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Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

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El poeta - por P.J Dawon

Las historias, a veces, eligen personajes al azar, lugares comunes o días corrientes y desvelan lo maravilloso que se esconde entre tanta normalidad.
En el típico barrio residencial vivía un escritor. Un hombre tímido, agradable y raramente interesante. Los días de sol gastaba el tiempo escribiendo en la terraza a pesar del viento, que aprovechaba cualquier momento de despiste para hacer volar sus hojas y desordenarle la historia por completo. Permanecía horas pegado a la mesa, acompañado por unos ojos que lo observaban con admiración y curiosidad desde el otro lado de la calzada.
Era Sally, la pequeña vecina de enfrente. Una risueña y peculiar mujercita que siempre le sacaba una sonrisa, a parte de distraerle. Vivía con su mamá, la preciosa mujer que dejaba al escritor en blanco cada vez que cruzaban las miradas.
Al escritor, el hecho de hablar con ella se le antojaba imposible y, Ella, ni siquiera reparaba en su existencia. Su pequeña princesa, el trabajo y la casa acaparaban todo su tiempo. La vida junto a su hija era todo felicidad pero, en soledad, su cabeza se llenaba de anhelos e ilusiones. Asimiló que el amor nunca estaría de su parte, que abundan más las ranas que los príncipes y, aun así, deseaba una compañía, un apoyo, un amigo. Estos sentimientos se tornaron insoportables y acomodaron a la tristeza en aquella casa sin que nadie la invitara a pasar.
Llegaron mañanas de sol, tardes tristes de nubes grises, noches de viento y frío. En general, días cargados de esa aburrida rutina que consigue hacer interesante la mínima novedad.
Un nuevo lunes, ella, al recoger el correo encontró Un sobre que alojó una mueca de duda en su rostro, venía a su nombre y sin remitente. Entró en casa a toda prisa y, sentada ya en el sofá, abrió la carta.
Leyó, con ojos rebosantes de sorpresa, deslizándolos lentamente como si quisiera memorizar cada palabra. Una lágrima se desplomó mejilla abajo encontrándose de lleno con la comisura de una sonrisa, mientras, el brillo de sus ojos ya casi deslumbraba. Danzaba con la mirada por el papel de principio a fin una y otra vez, parecía estar leyendo las frases más bellas jamás escritas. Fue el primero de tantos preciosos poemas que esperaban en el buzón ser descubiertos. Ella, recogía cargada de ilusión su correo y se lanzaba al sofá desgarrando el esperado sobre con impaciencia.
Por aquel entonces el escritor descubrió otros ojos que lo observaban, eran diferentes, lo notaba en la piel. Era ella, saludó desde su jardín, radiaba felicidad y, rodeada de flores, acaparaba el protagonismo de la primavera. Cortó varias rosas y desapareció tras la puerta de casa. El escritor se quedó perplejo bolígrafo en mano, sacudió su cabeza espantando los pájaros e ilusiones y siguió escribiendo, sin reparar en la sonrisa bobalicona dibujada en sus labios.
Un soleado sábado, en el momento en que la mañana se hace tarde y el olor a comida pasea a sus anchas por la acera, Sally, observaba al escritor ordenar su desorden en la terraza. Leía pequeños párrafos, seleccionaba, colocaba y volvía a leer. Este, al percatarse de su presencia, con cara seria burlona se llevó dos dedos a la frente simulando ser un soldado. Sally soltó una sonora carcajada e imitó su maniobra. El coche de su madre enfiló la calle y aparcó entre ellos. No vio a su hija en la ventana, ni la bicicleta que yacía ahora bajo el vehículo, decidida, una prioridad acaparaba toda su atención. Desde lejos saludó al escritor, este, la correspondió con una de sus amplias sonrisas antes de empezar a palidecer al ver que ella se acercaba.
Hablaron, se escucharon risas, algo de un café y un hasta pronto. Ella, volvió sobre sus pasos y entró en casa canturreando el nombre de su hija. El escritor, se quedó inmóvil en la terraza intentando volver en sí. Tenían una cita, gracias a esos poemas tan preciosos que la esperaban cada día, gracias a aquel poeta que escribía los versos más bellos solo para ella.
Nunca llegó a preguntarle, no dio tiempo, el amor llegó como el hambre, con ansias y sin avisar. Aunque una niña sabía la verdad, una pequeña que leyó la tristeza en los suspiros de su madre, que intuyó pura bondad en la sonrisa de aquel escritor. Una niña que, a escondidas cada noche, echaba una pequeña carta al buzón pretendiendo que su madre la encontrara, leyera cada palabra y las creyera dignas de un escritor.

