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Un faro en la oscuridad - por Rafael Lojo

Con cada uno de sus musculos doloridos por el esfuerzo de recorrer las decenas de kilómetros que separaban el lugar en que lo habían abandonado y aquella gasolinera, la visión de aquel oasis enmedio de ningún lugar le produjo una pequeña sensación de esperanza y atenuó por un breve instante la fatiga y el calvario que venía soportando.

Su cerebro no alcanzaba a comprender qué había ocurrido o qué podía haber hecho mal para enfadar a aquellas personas que habían sido sus más próximos amigos, con quien había compartido todo lo que era y a quienes había llegado a apreciar profundamente, y que, repentinamente, durante aquella mañana de principios de verano, habían decidido deshacerse de él de un modo que consideró entre los más crueles posibles.

No se trataba de simplemente del hecho de abandonarlo a su suerte en aquel lugar perdido, dándolo prácticamente por muerto, sino de todo lo que había ocurrido previamente. Su costado aún ardía por las patadas que le habían propinado y era muy probable que tuviese más de una costilla rota, lo que le dificultaba respirar con normalidad. Cojeaba notablemente y a cada paso se podía apreciar como se dejaba caer sobre su lado izquierdo para evitar cargarse sobre el derecho, que era el que mayor castigo había recibido. Cualquiera que lo viese hubiese juzgado sin demasiado temor a equivocarse estar viendo un cadáver en movimiento.

En la profunda oscuridad de aquella noche, la pequeña estación de servicio refulgía a lo lejos como un faro en su misión de guiar a los recién llegados navíos a puerto seguro. Cual polilla atraída por la luz de de una bombilla, ignorarla se antojaba una tarea imposible.

La idea de alcanzar por fin un lugar habitado donde alguien pudiese ayudarlo o, quizá incluso saber donde estaban los responsables de su desgracia, alimentó su esperanza y le hizo acelerar el paso tanto como su precario estado le permitía.

Era una estación de servicio pequeña. No estaba precisamente en una autopista y su clientela, especialmente a aquellas horas de la noche, no era precisamente abundante, por no decir inexistente. Ya era bastante suerte que diese servicio las 24 horas y hubiese alguien trabajando dentro.

Inicialmente el empleado no lo vio acercarse, ya que en la oscuridad que bañaba los alrededores de aquel lugar, su cuerpo cubierto de suciedad y barro no era precisamente algo que llamase la atención a demasiada distancia. De hecho estaba bastante ocupado reorganizando los diferentes expositores y armarios y no fue hasta que vio de reojo como algo se movía a escasos centímetros de una de las ventanas que se percató de su presencia.

No podía más. Agotado por el esfuerzo de alcanzar aquel lugar en tan tristes condiciones, se derrumbó delante de la puerta de la estación de servicio ante la sorpresa de aquel joven que ya se dirigía preocupado hacia él.

Todavía respiraba, ya era algo. Pero estaba claro que necesitaba cuidados cuanto antes, por lo que empezó por traerle un poco de agua y, cuando comprobó que comenzaba a reaccionar, cogió su teléfono móvil para informar y pedir ayuda.

—La ayuda está en camino, no te preocupes. Pronto se ocuparán de ti.

Los cansados ojos que lo miraban entrecerrados desprendían un sincero agradecimiento, pero un leve gemido fue toda la reacción que fue capaz de articular como respuesta a aquel extraño que quizá acabase de salvarle la vida.

Al día siguiente, los periódicos se hacían eco en sus páginas interiores de la noticia de la detención de los responsables de aquella agresión y abandono con titulares como “Reciente ganador de la lotería es apaleado y abandonado en una cuneta” o “Banda organizada detenida por engañar, agredir y robar 3 millones a un hombre”.

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6 comentarios

  1. 1. Yoli dice:

    Hola, Rafael.
    Me ha gustado tu relato. Me gusta la comparación que has hecho de la gasolinera con un faro, no lo había pensado pero es muy acertado. La descripción de lo que sufre el protagonista está muy bien conseguido. El relato está muy bien, solo has tenido algún pequeño fallo:
    —”24 horas” Y “3 millones”,el 3 y el 24 hay que escribirlo en letras.
    —”se derrumbó delante de la puerta de la estación de servicio ante la sorpresa de aquel joven que ya se dirigía preocupado hacia él.” yo pondría una coma después de “servicio”, es que me parece una frase muy larga sin poner un acento, para poder así “respirar”.
    Saludos.

