poco espacio que tenemos, sería mejor hacer algunos matices (decir que comía caramelos compulsivamente, uno detrás de otro, como una forma de mostrar el nerviosismo) o sustituirlo por algo más común que el lector identifique enseguida (mascar chicle, fumar, morder el lápiz… ). Si los “caramelos de menta” son otra cosa (O_O’) habría que dar más pistas. Con las moras de golosina es un poco lo mismo: es un detalle un poco innecesario que, si John le regalara un bolsa a Emma (por ejemplo), sería más significativo.

    -William me parece innecesario. No aporta demasiado y, realmente, John parece más “mejor amigo” que él.

    -Esto es algo subjetivo, pero me resultaría más natural que fueran Juan, Guille y Rebeca en lugar de John, Will y Rebecca. Ya me entiendes 😉

    Un abrazo,
    nos leemos

    Escrito el 23 noviembre 2017 a las 20:16

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