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Houp - por Alf

Tras años de fiel servicio a sus antiguos capitanes, el marinero al fin se encontraba a punto de cobrar su merecida recompensa. Ante él se encontraba el “Houp”. Era el navío de sus sueños, y el de todo aquel que gustase de surcar los grandes mares y océanos situados más allá de las tierras que todos conocemos.

Tan solo simple arena, algo de madera y cuerda que, con la ayuda de un buen nudo, son capaces de sujetar embarcaciones enteras, impidiéndoles adentrarse en lo desconocido, como madres que protegen a sus hijos de cualquier peligro posible.

No es esto, sin embargo, lo único que los retiene, pues los propios barcos también se anclan al fondo marino a veces, luchando por no alejarse de la seguridad a la que se han acostumbrando. Son también los hijos quienes se resisten a dejar que un constante calor maternal aliente sus nucas.

Creen que el mundo que les espera es duro, cruel, despiadado; no les falta razón.

Sin embargo, tras el susto inicial, cuando sus mentes por fin pueden pensar con suficiente claridad, no tardan mucho en darse cuenta de la verdad y controlar sus miedos. Aún así, no desaparecen; quizás nunca lo hagan del todo.

Nada de eso importa. Lo único que de verdad necesitan es conseguir despejar sus pensamientos lo suficiente como para saber que el único peligro que entraña ese mundo es el que siente cada uno de ellos al enfrentarse a él cara a cara.

No es más que una nube, intangible, incapaz de afectar a nada por sí sola…

Hasta que percibe algo: más nubes, más mentiras. Se atraen, las unas a las otras, superponiéndose en el ciclo sin fin de un fino hilo sobre el que recorrer los profundos acantilados del terror.

El peligro, un abismo que puede llegar en cualquier momento; la eterna advertencia de una trágica caída; el precedente de desgracia que los mudos cantan para dar forma al silencio de la noche.

Nubes que se condensan sin parar hasta generar violentos torrentes de agua que, al caer, atizan y hunden todo aquello que no sea capaz de sobreponerse; pisar firme la superficie de su propio temor y usarla para elevarse en una desesperada lucha por la más mínima bocanada de aire.

Sobreponerse, firmes, y proclamar con orgullo: “No temo tus olas, tus vientos ni tus rayos. No temo tu extensión, de apariencia inabarcable, ni mirarte directamente a los ojos y decir, sin esconder un atisbo del miedo que me impulsa a seguir adelante, que yo no caeré ante ti.

Yo seré el navío indestructible, el alma que siempre se eleva, el dulce sueño que aceche en tu reino de pesadilla.

Yo, flotaré.”

Así pues, el marinero se dispuso a coger la bolsa que arrastraba con él desde que tiene la capacidad de recordar, decidido a subirse por fin en el único barco con un timón capaz de cambiar el rumbo de toda una vida.

Ya podía visualizarlo. En el otro lado del charco le esperaba un buen trabajo, conocer a una decidida dama con la que formar una familia de aventureros que surcarían el mar en busca de misterios por descubrir.

Odio, impotencia, la más profunda de las desesperaciones, fue lo que sintió el marinero al notar que el peso de su bolsa no le dejaba avanzar por la corta pasarela que lo separaba de todo aquello.

Un grito desgarrador, seguido del más sonoro de los silencios, que concluía con el sonido seco de aquella bolsa al caer al suelo.

No era una simple bolsa, después de todo. Era un cúmulo de recuerdos, experiencias y actos… Cuarenta años de existencia que definían a Pedro; alguien, un marinero, que vivía por y para el mar.

En el fondo, él lo sabía. Sabía que si elegía esa nueva vida, tendría que dejar atrás todo lo que lo había constituido hasta ese momento, por duro que resultase.

Por eso soltó la bolsa. Por eso se liberó del peso de su memoria, dejando atrás lo que realmente amaba.

En ese momento, un cuerpo sin alma subió a una estructura igual de hueca, en busca de un vacío que los correspondiera de algún modo.

En ese momento, Pedro, traicionado por sí mismo, quedó enterrado en la arena de aquel preciso punto, junta a una bolsa, junto al mar que jamás sería capaz de abandonar.

Un hombre subió al barco aquel día, sí; ¿pero, el protagonista de esta historia, el marinero? No. El marinero no subió al barco. Nunca lo hizo.

