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FUE EN OTOÑO - por A.J. Cortes

El marinero le había mentido antes y ella lo sabía.

Lo había sabido aquella vez cuando él le dijo que la amaba, lo supo cuando desde la proa le decía adiós enfundado en su playera y exhibiendo su sonrisa, ambas de color blanco, fue la única ocasión en la que ella se sintió solo sorprendida en vez de dolida.

El marinero siempre miente, miente una y otra vez, cuando regresa y jura que ya no se irá de nuevo, cuando le dice que solo la ama ella; pero ella sabe que no es así, lo ve en sus ojos azules, sabe que no es verdad, sabe que miente, sabe que ella le cree. Ella es la tonta a la que se le cuenta la misma mentira una y otra vez, ella es la tonta que siempre cree.

El marinero le dice que la ama aquella primavera, pero como siempre la abandona cuando el barco zarpa. Un día se dice será ella quien le abandone, porque ella sabe que el marinero está diciéndole mentiras, pero ella siempre está ahí el día que el barco atraca y también el día que zarpa.

Cuando en el verano el marinero vuelve solo para dejarla con un retoño en el vientre, ella se siente atada para siempre; el marinero se irá de nuevo, ni siquiera es una profecía, es la certidumbre que da la verdad, el marinero se irá y ella tendrá que esperarlo, pues ahora ya jamás podrá dejarlo, ella y él están atados. No, solo ella lo está.

El otoño llega y pasa, el invierno también, ella recuerda las palabras de amor del marinero, pero el barco no regresa, no atraca y el marinero no vuelve.

Cuando la primavera está al borde de convertirse en verano el barco regresa y ella como siempre está allí, lleva un bebé diminuto en los brazos, el marinero baja por la rampa con un morral verde conteniendo sus pocas posesiones, con su playera blanca y su sonrisa refulgiendo, el marinero vuelve y hace promesas que cuando ella ve sus ojos azules sabe que él no va a cumplir.

La primavera termina y el otoño comienza, es entonces cuando el barco deberá zarpar.

Aquel día en el muelle un momento antes de subir el marinero titubea, el mar ya no parece tan impresionante, el barco que antes zarpaba a la libertad ahora parece más bien una caja de fierro que se irá hacia el mar infinito por meses y meses, meses en los que pasará frío, meses en los que comerá mal, meses en los que el olor a sal y pescado lo inundarán todo. El marinero pone un pie en la rampa, pero no sube, el morral verde con sus únicas posesiones se balancea en su mano, es ligero porque el marinero no tiene nada. El marinero da un paso sobre la rampa, pero no quiere subir, lo que antes era casi idílico ya no lo parece tanto.

El marinero da media vuelta y la busca con la mirada, busca sus ojos llenos de reproche, la busca intentando encontrar sus mejillas cubiertas de lágrimas y de sueños rotos, sabe que estará allí esperando como siempre, con las ilusiones quebradas de las que el marinero nunca se siente culpable, de las que el marinero siempre alimenta su ego.

Él la mira. Ella, está ahí con el retoño en los brazos apretado contra el pecho. Ella tiene los ojos hinchados y los abre mucho de la sorpresa al ver que el marinero no subió al barco, sin embargo, ella da un paso atrás.

El marinero no se ha ido, el marinero planea cumplir su promesa esta vez, ella se limpia como puede las lágrimas de las mejillas, es como si le viera por primera vez, ahora en que el otoño ya se a instalado ella puede ver que la playera del marinero no es tan blanca si no que amarillea, que su sonrisa tal vez no es tan esplendorosa como aparenta cuando se le ve a través del llanto. Es cuando ella por fin se da cuenta que el morral del marinero está raído y vacío, que el marinero no tiene nada en realidad salvo promesas que es incapaz de cumplir.

Y es ahora cuando el otoño se ha instalado cuando es ella quien da media vuelta, dejando al marinero sorprendido, tal como se quedó ella aquella primera vez en primavera.

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6 comentarios

  1. 1. isan dice:

    Hola A.J. Cortés:

    Te comento en primer lugar alguna cosilla de forma que yo cambiaría.

    En el segundo párrafo le iría mejor un punto en lugar de coma después de “blanco”.

    “…sabe que no es verdad, sabe que miente, sabe que ella le cree.” O no entiendo bien el significado, o hay una contradicción entre “sabe que no es verdad” y “sabe que ella le cree”. Por otro lado hay cuatro “sabe” que parecen muchos a no ser que quieras hacerlo para darle más énfasis al verbo.

    “El marinero le dice que la ama aquella primavera, pero como siempre la abandona cuando el barco zarpa.” No veo bien esta frase. No entiendo la primera parte. ¿Se lo ha dicho en primavera? ¿ama la primavera? ¿solo la amó aquella primavera? Por otro lado “como siempre” debe ir entrecomas ya que es un inciso.

    “…el otoño ya se a instalado…” esa A es con hache del verbo haber.

