Partir hacia lo desconocido - por Jada Beaumont

Se hicieron las 3 de la tarde. Esa hora de partir hacia algún lugar en el que ni ellos mismos sabían si volverían a su tierra, a su casa, a sus amadas… Pero no tenían elección, era lo que les tocaba hacer a los hombres durante una guerra, por desgracia. Sin embargo, al marinero Marco, no se le daba muy bien hacer caso ni decir siempre la verdad. Nadie sabía que tenía una pareja ni que tenía conocimientos sobre arte, a parte de los de su trabajo. Cuantas más cosas se guardaba para si mismo mejor, ya que sabía perfectamente que a la gente les gustaba destruir las cosas bonitas. Y, sobretodo, no dijo a nadie que tenía un plan, un plan que ni su querida sabía.

Se hicieron las 3 y cuarto de la tarde. Era hora de que el barco se deshiciera de las cuerdas que le ataban al puerto. Las familias y las amantes se despidieron con los ojos lagrimosos mientras los marineros tenían el cuerpo lleno de miedo. Pero nadie se dio cuenta en ese momento que el marinero no subió al barco. Marco consiguió borrar su nombre de la lista de marineros y nadie supo que faltaba uno. Se escondió durante esa tarde y esperó a que se hiciera de noche para ir a casa de su amada para que nadie lo pudiera ver. Llamó sigilosamente hasta que ella lo pudo escuchar y fue a abrir la puerta. Se quedó paralizada, boquiabierta y con los ojos como platos. Él le sonrió y le dijo con firmeza:
-Escapémonos.
-¿Qué? ¿Pero, cómo? ¿Cómo estás aquí? -dijo ella temblorosa, sentándose en el suelo para no desmayarse.
-Me he escapado, querida. Quiero una vida contigo, a tu lado. No quería que sufrieses en mi ausencia.
-¡Estás loco! Te encontrarán y entonces si que no te volveré a ver. -dijo entre lágrimas.
-Por eso nos vamos a escapar, ahora.
-Pero…
-No existen peros. Sabes que es la única forma de asegurarnos de que nuestra historia continúe de forma segura. Iremos de un sitio para otro.
-¿Y cómo sobreviríamos? No sé… no lo veo posible. -dijo ella con los ojos bajos.
-Te he mentido, lo siento. Cuando te dije que estaba estudiando pintura, en realidad estaba trabajando y lo he ahorrado todo. Hay más que suficiente.
-Pero… ¿cómo has estado tanto tiempo estando seguro de que te iba a decir que sí?
-Porque te amo y tu me amas. Tengo mucha fe en nuestra historia. Nunca jamás he estado tan seguro de algo.
-¿Y lo dejamos todo atrás, así, sin más? -dijo preocupada.
-Todo. Todo en el pasado. Cambiémos el presente para vivir un futuro lleno de aventuras. Siempre has querido viajar, ¿verdad?
-Bueno, si… pero es muy arriesgado, creo yo.
-¿Y qué es de la vida si no una gran aventura?
-Tengo miedo… hasta de mi misma porque estoy dispuesta a arriesgarlo todo. -dijo con voz temblorosa.
-¿Entonces es un sí? ¿Partimos para vivir nuestra mejor vida?

Se quedó muda por un largo rato, mirándolo fijamente a los ojos hasta que, finalmente, dijo:
-Sí.

Se hicieron las 4 de la mañana cuando partieron con sus dos maletas pequeñas, hacia algún lugar el cual ni ellos mismos conocían.