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El marinero - por Daniel Alejandro Escobar Celis

Web: http://danielecelis.blogspot.com/

El marinero no subió al barco. Se mantenía inmóvil en el muelle fumando un cigarrillo y contemplando el atardecer. Habían pasado varias horas desde que el barco había zarpado rumbo al océano. El aire húmedo y salubre despertaba múltiples recuerdos. El bamboleo del barco, el agua salpicándolo en la proa, el dolor de sus brazos al tirar de las cadenas, la algarabía de la tripulación al ver las redes repletas, la lucha contra las olas en medio de la tormenta empeñada en hacerlos naufragar.

El marinero tomó un taxi rumbo al hospital. Al llegar recibiría la agridulce noticia: "Solo ha sido una leve deshidratación potenciada por una anemia. Se quedará el resto de la noche recibiendo tratamiento y se le dará de alta a primera hora de la mañana". Respiró aliviado mientras un gran vacío yacía en su pecho. No quiso regresar inmediatamente a la casa y decidió ahogar sus penas en el bar más cercano.

En la mañana siguiente sonrió por primera vez en varios días. La mirada de una quinceañera de tés clara y cabello lacio y negro resplandecía. En los labios de la joven se formó una sonrisa que irradiaba una gran paz. El la miró a ella y a la mujer de mediana edad que la acompañaba. Aquella mujer cargaba un bolso lleno de ropa y utensilios. Sus cabellos negros presentaban algunas canas y su rostro sonriente empezaba a mostrar signos del paso del tiempo.

Los tres se dirigieron a casa. Él se mantenía en silencio mientras ellas dialogaban sin parar. Sentía ganas de conversar pero no tenía idea de lo que hablaban. Sus únicos temas conocidos eran referentes al mar. Ahora en tierra las observaba y recién se daba cuenta lo extrañas que eran para él. A su esposa la recordaba más joven y de su hija apenas tenía algunos recuerdos de cuando era niña. Su voz, estatura y hasta sus proporciones le eran desconocidas. Se preguntaba: ¿En qué momento se había desarrollado?

Al llegar a la casa la joven subió a su habitación y la mujer fue a preparar el desayuno. Él se sentó en el sofá, encendió el televisor y cambió los canales hasta encontrar un programa de pescas en altamar. En el desayuno las escuchaba conversar mientras se mantenía en silencio. Ellas callaron por un momento y el aprovechó para hablar de sus múltiples viajes. Ellas lo escucharon atentamente sin hacer comentarios. El desayuno terminó, la joven se marchó a su cuarto, la señora se dedicó a lavar los platos y limpiar la casa y el volvió a su sofá. Durante el almuerzo todo fue similar. Las horas siguieron su curso hasta caer la noche.

El apagó el televisor. Faltaba aun media hora para la cena. Se levantó del sofá y recorrió la casa. En las paredes observó algunas fotos. Una niña sonreía mientras su madre le ayudaba a picar una torta con un número cinco sobre ella. Una niña de siete u ocho años se columpiaba mientras su madre empujaba el columpio. Una niña posaba con toga y birrete junto a su madre. Una joven hermosamente vestida de blanco bailaba junto a un joven que reconoció como sobrino, su madre estaba detrás de ellos sonriendo y aplaudiendo. Un nudo se hizo en su garganta. Lo reprimió como pudo. Tomó sus llaves, billetera, chaqueta y se fue al bar más cercano.

Trago a trago pudo conversar alegremente entre marineros y ex-marineros. Las carcajadas se vieron interrumpidas por una noticia. Los tragos que llevaba dejaron de hacer efecto inmediatamente. Hizo algunas llamadas y luego de corroborar la noticia se marchó alterado a su hogar. Incontables imágenes pasaron por su mente. Recuerdos de sus compañeros de tripulación, de su esposa e hija. Él se preguntó que sería de su vida desde ese día. Al llegar a casa su esposa e hija lo esperaban. El televisor estaba encendido mostrando noticias. Ambas lo abrazaron aferrándose cada vez más a medida que sus lágrimas brotaban sin parar. El nudo en la garganta que antes sintió regresó con mayor intensidad y esta vez no pudo soportarlo.

El marinero lloro. Sus lágrimas se derramaron a borbotones por todo el tiempo que no quiso derramarlas. Los tres se fundieron en un profundo e interminable abrazo.

Las semanas transcurrieron y pese a los esfuerzos de barcos y guarda costas nunca se encontró algún cuerpo.

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7 comentarios

  1. 1. María Jesús dice:

    Hola Daniel: La verdad es que tu relato es muy bonito, aunque no me ha quedado claro quien estaba en el hospital por deshidratación, el resto del texto es muy comprensible, hablas del marinero que no ha visto crecer a su hija y lo lamenta, al darse cuenta de que se ha perdido muchas cosas por sus ausencias, también describes perfectamente la falta de comunicación con la familia y la escasez de temas de conversación de alguien que ha pasado mucha parte de su existencia en el mar. Y luego está el accidente, del que él se libra al no embarcar. Me ha gustado mucho.
    Saludos.

