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A-mar - por Tatiuska

Alfonso Ordoñez, había tomado esa decisión tan incomprensible para su familia porque dentro de su corazón todavía seguida viviendo Quico.
Quico, con apenas diez años, había tomado la decisión de ser marinero, porque desde una de las fincas que labraba su familia se veía el mar. Así de simple. Levantar la vista del terruño y ver el destellante reflejo del sol en el agua provocaba en Quico el deseo de empaparse de esa luz, fresca y húmeda, una sensación muy alejada a la que le producía el calor y el polvo que levantaba el tractor de su padre.
-Hoy terminamos pronto el trabajo, verdad, papá, hasta podríamos bajar a la playa si nos dejas…. –proponía mientras miraba de reojo a su hermana mayor, y esbozaba una sonrisa resuelta e irresistible -Si le dejas el tractor a Teresa podremos ir con los primos, todos en el remolque.
-Chaval, ¿tú nunca de cansas? –Respondió mientras se secaba el sudor de la cara, y esperaba que la decisión la tomase su mujer -Anda que…! , con la juventud no se puede, eh, Elisa?
-Ya son ganas, sí. Si van los primos y tu tío podéis ir y llevar el tractor, y de paso dile al tío que mañana vamos a la finca del Palomar, y si quieren venir son bien recibidos- soltó con sorna mientras Quico ya apremiaba a Teresa para ponerse en marcha.
Pasar del campo a las olas no le ocupaba más de quince minutos, a la marcha de un tractor trastabillante, por un camino pedregoso cuesta abajo, con un remolque lleno de la liviana carga de alegría y griterío propias de la mocedad.
Oler el mar, dejar que el agua le entrase por la nariz, la boca, lo lavase por dentro y por fuera, sumergirse en él, sentir las olas romper contra su piel, dejarse mecer ligero, flotando, en un estado mixto de relax y alerta, constituía una orgia marina que empapó el alma de Quico hasta la médula. Quería ser marinero, así podría vivir impregnado de mar.
Pasar de los sueños infantiles a la realidad de la vida adulta le llevó a Quico cinco años de estudios en la Escuela de Ingenieros Navales de Ferrol. De la idea de ser marinero lo disuadió su padre, pero no de la de alejarse de la vida marina. Al menos tendría un trabajo mejor pagado, una formación y un estatus que ningún viejo marinero alcanzaría por muchas millas que navegase.
Cuando se enroló por primera vez en un buque de la marina mercante, miró orgulloso como su nombre, Alfonso Ordoñez, estaba plasmado en su uniforme como Jefe de máquinas.
Para vivir en un buque, es necesario ser racional y mesurado, casi estoico. Para ser feliz en un buque, es necesario amar el mar. Tener la mente fría y el corazón de poeta, así era Alfonso Ordoñez.
Durante años ejerció su profesión con pasión y buenos rendimientos económicos. Nunca le faltaron buenas ofertas, ni largas travesías, en las que pudo conocer el color, el olor y carácter de los océanos de todo el mundo. Pisaba tierra como una ballena varada, a la espera de la siguiente marea para poder zambullirse de nuevo.
-¿Papá, este año pasarás la Navidad en casa, con nosotros?- Quico alzó a su pequeña en brazos mientras su hija le miraba muy atenta – Cariño, este año no podremos estar juntos, sabes que me necesitan en una ruta que pasará por Panamá, ¿recuerdas?, el país del canal que une dos océanos…. Un día lo veremos juntos –dijo, intentando sonreír. –Mañana, mamá y tú me acompañareis al puerto, verás que barco tan grande.
Pero esta vez, el marinero no subió al barco, quién subió fue un hombre ahogado, con el corazón roto de dolor, aplastado por la obsesión de su pasión; y quien quedó en el puerto, observando su partida, ya no era su familia, sino una viuda en vida y una niña que odiaría el mar para siempre.

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6 comentarios

  1. 1. dopidop dice:

    Buenas Tatiuska,

    Me ha encantado el título, totalmente apropiado para el relato. Incluso si no me hubiera tocado comentarte, te aseguro que te hubiera leído igual.

    Es curioso ver como ese sueño que perseguimos, que nos hace tan felices, puede ser una pesadilla para la gente que nos rodea. Y lo duro que resulta darte cuenta de ello… Es un relato tremendo.

    Entramos en el mundo de la infancia de nuestro protagonista, donde todos son recuerdos tiernos y vemos como un joven perseverante consigue su sueño para de repente un día darse la bofetada más grande de su vida.

