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El poeta - por Ramón Temes

El balón se le escapó de entre los dedos y lentamente, con una lentitud desesperante, se adentró entre los palos. Gooooool.
Oscar se sentó en el suelo de arcilla compactada del campo de recreo, escondió la cabeza entre los hombros y deshizo el nudo que le apretaba la garganta con un sollozo. Las lágrimas descontroladas, involuntarias y avergonzadas resbalaron sobre sus mejillas.
Don Manuel, profesor de literatura y árbitro circunstancial, pitó el final del partido y se acercó al chico que lloraba inconsolable.
—Vamos rapaz, que ya tienes 12 años. A veces se pierde y otras se gana. El mundo no se acaba aquí. Hay cosas peores.
Don Manuel tenía razón y Oscar lo sabía. Había cosas peores, cosas que dolían bien adentro y que no se olvidaban fácilmente; cosas terribles, verdaderas culpables de su llanto al recibir un gol sin importancia.
Su madre, la que le había enseñado todas las cosas hermosas, la que le había contado los cuentos más antiguos y explicado los misterios de la luz, del viento y del mar, se estaba muriendo.
El era solo un chico y no entendía bien que se fuera tan pronto. Le parecía increíble y apenas reaccionó, cuando todo pasó. Esa vez no lloró. Las lágrimas se ocultaron y no volvieron a aparecer en mucho tiempo.
En la clase de literatura, Don Manuel nos contaba historias que leía en libros misteriosos. A nosotros nos fascinaban. Podíamos imaginar los distintos escenarios y vivir las historias y sufrir, reir y morir con los personajes. Oscar se aficionó tanto a leer que se quedaba despierto por las noches, horas enteras, leyendo con una pequeña luz bajo las sabanas.
—¿Esa luz! —gritaba su padre desde el dormitorio.
Por aquel entonces, un periódico local organizó un concurso de poesía para niños. En el diario de los domingos se publicarían las mejores poesías de la semana y finalmente se entregaría el premio a la mejor. Los jueces serían los periodistas, expertos escritores y poetas del lugar.
Algunos profesores, entre ellos Don Manuel, encontraron interesante el desafío y pronto los chicos empezamos a aprender las bases de la poesía; la rima, la métrica, las metáforas y nos divertíamos memorizando palabras evocadoras como “tetrástrofo monorrimo” o contando con los dedos las sílabas de un verso.
Y aprendimos sobre el pareado, y el soneto. Experimentamos con el ritmo y la musicalidad. Memorizamos poemas desde Quevedo y Espronceda a García Lorca y Bequer. Poemas tristes y poemas épicos, románticos y de aventuras:

“Y va el capitán pirata
Sentado alegre en la popa …”

Los niños salíamos de la clase gritando pareados insultantes y divertidos. Algunos se iniciaron entonces en la poesía y con tal interés, que nunca más la abandonaron.
Oscar fue uno de ellos. Con la ayuda de Don Manuel escribió un poema a su madre que fue publicado uno de los domingos. No ganó el concurso pero ya nunca más estuvo lejos de la poesía y para nosotros siempre fue “el poeta”.
Hace unos días me lo encontré y recordamos aquellos tiempos de nuestra niñez. Fue muy divertido. Volvimos a vestirnos de Don Mendo y a recitar poemas olvidados. Los dos nos acordamos, con agradecimiento y cariño, de Don Manuel y de la genial idea de aquel periódico de provincias que había marcado nuestras vidas para siempre.
Hoy recibí un correo de mi amigo Oscar con copia de aquel poema a la memoria de su madre:

Madre
Escucho, con el viento, tu mirada
y el mar sabe a la sal
de tu recuerdo

No te vayas aún.
Quédate un poco.
Muéstrame, todavía, lo más bello.

