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El pueblo junto al mar - por Nara

Web: http://www.espacio-independiente.com

Nunca me cansaré de decirlo, ni siquiera a riesgo de sonar repetitivo: el culpable de este maldito desastre no es otro que Robert Finch. Si no me crees, pregúntale a Sam, escogió el peor fin de semana para acompañarnos en una de nuestras famosas escapadas. Pregúntale al pobre si no se arrepiente.
Después de semanas sin salir, aquel viernes Finch decidió que era tiempo de volver a la rutina: nos llevo a la costa y se detuvo en el primer pueblo de pescadores que se nos cruzó. Ya sabes que a Robert siempre le han fascinado los pueblitos recónditos, aunque nunca entendí bien porque nos detuvimos ahí, el lugar no tiene nada de especial: tan solo dos calles, un par de fabricas enlatadoras y el bar local.
En el camino, Robert nos había explicado que desde ese pueblo se podía llegar en bote a un islote que no se encuentra en el mapa, de donde dicen, todos los curiosos desaparecen. Como buenos aficionados a las historias de misterios inexplicables, teníamos pensado convencer a algún local de llevarnos al susodicho islote.
¡Imagina nuestra sorpresa al enterarnos que ningún pescador de aquel pueblo se hacia a la mar desde hacia años!
—¿Acaso alguien mas hace la pesca por ustedes?— preguntó Sam, jocoso, al encargado del bar.
—Algo así— murmuró el hombre, con una de esas sonrisas que te invitan a no preguntar mas. Sam no captó la indirecta.
—¿Existe algo así como un pescador que no pesca?
El encargado le lanzó una mirada asesina.
—Si supiera algo de nosotros entendería, joven, que la profesión se lleva en la sangre. No depende de cuantas salidas diarias hagamos.
El hombre se retiró sin siquiera atendernos.
Aún continuábamos boquiabiertos cuando una muchacha se acercó y, con toda la calma del mundo, nos explicó que a aquel pueblo, como a muchos otros, lo había desangrado la empresa enlatadora. En vista de la injusta competencia, los pescadores locales habían optado por tomar trabajos en las enlatadora.
—¿Entonces no hay nadie que pueda llevarnos en su bote?— insistió Robert.
—Bueno… hay alguien. Pero no se lo recomiendo— dijo la muchacha —Es un bueno para nada y no es de fiar.
—¿Dónde podemos encontrarlo?— preguntó Sam, haciendo caso omiso a la advertencia.
—Pásense por aquí después de las seis. Viene todos los días a la misma hora y es el ultimo en irse.
Permanecimos en el bar cuatro horas, a la espera. El susodicho, un marinero viejo y mal vestido, llegó poco después de las seis. Robert se acercó al recién llegado, le habló de nuestras intenciones y le hizo una propuesta irrechazable: si a la mañana siguiente nos conducía al islote, nosotros le pagaríamos al dueño del bar su consumo de un mes. Maravillado por nuestra generosidad, el hombre nos ofreció conducir el bote nosotros mismos. Robert aceptó sin pensárselo dos veces. El viejo nos explicó como encontrar su barco.
—Una vez que estén ahí, suban con confianza. Yo ya estaré a bordo, vivo ahí.
Cerramos el trato al calor de una nueva ronda de cervezas.
A la mañana siguiente, Robert, Sam y yo nos dirigimos al muelle; encontramos al instante el barco: era el único. Robert subió a la embarcación, impaciente. Le supliqué que no se apresurase, después de todo aun era temprano.
—Tonterías, oíste al marinero, nosotros navegamos. Además, él ya se encuentra adentro.
Antes de que pudiese responder, Sam abordó y no me quedó mas opción que seguirlos. Minutos después, nos dirigíamos hacía la boca de la bahía, confiando en las habilidades de Robert para encontrar el esperado islote.
—Sam, ve y despierta al marinero. Nos estamos quedando sin combustible— ordenó Robert.
Instantes después, Sam reapareció en la cabina de mando, pálido como la muerte.
—El marinero no subió al barco— susurró
—¿Qué?— espetó Robert
—Lo que oíste. Somos los únicos en el barco… además de esto— explicó Sam, mostrándonos un ladrillo de pasta blanca envuelto en plástico transparente, —hay al menos una centena en el camarote.
—Mierda— murmuramos los tres al unísono, con la mirada clavada en el paquete de cocaína.
Creo que ya sabes como terminó todo aquello. La policía marítima llegó de la nada, como si nos estuviesen esperando; todo ocurrió tan rápido que apenas tuve tiempo de registrar lo que sucedía.
¿Qué para que te cuento todo esto, licenciado? ¿Acaso no es evidente? Quiero que sepas la verdad: no soy narcotraficante, toda la culpa es de Robert Finch. Única y exclusivamente de Robert Finch.

