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El Control - por Arge Galván Mesa

El Control

En medio de las sombras de la noche, Diego trataba de llegar al Control; la única gasolinera del sector. Caminaba apresurado sobre el pedregoso terreno de la calle aledaña a su vivienda. Se le dificultaba mucho mantener el equilibrio, no sólo de su cuerpo sino también el de su mente. Esa noche le parecía más oscura y el terreno más quebrado que de costumbre. Necesitaba ayuda, pero el lugar estaba desierto, todos dormían y no hubo un alma que lo auxiliara, no encontraba un vehículo que lo trasladara a un centro asistencial, nadie salió, nadie dijo nada. Aunque siempre imaginó que era capaz de controlarse ante cualquier adversidad, comenzó a invadirlo un estado de incompetencia existencial, sentía perder sus fuerzas y la sangre que emanaba copiosa, de sus heridas lo confundía y atemorizaba. Solo le quedaba aferrarse a una posibilidad: la camioneta que repartía el agua en el vecindario.

Hace casi un año que se había ido a vivir con Karla a ese lugar; a una casa que su suegro les había facilitado.El padre lo hizo para que se organizaran y formalizaran su relación cuando se supo que ella estaba embarazada. Estaba ubicada en un suburbio del sur, en las afueras de la ciudad, en una zona sin servicio público y conformada por un dédalo de calles destapadas que empalmaban con una carretera asfaltada. Allí todos los ruidos, todas las luces, todos los matices, todas las cosas de la ciudad se tornaban, como en aparente tregua, sin embargo, tras las sombras de la noche se encubría la inseguridad y Diego lo sabía. Desde que ingresó a la jornada nocturna en la universidad pública realizaba ese recorrido con precaución, evadiendo cualquier distracción.

Sostenido por la resistencia que le prodigaba su juventud, seguía avanzando en búsqueda del único medio de transporte que podría auxiliarlo. Sentía un ardor punzante en su abdomen y su bíceps derecho que en cada movimiento se tornaba más intenso. Pero aun así, no dejaba de pensar en Karla, intentaba ordenar sus ideas en una introspección ambivalente en torno a su conducta.

En los últimos meses las diferencias y la falta de tolerancia entre ellos irrumpieron con rigor, lo del embarazo fue algo inesperado, él consideraba que no estaban preparados para constituir un hogar ya que apenas iniciaba sus estudios. Ella pensaba que él sólo había sido un farsante que se había aprovechado de sus sentimientos y de su entrega incondicional. No valoraba todo el enfrentamiento que ella había tenido con su madre y sus hermanos en defensa suya, inclusive después de la interrupción de su embarazo por causa de una fuerte infección vaginal, él sin ninguna consideración se empeñaba en hablar de separación; sabiendo que ella había quedado destrozada. Sus ilusiones, puestas en el nacimiento de su hijo, todo lo idílico al inicio de sus relaciones y de sus galantes amoríos se esfumaba.

Esa noche él llegó a casa y ella permanecía frente al televisor en una estancia de la sala. Al verlo entrar se levantó visiblemente malhumorada y sin saludarlo emprendió su habitual recibimiento: -éstas no son horas de llegar, ¿dónde has estado? -no obtuvo respuesta y continuó-, no sé ni para que te pregunto si siempre mientes, seguro estabas con la compañera que andas ahora, -él ignoró la imputación, cruzó el corto espacio que conducía al dormitorio, procurando no contender con ella y continuar acumulando argumentos para justificar la separación, prefería descansar. Sin embargo, irritado por su actitud, quiso concluir: -Déjame en paz, pronto me iré y descansaras de mí, esta situación terminará. Al instante Karla se dirigió a la puerta de la habitación desafiante e impidiéndole el paso y añadió -siempre estás diciendo que te vas y no lo haces, ¡nojoda! esta noche si te vas a largar. (Nunca olvidará la noche del siete de marzo de mil novecientos ochenta y cinco). Entró al dormitorio y sacó de un armario un manojo de ropa masculina que arrojó al piso y un cuchillo que tenía oculto, cuando advirtió que Diego apartaba la cortina para entrar, se abalanzó sobre él y le lanzó una puñalada hacía el lado izquierdo de su pecho, él interpuso su brazo derecho, pero de inmediato, ella tiró otra hacia su vientre que le hizo encorvarse. Aturdido giró buscando la puerta de salida, al tiempo que Karla se desplomaba turulata, viéndolo desaparecer por el fosco sendero de la calle. Cuando llegó al Control, divisó el carro-tanque estacionado, y en un hálito alucinante se impulsó hacía él y no supo más.

