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La mejor pesca del año - por Luis Sandoval

Aquel no sería un día cualquiera, la noche anterior le habían advertido al marinero que a la mañana siguiente zarparían en busca de la mejor pesca de todo el año. “Una muy buena paga te está esperando muchacho” le había advertido el viejo capitán del navío. No era la primera vez que el hombre le decía esto, de hecho, lo había dicho muchas veces sin que resultara cierto hasta entonces. El viejo lobo de mar tenía fama de mentir sobre la buena fortuna que esperaba a los marineros que se aventuraran con él. Cada vez eran menos los hombres que estaban dispuestos a trabajar para él.

El marinero empezó a dudar de su viejo capitán. A pesar de su inexperiencia, aquel hombre le dio la primera oportunidad de trabajar cuando nadie más lo hacía. Después de varias jornadas, el volumen de la pesca apenas daba para pagar algunos gastos del viaje. El salario que recibía el marinero solo alcanzaba para una comida decente al día y para pagar el alquiler del pequeño cuarto donde pasaba las noches. En aquel pequeño pueblo pesquero corría el rumor de que el viejo capitán había perdido el toque para encontrar los lugares de buena pesca, que los años le pesaban demasiado a aquel hombre.
“Zarparemos a las 8 de la mañana muchacho, contigo o sin ti. Será mejor que no pierdas la oportunidad de hacerte de muy buen dinero”, le había dicho el capitán. El marinero empezaba a no creer en sus palabras, pero en realidad no tenía nada más que hacer, así que decidió hacerse a la mar. Tal vez esta vez tendrían suerte.

La mañana llegó. Apenas se levantó, el marinero tomó unos sorbos del café que quedo del día anterior. De un par de mordiscos comió el trozo de pan que había guardado el mismo día. Salió de su habitación, se despidió de la casera prometiendo traer un buen trozo de filete de pescado para la cena. La mujer en tono burlón le dijo: “moriré de hambre si me atengo a las promesas de ese viejo capitán tuyo”. El Marinero prefirió no contestar, corrió calle abajo, hacia el puerto. En aquel pequeño pueblo pesquero, aquella calle bajaba directo al muelle.

El marinero no estaba seguro de la hora. Apenas había caminado unos metros cuando escuchó las campanadas de la torre de la única iglesia del pueblo. Así se dio cuenta que la misa de 7 estaba por iniciar. Algunas mujeres, ancianas en mayor número, a paso lento se dirigían a la iglesia. El mismo decidió no apresurarse, tenía tiempo de sobra para llegar al barco que lo esperaba en el muelle.

Entonces la vio. La joven mujer apareció por una calle lateral de la iglesia, paso frente a esta y siguió calle abajo rumbo al muelle. No fue difícil distinguirla de las otras mujeres. Era mucho más joven y más bella que cualquiera. Llevaba puesto un sencillo vestido en color amarillo muy claro, con un cinturón de listón que bien marcaba su esbelta cintura. La falda que le llegaba apenas por debajo de la rodilla dejaba ver sus pantorrillas torneadas y sus pies pequeños dando pasos firmes al caminar. Aquella chica tenía una piel perfectamente bronceada, que hacía juego con su negra cabellera y sus ojos de color café claro. Nunca había visto a un artista de cine, pero pensó que así debía lucir la protagonista de una película.

El marinero camino detrás de la mujer, por la acera de contraria. Un par de calles mas adelante, la mujer entró por la puerta de la única panadería del pueblo. Desde la acera de enfrente, a través de la ventana principal el Marinero observo como la mujer saludaba al dueño de la tienda mientras se colocaba un delantal blanco. El propietario dejó la habitación al frente de la panadería, seguramente para continuar con la elaboración de pan en la parte posterior. La mujer se colocó detrás del mostrador en espera de los clientes.
El Marinero permaneció frente al establecimiento por varios minutos, observando a la mujer. Volteó repentinamente hacia el muelle, calle abajo. Pudo ver la punta del mástil principal del barco que lo esperaba por encima de las azoteas de los edificios frente al puerto. Dudo. Poco a poco volvió la mirada al interior de la panadería, donde se encontraba ella, indiferente a lo que sucedía fuera. Decidió sentarse en la banqueta sin apartar la vista de la mujer. Ese día el Marinero no subió al barco.