    Escrito el 18 enero 2018 a las 12:30
  2. Hola muchas gracias por tu comentario. La que estaba en el hospital era la hija. En el tercer párrafo dice: “El la miró a ella y a la mujer de mediana edad que la acompañaba” esa oraciòn se refiere a la hija saliendo del hospital acompañada por su madre.

    Próximamente procurare pasar por tu relato.

    Escrito el 18 enero 2018 a las 15:23
  3. Hola muchas gracias por tu comentario.

    En el tercer párrafo dice: “El la miró a ella y a la mujer de mediana edad que la acompañaba” en esa oración se refiere a la hija saliendo del hospital y a la mama que la esta acompañando.

    Escrito el 18 enero 2018 a las 15:44
  4. 4. amadeo dice:

    Daniel:
    Me gustó como has llevado el tema tratado. El reencuentro con la familia y la perdida de sus compañeros. Marco dos o tres temitas técnicos; por si lo consideras
    Hay dos gerundios cercanos en el primer párrafo. (Molestan)
    No está claro a quien te refieres cuando dices los tres se fueron a casa. (¿A casa de quién?) Más adelante se aclara que es su familia, pero al no estar claro, detiene la lectura.
    Un saludo
    Amadeo

    Escrito el 20 enero 2018 a las 01:37
  5. 5. Pulp dice:

    Hola Daniel,
    El texto me ha gustado, con un final inesperado, si bien coincido con María Jesús en que parecía que quien estaba en el hospital era el marinero, ya que hasta ese momento no había ningún otro personaje presentado, realmente es lo que das a entender. Aclarado esto, el relato transmite sentimientos (tristeza, soledad, rutina…) y eso es complicado, te felicito.
    Te leo el mes que viene, espero. Saludos!

    Escrito el 20 enero 2018 a las 15:28
  6. 6. Charola dice:

    Hola, Daniel.

    Primero, muchas gracias por comentar mi relato.

    Vamos al tuyo. Un relato que mezcla sentimientos de soledad, tristeza, de no adaptación. Me hizo recordar una película donde el protagonista era un desactivador de bombas en la guerra de Irak: The hurt locker o Zona de miedo o Vivir al límite y en España En tierra hostil. Cuando regresa a su casa solo piensa en retornar a la guerra.

    Me parece muy buena la idea y la has sabido plasmar muy bien. Lo único que veo es que has puesto un poco de freno en decir las cosas claramente, aunque se entiende casi todo, menos lo de la hija. Te sugeriría que seas más claro en quién estuvo en el hospital.

    Algunos mejorables:
    -Después de esta frase convendría dos puntos y luego seguir con minúscula:
    El aire húmedo y salubre despertaba múltiples recuerdos: el bamboleo del barco…
    -La mañana siguiente sonrió después de varios días, pues la mirada de una quinceañera de “tez” clara…
    -“él” volvió a su sofá (con tilde).
    -“Él” apagó el televisor (con tilde).
    -aún ( con tilde).
    -Una niña de siete u ocho años se “columpiaba” mientras su madre empujaba el “columpio”.
    Quizás así: Una niña de siete u ocho años se balanceaba mientras su madre empujaba el columpio.
    -Una “muchacha” hermosamente vestida de blanco bailaba junto a un joven que reconoció como “su” sobrino, “la” madre estaba detrás de ellos sonriendo y aplaudiendo.
    -Un nudo se hizo en “la” garganta.
    -Recuerdos de sus compañeros de tripulación. (Creo que aquí debes poner punto. Lo “de su esposa e hija” ya no, pues en el párrafo que sigue vuelves a repetir “esposa e hija lo esperaban”.
    -Él se preguntó “qué” sería de su vida desde ese día.(con tilde).
    -lloró
    -Sus lágrimas “fluyeron” a borbotones por todo el tiempo que no quiso derramarlas. (para no repetir derramar).

    Me gustó tu relato entraña ternura y muchos sentimientos más. Felicitaciones. Te seguiré leyendo. Te buscaré, yo también hace mucho que no te leía.
    Un abrazo.

    Escrito el 22 enero 2018 a las 05:44
  7. 7. Laura dice:

    Hola Daniel.
    Tu texto puede mejorar fácilmente si luego de terminarlo te tomas unos días para leerlo con “nuevos ojos” ya que para tus lectores nos pueden quedar varios puntos sueltos (a mí, una cantidad), pero no es una gran dificultad.
    Con respecto al tema, me ha encantado, en especial la dualidad que siente el marinero.

    Hasta la próxima propuesta

    Escrito el 28 enero 2018 a las 21:59

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