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Manuel Salgado, investigador privado, y el caso del marinero - por J.Sfield

Web: http://tecleandoalamanecer.blogspot.com.es/

Manuel Salgado llegó a las seis de la mañana. Un vigilante de seguridad le identificó antes de dejarle pasar al callejón que daba al puerto, donde el cantinero dejó de barrer cristales para franquearle el paso.
—Buenos días, Ramón —saludó. El cantinero lo hizo moviendo la cabeza.
Junto a la cantina, un coche policía y un “panda” al que unos perros morreaban. Caminó un pasillo entre contenedores portuarios y pilas de hierros. Al final, la escena.
El forense, agachado junto al cadáver, en un amasijo de tuberías metálicas justo bajo la borda de una embarcación, dictaba términos técnicos. El inspector Gutiérrez, de pie a dos metros escasos de médico y ayudante, girose al oír pasos.
—Buenos días, Salgado. Empezaba a pensar que no nos honraría con su presencia —ironizó el inspector.
—Hay que usar la cabeza, Gutiérrez. ¿Para qué pasar frío pudiendo esperar a que el doctor tenga avanzado su análisis?
—Pues podría haberse ahorrado el viaje. Aquí no hay caso…
—Cree que se trata de un suicidio, entonces —afirmó Salgado.
—¡Hasta usted lo ve claro!
Manuel disimuló media sonrisa y dejó hablar al inspector.
—El suicidio es la única explicación. El marinero de guardia avisó a las… tres y media —leyó el inspector en sus apuntes—. El vigilante confirma que nadie ha entrado ni salido en las últimas cinco horas. Dentro del puerto solo tenemos al cantinero, al capitán del barco, al marinero que hacía guardia y a quien debía relevarle hace una hora, el fiambre. Los demás, después de cenar en la cantina, salieron del puerto. No han regresado. El imaginaria, muy nervioso, ha declarado que el capitán embarcó a medianoche y el fallecido a las dos y media. Dice que poco después oyó un golpe seco, fue a ver y encontró a su compañero tendido, inerte sobre esos tubos de hierro. Entonces nos llamó.
—¿Y el capitán?
—Poco ha aportado. Cenó en la cantina, volvió al barco y se acostó. Durmió hasta despertarle el marinero de guardia. Y suerte que tenía poco que contar, apesta a enjuague bucal barato que tira para atrás.
—Interesante…
—¿Qué quiere decir?
—Nada nada. ¿Y Ramón, qué ha declarado?
—¿Ramón?
—El cantinero.
—Bueno… Primero quiero oír al forense. Total, está todo claro.
—Cada vez más —dijo Salgado.
El médico forense salió del fárrago de hierros no sin dificultad.
—¿Y bien, doctor? —se adelantó Gutiérrez—. ¿Cayó desde allí arriba?
—Las heridas coinciden con un golpe desde esa altura contra esos hierros.
—¿Conforme, Salgado? Creo que puede volverse a su cueva…
—No vaya tan rápido, inspector. Doctor, ¿encajan las lesiones en un atropello?
—¿Un atropello…? —dudó—. Sí, pero no parece lo más…
—¿No hay rozaduras en la ropa que indiquen eso? ¿Y no cree que falta sangre, que puede haber sido trasladado el cadáver?
—Pues…
—¿No habíamos quedado en que estaba claro lo del suicidio, Salgado?
—No, Gutiérrez. Dije que todo estaba cada vez más claro, no que se trate de un suicidio. El marinero no subió al barco. Ni se tiró por la borda ni fue empujado.
—¿Qué le hace pensar eso? ¿No ha escuchado las declaraciones?
—El marinero de guardia miente. Si alguien cae sobre esos tubos de hierro, no se oye un golpe seco…
—¿Qué pruebas tiene? ¿Cuál es su hipótesis?
—Las pruebas, si no las han borrado los perros a lametazos, las encontrará en el Seat Panda del cantinero; y en su basura habrá cristales del coche, los barrió hace un rato.
—¿El cantinero arrolló al marinero?
—Más despacio, Gutiérrez. Mi conjetura es que después de cenar todos en la cantina y marcharse el resto de los grumetes, quedaron solo los dos marineros y el capitán. Ramón, quien tiene hora de cerrar a las dos, pero a las seis aún estaba aquí, sospecho que montó una de sus famosas timbas. En la última que estuve me desplumaron por cierto. Empezaron a beber, discutieron, o uno acusó a otro de tramposo… Ramón nunca juega. Ni suele emborracharse, pero deduzco que encubre los hechos por miedo a perder la licencia.
»El asesino debió salir con las llaves que Ramón siempre deja colgadas detrás de la barra y esperar a la víctima con el motor en marcha.
—El marinero miente, ¡es el asesino!
—¿Acudiría el capitán al enjuague bucal a las seis de la mañana para disimular el alcohol de su aliento, ante tan hórrida noticia, sin estar implicado?
—Claro, ¡miente por orden del capitán!
—¡Qué perspicaz, Gutiérrez!