Cuéntame cómo cae la hoja,
Cómo brota la vida,
Cómo sonríe un niño,
Cómo grita el silencio

Y, cómo, desde el cielo,
me ayudas a ser bueno

Al leer este poema, toda mi vida ha pasado ante mis ojos y he podido percibir con claridad los aromas y escuchar los sonidos de mi niñez. He vuelto a enamorarme de la vida. He vuelto a jugar con la esperanza y he comprobado que, a veces, solo se necesita el empujoncito de un recuerdo para escapar de la depresión y reducir la angustia de vivir.
La memoria me ha traído hoy, el olor de la lluvia, sobre la tierra compactada del campo de futbol del colegio y pude correr de nuevo tras la pelota con mis amigos y gritar un gol imaginario con todas mis fuerzas,
Y fue muy bueno volver la mirada un poco y revivir aquellos años con Oscar, “el poeta”

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6 comentarios

  1. 1. Andy dice:

    Me gustó. Fácil de digerir. Las escenas son claras y no confunden, eso es bueno. Veo que también tienes dones para la poesía. El poema fue ameno pero profundo. Sin embargo, considero que deberías pegar ojo a la ortografía. Cometes pocas faltas, pero preferible es no cometer ninguna. Por ejemplo: “—¿Esa luz! —gritaba su padre desde el dormitorio.” Sé un poco más cuidadoso. En resumen, buen trabajo 🙂

    Escrito el 16 febrero 2018 a las 18:03
  2. 2. Ramón Temes dice:

    Gracias Andy por tu comentario. Con referencia a la acentuación de “Esa luz” no tienes razón. LUZ Terminado en Z no se acentúa ni ninguna otra palabra de tu ejemplo.
    Igualmente tomaré en cuenta tu consejo. Hay que fijarse.

    Escrito el 16 febrero 2018 a las 20:51
  3. 3. Ramón Temes dice:

    Estimado Andy: No veo ninguna falta de ortografía en el ejemplo “Esa luz”. Pero seguramente puede haberlas en otra parte del texto. Gracias por tu comentario aunque, en mi opinión, equivocado.

    Escrito el 16 febrero 2018 a las 21:25
  4. Hola Ramón.

    Tu texto está cargado de nostalgia y poesía a partes iguales.

    Me encanta la parte donde dices: “deshizo el nudo que le apretaba la garganta con un sollozo”. Me parece una genialidad.

    Por otro lado, entiendo lo que nos querías contar en el relato, sin embargo, creo que el narrador divaga tanto en su discurso que no acaba de centrar la atención en lo que realmente importa.
    Me explico:
    Al empezar parece que va a hablar del poeta, el niño al que le meten un gol, pero luego hay un cambio de focalización y la atención va recayendo del profesor a los niños del colegio e incluso al mismo narrador.
    Creo que si el relato iba sobre la nostalgia de tiempos pasados deberías haberlo plateado de otra manera, y si va sobre el poeta, de otra.

    Con todo te digo que me ha parecido un texto lleno de imágenes evocadoras y frases, como la que te comenté, muy muy buenas.

    Nos seguimos leyendo.

    Un abrazo.

    Escrito el 18 febrero 2018 a las 13:51
  5. 5. Mariposa dice:

    Hola, Ramón,
    A mí me he gustado mucho el relato, poema incluido. De acuerdo en que tienes frases preciosas. En algún momento me liaba con los narradores, pero el final ya me saca de este pequeño enredo que, ha sido problema de comprensión mío; no tuyo.

    Solo he encontrado esta línea que me ha parecido algo machacona en la utilización del mismo tiempo de verbo:
    Le parecía increíble y apenas “reaccionó”, cuando todo “pasó”. Esa vez no “lloró”.
    Por decirte algo que te pueda ayudar.

    ¡Enhorabuena!;-)

    Escrito el 18 febrero 2018 a las 23:29
  6. 6. Laura dice:

    Hola Ramón.
    Me ha encantado tu texto, pero me confundió un poco el cambio de narrador, en tercera persona al principio y luego en primera.
    Tal vez si lo iniciabas en primera, desde el compañero de Oscar y luego el partido para terminar contando cómo había resultado la vida del niño y su futuro, al menos para mí no habría tenido ese salto (o tal vez hubiera tenido más saltos)
    Me parece perfecta la cuestión del partido para introducir el tema de la madre y de la poesía.
    Pero es tan sólo un detalle que sólo a mí me debe haber saltado así que no le hagas mayor caso.
    La trama me ha encantado, resaltando la amistad y la preocupación del profesor.

    Nos encontramos en marzo.

    Escrito el 28 febrero 2018 a las 10:53

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