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8 comentarios

  1. 1. Paola dice:

    Hola Alf!
    Me ha encantado!
    Encuentro un mensaje interesante en tu historia. Si mi olfato no me falla, esa bolsa, pesada y llena de cosas alude un poco a todo aquello que retenemos innecesariamente y no nos deja avanzar o seguir nuestros propios sueños aunque los tengamos al alcance de nuestra mano.
    También veo ésta idea reflejada en tu descripción de las naves, de como se aferran o temen.
    Ellas cruzan el océano y ponen su esperanza en el esfuerzo por llegar a una meta.
    Nuestro protagonista, entiendo que dejó al marinero atrás, en la arena, para darle la oportunidad a un hombre nuevo…
    Creo que es una situación que muchos vivimos en mayor o menor medida, a veces se logra y otras no.
    Me gustó mucho y sobre todo una frase: “…el precedente de desgracia que los mudos cantan para dar forma al silencio de la noche.”

    Saludos!!!

    Escrito el 18 enero 2018 a las 12:19
  2. 2. Nacho S. dice:

    Hola Alf!

    En general me parece que la forma está bastante bien: el texto engancha y te lleva a leerlo hasta el final. Luego, conforme vas avanzando te das cuenta (o al menos a mí me lo ha parecido) que es una metáfora de la vida. El eterno dilema de qué llevarnos cuando pasamos de una etapa a otra. ¿Vale la pena lanzarse en una nueva aventura que implica que dejes todo lo que eres atrás? Cada quién tendrá su respuesta.

    Si me puedo permitir de recomendar algo para mejorar son las transiciones. En especial que la transición cuando vuelves de la descripción sobre sobre los peligros que esperan al Houp y lo que le sucedió a Pedro es un poco brusca. Nada más.

    ¡Gracias por compartir!

    Escrito el 18 enero 2018 a las 13:49
  3. 3. sinombre dice:

    Hola Alf, como buen vecino, te devuelvo la visita, y contribuyo con mi pequeño comentario a tu relato. Creo que es una historia bien escrita, hay una prosa cuidada que tiene cierta calidad poética. La historia en sí es interesante, el marinero que se arrepiente en el último momento y no se atreve a desenraizar de su mundo, de todo lo que siente en la profundidad de su ser. Una historia entre la libertad, y las amarras, en la que gana esta vez

    Sin embargo, el relato en general, y debo confesarlo, no me ha causado gran impresión, quizá me ha empachado un poco de poesía, tiene un tono en exceso trascendente, que a veces no te deja respirar la historia, falta a mi gusto algo de acción, que ayude a digerir la bola del relato.

    Aunque con todo ello, tengo que decir que es un texto muy esmerado.

    Un saludo, Alf, nos vemos en la próxima propuesta.

    Escrito el 20 enero 2018 a las 22:18
  4. 4. A. R. Payán dice:

    Hola Alf

    La verdad que tu relato me ha dejado con ganas de seguir leyendo. Este es sin duda uno de los grandes relato que me he leido en los talleres.

    Una lectura sencilla y rápida usando las palabas adecuadas junto con los singnos de puntuación que corresponden. Lástima que no haya hueco para más en tu relato.

    Muy buen trabajo.

    Mi relato es el 136, por si gustas leerlo.

    Nos leemos.

    Escrito el 21 enero 2018 a las 00:43
  5. 5. marazul dice:

    Hola Alf: tu relato está lleno de simbolismo y muy bellamente escrito. El lector siente que sale de muy adentro. Esa lucha interna que en algún momento de nuestras vidas todos tenemos y que tu marinero resuelve soltando la bolsa. Me gusta mucho las comparaciones que haces y como aprovechas los términos marineros, que se prestan mucho a ello: las cuerdas que sujetan con las madres protectoras.
    El acto final de soltar la bolsa de sus recuerdos y subir al barco como una persona diferente es un buen final, un final de notable.
    En cuanto a la parte formal del texto, me parece impecable.
    Encantada de leerte, Alf

    Escrito el 21 enero 2018 a las 18:13
  6. 6. Kaila dice:

    Alf,

    Acabo de leer el comentario que me dejaste y me encantó (ya te contesté) y ahora leo tu texto y… ¡maldita sea! Luego dicen que no se puede creer en el destino.

    Estoy a diez días de dejar mi país por primera vez, para ir a trabajar a otro, en el que ni hablo su idioma ni hablan el mío. En cierto modo es lo que siempre he deseado, pero el miedo está ahí. Ahí están las nubes, arremolinándose, vacilando la tormenta… representando todas las cosas que pueden salir mal. Tienes razón, “Aún así, no desaparecen; quizás nunca lo hagan del todo.” pero me sobrepongo. Y ¿qué me encuentro? Mi propia bolsa.

