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YOLOT (CORAZÓN DE UN AZTECA) - por Calèndul

YOLOLT ( CORAZÓN DE UN AZTECA )
Desde bien pequeño aprendí a nadar, a pescar y a tripular un barco de mano de mi padre, el admirado marinero Tonatiuh, “el gran Sol” de nuestra tribu, como así le llamaban. Tonatiuh me llevaba siempre con él a todos lados porque yo era el primogénito de nuestra numerosa familia.
Se reía muchas veces de mí y acababa dándome una palmada de afecto en la espalda cuando yo teorizaba sobre la inutilidad de nuestros dioses y sobre la de esos sacrificios de sangre en su honor que yo calificaba de tan innecesarios e inhumanos.
“No seas tan blando de corazón, Yololt. Incluso ofrecer nuestra vida es una ofrenda minúscula para agradecer la protección que aquí y en el más allá nos regalan nuestros dioses, hijo. Así que respeta y venera ciegamente y siempre los ritos de tu pueblo” me repetía él convencido.
Pero yo también desconfiaba de la devoción que se me había obligado a manifestar siempre hacia nuestros brujos sabios. Pude comprobar que realmente eran unos eruditos en muchas materias y de hecho eran ellos los que nos transmitían buena parte de nuestros conocimientos. Pero de esos poderes sobrenaturales que casualmente sólo ellos parecían tener y que manifestaban con tanta teatralidad ante todos, yo tenía mi propia teoría: era todo una sarta de mentiras muy bien entrelazadas y escenificadas para embobar y confundir y así perpetuar su permanencia en lo más alto de la escala social.
Un buen día que estábamos pescando en barco apareció por nuestra costa un galeón español. Un barco de gran majestuosidad nunca vista antes por nuestros mares.
Nos acercamos a él en alta mar y, con nuestra hospitalidad innata y tan confiada, ofrecimos al marinero, que parecía capitanear el gran barco, que subiera a bordo del nuestro pero el marinero no subió al barco.
Horas después los extranjeros desembarcaron en nuestra costa, les invitamos a alojarse y a comer con nosotros y, al ellos cerciorarse de la increíble riqueza mineral de nuestro entorno unos días después, decidieron establecerse entre nosotros para siempre.
Pasados seis meses de su llegada, ocurrió algo devastador y tuve que maldecirme por yo nunca haber alertado a nuestro tlatoani, gobernante, alojado en una población de las montañas del norte, de aquello que sólo yo parecía sentir: nuestros brujos eran unos farsantes.
Si bien es cierto que he de admitir que nuestros brujos en alguna ocasión parecían haber curado a alguien de algún mal, esta vez no pudieron evitar que aquel mal pandémico empezara por llenar la piel de nuestros jóvenes con pequeñas ampollas de líquido transparente, que luego se convertiría en pus y finalmente en costra, para darles muerte después y seguir arrasando del mismo modo con la vida de casi toda nuestra población indígena. Y además nuestros brujos, para justificar su evidente incompetencia, aseguraron que eran los dioses de aquellos hombres europeos foráneos los que habían propagado su maldición con este mal por todas las poblaciones aztecas.
En estos últimos seis meses las calles se han llenado de cuerpos humanos inertes a diario. Apesta. Los pocos soldados nuestros que aún están vivos están demasiado debilitados por el virus como para poder apartarlos y ayudar. No hay quien recoja las cosechas. No hay quien pesque. No hay quien haga el pan. Muchos mueren de “huizault”, la gran lepra, y otros simplemente de hambre. Tonatiuh, y el resto de mi familia, murió. Y mi corazón y mis manos no dan abasto. Pero sin embargo, ¡estos condenados brujos sí que siguen vivos!

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7 comentarios

  1. 1. Laura dice:

    Hola Calendul.
    Muy buen relato.
    Desde lo personal, no hubiese empleado tantas palabras sólo conocidas por los españoles si se trata de un primer encuentro de los aztecas con ellos. Pero es posible si ha tenido tiempo de aprenderlas.
    Hasta la próxima propuesta.

    Escrito el 18 enero 2018 a las 11:27
  2. 2. Everett Russo dice:

    Hola Calendul,

    Felicitaciones por el texto, me ha gustado bastante, tengo debilidad por la historias que nos trasportan a lugares y épocas recónditas. Hay que valorar, también, el esfuerzo que haces/hacéis por documentarte/os al escribirlos.

