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¿Bendición o maldición? - por Lenimer Durán

La lluvia discurría por los techos, anunciándose con un fuerte tara tata. Mientras la bebé dormía calentita en el regazo de su madre, con aquella canción de cuna que resonaba en sus oídos, tu tum, tu tum, tu tum.

La madre tarareaba algo ininteligible, acunándola fuerte contra su pecho. Mientras la mecía suavemente iba derramando pequeñas lágrimas, de esas que se resbalan poco a poco, una a una, haciendo que parezca imposible el sufrimiento que condensan.

Mientras tanto, la brisa marina arreciaba con fuerza torrencial, viajando a través de puertas y ventanas, tocando mil cosas al pasar, llevando consigo el aroma imperceptible de este halo maternal.

Atravesaba las hojas de los árboles, tirando en un suave vaivén. Bajaba muy deprisa hasta casi tocar el suelo, y luego remontaba su viaje cual escalador en la montaña. Hacia arriba y hacia abajo, como niños en un carrusel, arriba y abajo, una vuelta, arriba y abajo, dos vueltas…

Así como las emociones que bullían de este caballero, que por un instante sentía que la vida se lo había arrebatado todo. Quizas era él quien se empeñaba en creerlo así, o tal vez… tal vez… más bien era un regalo. No lo sabía, no sabía que pensar, arriba y abajo en su propio carrusel, arriba y abajo, en una, dos, tres y más vueltas.

-Padre, no puedo hacerlo.

-Si puedes hacerlo, y lo harás -dijo con frialdad-. Hay ciertos sacrificios que bien valen la pena.

-Ni siquiera pude verla, o despedirme, o…

-¿O qué? ¡Es un monstruo! -dijo blandiendo su puño-, no iba a dejar que cargaras con ese recuerdo el resto de tu vida, suficiente con que tenga que llevarlo yo. Como dije, hay sacrificios que bien valen la pena, y este es uno de ellos.

-Hace frío.

<<Hace frío>>, fue lo único que logró decir con un estremecimiento, no de frío realmente sino de soledad. <<Hace frío>>, fue su única muestra subliminal de rebeldía, mientras posaba sus ojos en el horizonte contemplando el mar.

El cielo estaba gris, y la lluvia agitada, repleta de gotas socarronas y obesas, que nublan la mirada. Como si su única intención fuese burlarse de aquel hombre, por la pena que llevaba. Podía ver el barco posado en el muelle, inmune a cuanto podía influenciar en aquellas vidas, solo desprendiendo vapor.

Embarcó llevando el mundo a su espalda. Así se sentía. Como un animal de carga, pero con más de animal que de carga. Pero todo es subjetivo, decidió aquel hombre, la lluvia no tenía porque ser triste, ni impregnar el aire de nostalgia.

Así que aspiro hondo, como si en el aire se encontrara la fortaleza que necesitaba. Ajeno a que a su alrededor danzaba el aroma de la dama abandonada. Si, bailaba al son de la brisa marina, que había emprendido un largo viaje en busca de su hogar; los pulmones, el aire que respiraba este marinero.

El padre orgulloso, pudo ver como el barco se alejaba. ¡Lo había logrado!, y con apenas resistencia. Su hijo era un blandengue y con pésimo ojo para escoger consorte. Pero ahora gracias a él, todo estaría bien. Por fin podrían tener un futuro prometedor lejos de ese engendro que casi les había robado la paz a todos.

Al principio, el anuncio de su hijo, de que se convertiría en abuelo, había sido la mayor alegría de su vida, al fin algún descendiente. Pero el día en que nació, ese bebé… <<Ese bebé no, esa cosa>> todo cambió.

La partera anunció, ¡es una niña! y con esas palabras, ya su felicidad se había ido a pique, anhelaba un varón que representara el apellido, pero afirmó para sí <<Son jóvenes, tendrán más críos>>.

Pero cuando la vio, no… ¡No podía creer lo que veía! aquella bebé era un horror para su familia, para la entera humanidad, pero no le importaba la humanidad, solo su apellido. No permitiría que nadie pusiera en duda su linaje, la pureza de su sangre. Así que sin muchos preámbulos arregló aquella situación. Mandó a su hijo lejos, lo desterró en aquel barco.