    La frase de la escena queda genial en el contexto que le has puesto. En general es un relato ameno y fácil de leer. Enhorabuena por tu trabajo.

    En los dos primeros párrafos repites “había tomado esa decisión” y “había tomado la decisión”, que choca un poco al estar tan cerca y ser dos expresiones casi idénticas. Personalmente cambiaría una de las dos por algo similar para que quede mejor.

    Por lo demás nada más que añadir. Muchas gracias por compartir tu relato y espero poder seguir leyéndote por estos lares.

    Escrito el 18 enero 2018 a las 17:18
  2. 2. Tatei Jautze dice:

    Hola Tatiuska:
    Un gusto leer tu trabajo. Me gustó el final que da un giro.
    Yo marcaría lo siguiente:
    “-Hoy terminamos pronto el trabajo, verdad, papá,” por “-Hoy terminamos pronto el trabajo ¿verdad papá?”

    “-Chaval, ¿tú nunca de cansas?” por “-Chaval, ¿tú nunca te cansas?”

    “con la juventud no se puede, eh, Elisa?” por “con la juventud no se puede, eh, ¿Elisa?”

    “el país del canal que une dos océanos….” por “el país del canal que une dos océanos…” solo tres puntos bastan.

    Agradezco mucho tu opinión en mi texto, el #114. Nos seguiremos leyendo.

    Escrito el 20 enero 2018 a las 04:04
  3. 3. Leosinprisa dice:

    Hola Tatiuska, me ha parecido un trabajo muy inteligente, como el título de la obra que has elegido, una curiosa combinación que solo adquiere sentido una vez que has terminado de leer tu historia.

    Solo resaltar que debes usar los guiones largos – en vez de cortos -, y que los signos de interrogación deben abrirse y cerrarse !¡ ¿? no ponerse uno solo al final, por lo demás no tendría nada más que decirte, los compañeros ya lo han hecho.

    Agradecerte tu comentario de mi texto. Ha sido un placer leerte y un saludo.

    Escrito el 22 enero 2018 a las 07:52
  4. 4. Dino dice:

    Tatiuska, ¡qué relato desgarrador! Me dejó un sabor amargo, pero valió la pena leerlo.
    Lo que no me quedó del todo claro fue la primera oración, que luego mi desconcierto se vió acrecentado al enterarme que Quico y Alfonso eran la misma persona. ¿O tal vez no entendí nada?
    En fin, espero que sigas escribiendo.
    Saludos!

    Escrito el 23 enero 2018 a las 18:36
  5. 5. Baltasar dice:

    Hola, Tatiuska:

    Bonita historia y muy bien desarrollada. Escribes con soltura y hasta, a veces, dándole un tono poético a tu narrativa. Te felicito.
    Dicho esto, me vas a permitir, que teniendo facilidad para escribir, desconozcas el uso de la raya (─) en diálogos e incisos, en lugar del guión.
    Permíteme aconsejarte el Diccionario panhispánico de dudas, que encontrarás online, justo debajo del Diccionario de la lengua española.
    Una cosa más: Tu primera frase.« Alfonso Ordoñez, había tomado esa decisión tan incomprensible para su familia porque dentro de su corazón todavía seguida viviendo Quico.
    Quico, con apenas diez años, había tomado la decisión de ser marinero, porque desde una de las…
    Te ruego eches un vistazo, en SIGNOS DE PUNTUACIÓN al 3.4.2.2.2.1. Coma entre sujeto y verbo, de la Ortografía de la lengua española. Detrás de Alfonso Ordóñez no puede haber coma. Y alargando un poco más el párrafo, esos dos casi seguidos «había tomado», hay que evitarlos.
    Algún acento por ahí que sobra y otros que faltan. Poca cosa. Repásalo.
    Y el final. Me ha costado entenderlo en una primera lectura. Luego, creo, murió ahogado en aquel su último viaje. Me despistó «subió al barco ahogado»..
    Me ha gustado. Corrige esas pequeñas cosas.
    Un saludo cordial

    Escrito el 26 enero 2018 a las 20:27
  6. 6. Laura dice:

    Hola Tatiuska.
    Un gran trabajo, con un excelente título y mejor final.
    Ya te han señalado lo de los guiones de diálogo, por lo que no vuelvo a ellos.

    Hasta la próxima propuesta.

    Escrito el 29 enero 2018 a las 00:02

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