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Palabra de navegante - por Blanche

Palabra de navegante

Entonces el marinero subió al barco. Era joven, muy joven, y aquella era su primera travesía por aguas ásperas y furiosas. Era un marinero improvisado, claro. Y estaba allí casi por casualidad; lo habían convocado para reemplazar a un navegante ya entrado en años que durante un buen tiempo -ya se intuía- no volvería a surcar los mares por su adicción al alcohol.

El periplo lo entusiasmaba. Había esperado ese momento desde que tenía uso de razón y todavía le palpitaba el corazón cuando, desde el puerto de pescadores de su pueblo, veía una nave desaparecer en el horizonte. Era pobre y no conocía más. Ser marinero y subirse a un barco era la lo único que tenía a mano para salir de la comarca. Y así abordó. Esperanzado, eufórico, feliz.

Ahora le tocaba a él alejarse del muelle. Ahora era él quien se perdía en el mar. Ahora sí, su horizonte se volvería infinito.

No solo dejaba atrás la tierra firme. También a su familia, algunos amigos, al bar de siempre y las discusiones estériles, a sus pocos amores y a los muchos desamores. Pero sobre todo, dejaba atrás a su padre, el hombre al que más se parecía en el mundo, y eso sí le dolía un poco.

Entonces el marinero subió al barco. Mientras zarpaba, no podía dejar de pensar que con apenas 19 años estaba a punto de hacer lo que su padre también había deseado, en vano, desde el fondo de su alma.

Como él, también había querido atravesar océanos; había soñado cada noche con vestir la gorra de capitán y mover el timón hacia un destino más prometedor que el suyo. Conocía los mares como si los hubiera navegado milla a milla. Como él, su padre hubiera querido tener el coraje para subirse al barco. Pero no, el marinero no subió al barco. No lo hizo nunca. Y su hijo no acababa de entender por qué.

Oportunidades no le faltaron. Una vez fue reclutado por un grupo de pescadores que -le dijeron- necesitaban un hombre que supiera algo de electricidad para hacer pequeñas reparaciones a bordo. Otra vez lo vinieron a buscar porque, como le ocurriría años más tarde a su propio hijo, la tripulación necesitaba con urgencia un reemplazo. Y, lo que nunca olvidaría, cuando lo invitaron al barco más grande que jamás había visto anclado en el puerto.

Pero en una ocasión tras otra, este marinero se empecinaba en decir que no. A veces porque estaba enfermo, otras porque no podía abandonar a su mujer por tanto tiempo, y otras porque su hijo lo necesitaba. Hubiera respondido que sí cada vez sin dudarlo un segundo, si no fuera por la promesa que había hecho hacía exactamente 18 años.

Desde entonces, como un niño, se conformaba con mirar los barcos partir y convertir esas miradas en largos viajes hacia su propia imaginación. Imaginarse marinero; imaginarse navegante; imaginarse vivo entre la bravura de olas saladas; imaginarse valiente.

Así, alentó a su hijo a conocer el mar y, desde tierra firme, se proyectó en sus sueños, en los sueños que él mismo había acunado como acunó a su propio niño a punto de morir cuando todavía no tenía un año de vida y se juró a sí mismo no volver a pisar el mar si el crío se salvaba.

En eso pensaba el marinero en tierra mientras veía a su hijo partir. En que la promesa había valido bien la pena.

Dicen que el marinero navegó sin parar durante quince años, conoció los mares más profundos y las tierras más recónditas, y que volvía a su pueblo cada tanto para estar con su familia, visitar a sus amigos o tomarse una copa en el bar de siempre. Y sobre todo, para saber de su padre que, a pesar del tiempo y la distancia, seguía siendo el hombre al que más se parecía en el mundo.

La última vez que volvió a casa, el hombre ya no estaba en porche para recibirlo. Supo en ese instante que ahora le tocaría a él cumplir la promesa que se hizo a sí mismo antes de su primera aventura hacia el horizonte.

