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Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

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CASO CERRADO - por Mª Jesús Hernando Navas

Unas sombras blancas, de las que parecían colgar unos farolillos titilantes, se diluían entre la lluvia en procesión hacia el bosque.

Virginia cerró de golpe los visillos, no quería seguir mirando. Aquellas visiones, decían las gentes del lugar, eran de mal augurio, pero las “cosas de las meigas”, no iban con ella. Se acurrucó en la esquina del sofá; las rodillas dobladas, la cabeza sobre ellas y los brazos rodeándolo todo para tratar de quitarse el frío que de repente sentía.

Tres horas antes, cuando la última luz del día todavía iluminaba la salita, Cayo le había anunciado que se iba al Gran Sol, a faenar.
−El patrón me ha asegurado que en una semana −dijo enarbolando un petate en la mano− ganaré más que aquí en tres meses. Salimos al atardecer.

El dinero, el dinero…había enturbiado la vida de ambos en el último año. Cayo nunca tenía bastante, trabajaba de sol a sol porque se había propuesto “ser el más rico y respetado del pueblo”. Vanas ilusiones, chicos y grandes se burlaban a escondidas de sus aires de grandeza. Su última idea –antes de la de esta tarde− había sido comprar un pazo. Una ocurrencia. ¿Para qué querían ellos un caserón destartalado, si no era para enterrar sumas astronómicas de dinero que no sabía de dónde iban a salir?

Virginia rumiaba los recuerdos como si no pudiera digerirlos.

No menos de ocho veces al mes era su paño de lágrimas. Acodado en la barra del “Sirenas” desgranaba, con los ojos bajos, una vida sentimental tan agitada como un mar con olas de siete metros. En comparación, la de Virginia parecía un cuento de hadas. Frente a frente, entre whisky y whisky y protegidos por las luces bajo las que todo parece cierto, anudaron sus dos vidas. Y ahora, Cayo que la sacó del bar de carretera con promesas de convertirla en gran dama, la había dejado sola no sabía por cuánto tiempo.

Un rayo iluminó la habitación. La tormenta no amainaba.

Al carajo el “para siempre, sin papeles”, que él le susurró la tarde que entró en la casa con ella en brazos. No había habido boda con bendiciones, ni lecturas, ni fiesta…Revoloteaba Virginia por la habitación sin tener cuidado de donde tropezaba. Le había seguido porque había llegado el momento de poner fin a las duchas nocturnas con lejía para tratar de eliminar el olor que le dejaban los hombres indeseados.
Y ahora, su vida volvía a estar del revés.

Durante varias semanas la rabia le llenó de lágrimas el estómago, había vuelto a perder, una vez más. No lloró, ni quiso saber qué había pasado.

Al cabo de unos meses tres productores de un nuevo programa de televisión sobre personas desaparecidas se presentaron en su casa.
–Queremos contar su caso en nuestro primer número –le dijo la mujer que parecía estar al mando, después de las presentaciones, sentados los cuatro en la salita de la casa.

Virginia les miró despacio, uno a uno, con desconfianza.

−Nos ha costado mucho encontrarla, pero al fin hemos podido contactar, con usted. Si no le importa, nos gustaría conocer de primera mano todos los detalles de su historia porque tiene muchos puntos interesantes.
Lo dijo con voz dulce mientras extendía las dos manos hacia Virginia para hacerse cómplice de la tristeza que asomaba a sus ojos.
No hubo respuesta.
−Sabemos que el marinero no subió al barco –añadió, insegura−
Al oírlo, Virginia se abrazó como si quisiera juntar los millones de trocitos en los que se había convertido y por fin dijo:
−Las sombras se lo llevaron y ya no quiero saber nada. El caso está cerrado.

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7 comentarios

  1. 1. Ane dice:

    Hola María Jesús: nos presentas una historia triste, difícil y con buenas descripciones. El final me ha parecido un poso de esperanza, porque si bien, Cayo no regresa, ese pasar página, ese admitir que la vida continúa para quien queda atrás resulta un mensaje, al menos para mí, positivo.

    En el debe pondría quizá alguna coma de más. Bonita historia.

    Saludos.

    Escrito el 18 enero 2018 a las 21:55
  2. 2. Berundgaar dice:

    Está muy bien escrita, desde luego. El lector puede hacer suya la tristeza y posterior desesperación de Virginia. Qué curioso que una mujer que se ha dedicado a esos menesteres tenga, precisamente, ese nombre. No lo has elegido al azar, imagino.

    Elucubraciones aparte, me parece una historia tristísima, pero al mismo tiempo una lección de vida para nuestra protagonista y la confirmación de aquello que me decía mi padre:

    “Nunca se sabe, Francisco, nunca se sabe..”

    Un saludo, María Jesús. Nos leemos pronto.

    Escrito el 19 enero 2018 a las 09:34
  3. 3. Mª Jesús Hernando dice:

    Muchas gracias amigos Ane y Berundgaar por vuestros comentarios, me animan mucho. El nombre de Virginia no está elegido al azar, y el de Cayo tampoco, porque está relacionado con Caín. Muy agudo Berundgaar. Respecto a las comas, son mi calvario. Presto atención pero siempre se me escapan o me las dejo, seguiré intentándolo. Pasaré por vuestros relatos. Un abrazo.

    Escrito el 19 enero 2018 a las 09:53
  4. 4. Romina dice:

    Muy buen relato. Triste y oscuro. Me gustó mucho. Felicitaciones.

    Escrito el 22 enero 2018 a las 14:03
  5. 5. María Jesús dice:

    Hola Mª Jesús: Siempre es un placer leerte. Tienes una manera de narrar muy lírica, muy nostálgica. Aquí has presentado un ejercicio muy emotivo, que son los que a mi me gustan, y fácil de comprender. Me ha encantado.
    Un saludo.

    Escrito el 24 enero 2018 a las 13:25
  6. 6. Wiccan dice:

    Buenas Maria Jesus,
    Un relato precioso, con como lo has escrito creas un ambiente que se debate entre la tristeza y la nostalgia, de forma muy poética pero también muy natural, es muy agradable de leer.
    Formalmente lo que más te puedo destacar es eso que comentáis de la puntuación, especialmente me chirrió la de “podido contactar, con usted” que desde mi punto de vista sobra. A nivel contexto, te diría que hay algunas partes en las que, probablemente por esa forma de escribirlo tan lírica, perdía un poco el hilo de la historia, especialmente en el párrafo que empieza por “No menos de ocho veces…”. Al leerlo de primeras me pareció que me estaba perdiendo algo y al releerlo ya quedó claro que se refería a ser el paño de lágrimas de él, pero te lo comento porque fue mi primera impresión.
    En cualquier caso, muy buen relato, me gustó leerte. Un saludo.

    Escrito el 27 enero 2018 a las 20:59
  7. 7. Laura dice:

    Hola María Jesús.
    Tu relato me ha atrapado.
    Me encantó la forma de interpretar los gestos de la conductora. Coincido totalmente con la apreciación que le das.
    El final…¿Ella lo mató y destrozó en miles de partes?

    Lo de las comas, con la práctica se va corrigiendo.
    Hasta la próxima.

    Escrito el 30 enero 2018 a las 11:05

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