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El Armario - por Leugimol

-A mi no me mires. No tengo ni puta idea de quien lo trajo. Ni por qué.

Juan y yo nos rascábamos las cabezas mientras mirábamos el armario negro. El mueble en cuestión había aparecido como si tal cosa, en medio de la estación de servicio, en plena noche. Ninguno de los dos había visto ni escuchado como lo traían, daba toda la impresión de haber aparecido sin más.

-Llama al gerente-dije.

-¿He? ¿Por qué yo?

-Porque faltan como cuatro minutos para que termine tu turno-conteste.

Con un bufido, Juan saco el celular y marco el número del jefe. Mientras él esperaba a que contestaran, me acerque al armario.

Era precioso. Parecía brillar bajo los focos de luz eléctrica. También estaba hermosamente tallada, por prácticamente toda su superficie, con imágenes que no pude reconocer.

Estos grabados representaban una especie de hombres y mujeres-pez. No solamente al estilo de las sirenas, también había algunos que eran cuerpos humanos con cabeza de bagre o salmón. O así lo entendía yo, al menos. Mire hacia abajo y note, por primera vez, que las cuatro patas del armario tenían forma de aleta.

La madera era de un negro profundo y brilloso. Acaricie la puerta casi sin darme cuenta, era agradable al tacto, aunque no sabría definir el porqué. Tarde un poco en notar que el mueble emitía un calor casi imperceptible. Y un sonido muy leve.

Era un murmullo. Me recordaba al sonido que hacen los peses en las peceras cuando nadan, o al que se escucha cuando uno se lleva una caracola al oído, si bien no era exactamente igual a ninguno de los dos.

Empecé a tener una sensación extraña. Una necesidad creciente de abrir la puerta, como si el armario me llamara.

Agarre la manija con suavidad y sentí como si esta apretara mi mano, estrechándola, saludándome.

Fue entonces cuando el armario me hablo. Aunque, en realidad, decir que “se comunico conmigo” sería una descripción más precisa. Ya que no uso palabras, ni siquiera sonidos. Mas bien, lo que hiso fue transmitir conceptos y sensaciones a mi cabeza.
Primero se presento. Su “nombre” era un concepto quimérico, mezcla de muchos otros. El sonido del mar en la playa, el tacto áspero de las escamas de un pez, el olor de la tinta de calamar, entre muchos otros.

Después me aclaro que la forma de armario no era su verdadera forma. Si no que era un camuflaje para pasar inadvertido. Sentí una mezcla de vergüenza y fastidio cuando reconoció que había cometido un burdo error. Se excuso diciendo que llevaba poco tiempo en la superficie y que no entendía del todo la cultura y sociedad humana.

Continuo diciendo que yo no tenía por qué tener miedo (fue ahí donde caí en la cuenta de mi propio y absoluto terror) que muy por el contrario, mi corazón debía llenarse de gozo. Acto seguido, me lo mostró.

Fue una visión, como si soñara despierto. Un ser enorme, indescriptible, amorfo y terrible. Dormido en las profundidades del océano atlántico.

El armario me explico que esa cosa era su progenitor-dios. Despertaría muy pronto, y que cuando lo hiciera, estaría muy hambriento.

El esperaba ese momento, junto con sus incontables hermanos y hermanas. Recientemente, sus líderes habían empezado a preocuparse por algo. ¿Abría en la superficie del planeta, alguna forma de vida lo suficientemente “digna”, para alimentar a la criatura? El falso mueble había sido honrado con la misión de emerger de las profundidades y sacarlos de la duda.

Yo era la primera muestra.

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3 comentarios

  1. 1. Evelyn dice:

    Leugimol, ¿qué tal?

    Termino de leer y esbozo una sonrisa, se me viene a la mente el dicho “la curiosidad mató al gato”, eso es estar en el lugar, y en el momento equivocados, ja ja ja.

    Me gusta el realismo del diálogo entre los compañeros de trabajo, y el magnetismo que poco a poco va ejerciendo el armario en el protagonista, llenándolo de curiosidad y desde el exterior, ofreciéndole mil detalles en los que deleitarse.

    La vergüenza y el fastidio, poniéndome en la piel de alguien completamente aterrorizado, no lo asumo bien, creo más bien que el miedo no deja cabida para esas sensaciones… igual me equivoco, es mi sentir como lectora simplemente.

    Es una buena historia, un delirio de fantasía peligrosa que me hará replantearme el repostar por las noches.

    Buen trabajo, nos leemos el próximo mes.

    Evelyn.
    Soy tu vecina del 96.

    Escrito el 17 noviembre 2017 a las 14:08
  2. 2. ortzaize dice:

    hola un cuento fantastico. y divertido
    saluditos.

    Escrito el 20 noviembre 2017 a las 16:36
  3. 3. Arge Galván De Mesa dice:

    Muy buen trabajo, muy ocurrente y fantástico. Te va seduciendo y conectando con la intriga y la curiosidad que siente el personaje. En el desarrollo del contenido se conjugan coherentemente el lenguaje utilizado en las descripciones con las sensaciones y la percepción del personaje.
    Aunque considero que ese primer momento del contacto del personaje con el ser, lo debiste aprovechar para describir con más precisión y emotividad sus aspectos sensitivos.
    Aclaro que no soy un experto paro se trata de opinar, no!.

    Escrito el 21 noviembre 2017 a las 04:17

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