Entonces el marinero sí subió al barco y sus cenizas danzaron por fin, valientes, sobre las aguas más ásperas y furiosas. Ese día comprendió que las promesas nos pueden salvar de la muerte, pero sobre todo, nos pueden salvar de la vida. Palabra de navegante.

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11 comentarios

  1. 1. Elíot Sag dice:

    Muy emotivo para quien valora el valor de la palabra, lo único que yo digo, que es lo único que depende de nosotros, nuestra palabra. Yo uso palabra de vasco. Y a esta respeto

    Escrito el 17 enero 2018 a las 19:38
  2. Hola Blanche.

    Has creado un relato muy emotivo. Has metido todo un mundo, pasado, presente y futuro en menos de 750 palabras (no las he contado).
    Me parece un arte cuando el escritor es capaz de pintarnos un cuadro como tú lo has hecho. Me he dejado navegar por ese mar áspero y furioso con el suave balanceo de una hamaca. Porque aunque el relato suene duro en algunos pasajes, tus palabras son dulces y emotivas y transportas al lector con suavidad por ese mundo que has creado.

    En el terreno formal no he notado nada que me llamase la atención. Siento no poder serte de más ayuda.

    Me ha gustado mucho la historia de tus dos marineros.

    Nos seguimos leyendo.

    Un saludo.

    Escrito el 17 enero 2018 a las 22:42
  3. 3. Sue dice:

    ¡Hola!
    He disfrutado tu relato tanto como ha emocionado. Me ha gustado sentirme mecidapor tus palabras a lo largo de la lectura.
    A pesar de la sencillez de le historia, me parece una alegoría preciosa de la paternidad. Como nuestros padres y madres proyectan sobre nosotros sus anhelos y los sueños que a ellos les han quedado por cumplir. Es emocionante como el padre vive a través del marinero la emoción de embarcarse por primera vez.
    Mi enhorabuena.

    Escrito el 19 enero 2018 a las 16:09
  4. 4. Roberta dice:

    Blanche, tu relato es simple, breve y es increíble como pudiste contar una historia potente por su simpleza, y de gran emotividad.
    Gracias por leer mi cuento.
    Felicitaciones, saludos.

    Escrito el 19 enero 2018 a las 22:34
  5. 5. Elrecreo dice:

    Hola Blanche!
    Tu relato me ha gustado. Tiene ritmo y es de fácil lectura. Desde el punto de vista formal pocas cosas que reseñar, quizá sustituiría “-le dijeron-” por “(según le dijeron). Desde el punto de vista estructural no veo ningún problema, el cambio del punto de vista del hijo al padre se hace sin problemas, aunque quizá por breves momentos no sabía quien era el personaje principal si el hijo o el padre, pero luego al final lo resuelves bien. El final de la historia está bien aunque como ya comento otras veces quizá una imagen vale más que mil palabras y pudieras haber jugado con la imagen del hijo tirando por la borda sus cenizas y hablándole en alto en lugar de narrarlo.
    Felicidades! buen relato

    Escrito el 20 enero 2018 a las 12:25
  6. 6. Simón Martín dice:

    Blanch, tienes un relato sencillo (no simple), sin aspavientos, de lectura fluida y con gran ritmo. Te felicito, de veras. Es un buen ejemplo de que no es necesario ni la gran historia ni las palabras y las imágenes rebuscadas. La sencillez, la dificilísima sencillez, como diría Miguel de Unamuno.

    En ese sentido abona la puntuación, que está casi que impecable. Digo caso porque hay una frase separada de puntos y comas, cuando solo amerita separarse con comas. Está en el noveno párrafo y comienza con “Imaginarse”. Por lo demás, ¡todo bien!