    Escrito el 17 noviembre 2017 a las 13:32
  2. 2. Yoli L. dice:

    Hola Rafael

    Soy tu vecina de arriba y me corresponde leerte.

    Muy entretenido tu relato, en principio creí se trataba de un perro, pero al final queda claro. megustó.

    Paso a anotarte los mejorable que encontré:

    -músculos con tilde.

    – Con respecto a “enmedio” se pone pegado cuando funciona como adverbio http://www.fundeu.es/consulta/en-medio-y-enmedio-2728/

    – Lo de los números ya te lo comentaron.

    Saludos

    (¯`•¸•´¯)YOLI(¯`•¸•´¯)

    Escrito el 18 noviembre 2017 a las 22:24
  3. 3. yolareina dice:

    Hola Rafael, Muy buen relato, me pasó lo mismo que que a Yoli pensé que se trataba de un perro. Solo señalarte algo, las frases:
    “Cualquiera que lo viese hubiese juzgado”
    “No se trataba de simplemente del hecho”

    no me suenan muy bien. Revisa a ver que crees.

    Por lo demás todo bien.

    saludos

    Escrito el 20 noviembre 2017 a las 15:12
  4. 4. amadeo dice:

    Rafael:
    Buen texto y mejor final sorpresivo. De acuerdo con los comentarios anteriores.
    Agrego:
    La primera oración MUY LARGA y pocas comas. Leer en voz alta y verás.
    Muchos adverbios cercanos entre sí: muchos… !mente!

    Estoy en el 55 por si quieres leerlo y comentar
    Saludos

    Escrito el 23 noviembre 2017 a las 14:08
  5. 5. Rafael Lojo dice:

    En primer lugar agradecer a todos lo comentarios.

    Tengo que confesar que en esta ocasión me puse a escribir apenas una hora antes del final de plazo y dudé mucho si enviar algo que no creía que tuviese una calidad adecuada, soy el primero en decirlo.

    Por esa razón se me han quedado detalles como frases mal construidas, como menciona Yolareina y el texto no ha quedado ni la mitad de redondo de lo que pretendía.

    Sí que es cierto que pretendía engañar al lector haciendo pensar que se trataba de un perro para dar un giro final inesperado, y parece que lo he conseguido en parte, pero todo el tiempo dedicado a elegir las palabras para cuidar de que no se desvelase el final antes de tiempo evitaron que pudiese dedicarle más a una revisión más a fondo.

    Gracias a todos por los comentarios. ¡Nos leemos!

    Escrito el 26 noviembre 2017 a las 14:12
  6. 6. Tavi Oyarce dice:

    Hola Rafael
    Antes que nada gracias por pasar por mi relato. Echaré un vistazo a lo que me comentas.
    En cuanto al tuyo es un buen relato, pero tú mismo corroboras la impresión que me dio al leerlo. Falta de revisión, eso es fatal, es muy difícil, ni los grandes autores lo recomiendan. Haré algunos análisis por si decides revisar este cuento:
    • Tienes una tendencia a repetir las ideas lo que te hace perder espacio. Analiza cuantas veces describes lo mal herido que va el personaje.
    • En forma continua describes tres veces lo que eran los amigos para el personaje
    • Dos veces nos indicas que la estación era pequeña.
    • En un cuento hay que evitar la redundancia. Como dicen los manuales hay que sacarle al relato toda la grasa y aprovechar al máximo el espacio.
    • Por último dale un vistazo a las preposiciones. Te doy un dato la preposición “a” se usa entre otras cosas para indicar tiempo. Búscalo en tu cuento como lo escribiste.
    Todo lo dicho sin embargo, debe ser el resultado de la falta de revisión, que para mí, es fundamental.
    Mi apreciación final, es que en ti hay material de escritor, y solo hay que dedicarle tiempo para dominarlo.
    Espero te sirvan mis apreciaciones. Te buscaré el próximo mes, haber que pasa.
    Saludos

    Escrito el 29 noviembre 2017 a las 23:59

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