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INCIDENTE EN LA GASOLINERA - por lectora70

La casa de Marian y Juan estaba llena de gente. No todos los días se cumplen veinticinco años de matrimonio, sobre todo con los tiempos que corren, por eso decidieron celebrarlo con un grupo de amigos y algunos familiares. La fiesta estaba en pleno apogeo cuando se terminó el hielo.
—Juan, cariño —susurró Marian al oído de su marido— se ha terminado el hielo. Tendrás que ir a comprar más.
—Vale. Me acercaré a la gasolinera que es lo único abierto a estas horas — respondió él dándole un tierno beso en la boca.
—Date prisa que no quiero que la velada acabe antes de tiempo.

Juan se marchó rápidamente. Por nada del mundo quería que sus invitados se marchasen y muchísimo menos estropearle la celebración a su esposa. Al llegar cruzó la zona de repostaje y se encaminó hasta la tienda. En cuanto abrió la puerta un encapuchado salió de detrás de un expositor y le encañonó con un revolver.
—¡Dame el dinero y todo lo que llevas! ¡Rápido! —gritó.
Juan se metió las manos en los bolsillos y sacó la cartera y el teléfono.
—¡El reloj también! ¡Vamos, que no tengo toda la noche! —apremió con insistencia.
No tuvo más remedio que quitárselo de la muñeca. Era el regalo que Marian le compró por su aniversario.
—¡Ponte al lado de los demás! ¡Venga! —increpó mientras le empujaba por la espalda.
Allí habían dos personas más, igual de sorprendidas que él. Un hombre y una mujer.

El segundo ladrón estaba cogiendo el dinero de la caja registradora ante la asustada dependienta que no paraba de llorar y repetir que por favor no le hiciera daño.
—¡Tu bolso! ¡Dónde lo tienes! —chilló.
—Está guardado en un armario en el almacén —contestó ella de forma entrecortada.
—Ves este afilado cuchillo, ¿verdad? Pues si no quieres que te corte ese bonito cuello ¡deja de llorar ya! —ordenó con los ojos inyectados en sangre— ¡Y tira para adentro sin hacer tonterías! —dijo mientras le daba la vuelta y la obligaba a caminar con el filo apoyado en la garganta.

Dos minutos después los ladrones salieron del establecimiento con trescientos euros, una bolsa de patatas y seis cervezas. Echaron a correr hacia un vehículo aparcado cerca de la salida de la gasolinera cuando uno de ellos cayó fulminado. El otro, que llevaba el botín, siguió corriendo sin parar y solo al llegar al coche se dio cuenta de que su compinche estaba en el suelo. Sin dudar ni un segundo abrió la puerta, se sentó al volante y aceleró derrapando, dejando a su compañero literalmente tirado.

Juan salió de la tienda seguido por la pareja. Se agacharon junto al hombre caído y como no respiraba intentaron reanimarlo.
—¿Qué le habrá pasado? —dijo ella.
—No tengo ni idea —respondió él mientras le hacía un masaje cardíaco.
—Yo creo que le ha dado un ataque al corazón —contestó Juan.
La dependienta les observaba desde la puerta, completamente ajena a la escena. Tenía la cara extremadamente pálida, temblaba y no dejaba de llorar. La mujer se acercó y rodeándole los hombros con el brazo la hizo entrar.
—Venga, tranquila, que ya ha pasado el susto y estamos todos bien. Vamos a llamar a la policía.

Al rato la gasolinera estaba llena de coches patrulla y de una ambulancia que solo pudo certificar la muerte del atracador.
La policía les tomó declaración por separado y enseguida emitieron una orden de búsqueda del que había huido. Mientras terminaban de anotar sus datos personales y les decían que les llamarían de comisaría para que fueran a declarar, uno de los policías se acercó y les dijo que acababan de encontrar a un hombre que coincidía con la descripción del sospechoso. Estaba caminando con mucha prisa por la cuneta porque su coche se había quedado, curiosamente sin gasolina. Les enseñaron una foto y todos le reconocieron.

