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La poetisa - por MT Andrade

Web: http://un-nuevo-peregrino.blogspot.com.uy

Peleando entre el olvido y el recuerdo de mis lejanos tiempos de niño, pensé en ese relato, donde, en la mente de la escritora, la niña que fue, soñaba despierta. Eran sus sueños infantiles ficciones que se desarrollaban en esa: su “gran mancha de humedad de diversos tonos amarillentos”.
Ella relató su infancia feliz en ese mundo de fantasía con rostros de hombres, de animales, de ríos caudalosos en medio de la selva… “de mundos y cielos”; que la maestra leyó para que redactaran esos otros pequeños que ávidos esperaban el sonido de la campanilla llamando al recreo.
El ancho río trajo otras aventuras infantiles, sueños de niños-hombres, heroicos, que como scouts forjarían su expedición por el Amazonas y saldrían en poco rato al patio de la escuela simulando pelear contra indios salvajes y desconocidos, que tal vez redujeran cabezas.
No bastó que la buscara en internet: Juana de América; y volviera a mi retina una imagen conocida. Una mujer bonita y triste que se parecía bastante a mi maestra; de la cual, por supuesto, estaba enamorado esa primavera.
Sabía que en algún escondido rincón vacío había un cuaderno mío, antiguo, vuelto a leer y vuelto a olvidar hacía ya mucho, mas también, como el cuento, esperando a ser redescubierto.
Recorriendo ese laberinto de recodos inexistentes y vanos recordé también una época de recitar sus poemas. ¿Por qué? Solo por ser buen alumno. No parecía un premio. Como aquella otra vez en que la directora me hizo pasar al frente, colocó sobre mi cabeza un rojo gorro frigio e hizo desfilar a toda la escuela mientras relataba su significado. ¿Fue un premio o un castigo? Está bien ser buen alumno, pero no demasiado…
Volviendo al poema…
“Y la pobre parece tan triste
con sus gajos torcidos que nunca
de apretados capullos se viste…”
Aún lo recito completo. Aparecieron otros recuerdos…otras estrofas.
Nunca viví en ese relato los recuerdos de la autora sino las fantasías propias y de mis amigos vecinos, donde los héroes mitológicos se hacían presentes; donde Quo Vadis, que en aquellas épocas nos pareció el digno nombre de un personaje, luchaba a espada contra el de los pies ligeros. Y cada uno de esos pequeños rufianes que éramos tenía un nombre épico, real o inventado.
Era breve el ilusorio juego, un diminuto instante, hasta que llegara el dueño de la pelota y todos corriéramos al campito a disputar un partido de futbol; que cuando nos enfrentaba contra los de otro barrio terminaba siempre en trompadas o pedradas. Barriada unida, al día siguiente, en la libreta que hacía las veces de periódico de la barra (del grupo de amigos) aparecerían, en dibujos a lápiz, magnificados los goles y las atajadas.
Como en el cuento, con el pasar del tiempo la mancha de humedad desapareció y seguimos esa línea algo recta o más sinuosa que condujo a cada uno de nosotros al mismo sitio, al hoy.
La poetisa lo representó en un pintor de brocha ancha. ¡Bruto! Gritó la niña y fue desposeída de su mundo imaginario de ríos y selvas…
A fin de ese año me veo en la fotografía… en blanco y negro, orgulloso y erguido recibiendo la bandera patria. Me veo con la túnica blanca y una gran moña, que sé era azul. Por debajo sobresalían los pantalones largos… ya era muy grande para ponerme los cortos.
Hallé un librillo de tapas duras, todavía forrado, de azul supongo, con su etiqueta desteñida: quinto año. Un único cuaderno guardaba el año escolar completo, me sorprendió la prolijidad y el esmero que reflejaba su interior. No lo recordaba así, quizá mejoró con el paso de tantos años.
La historia estaba representada en una única página. En la mitad superior unos pocos renglones escritos, seguidos por una ilustración grande. Debajo la nota, sobresaliente.
En el dibujo se veía como una pared y en ella una especie de nube, amarillenta en sus bordes, que encerraba un curso ancho de agua rodeado de árboles frondosos, con enormes pájaros multicolores. Un bote largo en el cauce. Y algo curioso: en medio del lecho brillante, un tajo inclinado provocaba que brotaran gotas fuera de la mancha y de la pared… haciéndose reales.
No recuerdo su significado ¿Habrán surgido éstas aguas de las lágrimas que la niña, rebelde e irritada, derramó?
En mi alma alegre de niño, que tuvo la fuerza de su ángel custodio… ¿habré intuido en sus versos quizás, el tremendo dolor de su vida…?

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6 comentarios

  1. 1. Judith dice:

    Hola MT Andrade,

    Me tocó hacer un comentario detallado sobre tu cuento. Lo acabo de leer, la primer lectura y me llevé la sorpresa de que escribes sobre Juana de Ibarbourou, por lo que creo eres uruguayo, igual que yo. Me gusta eso!