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6 comentarios

  1. 1. ortzaize dice:

    una historia muy triste y un barullo de sentimientos que has narrado,
    has comentado mucho para que nos enteremos del relato,
    y el final terrible con unos toques de divertido,
    bueno no se si es una historia triste ooo de humos. siempre me gusta todo lo que escribimos, asi que seguiremos adelante.
    saluditos.

    Escrito el 20 noviembre 2017 a las 16:21
  2. 2. M.L.Plaza dice:

    Hola Arge.
    Una historia dura y triste sobre las relaciones de pareja.Me parece muy interesante el tema de la mujer agresora, pero el personaje me suena estereotipado, tipo una loca anda suelta.
    En el segundo párrafo, la frase que empieza “Allí…” me parece muy difícil:creo que sobran la la coma y como (tornarse en aparente calma…), pero yo no soy ninguna experta.
    Me ha gustado leer tu historia, aunque no creo que sea muy políticamente correcta.
    Saludos

    Escrito el 20 noviembre 2017 a las 19:56
  3. 3. Paola dice:

    Hola Arge Galván Mesa!
    La historia se abre con una escena que luego retoma al final, eso me gusta.
    Primero me despisté y pensé que lo habían atracado, nada, me fui para otro sitio…
    Pero, luego me cerró todo.
    Me gusta mucho el relato.
    Todos esos sentimientos mal atados que desembocan en rabia y locura… Lamentablemente, bastante actual…
    Un saludo!!!

    Escrito el 21 noviembre 2017 a las 12:25
  4. 4. Lunaclara dice:

    Hola Argelia: me he tomado la libertad de hacerte algunas sugerencias. Es una historia tremenda y triste. Está muy bien contada y descrita. Enhorabuena.

    En medio de las sombras de la noche, Diego trataba de llegar al Control; la única gasolinera del sector. Caminaba apresurado sobre el pedregoso terreno de la calle aledaña a su vivienda. Se le dificultaba mucho mantener el equilibrio, no sólo de su cuerpo sino también el de su mente. Esa noche le parecía más oscura y el terreno más quebrado que de costumbre. Necesitaba ayuda, pero el lugar estaba desierto, todos dormían y no hubo un alma que lo auxiliara, no encontraba un vehículo que lo trasladara a un centro asistencial, nadie salió, nadie dijo nada. Aunque siempre imaginó que era capaz de controlarse ante cualquier adversidad, comenzó a invadirlo un estado de incompetencia existencial, sentía perder sus fuerzas y la sangre que emanaba copiosa, de sus heridas lo confundía y atemorizaba. Solo le quedaba aferrarse a una posibilidad: la camioneta que repartía el agua en el vecindario.
    (En este párrafo cambiaría esto: No encontraba un vehículo que lo trasladara a un centro asistencial. Nadie salió. Nadie dijo nada).

