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El poeta. - por Jesús Alex

El autor/a de este texto es menor de edad

Un río nace donde muere el sol, llega con sus aguas alegres a la tierra del poeta. Así llegó él a su pueblo añorado. Se divisaba el mismo llano triste, las calles llenas de recuerdos. Todo era igual. Conocido por muchos nombres, todos tan ciertos como él, llegaba de su caminata errante por el caribe. Con su sempiterna acordeón, ese instrumento mágico que daba el embrujo de su poesía, aquella que traladaba el alma de quienes lo escucharan y se confundía con aquello que más que poesía, era la vida misma.

Llegó aquella tarde pura como sus versos, recitando hechos de la región. Era así como se enteraban de las muertes de familiares, de catástrofes naturales, de enfermedades silvestres. Pero toda comunidad confundía las penas y los hechos con un pasmo de fascinación, inducida por aquellas notas tan del cielo.

Nació ciego porque Dios le había dado el irrevocable don que todo poeta debe tener, lo había enfocado sólo a eso; a ver con los ojos del alma. La ceguera no solo le había dado dicho privilegio, pues su destreza auditiva era sensacional. Tenía la capacidad de que el acordeón sonara exactamente con la armonía que el verso pedía. A cada frase, palabra y letra, le ponía la melodía encantadora.

Entró al pueblo cantando que llegaba con "Sus versos viajeros y libres como el viento/ cual astro fugaz del firmamento/ en la tarde hermosa" Toda la gente que yacía fuera de sus casas lo seguía esperando novedad con una algarabía semejante a la que se hace en la gloria.

Esta vez no se fue de inmediato al patio donde contaba cada hecho, si no que se dirigía a la casa de una joven, a quien le habían mandado unos versos de amor que él, por supuesto, había sacado sin dificultad alguna. Se trataba de un caso poco visto; un amor a distancia. El joven enamorado le había dado la ideas a el poeta, quien mientras escuchaba cada palabra llena de amor, iba componiendo palabra por palabra el son, y, muy despacio, la melodía del acordeón.

Se plantó en la puerta, tomó un aire decidido y abrió el acordeón y empezó soplando una nota baja que enmudeció al público, abriendole las puertas a ese mundo tan irreal pero verdadero, como su poesía. Cada palabra ponía a temblar a las mujeres que le escuchaban, pero para quien iba tales estrofas yacía dormida. Le cantaba (Aunque con versos más puros, más soñadores) que las mariposas al ver su belleza detenían el vuelo y se volvían flor, que hasta los árboles por su presencia vencían su orgullo y se inclinaban como por encanto ante su hermosura que le provocaba fundirse en el ambiente, ser su aire, estar con ella. Pero la muchacha no despertaba. Pensaba unos nuevos versos que impulsaran el dinamismo interior del corazón de la mujer. Entonces improvisó "Te duermes y tu lecho te acaricia/ gozando la delicia/ del calor de tu piel/ y yo desesperado por no tener la dicha/ de tener cerquita/ tu cuerpo de mujer" y, para aclarar que eran sentimientos del joven, terminó diciendo "De León para su más bella flor" Las muchachas se acaloraron. La música entró por la ventana. Entró tan delgadita que pudo traspasar esa maraña del sueño y llegar donde anidan los sentimientos. Despertó pero para dormir en el mundo de la poesía.
Fue tal el encanto que al día siguiente la jovencita escribió una carta donde le proponía matrimonio.

Ahora se dirigía al patio de siempre, seguido por todos como hechizados y pidiendo unos versos para su amada, de aquel que veía con el alma.
Fue así como dijo que, cuando una mujer caminaba, sonreía la sabana. Veía hasta las emociones misma de la naturaleza.

Luego dictó una sentencia que dejó atónitos a todos, con la mirada perdida en su acordeón dijo "Nació la poesía, en la tierra mía" Era cierto. Esa noche era la germinación misma de su poesía en el litoral. Sus versos eran tan gloriosos que hubo quienes lo consideraron una especie de hereje. Decían que sus letras habían pasado el límite de la razón, llegando a lo imaginable, que era un poder que sólo Dios podía tener.

Entonces cada persona empezó a entonar un verso, inspirada por el dinamismo interior que subyugaba en ellos el poeta. Era, pues, el nacimiento de los poetas. Daban paso al encanto cantando "Este es el amor, el amor que me divierte/ cuando estoy en la parranda yo me olvido de la muerte"

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4 comentarios

  1. 1. Galia dice:

    Muy bello tu relato Jesús, destila poesía, explica la génesis de la misma y de sus mentores. Te felicito, no dejes de escribir que tienes talento.
    Saludos.
    Galia

    Escrito el 18 febrero 2018 a las 01:09
  2. 2. Toscana dice:

    Unas líneas preciosas. Termino de leerlas con una sonrisa. Felicidades.

    Escrito el 18 febrero 2018 a las 20:23
  3. 3. Eris dice:

    Hola, Jesús, un relato bastante bonito y muy poético, continúa así. Enhorabuena

    Escrito el 19 febrero 2018 a las 20:16
  4. 4. Nats dice:

    Jesús simplemente hermoso! Te felicito tienes un camino largo, entretenido y desafiante por delante. Saludos desde Colombia. Te invito que te pases por el 71

    Escrito el 22 febrero 2018 a las 20:22

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