Esta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las << Volver a la lista de textos
¡MADRE! - por Sue
– ¡Madre! Me han dicho en la taberna que el marinero no subió al barco.
– ¿Cómo no? Debería haber embarcado el lunes pasado.
– No, le han visto esta mañana paseando la Calle de Abajo.
– Será otro.
– No, dos personas diferentes me han contado la misma historia. Se burlaban de nosotros y de su buena fe, una vez más. ¡Una vez más, madre!
– ¡Chismes!
– ¡Madre! Acabo de ver a lo lejos al marinero. Cuando nuestras miradas se han cruzado ha corrido hasta un portal próximo. He aporreado la puerta pero no he conseguido respuesta.
– Si de verdad has visto al marinero, ¿quién ha enviado el telegrama que he recibido esta mañana?
– Déjeme verlo.
– No, no puedes leerlo. El contenido es privado.
– ¿Pero qué dice?
– Dice que ha llegado a destino.
– Es imposible en solo unas semanas. ¡Todo el mundo habla de nosotros, madre! El marinero se ha quedado en la ciudad. ¡Vive engañada!
– ¡Mentiras!
– ¡Madre! El marinero me ha saludado en mitad de la calle.
– ¿Qué dices?
– Casualmente nos hemos cruzado cuando volvía del taller y ha levantado la mano a mi paso.
– Le habrás confundido con otro hombre.
– ¿Pero porqué no me cree, madre? ¿Qué más señales necesita?
– No necesito pruebas de ningún tipo porque hoy mismo he recibido una carta. Una página entera escrita por delante y por detrás relatándome sus cuitas. A lo sumo en un mes estará de vuelta.
– Esta carta no tiene sobre, ni sello.
– Aquí lo tienes.
– Se la habrá entregado a un compañero para que la enviase. Ese bastardo algo oculta, nos la está jugando. A usted la primera y a mí por extensión.
– ¡Inventos!
– ¡Madre! Ni siquiera sé para qué me esfuerzo en intentar hacerla entrar en razón, pero tiene que saber lo que me ha dicho el cartero.
– Veamos, cuéntame.
– La semana pasada el marinero en persona le entregó la carta de la que me habló hace unos días.
– ¿Y qué explicación te has inventado para el sello y la estampa?
– Madre, ¿cuántas cartas ha recibido desde el Norte como para poder discernir si se trata de un embuste o no?
– Alcánzame los platos de la alacena, hazme el favor.
– ¡No cambie ahora de tema! ¿Por qué quiere vivir inmersa en la ceguera? Estoy desenmascarando a un impostor y no atiende a mis explicaciones.
– Si estuvieses en lo cierto, ¿qué sentido tendría que el marinero no hubiese partido?
– No es que el marinero no subiese al barco, es que ni siquiera abandonó la ciudad. Está bebiendo el mismo agua que nosotros, comiendo la misma carne, su mierda circula por las mismas alcantarillas y sus pulmones respiran el mismo aire.
– Entonces estaré encantada de que venga a cenar un día de estos.
– Así será y tendrá que darme la razón.
– ¡Madre! El marinero ha desaparecido de la ciudad.
– ¿Cómo ha podido ser?
– Pregunté al cartero, a la mesonera, a los vecinos y nadie tiene noticia. Incluso volví al mismo portal en el que le perdí la pista aquel día que le vi a lo lejos y allí solo viven dos familias de portugueses.
– ¿Te has dado por vencido entonces?
– Se ha esfumado, madre. Como vino, se fue.
– Todo un misterio, hijo.
– ¿Está la cena lista?
– Sí. Pero antes recoge los bultos que hay en la entrada y súbelos a la habitación.
– ¿De quién son?
– Del marinero, que ha regresado esta mañana.
Sue, excelente relato. La forma en que llevas los diálogos me encantó. Sin mayores descripciones, has creado toda la atmósfera del relato.
Felicitaciones. Saludos.
Gran relato. Se siente la desesperación del hijo que nada puede hacer para convencer a su madre. Se siente la angustia de esa incapacidad. Muy bien logrado
¡Muy bueno, Sue! ¡Te felicito por utilizar tan bien los tiempos y decir mucho con poco!
Espero seguir leyéndote.
Soy la literauta 44 por si me quieres leer.
¡Saludos!
Hola Sue:
¡Magnífico relato! La idea de utilizar los dialogoa para ir contando la historia me ha parecido muy acertada además de ingeniosa.
Sin embargo se me han quedado un par de cabos sin atar, aunque nada que desmerezca tu fabuloso trabajo.
No puedo más que felicitarte por tu gran trabajo.
Si te apeteciera pasarte, estoy en el 48.
¡Nos leemos!
¡Muchas garcias por vuestras palabras Roberta, Kurt, Karina y Bea! Paso a visitaron en vuestros relatos para devolveros los comentarios.
Bea, es cierto que he dejado algún cabo sin atar porque mi intención era que al llegar al final el lector no supiese si el personaje mentiroso es la madre, el hijo o el marinero. Pero tienes razón en que quizá me he pasado con el juego y se queda algo cojo el relato en global. Muchas gracias por tu aportación.
¡Hola Sue!
Tu relato me mantuvo leyendo ávidamente hasta el final. El titulo me parece excelente. Es un relato fluido, sus diálogos son muy creíbles por lo sencillo. La lectura tiene un buen ritmo. Me ha parecido muy gracioso la serenidad, la confianza de la madre vs la desconfianza, la angustia del hijo. ¡Dios…! ¿Quién miente? Es lamentable pero no he logrado saberlo, tal vez esa sea tu intención, que quedara la incertidumbre.
He visto unos pequeños detalles de forma, nada de importancia:
• “…A usted la primera y…” cambiar a “…a usted la primera y…”
• “Está bebiendo el mismo…” cambiar a “Está bebiendo la misma
Has separado por bloques, por doble espacio las escenas, debe haber una forma diferente de realizarlo; yo no la conozco. Si logras conocerlo, porfa… avísame para aprender.
Un abrazo
Hola Sue.
Gran relato. Me encantó que cada diálogo comience igual. Ya parecía todo un chiste. Coincido con Doralú. Cuánta fe tiene en su marinero.
Y el final, genial.
Hasta la próxima propuesta.
Hola Sue: Muy buen relato, le has escrito de tal forma que involucras al lector. Ese tira y afloja entre la madre y el hijo está muy bien logrado, tanto como la atmósfera. no le pongo ni una pega.
Saludos.