    Hace casi un año que se había ido a vivir con Karla a ese lugar; a una casa que su suegro les había facilitado. El padre lo hizo para que se organizaran y formalizaran su relación cuando se supo que ella estaba embarazada. Estaba ubicada en un suburbio del sur, en las afueras de la ciudad, en una zona sin servicio público y conformada por un dédalo de calles destapadas que empalmaban con una carretera asfaltada. Allí todos los ruidos, todas las luces, todos los matices, todas las cosas de la ciudad se tornaban, como en aparente tregua, sin embargo, tras las sombras de la noche se encubría la inseguridad y Diego lo sabía. Desde que ingresó a la jornada nocturna en la universidad pública realizaba ese recorrido con precaución, evadiendo cualquier distracción.
    (En este párrafo cambiaría esto: Allí todos los ruidos, todas las luces, todos los matices, todas las cosas de la ciudad se tornaban, como en aparente tregua. Sin embargo, tras las sombras de la noche se encubría la inseguridad y Diego lo sabía.).

    Sostenido por la resistencia que le prodigaba su juventud, seguía avanzando en búsqueda del único medio de transporte que podría auxiliarlo. Sentía un ardor punzante en su abdomen y su bíceps derecho que en cada movimiento se tornaba más intenso. Pero aun así, no dejaba de pensar en Karla, intentaba ordenar sus ideas en una introspección ambivalente en torno a su conducta.

    En los últimos meses las diferencias y la falta de tolerancia entre ellos irrumpieron con rigor, lo del embarazo fue algo inesperado, él consideraba que no estaban preparados para constituir un hogar ya que apenas iniciaba sus estudios. Ella pensaba que él sólo había sido un farsante que se había aprovechado de sus sentimientos y de su entrega incondicional. No valoraba todo el enfrentamiento que ella había tenido con su madre y sus hermanos en defensa suya, inclusive después de la interrupción de su embarazo por causa de una fuerte infección vaginal, él sin ninguna consideración se empeñaba en hablar de separación; sabiendo que ella había quedado destrozada. Sus ilusiones, puestas en el nacimiento de su hijo, todo lo idílico al inicio de sus relaciones y de sus galantes amoríos se esfumaba.
    (En este párrafo cambiaría esto: En los últimos meses las diferencias y la falta de tolerancia entre ellos irrumpieron con rigor. Lo del embarazo fue algo inesperado. Él consideraba que no estaban preparados para constituir un hogar, ya que apenas iniciaba sus estudios. Ella pensaba que él sólo había sido un farsante que se había aprovechado de sus sentimientos y de su entrega incondicional. No valoraba todo el enfrentamiento que ella había tenido con su madre y sus hermanos en defensa suya, inclusive después de la interrupción de su embarazo por causa de una fuerte infección vaginal. Él, sin ninguna consideración, se empeñaba en hablar de separación, sabiendo que ella había quedado destrozada. Sus ilusiones puestas en el nacimiento de su hijo, lo idílico al inicio de sus relaciones y de sus galantes amoríos se esfumaba.).

    Y este lo pondría así:
    Esa noche él llegó a casa y ella permanecía frente al televisor en una estancia de la sala. Al verlo entrar, se levantó visiblemente malhumorada y, sin saludarlo, emprendió su habitual recibimiento:
    -Estas no son horas de llegar, ¿dónde has estado?
    No obtuvo respuesta y continuó:
    -No sé ni para qué te pregunto, si siempre mientes. Seguro estabas con la compañera que andas ahora…
    Él ignoró la imputación, cruzó el corto espacio que conducía al dormitorio, procurando no contender con ella y continuar acumulando argumentos para justificar la separación. Prefería descansar. Sin embargo, irritado por su actitud, quiso concluir:
    -¡Déjame en paz! Pronto me iré y descansarás de mí. Esta situación terminará.
    Al instante, Karla se dirigió a la puerta de la habitación desafiante, impidiéndole el paso.
    -Siempre estás diciendo que te vas y no lo haces, ¡nojoda! Esta noche sí te vas a largar.
    Nunca olvidará la noche del siete de marzo de mil novecientos ochenta y cinco. Karla entró al dormitorio y sacó de un armario un manojo de ropa masculina que arrojó al piso y un cuchillo que tenía oculto. Cuando advirtió que Diego apartaba la cortina para entrar, se abalanzó sobre él y le lanzó una puñalada hacia el lado izquierdo de su pecho. Él interpuso su brazo derecho pero, de inmediato, ella tiró otra hacia su vientre que le hizo encorvarse. Aturdido, giró buscando la puerta de salida, al tiempo que Karla se desplomaba turulata, viéndolo desaparecer por el fosco sendero de la calle.

