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La poetisa - por Minerva Long
La pose de esa mañana no era difícil, lo que permitía a Erin observar con comodidad a los artistas. Enseguida adivinaba quién disfrutaba y erguía con seguridad el carboncillo y quién se iniciaba, titubeando con los trazos y expresión desubicada.
Robin buscaba su mirada por supuesto, pero a Erin le parecía mas entretenido esperar un poco antes de dedicarle su atención. Había comprobado que hasta que no centraba la mirada en su dirección no dibujaba 100%. Una vez oyó como rasgaba un papel con frustración y lo tiraba antes de salir. No es que no quisiera mirar, el interés mutuo era evidente desde la primera sesión pero Erin quería que Robin diera el primer paso, que dejara de esconderse detrás de sus lienzos y le ofreciera un comienzo de algo.
Podía tomar la iniciativa pero era más interesante ver cómo superaba la vergüenza e iba dando pasitos. Primero sentarse en primera fila, después sugerir poses a la clase y lo último esa mañana, encargarse de pegar un cartel enorme en la puerta anunciando la próxima exposición de la escuela de Bellas Artes con algunos pintores reconocidos como invitados. «Podría ser una buena ocasión para romper el hielo, darle una oportunidad de dar el salto», pensó.
El día de la inauguración llegó y al entrar con dificultad lamentó su decisión de acudir a última hora, la galería estaba bastante concurrida. Los visitantes se arremolinaban delante de los cuadros con el ceño fruncido y expresiones intensas, afanosos de aparentar, «Qué luz que tiene, qué bonito, me gusta el uso de los colores…», rió con sorna al oírles, imaginando a Robin en alguna parte de la sala conteniendo el hastío ante comentarios tan manidos. Las obras de los estudiantes estaban al lado del patio interior y allí se dirigió con disimulo.
La multitud iba disminuyendo conforme los pintores famosos iban quedando atrás. Esa zona era terreno de amigos y familiares aunque ya querría más de un artista crear algo como algunos cuadros que estaba contemplando.
—¡Mira Anna! Está sin ropa. —se rió un niño por lo bajo.
—¡Anda! —exclamó la niña—. Se lo ha tenido que imaginar, porque espiar está feo —sentenció.
—La poetisa —leyó lentamente el crio en el libro de firmas—. También hay un mensaje del pintor.
—¡Déjame ver! —dijo la niña empujando a un lado a su amigo.
Erin se esforzaba para no empujar también y leer lo que había escrito, averiguar si el hecho de que fuera su cuerpo el que estuviera allí implicaba algo más. Por fin los niños cambiaron de cuadro —no sin antes pedirle a Robin que la próxima vez dibujara a las personas con ropa— y pudo confirmar con emoción sus esperanzas.
Saludos.
Me ha gustado el relato aunque no se si es por la temática o que, lo siento algo inconcluso. Es el primero que leo hoy con una temática mas del tipo amorosa y me ha gustado la idea aunque queda muy a la expectativa saber a que llevara la historia. Admito que al principio me perdí un poco con el nombre “Erin” no lo habia escuchado y tarde un rato en darme cuenta que era un nombre femenino, pero bueno eso es algo ya de índole personal. El desarrollo me ha parecido bueno y natural aunque ya dije que en mi opinión siento que le falto.
Aún así el relato a sido bueno y me ha gustado y por las últimas frases supongo que Erin a sido correspondida y pronto se hablarian por primera vez.
Saludos desde Venezuela cuando puedas pasas por mi relato el 129.
minerva, tu historia me ha parecido muy interesante, tiene un buen desarrollo de los hechos y el conflicto es claro. Pero muchas veces perdí el hilo por no entender el narrador y, al igual que el comentario anterior, siento que faltó algo para que sea increíble. Con un poco de trabajo puede arreglarse, saludos!!!
Hola Minerva:
Me encanta cómo has relatado en poco espacio el largo proceso de seducción silenciosa, y los ambientes me transmitían mucha calidez. Para que quede más efectista dejaría incertidumbre acerca de las intenciones de Robin.
¡Saludos!
Minerva Long
Me pareció un relato bien armado e intrigante; pero confieso que a partir de un punto me perdí, me costó la interpretación de la trama de la historia. Al final, parece que Robin la imaginó desnuda mientras pintaba, no sé. Igual, creo que empleaste un estilo bien definido diferente al que empleo en mis historias. Felicitaciones.
Buenas a todos 🙂
Daniel Escobar Celis: Me alegra que te haya gustado. Has acertado en tus suposiciones, en principio quería relatar el encuentro pero los intentos que hice me quedaban muy cursis y preferí dejarlo así. Gracias y seguro que me paso por tu relato 🙂
Lucy J.S: Gracias por tu comentario. Mi intención ha sido narrarlo de manera que no quedara claro si era chico-chica o chica -chica, de ahí el nombre de Robin pero me ha quedado un poco confuso. Conforme vaya aprendiendo quiero revisar los relatos que vaya haciendo por aquí 🙂
Calensûl: Gracias por tu comentario, opté por no incluir el mensaje que Robin deja en el libro de firmas para crear expectación aunque si que lo quise confirmar para no dejar con la sensación de que todo estaba por explicar.
Maurice: Robin no la imaginaba, estuvo dibujándola durante las clases de posados y después expuso el dibujo de ella 🙂 pero si que es verdad que al intentar explicar la historia sin aclarar el género de los personajes ha hecho que sea un poco lioso. Gracias por comentar!