O eso imaginó él, porque ahora su hijo se encontraba… Lejos del mar, en una puerta. ¡Toc, toc! sonó y espero pacientemente mientras la puerta chillaba al abrirse. Y en el instante en que vio esos ojos, aquellos ojos, que llevaban dentro su vida, la luna, el mar, las estrellas, todo. Esos ojos a su vez, comprendieron que aquel día, el marinero hizo su elección, ese día el marinero no subió al barco.

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8 comentarios

  1. 1. cualquiera dice:

    Me ha gustado mucho la prosa. Creas imágenes cautivadoras. Como esa en el que el frío era su única muestra subliminal de rebeldía, o la de las pequeñas lágrimas, que poco a poco, hacen que parezca imposible el sufrimiento que condensan. Siempre me ha parecido que la psicología y la poesía hacen una bonita mezcla, y tú creas un relato en el que se muestran los dos ingredientes juntos.

    Bien por la decisión final de que el marinero no suba al barco, porque si lo llega a hacer le tendríamos que haber corrido a gorrazos.

    Bien hecho tu trabajo. Felicidades.

    Escrito el 18 enero 2018 a las 02:40
  2. 2. Charles Babel dice:

    Hola Leminer:

    Me ha gustado mucho cómo describes durante el relato y pones en situación al lector. Sin duda el final es el adecuado, porque como dicen por aquí arriba, de haber subido le tendríamos que haber dado un par de leches.

    Enhorabuena y gracias por comentar el mío.

    Escrito el 19 enero 2018 a las 10:18
  3. 3. MT Andrade dice:

    Hola Lenimer
    Buen relato. Bien armado y con muy buena descrpción de los distintos momentos. Un final adecuado.
    Saludos

    Escrito el 20 enero 2018 a las 23:27
  4. 4. Javier dice:

    Hola! Muy bien logrados los personajes. El conflicto ente padre e hijo, y el conflicto entre embarcarse o quedarse queda muy claro.
    Los diálogos me muestran las características de padre e hijo. No hace falta describirlos para imaginármelos
    Me gustó mucho el final.
    Saludos!
    (60)

    Escrito el 21 enero 2018 a las 13:08
  5. 5. NadiTti dice:

    Hola Lenimer. Me agrada tu prosa. Fluye y es clara. Y este recurso que también me agrada usar cuando dices “Como un animal de carga, pero con más de animal que de carga.”; “esos ojos, aquellos ojos”. En cuanto a la estructura hubiera puesto un stop con un punto aparte después del “O eso imaginó él”.
    Al primera lectura tuve la noción de que el marinero era el hijo que no subió pero me costo interpretar si la puerta donde estaba era en la de su amada. Luego de releer lo confirmé pero algo me falto para cerrar la noción.
    Gracias por comentar mi escena. Es la primera que escribo y fue muy útil tu comentario.
    ¡Nos leemos!

    Escrito el 24 enero 2018 a las 13:44
  6. 6. Laura dice:

    Hola Lenimer.
    Maravilloso relato, cargado de poesía y delicadeza.
    En cuanto a lo formal, considero que en el primer párrafo o te sobra un punto o puedes reorganizar la segunda frase. Es como que me queda cortada de repente. Tal vez si eliminas el También con que la inicias recupera su sentido.
    Para facilitar la lectura, no habría dejado espacios en blanco entre cada párrafo. Solamente dejaría uno para señalar la primera parte, de la madre con su niña, de la segunda, donde tienes el diálogo entre padre e hijo.
    Por lo demás, muy bien llevado, en mi más que humilde opinión de lectora viciosa.
    ¿Continuará?

    Hasta la próxima propuesta.

    Escrito el 24 enero 2018 a las 15:24
  7. 7. marazul dice:

    Hola Lenimer:
    Destaco en tu relato el tema que tratas: la aceptación o no de los niños que nacen con malformaciones, enfermedades raras o simplemente que no se consideran perfectos. Es un tema muy real y muy fuerte, el de la selección humana basada en la perfección. Aplaudo que hayas tenido la valentía de tocar este tema.
    Me han gustado mucho los primeros párrafos en donde consigues llegar al lector con descripciones muy poéticas
    Y sobre todo aplaudo el final. Que el marinero se impusiera a ese padre despiadado y que, por encima de todos los inconvenientes, triunfe el amor y la cordura.
    Encantada de leerte, Lenimer

    Escrito el 27 enero 2018 a las 18:01
  8. 8. Lenimer Durán dice:

    Muchas Gracias a todos por sus comentarios. Es muy valiosa su ayuda. Es la primera vez que participo y estoy encantada.

    Escrito el 27 enero 2018 a las 23:02

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