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6 comentarios

  1. 1. Everett Russo dice:

    Hola Nara,

    Me ha parecido interesante tu relato; es sorprendente, por el giro de guión del final. Aunque espera un final más misterioso, con el contexto marítimo, un islote donde la gente desaparece, ese capitán del único barco que queda en el pueblo… Cuando terminó la historia con la policía marítima, por un lado me sorprendí, pero por otro lamenté -y esto es una opinión personal- que el relato no tuviera un tono más fantástico.

    Por otro lado, hay algunas partes en las que la historia me da la impresión de que podría ser más robusta. Por ejemplo, ¿por qué se dirijen a un islote y por qué el marinero hace cotrabando con ese lugar? O, ¿por qué no pueden explicar a la policía que ellos eran simples turistas, teniendo en cuenta que hay testigos en el bar y que el barco no es suyo?

    Por lo demás, creo que el texto está bien redactado y la lectura se hace amena. Enhorabuena!

    Seguimos leyéndonos!

    Escrito el 18 enero 2018 a las 00:09
  2. 2. Piquillín dice:

    Hola Nara. Muy buena historia. Considerando el final creo que “el mentiroso” era el narrador y que era efectivamente traficante e inventó todo esa historia para justificarse. Tuve que leerlo un par de veces para ver sé es así, porque es cierto uno se engancha con la idea de un final fantástico.

    Escrito el 18 enero 2018 a las 16:55
  3. 3. Jorge dice:

    Interesante, aunque esperaba más contenido en el cual se explicaran algunas cosas que quedaron sin definirse, como la situación de que era un pueblo de pescadores y nadie pescaba.

    No me queda claro por que la culpa de todo es de Robert, pues los personajes no fueron obligados a participar, siguieron su instinto aventurero.

    Escrito el 19 enero 2018 a las 18:05
  4. 4. Ana dice:

    Hola, Nara. Tu relato me ha parecido ágil y de fácil lectura; ese toque de misterio que aportas al lector al principio del relato hace seguir al lector. Está bien construido, sin embargo, hay algo en el desenlace que se me escapa. No he entendido bien la culpabilidad de Robert. También te digo que esperaba un final fantástico, porque el contenido me conduce a pensar que será así (el islote que no aparece en el mapa, un pueblo de pescadores donde nadie pesca, la descripción de lugar…)
    También destaco como has construido al personaje de Sam, a través de los diálogos.
    Saludos

    Escrito el 21 enero 2018 a las 22:17
  5. 5. Javier López dice:

    Hola, Nara.
    La historia es entretenida, con un interludio a la explicación de lo sucedido a las autoridades en forma de narración. Los personajes tienen personalidad y la trama avanza sin impedimentos, aunque, sin duda, debido a la falta de espacio, a mi me ha faltado más información sobre el trasfondo; en cualquier caso, me he gustado.
    Técnicamente he visto varias cosillas que, aunque son muy superficiales, juntas deslucen el resultado. Sólo las menciono por ayudarte a corregir esos usos que a todos nos cuesta superar, incluido yo mismo:
    Donde dices “… pregúntale a Sam, escogió…” y “nos detuvimos ahí, el lugar ” y después de “Tonterías, oíste …” mejor separar con ;.
    En “… de donde dicen, todos los curiosos desaparecen.” lo escribiría de otra manera. La tuve que leer dos veces y no me convencía.
    Los “más” y “aún” que usas van con acento.
    “Pero no se lo recomiendo— dijo la muchacha —Es un…” Después del guión de muchacha hay que poner punto, puesto que la siguiente oración comienza con mayúscula.
    “Susodicho” es una palabra peculiar para ponerla dos veces, aunque esto es totalmente subjetivo. Así como el abuso del empleo de verbos “dicendi”; no hay que subestimar la fuerza de un buen “dijo”.
    Esto es todo. Espero haber ayudado.
    Un saludo.
    Nos seguimos leyendo.

    Escrito el 22 enero 2018 a las 12:48
  6. 6. Charola dice:

    Hola, Nara.

    La historia promete, pero quedan muchas incógnitas sueltas.
    Me gustó el giro final. No sabía a quién le hablaba y lo del embarque, muy buen giro.

    En cuanto a la forma hay cantidad de tildes que no has puesto que deslucen tu trabajo y las rayas de diálogo están mal puestas.

    Creo que rehaciéndolo sin la presión de las 750 palabras vas a conseguir un buen relato.

    Felicitaciones. Nos vemos en la otra escena. Un abrazo.

    Escrito el 27 enero 2018 a las 20:12

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