    Justo hoy, día en el que he vuelto a ver las nubes, día que leo este relato. Me lo guardo para mí de una forma muy personal, gracias por escribirlo.

    No tengo nada más que decirte, excepto, sigue así 🙂
    ¡Te leo el mes que viene!

    Escrito el 22 enero 2018 a las 00:58
  7. 7. Alf dice:

    Buenas. En primer lugar, ¡gracias a todos por vuestros comentarios! Aproveché para dejaros un comentario a todos en vuestras entradas conforme fui pudiendo para devolveros el detalle. Empiezo:

    – Buenas, Paola. Sí, todo lo que dices es una interpretación muy válida del relato (porque tiene unas cuantas, que van de más a menos pesimistas), aunque en todo momento, dentro de lo que tu dices, también intento plantar el dilema de si realmente merece la pena dejar algo con lo que te sientes a gusto y definido a cambio de adentrarte en otra vida que, pese a que puede estar bien, muchas veces parece que buscamos por simple costumbre, porque es lo que está “establecido” que debemos perseguir como objetivo para ser una “persona de bien”.

    – Buenas, Nacho. Sí, estoy de acuerdo con tu comentario. Gracias por comentar lo de la transición, lo intentaré tener en cuenta de aquí en adelante.

    – Buenas, sinombre. Bueno, todo depende de gustos. Aquí disponemos de muy poco espacio para contar lo que queremos (lo cual es parte de la gracia), y no siempre tenemos el suficiente como para realizar una estructura que vaya intercalando entre varios elementos como “acción” y demás para crear una historia que posea cierto ritmo estándar. No obstante, mi intención es que, dada precisamente esa brevedad, el lector simplemente se dejase llevar por una ola de sentimientos y metáforas hasta el final del texto, cuando planteo lo de la bolsa. Para mí, esa acción a la que te refieres se encuentra en las ideas que planteo en esas metáforas, que considero conflictos en sí, y mientras estés planteando y enfrentando conflictos, habrá acción, aunque no el tipo convencional de acción de que cierto personaje lleve a cabo ciertas acciones que hagan avanzar la historia, pues no era esa mi intención aquí, sino la de preparar el terreno poco a poco hasta plantear ese debate final, y que en base a lo contado, cada lector interpretase su propia versión.

    4 – Buenas, A. R. Payán. Simplemente gracias x). Ya me pasé por tu relato y te dejé un comentario con todo el cariño del mundo.

    5 – Buenas, marazul. Sí, precisamente pensé que era un un tema ideal para introducir otras muchas metáforas que encajaran pese a no tener mucho que ver a priori. Me lo tomé como una especie de reto, y fue muy divertido ir creando todos esos símiles.

    6 – Buenas, Kaila. ¡Qué decir de tu comentario! ¡Si casi podría escribirte un texto aparte! x) No solo me gustó mucho tu texto, sino que ahora llegas al mío y me obsequias con el mayor regalo que se le puede hacer a un escritor: decirle que te has sentido identificado con su obra y que realmente le ha llegado al fondo de su corazoncito literario. Bien, no sé si contigo habrá llegado hasta tal punto, pero al menos al corazoncito me ha llegado a mí, jaja. Sí que coincidencias así te dan que pensar, pero sobre todo lo que también te dan son ganazas y ánimo de seguir creando cuando te encuentras con un comentario así. Absolutamente emocionante y gratificante leerlo, de verdad…

    Por cierto, ¡cuenta también con mi lápiz de escritor hipster para leerte y comentarte el mes que viene! Y cómo no, ¡desearte también la mejor de las suertes con tu propio viaje en busca de una nueva bolsa!

    – – –

    En definitiva, muchas gracias a todos una vez más. Me está encantando esta primera experiencia con la web; he encontrado muchos textos muy interesantes y bien escritos y sobre todo muchas personas apasionadas por lo que se hace aquí que transmiten sus ganas y amor con cada palabra que escriben. He tardado bastantes días en responder a vuestros comentarios, eso si x).

    En todo caso, intentaré ser algo más breve de cara a cualquier otro comentario próximo que pueda recibir.

    ¡Un saludo muy cálido para todos!

    Escrito el 25 enero 2018 a las 08:05
  8. 8. Laura dice:

    Hola Alf.
    Bienvenido entonces a este grupo. Y no temas subir al barco de Literautas.
    Con respecto a tu texto, tal vez te has demorado en la introducción, quitando espacio a la situación del marinero, sin embargo en texto está muy bello.

    Hasta la próxima propuesta.

    Escrito el 31 enero 2018 a las 11:07

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