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El próximo miércoles - por Cesar A. Martín

Sabe que nunca llega antes de las doce, pero desde que ha empezado el turno busca la furgoneta de las chuches en cada motor que se acerca.
Toda su semana gira en torno al miércoles. Hoy se ha dejado el pelo suelto, se ha puesto sombra de ojos y se ha echado su perfume caro, el de los fines de semana; con el uniforme no puede hacer nada, y le jode, porque le gustaría que la viera arreglada.
Después del divorcio estaba asqueada de los hombres, le daban alergia, y la gasolinera no hacía más que inflamar su inquina. Algunos se creían que la habían contratado para alegrarles la vista, incluso se ofendían si no le reía las gracias. Ya se había convencido de que su vida transcurriría en agradable soledad, cuando apareció Alberto cargado de gominolas y caramelos, tan inofensivo y transparente, sin indirectas groseras, sin insinuaciones incómodas, sin dobles sentidos. Desde el principio se sintió cómoda, hablaba con libertad, bromeaban, le hacía evadirse del acecho que sentía con los otros hombres. Le costó mucho reconocer que le gustaba, se decía que simplemente le caía bien, que era divertido y además, no era ningún bombón. El jefe tuvo que echarle una bronca para que se dejara de engañar; que porqué tenían un armario repleto de piruletas, le preguntó, que si se creía que aquello era una guardería. Silvia no contestó, no podía. Cómo iba a decirle que era por Alberto, cómo iba a explicarle que necesitaba verlo todos los miércoles. Por supuesto siguió comprándolas pero ahora se las llevaba a casa, y el número de piruletas crecía junto con la atracción que sentía por él.
Fue entonces cuando empezó a buscar el contacto, a regalarle risas y miradas seductoras, pero no surtían efecto. Nunca le había pasado, su coqueteo siempre había tenido una respuesta inmediata, sin embargo con él, no parecía funcionar. Muchas veces pensaba en tomar la iniciativa y declararse directamente, pero ¿y si no le gustaba?

Eran y cinco, cuando apareció la furgoneta, por desgracia, también llegaron tres coches.
—Buenos días Alberto. Esperame dentro. Ahora estoy contigo —le dijo mientras salía a servir.
Alberto entró. La observaba, quieto, sin soltar las piruletas, aspirando el aroma con el que Silvia había impregnado la tienda. Estaba preciosa, siempre estaba preciosa.
Desde que la descubrió por casualidad, había cambiado su ruta, su jefe no tenía ni idea, no podía justificarle un rodeo de cincuenta kilómetros por un pedido de seis euros, pero le daba igual.
La primera vez que la vio, no pudo articular palabra, y las siguientes no fueron mucho mejores, lo único que se le ocurrió para entablar una conversación fue utilizar su trabajo.
Y funcionó, y resultó que Silvia era mucho más especial de lo que pensaba, y que a pesar de estar muy por encima de sus posibilidades no podía dejar de visitarla.
Lo peor es que en su obsesión empezaba a creer que coqueteaba con él, y la esperanza se descontrolaba volviéndolo loco.
Sabía que era demasiada mujer para él, y que necesitaba un “NO” para empezar a olvidarla. Escribió una carta, no por cobardía, si no para ahorrarle el mal trago de rechazarlo a la cara.
Se lo confesó todo, no sabía si conseguiría transmitirle la intensidad y la sinceridad de sus sentimientos, solo esperaba que no se molestase, que al menos, el próximo miércoles todo siguiera igual.
Seguramente ni lo mencione por no hacerle sentir incómodo.
Miró a los surtidores, y los coches ya hacían cola. Puso las piruletas con la carta encima, junto a la caja registradora, para asegurarse de que la viera y salió a despedirse.
—Silvia me tengo que ir. Lo siento —se le acercó.
—¡Ya! Espera un poco, cinco minutos.
—No puedo, de verdad. Te he dejado las piruletas en el mostrador.
—Jolin —se quejó como una niña-. Bueno, el próximo miércoles te invito a una cocacola.
—Vale —Alberto subió a la furgoneta pensando que el próximo miércoles sería el último.
Media hora después Silvia entraba en la tienda, y veía las piruletas. Iba a guardarlas cuando el sonido de la puerta la hizo girarse. Era su jefe.
De un manotazo tiró las piruletas junto con la carta. Detrás del mostrador no las vería. Mientras el jefe hablaba, ella pensaba en Alberto, en el próximo miércoles y en que debería tomar la iniciativa. En cuanto pudo recogió la caja y la escondió, con la carta no fue necesario porque había desaparecido bajo el armario de las piruletas.

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6 comentarios

  1. 1. Tim Galano dice:

    Amigo César, cuánto tiempo!!
    Gran relato, gran historia. Muy acertada la voz del narrador para mostrar los dos puntos de vista, tan cercana a los protagonistas que casi no se le escucha (al narrador).
    Leyéndote parece fácil escribir también, después hacerlo es otra historia.
    Enhorabuena de nuevo!!!

    Escrito el 17 noviembre 2017 a las 16:26
  2. 2. Tim Galano dice:

    Donde dice también debería decir tan bien.
    Cosas del móvil 😉

    Escrito el 17 noviembre 2017 a las 16:27
  3. 3. Vespasiano dice:

    Hola Cesar:

    Bonita historia de amor la que nos has regalado.

    Aunque presiento que no habrá próximo miércoles y esto me produce cierta desazón.

    Cuantas historias de amor se habrán visto truncadas por no decidirse a expresar los sentimientos por más que se tema una respuesta negativa.

    Tu historia me ha gustado, por ello te felicito.

    Escrito el 17 noviembre 2017 a las 16:54
  4. 4. Laura dice:

    Hola César.
    Soy Laura,del 53.
    No sé qué son las piruletas, pero igual me gustó mucho tu relato.
    ¿Continuará?
    Hasta la próxima propuesta

    Escrito el 19 noviembre 2017 a las 20:55
  5. 5. Millpond dice:

    He disfrutado leyendo tu relato, tan cotidiano y tan puro.
    Me parece que la manera en la que reflejas la transición de los días y la acumulación de sentimientos y esperas es realista y fácil de relacionar con sentimientos universales.
    Quizás faltaría describir por qué Silvia enamora, de dónde le viene ser tan especial y tan mucha mujer” (físico aparte).
    Te felicito, un placer.

    Escrito el 20 noviembre 2017 a las 17:42
  6. 6. Stinkelgeneroso dice:

    Me encantó el relato, te deja con ganas de más. La narración es fluida y los personajes interesantes.
    Saludos.

    Escrito el 26 noviembre 2017 a las 00:53

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