    Escrito el 20 enero 2018 a las 22:33
  7. 7. Karina dice:

    Eliot, Jean, Sue, Roberta, Elrecreo y Simón: muchas gracias por tomarse el tiempo de leer y comentar, y también por sus aportes, todos muy acertados.
    Es mi primera incursión en Literautas, y de veras que la he pasado bien escribiendo, leyendo, intercambiando. Una experiencia que vale la pena.
    Espero que nos sigamos encontrando.
    ¡Saludos para todos!

    Escrito el 22 enero 2018 a las 20:30
  8. 8. susylg dice:

    Karina, yo también opino que es un relato cargado de sentimientos y emociones. Me gustó el mensaje que nos deja el hombre de mar, su palabra es sagrada. Seguí escribiendo ya que tu primera incursión ha sido muy positiva. Te invito a comentar mi relato es el 30 para intercambiar opiniones. Saludos.

    Escrito el 23 enero 2018 a las 00:32
  9. 9. isan dice:

    Hola Blanche o Karina, tanto monta, monta tanto:

    Me ha sorprendido este cambio de protagonista. Empieza siendo el hijo y, a medio camino, se cambia al padre. Luego he comprendido que, en realidad estamos hablando de lo mismo. Porque el Padre se proyecta en el hijo y el hijo cumple los anhelos del padre.

    Me ha perecido un relato magistral. Lleno de sentimiento. Me ha gustado cómo has empezado con el hijo en las aguas ásperas y crispadas y cómo ha terminada el padre en las mismas. La sintaxis, la puntuación, el uso de las palabras, perfectas. Da gusto leer un relato pulcro como es este.

    Lo único que comentaría es el pensamiento filosófico del final. No termino de ver en el relato. Porqué el marinero llega a la conclusión de que “las promesas nos pueden salvar de la muerte, pero sobre todo, nos pueden salvar de la vida.”

    Me uno a las felicitaciones del resto de comentaristas y espero seguir disfrutando con tus relatos. Eso sí, dime con qué nombre te puedo buscar, si Karina o Blanche.

    Escrito el 25 enero 2018 a las 20:23
  10. 10. María Kersimon dice:

    Hola, Blanche,
    Gracias por tu visita a mi relato y tu amable comentario. He seguido con mucho interés los vaivenes de tu personaje de tierra a mar y de mar a tierra, cumpliendo con sus lealtades y realizando el sueño de su progenitor, hasta el final, brindándole un definitivo descanso marino. Tu texto está lleno de emoción, bien redactado y con un vocabulario rico. Podría beneficiarse, quizás, de una mayor claridad en los cambios de narrador. A mí me ha resultado fácil reconocer quien era quien pero encuentro que ganaría. Quizás sería oportuno también evitar algunas repeticiones (el marinero subió al barco) porque al librarlo de redundancias,se aligera el texto. Encuentro que le falta algo inesperado, un imprevisto que rompa la previsibilidad que todo el texto tiene. Esto no impide que esté muy bien y te felicito por él.
    Saludos.

    Escrito el 30 enero 2018 a las 15:37
  11. 11. Karina dice:

    Gracias a todos por sus comentarios y correcciones, todas de recibo.

    Isan, muy buenas tu apreciación sobre la promesa del final. Quise hacer un juego de palabras con el tema de salvarnos de la muerte, que fue lo que hizo el padre por él privándose de lo que más deseaba. De alguna forma, quise decir que su hijo supo siempre que cuando murieran su padre lo iba a salvar de la vida, de esa vida privada de mar. Tal vez no se haya entendido.

    María, estoy de acuerdo contigo en que falta claridad en el cambio de protagonista (el narrador es siempre el mismo). Voy a trabajar en ello. Y sobre las repeticiones, fueron asbolutamente adrede, como una manera de dar distintos contenidos a la misma acción de subir al barco.

    Gracias a todos por tomarse el tiempo de leerme y comentarme. Escribir es tal vez la actividad que más me hace feliz, así que seguiré por aquí. Espero seguir leyéndolos.

    Escrito el 2 febrero 2018 a las 16:55

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