    La historia que nos cuentas se lee con facilidad y está bien narrada; sin embargo, tengo dos problemas con tu relato. El primero es que me da la impresión de estar leyendo un ensayo histórico y esto, creo, es por el vocabulario que utilizas. Algunos ejemplos: “teorizar”, “inutilidad”, “calificar”, “eruditos en muchas materias”, “sarta de mentiras muy bien entrelazadas”… Esto es lo que a mí me ha sacado un poco de la historia. Pienso, y es solo mi opinión, que usando palabras menos técnicas y formales, el relato ganaría mucho.

    Por otro lado, la visión que tiene el chico sobre su propia sociedad, y en especial sobre los brujos, me parece que está demasiado tamizada por nuestros conocimientos y pensamientos actuales. Me cuesta creer que un protagonista de la época fuera capaz de tener esos pensamientos, más bien me ha dado la impresión de que eras tú el que hablabas a través de él. En ese sentido, creo que el personaje está algo falta de vida, de personalidad, de carácter; que carece de verosimilud. Quizá si sus ideas iniciales no fueran tan osadas, tan rotundas… Si hubiera una transformación más gradual…

    A pesar de esto, como dije, me ha gustado y te animo a que sigas así.

    Enhorabuena y seguimos leyéndonos.

    Escrito el 18 enero 2018 a las 18:32
  3. Hola, Calendul,
    La idea es buena y has elegido un narrador muy oportuno, un niño, que presencia la escena desde un lugar un tanto descentrado. Sin embargo le has dado una mentalidad europea actual y esto rompe el hechizo.Jamás podría el hijo de Tonatiuh pensar como piensa, siendo un niño azteca. Ahí tienes un error de caracterización que te hunde el relato que por otro lado es bastante bueno, pero tal como lo pones en palabras de este niño (que te representa a ti, no nos engañemos), suena extemporáneo (no puede saber, por ejemplo lo que es un virus). Es una lástima porque está bien redactado y tiene un cierto interés histórico. Tendrías que repasar la puntuación; faltan comas de vez en cuando.
    En mi opinión, la idea es buena y si trabajas para juntar información antropológica más exacta y ponerte de verdad en la piel de un azteca y te pones a repasar la historia, te puede quedar un relato muy bueno.
    Saludos.

    Escrito el 18 enero 2018 a las 23:36
  4. 4. Cucharilla dice:

    Hola Calèndul,

    La idea y el planteamiento de tu historia me gustan, pero para mí pierde credibilidad con los planteamientos demasiado contemporáneos del niño o el uso de palabras como “virus”. Creo que si afinas un poco el modo en que se plantea dudas sobre los dioses y los brujos y evitas términos desconocidos en esa época puede quedar un relato muy interesante.

    Si te apetece leerme, soy la historia 144. Es mi primera vez aquí y tengo hambre de comentarios.

    Un saludo.

    Escrito el 19 enero 2018 a las 18:18
  5. 5. Judith dice:

    Hola Caléndul,

    Hace unos días leí tu relato porque me llamó la atención el título: por más que soy uruguaya vivo en México hace 6 años y me gusta mucho la riqueza histórica que tiene este país. Ese día que lo leí no tuve tiempo de escribir un comentario, pero ahora me gustaría dejarlo por aquí.

    El relato es muy bueno e interesante. Yo le encuentro un problema principal: tu narrador es de esa época y sin embargo utiliza un vocabulario, términos, complejidad del idioma que no están de acuerdo a su tiempo y el conocimiento del mismo que pueda tener. Podrías solucionarlo cambiando el narrador o cambiando el vocabulario empleado. Corrigiendo eso, la historia es muy buena, llena de recursos históricos.

    Espero te sirvan mis comentarios. Si quieres leerme soy la literatura 27.

    Saludos.

    Escrito el 19 enero 2018 a las 19:03
  6. 6. susylg dice:

    Estoy de acuerdo con Judith sobre el vocabulario, por lo demás me parece una perspectiva muy acertada la del narrador-niño.
    Saludos
    Susylg 30 en el orden de relatos

    Escrito el 24 enero 2018 a las 00:33
  7. 7. Osvaldo Vela dice:

    Hola Caléndul. Como mexicano que soy te felicito por tu texto. La historia vale oro, la trama vale igual y el desenlace no se diga.

    Todo lo que plasmaste llora ante un escenario histórico del México precolonial. Como narrador escogiste un niño Azteca, que por ser infante cumple con un comunicar atractivo e inocente: muy bueno.

    Yo me quedo con esta parte de tu texto pero si debo de reconocer que, los comentaristas anteriores, son certeros en puntualizar un lenguaje fuera de tiempo.

    Con algo de investigación puedes lograr un texto maravilloso: adelante.

    Enhorabuena, un 2018 exitante te espera.

    Escrito el 25 enero 2018 a las 05:44

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