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Aguas negras - por John Doe

¿El capitán continúa encerrado?, murmuró Carl, mientras encendía la oxidada lámpara de aceite, el sonido de las agitadas aguas del océano llegaba a través de las rendijas del casco de la nave que escoraba suavemente mecido por las olas.

No lo sé, quizás ya… dijo Gustav mientras observaba las crestas espumosas que el viento levantaba en la superficie del agua iluminada por la luz tenue de las estrellas.

Shhhhhh, no sabemos que puede estar allá afuera, dijo Carl, mientras partía un queso rancio y lo repartía en partes iguales.

Lo sé, lo sé, pero estoy harto de estar confinado en esta habitación, dijo Gustav subiendo un poco la voz.

Una serie de ruidos pausados parecieron venir de la cubierta, mezclados con el crujir del casco mecido por el embate de las olas. Los dos hombres se quedaron inmóviles mirando el techo sobre ellos, intentando determinar la procedencia de los ruidos, que no volvieron a repetirse, poco a poco los dos hombres volvieron a la calma, intentando tragar el queso y el pan duro que comían como cena.

El marinero no subió al barco, dijo Gustav, mientras masticaba la dura corteza del pan. Era un sujeto extraño. Lo vi esa noche. Carl lo miraba con una mezcla de incredulidad e interés, mientras destapaba una botella de ron casi vacía que luego entregó a Gustav. Ya estaba ebrio, prosiguió Gustav, yo le serví un poco de ron que él tomó de un solo sorbo. Y luego seguí en lo que estaba, concentrado en los senos espléndidos de esa muchacha. De pronto se levantó, me tomó por las solapas de la chaqueta y me estampilló contra la pared herrumbrosa del lugar. Yo podía sentir su aliento de ron en mi cara. Me dijo en un susurro: no vuelvas a ese maldito barco, ya está condenado, yo he visto lo que llevan, he visto esa carga inmunda, y el brillo terrible en los ojos del capitán. Luego me soltó y salió como si nada a la fría noche del puerto.

Gustav calló de repente, y se quedó observando las largas sombras que producía la lámpara sobre la madera desgastada del barco.

Buena historia, pero me imagino que es otra de tus mentiras, dijo Carl.

No espero que me creas pero ese marino…

Shhhh, escucho algo… dijo Carl, a lo lejos el rumor del mar traía el sonido de voces humanas, los dos hombres se levantaron tratando de esclarecer los lejanos gritos que traía el viento.

El rostro de Gustav se transfiguró de repente en una mueca horrenda de terror. Debemos avisarles para que no se acerquen, dijo, esta plaga no debe salir de este barco.

Carl asintió sin mucho ánimo. Los dos hombres llegaron hasta la cubierta, adelante iba Gustav que miraba con terror los cuerpos hinchados de la tripulación estragados por horribles pústulas y con los ojos devorados por la plaga, algunos cuerpos eran consumidos por enormes ratas mientras la luz de la lámpara arrojaba sombras por todos lados.

Gustav logró observar a través de la niebla, la silueta negra del barco que se acercaba por babor, las luces de aquella goleta aún eran pequeñas y distantes. Gustav comenzó a gritar, agitando los brazos intentando disuadir al barco que se acercaba lentamente.

Carl se acercó a Gustav y con un movimiento rápido, acuchilló en repetidas ocasiones al hombre delgado. Lo siento, dijo Carl mientras depositaba el cuerpo sobre la cubierta, la sangre oscura comenzó a cubrir la madera de la cubierta. Luego tomó la lámpara de aceite y la arrojó sobre el petróleo que aún quedaba, las llamas crecieron rápidamente, consumiéndolo todo, el cuerpo devorado del joven grumete y del contramaestre con su brazo extendido hacia el cielo, las pústulas negras estallaban y un rugido terrible pareció subir de la bodega de carga. Carl se lanzó al mar mientras veía las luces del barco que se acercaban a través de la niebla.

El primer oficial del barco se le acercó y le extendió una botella llena de ron que Carl apuró de un solo trago. Déjenlo tranquilo, mañana nos contará lo que le sucedió a su embarcación, ahora vayan a descansar, dijo aquel hombre mientras se alejaba por la cubierta.

Carl miro su brazo herido, unas pequeñas pústulas comenzaban a aparecer a lo largo del brazo. Cubrió como pudo las llagas con la manga harapienta de su camisa, apuro otro trago de ron y observo la silueta lejana del barco que comenzaba a sumergirse en las aguas oscuras devorado por las llamas.

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3 comentarios

  1. 1. Aqua dice:

    Hola, John.
    En primer lugar decirte que no sé si ha sido un fallo de edición o qué ha ocurrido pero los diálogos no están escritos correctamente (falta la raya, puntos, comas…). Esto hace que la lectura sea bastante difícil ya que no es fácil diferenciar un diálogo de lo que no lo es.
    Por otro lado. la historia en sí es buena y te expresas bien así que, si mejoraras esos detalles de forma, probablemente engancharía bastante al lector.

    Escrito el 18 enero 2018 a las 19:42
  2. 2. Juan Nadie dice:

    Confirmo el anterior comentario. El tema está bien, el final abierto da para pensar. Pero los diálogos son, a veces, un poco confusos.
    A parte de esto creo que la temática esta bien buscada.
    Un saludo.

    Escrito el 19 enero 2018 a las 11:21
  3. 3. Mongope dice:

    Hola, John,
    He leído varias veces tu relato. Pienso que el argumento es bueno. Hay párrafos en los que se entiende perfectamente y la lectura es interesante. Sin embargo otros son bastante confusos, precisamente por lo mismo que dicen los anteriores comentarios: Los diálogos quedan enmascarados por el narrador de la historia lo que hace que uno se pierda. Creo que si este mismo relato lo repasas y pules, quedará estupendo.
    Y una cosa que aprendí, creo, en alguna parte de este blog: Adjetivos los justos. A mi modo de ver los utilizas demasiado. Ya te digo a mi modo de ver, no soy ninguna entendida.

    ¡Nos leemos!

    Escrito el 19 enero 2018 a las 19:56

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