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9 comentarios

  1. Caramba P.J., me ha parecido un relato dulzón pero el final me ha sorprendido. Muy bien. salu2

    Escrito el 16 febrero 2018 a las 20:54
  2. 2. Judith dice:

    P.J.,

    Qué final! De verdad no me lo veía venir. Me gustó mucho tu imagen de: “el amor llegó como él hambre, con ansias y sin avisar.”; una excelente manera de darke al amor la cualidad de una necesidad básica, que es lo que transmites en tu relato en general.

    Felicitaciones! Mi relato es el 137 por si quieres leerlo.

    Escrito el 18 febrero 2018 a las 18:37
  3. 3. Luis Ponce dice:

    Hola P.J.
    Ibas bien, con un relato común y corriente que pudo terminar en una revista para el corazón.
    Pero te saliste por la tangente y nos das la sorpresa de un final misterioso y agradable.
    Pero el lector es curioso y se va a preguntar:
    ¿Cómo la madre no reconoció la letra de su hija en los poemas?
    Nos leemos.

    Escrito el 18 febrero 2018 a las 20:20
  4. Oh, PJ, menudo vuelco que les has dado al asunto. Casi cuando ya me estaba empalagando tanto amor vas y le das el protagonismo a la niña.

    Solo por eso te diré que me ha gustado, jejeje. Lo mío no son las historias almibaradas de amor. Pero sí que soy fan de las sorpresas. Y mira, ésta tuya me ha pillado totalmente por sorpresa (válgame la redundancia).

    Nos seguimos leyendo.

    Un abrazo.

    Escrito el 18 febrero 2018 a las 21:39
  5. 5. Antaviana dice:

    Hola PJ ,

    Me ha encantado, de verdad. Muy fluida la historia, fácil de leer, bien escrita y el final sorprende para bien.
    Felicidades! Un saludo

    Escrito el 19 febrero 2018 a las 08:35
  6. 6. P.J Dawon dice:

    Buenas a tod@s.
    Muchas gracias por vuestros comentarios, sinceramente tenía miedo de que mi relato terminara por ser una historieta romanticona pero veo que el final ha conseguido lo que pretendía.
    Por otro lado, Luis, el final del relato contesta a tu pregunta, ” pretendiendo que su madre la encontrara, leyera cada palabra y las creyera dignas de un escritor”. La pequeña Sally lo consiguió, ahora tú imagina cómo.
    Un saludo y nos leemos.

    Escrito el 19 febrero 2018 a las 10:25
  7. 7. ANGEL CLIMENT dice:

    Hola, objetivo cumplido, un buen relato que deja buen gusto al que lo lee. Me ha gustado final inesperado. Saludos

    Escrito el 19 febrero 2018 a las 13:14
  8. 8. Carrie dice:

    ¡Hola PJ!

    Me ha gustado mucho tu relato, y el final: ¡inesperado y perfecto! Nos regalas la inocencia y brío de una niña muy rica. ¡Cuánta intuición y agallas tiene! Has logrado que poco a poco vaya cobrando vida propia a través de tu relato. Enhorabuena!

    Un saludo!

    Escrito el 21 febrero 2018 a las 13:26
  9. 9. cesar henen dice:

    ¡Hola P. J! Tu y yo nos seguimos en G+ ¿cierto? Bueno es un gusto leerte por primera vez uno de tus relatos. Me gusta el relato muy ameno y enternecedor al saber cómo es la pequeña quien ha decido para su mamá crearle una nueva ilusión de amor. Esperemos que no quede en solo eso.

    Escrito el 23 febrero 2018 a las 01:27

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