    Me gustó mucho tu relato y me llevó a mi época escolar y a esa mancha en la pared que no debe haber niño uruguayo que no sepa de ella (aunque no sé si en la actualidad se sigue dando en clases). Veo que a lo largo de tu relato incluiste otras obras de Juana. Yo las entiendo, pero mi duda es si quien lo lea, pero no conozca de Juana de Ibarbourou, las entendería.

    Desde el punto de vista formal, no encontré ningún error. Como no soy experta se me puede haber pasado algo, pero me pareció impecable en ese sentido.

    Me gustó mucho el final, pero como te comenté antes, no sé si quien no la conoce lo entenderá. Esperemos que otros nos lo digan porque me intriga. Mi relato es en homenaje a otra gran poetisa uruguaya: Delmira Agustini. Tenía este mismo miedo, si se entendería. Como vivo en México le pedi a dos amigas que lo leyeran para ver si sin saber nada de ella el relato igual les llegaba y me dieron su aprobación. Por eso decidí publicarlo. Si quieres pasar a leerlo es el 137.

    Muchas gracias por este hermoso relato!

    Saludos.

    Escrito el 17 febrero 2018 a las 03:32
  2. 2. Lenimer Durán dice:

    MT Andrade,

    Destaco de tu relato, el que realices una mezcla entre tu historia y la historia de la poetisa, nos cuentas como influyó en ti la obra de esta artista. No la conozco, así que me costó un poco ser parte del relato y compartir tu sentir. Pero es excelente que nos des a conocer un poco de cultura, ahora tengo curiosidad de que mancha hablas.

    Espero que podamos seguir leyéndonos. Me gustaría que pasaras a leer mi relato y me comentes tu opinión, es el 154.

    Escrito el 20 febrero 2018 a las 02:19
  3. 3. MT Andrade dice:

    Hola Judith, tu comentario es muy claro. Sin duda fue un cuento para uruguayos… No debió ser así.

    Hola Lenimer, Juana de Ibarbourou, Juana de América de acuerdo a un título que se le otorgó en 1929, fue una poetisa que escribió tanto poesía como prosa.
    La mancha de humedad es un cuento para niños que formaba parte de nuestro aprendisaje escolar. Puedes leerlo en el siguiente link http://www.rincondelpoeta.com.ar/cuento_lamancha.htm
    En una mancha al costado de su cama una niña veía, imaginaba…, eran sus sueños infantiles. Un día terminó como todas las cosas. Un pintor traido por sus padres, pues simplemente pintó la pared con cal.
    También he incluido una estrofa del poema la higuera.
    Sus escritos han sido comparados con los de la chilena Gabriela Mistral, Nobel de literatura en 1941.

    Escrito el 20 febrero 2018 a las 16:09
  4. 4. Nacho S. dice:

    Hola MT Andrade,
    Gracias por compartir tu texto. Ya me esperaba que mis revisiones en este reto iban a ser… un reto para mí. ¿La razón? La poesía no es un género con el que me sienta identificado. Por ello luego de leer tu texto estaba un poco perplejo y luego leí el comentario de Judith que me explicó porqué. He de decir que caigo entre los “otros” que Judith menciona, es decir los que no conocen a esta poetisa y efectivamente, no lo logré captar muy bien. Eso sí, tu relato tiene aspectos que me recordaron mi infancia y me dieron ganas de ir a buscar mis cuadernos de la primaria la próxima vez que esté de visita en casa de mi madre.
    En todo caso, desde el plano de forma, veo que compartimos la afición por los puntos suspensivos. Personalmente yo me tengo que controlar y muchas veces releer mis textos para depurarlos de los puntitos. Cuento que los has utilizado hasta ocho veces y pienso que en ciertas construcciones podrías haber utilizado otro signo de puntuación. Por ejemplo, en “Volviendo al poema…” pienso que los dos puntos podrían haber sido más convenientes “Volviendo al poema:” Sino, nada más que añadir. Un saludo y gracias por compartir.

    Escrito el 21 febrero 2018 a las 13:20
  5. 5. Osvaldo Vela dice:

    Hola MT Andrade, que forma de despertar los recuerdos y ambigüedades de un escritor truncado por un Yango de brocha gorda que borra con una sensibilidad desposeída de cultura o poesía , añoranzas de un escritor en ciernes. Yo empecé a escribir a los sesenta y tres pues el Yango de la vida, por un largo tiempo, me despojó de una lucidez creativa.

    La alusión de Judith, (Lupita en México) en su comentario, despertó la curiosidad de conocer más y recurrí a la lectura recomendada por tí y vaya que todo tomo un sentido personal.

    Te felicito por un gran texto y Agradezco a ambas por ayudarme a encontrar la respuesta que he buscado durante años: La vida con sus bonanzas o sus cortedades se personifica en Yango.

    Escrito el 23 febrero 2018 a las 23:56
  6. 6. MT Andrade dice:

    Agradezco los comentarios, me han sido muy útiles.
    a Nacho S, no hace mucho que comencé a utilizar los puntitos y se me va la mano… No lo había notado, tú ejemplo es muy claro.
    A Osvaldo Vela, me alegra que hayas conocido a “Juana”. Y que Yango, el pintor haya despertado en tí esa interesante reflexión.
    Saludos

    Escrito el 27 febrero 2018 a las 21:39

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