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Ilusión de temporada - por Lisbeth Gómez

La despertó el cantar de las gaviotas a lo lejos. Entreabrió sus ojos y se percató del rayo de sol que se colaba a través de las pesadas cortinas, y sentía el calor de una ligera franja de luz que atravesaba sus piernas. Se incorporó y quedó sentada en la cama, absorta en sus pensamientos y cubierta solo con la sábana blanca. Puso sus manos en sus ojos, tratando de contener el ligero mareo que la invadía, después de todo era una situación a la que ya estaba acostumbrada, incluso estaba en el mismo sitio de siempre.
Al voltear al otro lado de la cama y ver las sábanas revueltas y el ligero hueco marcado en la almohada, se dio cuenta que había ocurrido de nuevo. A pesar de haberse jurado que esta vez no pasaría, lo volvió a permitir.
Podía más la pasión de Jorge por el mar que el profundo amor que le juraba a ella en sus cartas. Esas cartas que al principio ella devoraba ávidamente, ansiosa de leer sobre los destinos que él le platicaba que conocía, soñando que algún día los visitaría con él de la mano. Mas ese momento no llegaba. Cada regreso de él venía con una esperanza de ella pendiendo de sus dedos de que ahora sí las cosas serían diferentes, de que él le diría que tomara lo que le cupiera en un pequeño bolso y se fueran de ahí. Más eso no ocurría. Él solo buscaba un refugio seguro al cual llegar y lo encontraba entre sus brazos y sus besos, en su cama.
Veía pasar su vida en las mismas calles, con la misma gente. La brisa de mar invadía cada uno de los rincones de aquel pequeño pueblo, donde todos se conocían entre sí. Empezaban los rumores sobre ella, jurando que su especialidad eran los romances prohibidos y por eso rechazaba una y otra vez a cada pretendiente de honorable reputación que se le acercaba. Otros juraban que se quedaría así porque las mujeres como ella no estaban hechas para vivir a merced de un hombre y ninguno en su sano juicio se animaría a vivir con una mujer libre. Solo pocos eran los que sabían que en realidad ella vivía esperando un espejismo, una ilusión que venía del otro lado del mar por temporada, y que después se iba. Y unos poquísimos de ese reducido grupo sabían que era porque él tenía una vida dividida, que no era de nadie y jamás lo sería, pero no tenían el corazón para decírselo, así que guardaban esas palabras en una mirada de lástima.
Limpió las lágrimas que empezaban a asomarse en sus ojos y se levantó. Ya vestida, tomó su bolso y contó las pocas monedas que cargaba consigo. Ella no merecía eso. Su corazón no podía seguir esperando a ese espejismo. La brisa de mar ya no podía seguir pendiendo de su cuello como una soga, ni esas calles ni su gente vigilar sus pasos, como unos atentos celadores de la cárcel que ella misma se había impuesto. Salió rápidamente de esa habitación y corrió entre las calles empedradas hacia el muelle. El barco empezaba a zarpar, y algunos la reconocieron haciéndole señas para avisarle que ese no era el viaje de su amado. Ella solo alcanzó a gritar: “Eso es lo que quiero” con una gran sonrisa, por lo que pararon unos segundos para que ella pudiera abordar.
Simultáneamente, la puerta amarilla y brillante de la habitación se abrió intempestivamente. El marinero no subió al barco. Esta vez decidió que era momento de decirle que valoraba todo su amor y su paciencia, que perdonara sus mentiras y su actitud, mas ella ya no estaba. En esos momentos, ella se encontraba mirando un atardecer con tintes de un hermoso manto estelar, con rumbo desconocido, dispuesta a moldear sus sueños con otra arcilla: su valor y su amor propio.

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9 comentarios

  1. 1. ROBERTA dice:

    Hermoso relato, Lisbeth. Me encantan esos cuentos cruzados de desencuentros, porque así es la vida.
    Felicitaciones. Saludos cordiales.

    Escrito el 17 enero 2018 a las 23:33
  2. 2. Lisbeth Gómez dice:

    Mil Gracias por tus hermosas palabras Roberta! Seguimos en constante mejora, creciendo y tomando un pedacito de lo que es la vida para este tipo de historias. Saludos cordiales de vuelta!

    Escrito el 18 enero 2018 a las 01:32
  3. 3. Erika rH dice:

    Me encanto!

    Escrito el 18 enero 2018 a las 08:25
  4. 4. Karina dice:

    Me gustó mucho tu relato Lisbeth, tanto que yo también sentí la necesidad de salir corriendo.
    Espero seguir leyéndote. Soy la literauta número 44.

    ¡Un saludo!

    Escrito el 18 enero 2018 a las 12:32
  5. 5. Elíot Sag dice:

    Lograste que dijera un Nooo, por esa ansiedad del desencuentro, de mientras leía, querer decirle a la protagonista pensa, espera, no te dejes llevar por la historia repetida que siempre te ocurre, y hasta el final esperaba un reencuentro especial. Fui un observador de ese cuarto revuelto, y de esos miedos y prejuicios relatados, excelente

    Escrito el 18 enero 2018 a las 16:49
  6. 6. Elíot Sag dice:

    Si quieres leer mi relato, es el 43

    Escrito el 18 enero 2018 a las 16:50
  7. 7. Orestes Artiles dice:

    Buenas Lisbeth;

    precioso relato, si señor. Una historia cargada de pasión y desencuentro con un final liberador. Auténtica novela rosa.

    Sigue así y espero tu comentario (57)

    Un saludo.

    Escrito el 19 enero 2018 a las 23:29
  8. 8. José M. Fernández dice:

    Un muy bien relato. Creo que su principal virtud es el comedimiento; el saber expresar sentimientos sin utilizar un lenguaje recargado. La virtude de una sencillez que trasmite verismo a la narración. Muy buen ritmo tambien.

    Escrito el 22 enero 2018 a las 19:55
  9. 9. Lisbeth Gómez dice:

    Muchas gracias a todos por sus comentarios! Prometo pasar a revisar cada una de sus entradas con muchísimo gusto. Un saludo y un placer poder retroalimentar este bello arte que es la escritura!

    Escrito el 23 enero 2018 a las 03:28

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