En ese momento alguien a voces gritó levantando la mano:
—¡Juan! ¡Eh, Juan!
Juan se giró y vio a su amigo en la entrada de la gasolinera.
—¡Hola Carlos! ¿Qué haces tú aquí? —preguntó cuando se acercó a él.
—Tu mujer está preocupada y me ha mandado a buscarte. Dice que viniste a comprar y como tardabas te ha estado llamando pero no coges el teléfono.
—¡El hielo! Al final no lo he cogido.
—Ya no hace falta. Tenía yo en casa. Pero dime, ¿qué ha ocurrido?
—¡Un atraco con muerto incluido! Voy a preguntar si me puedo ir y te lo cuento todo.

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6 comentarios

  1. 1. Roster dice:

    HOLA.
    He leído fácilmente tu relato. La anécdota que cuentas no tiene demasiada sorpresa final, pero está bien contada y tiene un cierto encanto.
    Felicidades. Nos leemos

    Escrito el 17 noviembre 2017 a las 19:33
  2. 2. Alejandro dice:

    Hola, Lectora 70, te escribe el vecino del piso 137.
    Para hacerme una idea global de la historia permíteme desglosar el argumento así: En plena fiesta se acaba el hielo, uno de los homenajeados debe ir a comprarlo al único establecimiento que a esa hora debe estar de servicio, allí se le complica la noche con un altercado, sorpresivamente todo se soluciona y fin del relato.

    A mí no me funciona, al menos a para mi, esto podría ser solo una escena de un relato pero no un relato en sí.

    Ahora, se te dan muy bien los diálogos, narras fluido. Pero como todos, tenemos que perfeccionar algunas cositas. Enhorabuena!!!

    Que nunca se apague la llama!!!

    Escrito el 18 noviembre 2017 a las 22:04
  3. 3. Carballeira dice:

    Hola, lectora70, te escribo desde el 138.
    Aunque me cuesta criticar sobre un texto ajeno, al final estamos aquí para que nos critiquen y poder mejorar. Así que a ello voy.
    En primer lugar, lo más anecdótico. Me ha gustado cómo has introducido la palabra idea, sin mencionar realmente una idea en sí. Pero no sé si técnicamente cumples el reto opcional, dado que la historia empieza en una casa (fuera de una gasolinera).
    La forma está muy bien lograda. Muy bien narrado y creando una atmósfera adecuada. Sin embargo, la historia me ha fallado un poco. Como relato autoconclusivo no funciona. El ladrón muere porque sí. Casi a lo Deus Ex Machina si no fuera porque no resuelve nada. Eso sí, podría funcionar dentro de un texto más grande. Me quedo con ganas de saber por qué murió realmente. Tal vez el encargado de la gasolinera le mató con la mente. O era un robot que se quedó sin batería. No sé… Me falta algo.
    En cualquier caso, ¡no dejes de escribir! Es la mejor forma de mejorar.
    Saludos.

    Escrito el 20 noviembre 2017 a las 19:25
  4. 4. María Jesús dice:

    Hola Lectora: Tu relato parece la crónica de un suceso, es una escena que podía pasar perfectamente. También es mala suerte que vayas a por hielo y seas victima y testigo de un atraco, pero puede pasar. Como relato es demasiado plano, pero está muy bien narrado. Un saludo.

    Escrito el 22 noviembre 2017 a las 21:17
  5. 5. beba dice:

    Un relato bien escrito; tal vez con más margen de palabras podrías trabajar mejor las emociones; y aún con este mismo margen, crear un final insólito. El tema del ladrón que cae muerto podría ser una buena puerta al misterio, a lo inesperado… y ¿por qué no?, a la solución del problema y glorioso final de la fiesta.
    Un saludo.Sigue escribiendo.

    Escrito el 23 noviembre 2017 a las 00:16
  6. 6. Maurice dice:

    Hola Lectora!
    Es una historia simple y directa, sin sorpresas. Bien narrada, aunque revisaría la puntuación. Buen trabajo. Nos leemos

    Escrito el 1 diciembre 2017 a las 06:33

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