    En cuanto al fondo. Me ha parecido un drama bastante bien llevado pero un poco largo para mi gusto. Resulta un poco repetitivo: le ama le cree, no le cree, le miente, se va. A ver, no está mal porque narra una vivencia, pero igual se podría decir de otra manera.

    Lo que más me ha gustado ha sido el puntazo final. Cuando esperamos que de una vez aparezca la frase “el marinero no subió al barco” y con el chiquillo por medio haya un final feliz, nos sorprendes con la decisión (acertada para mi gusto) de ella y le deja plantado. Ya había notado que, además de mentiroso estaba viejuno como su playera. Y la metáfora del macuto vacío me parece muy buena.

    Ha sido un placer.

    Un saludo.

    Escrito el 17 enero 2018 a las 21:25
  2. 2. Raquel Aparicio dice:

    Me ha encantado el final, lo estaba esperando, es que si no le deja me habría defraudo todo el relato. A veces idealizamos y luego no es para tanto. Muy bien!, Bravo por ella. Es verdad que hay muchas repeticiones, en mi relato también he repetido mucho y me lo han indicado. Gracias a los expertos por ayudarnos a mejorar. Me ha gustado. Gracias

    Escrito el 18 enero 2018 a las 13:01
  3. 3. Simon Martin dice:

    Hola A. J. Cortés:

    El giro al final del relato es muy bueno. Obviamente, sin él no habría existido historia. Te felicito.

    A las observaciones de forma realizadas por Isan voy a añadir un par más. En el siguiente párrafo veo que hay que manejar más cuidadosamente la puntuación: “ Cuando la primavera está al borde de convertirse en verano el barco regresa y ella como siempre está allí, lleva un bebé diminuto en los brazos, el marinero baja por la rampa con un morral verde conteniendo sus pocas posesiones, con su playera blanca y su sonrisa refulgiendo, el marinero vuelve y hace promesas que cuando ella ve sus ojos azules sabe que él no va a cumplir”. Después de verano debe ir coma, pues hay inversión de oración secundaria con principal. Después de “allí”, punto seguido o punto y coma. Después de “brazos”, igualmente, otro punto seguido. Después de “posesiones”, otro punto. Son acciones distintas que ameritan una pausa mayor que la coma. Con esa puntuación, incluso, te puede ser más fácil eliminar alguna palabra “marinero”, de las que abundan en el texto. Por ejemplo, después de “refulgiendo”, tranquilamente puedes quitar ese sustantivo.

    El gerundio está mal utilizado en “morral verde conteniendo…”, es “morral verde que contiene”.

    En la frase “El marinero pone un pie en la rampa, pero no sube, el morral verde con sus únicas posesiones se balancea en su mano, es ligero porque el marinero no tiene nada”, creo que también podrías ensayar un pequeño cambio en la puntuación. Después de “sube” amerita un punto seguido, en lugar de la coma.

    En lo que se relaciona con la historia en sí, lo reitero, es muy atractiva, con un giro final pertinente, lo mejor del relato, como lo dije a un inicio.

    Nos vemos en la próxima entrega. Felicitaciones y a seguir escribiendo.

    Escrito el 19 enero 2018 a las 22:02
  4. 4. Carmen Jódar dice:

    Hola A. J. Cortés.

    En primer lugar, felicidades, me ha encantado tu relato. De principio a fin. Yo no añado nada más porque los compañeros de arriba ya te han corregido pequeños fallos.

    Así que, ¡sigue así! 🙂

    Escrito el 21 enero 2018 a las 20:07
  5. 5. kupuri Tatei dice:

    Hola A.J. Cortes:
    Soy Kupuri Tatei y he leido tu cuento y los comentarios.
    Quiero decirte que en un principio me pareció estar leyendo la primera historia que se viene a la mente, pero avanzando encuentro ideas nuevas que generan imágenes muy creativas.
    Me gustó el final, que me pareció un giro que rompe con la primera idea que tenía de tu cuento, lo que muestra que conoces muy bien hacia dónde te diriges cuando eres el marinero de tu propia embarcación.
    Te invito a que desembarques en el muelle #114-“En el principio ya era el infierno”. Eres bienvenido en mi aportación, leela y destrúyela.

    Escrito el 23 enero 2018 a las 23:14
  6. 6. Charola dice:

    Hola, A.J. Cortes.

    Me gustó tu texto. Es reiterativo porque tiene una estructura de poema. Los compañeros te han dicho cómo solucionar algunos fallos para que el relato sea más fluído, con los que estoy de acuerdo.

    Otros mejorables:

    … cuando regresa y jura que ya no se irá de nuevo, cuando le dice que solo la ama “a” ella…
    … ahora en que el otoño ya se “ha” instalado ella puede ver…

    Muy bien A.J., sigue escribiendo. Me gustó tu estilo. Felicitaciones.

    Escrito el 30 enero 2018 a las 00:09

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