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6 comentarios

  1. 1. Berundgaar dice:

    Bueno, bueno…

    Digno de la mejor Miss Marple. Condensado, pero emocionante y el desenlace final, tan lógico como contundente.

    Me he sorprendido a mí mismo leyéndolo con una sonrisa en los labios. Muy buen trabajo, J. Sfield.

    Si quieres pasarte a dar tu opinión, estoy algo más arriba. En el 113.

    Saludos, compañero. Nos leemos.

    Escrito el 18 enero 2018 a las 08:30
  2. 2. Leosinprisa dice:

    Hola J.Sfield, me parecía estar viendo uno de esos capítulos de Poirot o toda esa innumerable lista de famosos detectives que con una sola mirada y muchas sospechas, resuelven los casos.

    Has logrado captar el ambiente del lugar, trasmitiéndolo a quien lo lee con una certera intuición. Muy entretenido y hábil, mi enhorabuena.

    Cosas que he visto que podrías arreglar: en la frase —Nada nada. ¿Y Ramón, qué ha declarado?, yo le pondría —Nada, nada. ¿Y Ramón, qué ha declarado?, la coma entre los “nada”.

    El los párrafos: “Junto a la cantina, un coche policía y un “panda” al que unos perros morreaban. Caminó un pasillo entre contenedores portuarios y pilas de hierros. Al final, la escena.
    El forense, agachado junto al cadáver, en un amasijo de tuberías metálicas justo bajo la borda de una embarcación, dictaba términos técnicos. El inspector Gutiérrez, de pie a dos metros escasos de médico y ayudante, girose al oír pasos”.

    Yo lo uniría en uno solo, al final de “…la escena”. Seguiría la frase …El forense… para hacerlo un único párrafo.

    Ha sido un placer leerte. Un saludo.

    Escrito el 18 enero 2018 a las 14:39
  3. 3. Yoli L dice:

    Hola J.Sfield

    Desde el título intuí que me iba a encontrar con una trama al estilo de Poirot y otros detectives que leemos.

    Logras proyectar imágenes y se entiende bien el relato.

    Entre los mejorables te aporto:

    —Nada nada. ¿Y Ramón, qué ha declarado?

    Mejor a mi entender:
    —Nada,(la coma)nada. Y Ramón, ¿(aquí el signo pregunta)qué ha declarado?

    Gracias por permitirme aprender analizando el texto.

    Por si me quieres visitar, estoy en el #31 El espía https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-50/9169

    ¡Nos leemos!
    (¯`•¸•´¯)YOLI(¯`•¸•´¯)

    Escrito el 25 enero 2018 a las 22:13
  4. 4. Charola dice:

    Hola, J.Sfield.

    Buen relato. Me gustó. Aunque tuve que leerlo dos veces.

    Algunos mejorables:

    En general cuando iba leyendo me dio la impresión de que en el relato había muchas palabras: cantina y cantinero, sobre todo en la primera parte.

    -En esta frase: Junto a la cantina, un coche policía y un “panda” al que unos perros morreaban. Me parece que debía de ser Panda con mayúscula, pues se trata de una marca de coche.

    – Dentro del puerto solo tenemos al cantinero, al capitán del barco, al marinero que hacía guardia y a quien “debía” relevarle hace una hora, el fiambre. (debían)

    -Doctor, ¿encajan las lesiones en un atropello?
    Debía ser:
    Doctor, ¿encajan las lesiones con un atropello?

    -Ramón, quien tiene hora de cerrar a las dos, pero a las seis aún estaba aquí, sospecho que montó una de sus famosas timbas.
    Podría ser así:
    -Ramón, quien tiene hora de cerrar a las dos, aún estaba aquí a las seis. Sospecho que montó una de sus famosas timbas.

    Felicitaciones. Nos seguimos leyendo.

    Escrito el 26 enero 2018 a las 00:16
  5. 5. LUIS dice:

    Hola, J.Sfield. Soy Luis(130). Buen relato de investigación. A mi también me pareció seguir una serie como Poirot, o misterios de Laura. Felicidades. Hasta la próxima propuesta.

    Escrito el 27 enero 2018 a las 14:03
  6. 6. Laura dice:

    Hola J.Sefield.
    Gran relato.Nada que señalar, más que el espacio entre los guiones.

    Hasta la próxima propuesta.

    Escrito el 29 enero 2018 a las 00:23

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