    Cuando Diego llegó al Control, divisó el carro-tanque estacionado, y en un hálito alucinante se impulsó hacía él y no supo más.

    Una última cosa: el guión de diálogo es el largo.

    Escrito el 22 noviembre 2017 a las 17:29
  5. 5. Ramón Temes dice:

    “Caminaba apresurado sobre el pedregoso terreno de la calle aledaña a su vivienda”. Descripción farragosa, creo que habría formas más simples para describir el terreno por el que caminaba.

    “Necesitaba ayuda, pero el lugar estaba desierto, todos dormían y no hubo un alma que lo auxiliara no encontraba un vehículo…”

    Todos los verbos de esta frase están en tiempo pasado imperfecto: estaba, dormían, no encontraba etc. Sin embargo, “NO HUBO” ess pasado perfeto, debería decir NO HABIA para mantenerla tensión y también la coherencia.

    El uso del tiempo de los verbos no es correcto en otros lugares del texto “Hace casi una año que se “había”. “Hace” está en presente “había” en pasado imperfecto.

    La frase “En los últimos meses las diferencias y la falta de tolerancia entre ellos irrumpieron con rigor, lo del embarazo fue algo inesperado, él consideraba que no estaban preparados para constituir un hogar ya que apenas iniciaba sus estudios”- Después de las palabras “irrumpieron con rigor” debería haber un punto y seguido. Y despuéss de :”lo del embarazo fue algo inesperado”, debería haber otro punto y seguido.

    Frases como: “Sostenido por la resistencia que le prodigaba su juventud” parecen rebuscadas. la juventud era la causa de su resistencia pero el uso de “prodigar” (según la RAE = prodigar. De pródigo. 1. tr. Disipar , gastar pródigamente o con exceso y desperdicio algo . 2. tr. Dar con profusión y abundancia . 3. tr. Dispensar profusa) es un poco exagerado con decir DABA hubiera sido suficiente, en mi opinión.

    En algunos lugares usas los guiones cortos (-) para indicar un diálogo y deberías de usar los largos especiales para esto. Debes usar alt0151 (—) para hacer los guiones largos Yo realmente uso los símbolos del Word pero depende del programa de escritura que tengas.

    El último párrafo es demasiado largo y ocurren en él cosas a distintos personajes y existen acciones totalmente diferentes incluidas en el mismo párrafo. Las acciones distintas deben separarse en párrafos diferentes. Además existen diálogos entre ambos personajes sin separación. Esto hace muy difícil la lectura.
    Al final. la frase “Cuando Diego llegó al control …” no soy capaz de entenderla. NO sé lo que le pasó a Diego. Quizás haya muerto pero puede haber quedado inconsciente y nunca lo sabremos.

    Es una tragedia de desamor y odio de pareja de las que nos habla la prensa a diario. Me ha gustado leer tu versión y me encantará volver a leer tus relatos.

    Saludos

    Escrito el 22 noviembre 2017 a las 19:41
  6. 6. María Jesús dice:

    Hola Arge: Es un relato muy duro, el tuyo. Para mí está muy bien narrado, es fácil de entender y resulta ameno. La violencia que describes es muy verosímil. Al final, imagino que el protagonista pierde el conocimiento, y ahí tu has decidido que el lector imagine el final. Yo opto por pensar que es socorrido y se salva, y a partir de ahí se inicia otra historia. Un placer leerte.
    Saludos.

    Escrito el 26 noviembre 2017 a las 14:37

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