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5 comentarios

  1. 1. Don Kendall dice:

    Hola Luis Sandoval,
    Me corresponde hacer el comentario de tu trabajo, según la norma del taller, al estar entre los tres siguientes al mío.
    1 – En lo formal, tal vez convendría una revisión en las tildes, por ejemplo :
    —paso frente
    —el Marinero observo
    —El marinero camino detrás
    —frente al puerto. Dudo.
    2 – En cuanto a la historia, bien parece un epílogo a otra cosa más larga. Teniendo en cuenta que la propuesta del taller es “Móntame una escena”, el trabajo que propones, entra en esa propuesta y como primer borrador, con algún matiz en en la construcción de alguna frase , ejemplo :un cinturón de listón que bien marcaba su esbelta cintura., cumple el objetivo.
    Gracias por ofrecer el trabajo y espero por la continuación, si es que la hay.

    Escrito el 18 enero 2018 a las 12:01
  2. 2. Lucy J.S dice:

    Luis, me ha gustado mucho tu historia, la ambientación y el desarrollo de los hechos son fluidos y acertados. Sigue así, saludos!!

    Escrito el 18 enero 2018 a las 17:35
  3. 3. Naila Laina dice:

    Hola Luis,

    Tildes a un lado, el relato me ha gustado. Mi parte favorita es el relato del dia del ‘embarque’, desde que se levanta hasta que decide no embarcar. Vas ‘siguiendo’ al personaje por la calle del pueblo y esto permite visualizar en una secuencia lo que describes.

    Me pregunto, si el joven marinero se hubiese quedado en tierra de no ser el viejo capitán un mentiroso empedernido..

    Saludos y felices lecturas.

    Escrito el 21 enero 2018 a las 17:13
  4. 4. Servio Flores dice:

    Hola Luis Sandoval, usted se llama como se llamaba mi abuelo materno y esa fue una de las razones para entrar a leer su relato.
    En esta escena yo no participé pero decidí darme una vuelta para ver que encuentro.
    En general me ha atrapado la historia, hace que ciertas cosas resulten interesantes, como el capitán con mala suerte que siempre miente, aunque siento que no lo hace a propósito, eso, como dije, lo vuelve interesante.
    Creo que el relato deja muchos cabos de otras historias por concretarse, así que eso le da un gran potencial para continuarlo.
    Historias como el capitán sin suerte, el joven marinero, la chica guapa… da para mas.
    Saludos.

    Escrito el 22 enero 2018 a las 04:22
  5. 5. Mongope dice:

    Hola, Luís. No me toca decirte nada, pero si puedo voy pasando por los relatos que veo tienen menos comentarios y hoy he llegado al tuyo.
    Es una buena historia, sin duda, y me ha gustado leerla. Lo poquito que yo sé (sé poquito) me gustaría compartirlo contigo, por si te sirve, que creo que sí.
    Cuando un verbo se repite, lo mejor es buscar un sinónimo o montar la frase de otro modo para que no suene repetitivo. Ej:

    Aquel no sería un día cualquiera, la noche anterior le “habían advertido” al marinero que a la mañana siguiente zarparían en busca de la mejor pesca de todo el año. “Una muy buena paga te está esperando muchacho” le “había advertido” el viejo capitán del navío.

    El primer “ le habían advertido” lo podías haber cambiado por “ le habían comunicado”, o algo similar.
    Más abajo: El pequeño pueblo… pequeño cuarto… Tal vez…esta vez. Y alguna otra cosa parecida. Me da la impresión de que no tuviste tiempo de repasarlo.
    Por lo demás, me ha gustado. El final lo has sabido transmitir, de modo que en todo momento he podido ver al marinero:
    Poco a poco volvió la mirada al interior de la panadería, donde se encontraba ella, indiferente a lo que sucedía fuera. Decidió sentarse en la banqueta sin apartar la vista de la mujer. Ese día el marinero no subió al barco.

    Hasta pronto. Nos leemos 🙂

    Montse.

    Escrito el 26 enero 2018 a las 20:23

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