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El poeta - por LUDIKA

Tomaba su mano desde abajo, mientras la escuchaba contarme las cosas lindas que íbamos a hacer en nuestras vacaciones. Me gustaba verla así, radiante y alegre.
Ella se acostumbró a mis preguntas, siempre la interrumpía mientras hablaba. A los cinco años se tienen muchas dudas, nunca está de más un « ¿Y por qué? ». Mamá habitualmente, con mucha paciencia, pausaba su explicación y respondía uno a uno mis interrogantes. Pero esta vez no la interrumpí, solo la escuchaba.
Mamá no era como las demás «mamás», ella estaba siempre contenta, jugaba conmigo a todo lo que nos proponíamos. Un día éramos intrépidos piratas y al otro día valientes doctores. Para mí era divertidísima.
Aunque hacía un tiempo que no estaba igual. Todo empezó aquella tarde cuando mi papá y mi mamá me llevaron a tomar un helado y me dijeron que tenían que hablar conmigo. Supuse que algo raro estaba pasando. Un helado sin pedirlo insistentemente era realmente extraño. ¿Pero quién puede negarse a un cono bañado en chocolate? Empezó hablando mi papá, pero no pude concentrarme en él, cuando aparté la vista del helado que empezaba a derretirse, vi los ojos llorosos de mi madre y entendí que algo anda mal, muy mal.
Una semana más tarde mi papá ya no vivía con nosotros. Ellos se encargaron de dejar muy en claro que «nada iba cambiar » y que «papá y mamá me querrían igual ». Yo no entendía muy bien a que se referían, pero de repente tenía dos casa, dos cuartos y cada uno me daba más de los que alguna vez había pedido. Poco a poco me fui acostumbrando a lo bueno de esta situación. Lo malo era que mamá no era la misma. Más de una vez la vi salir del baño con los ojos vidriosos, muchas veces me decía que no tenía ganas de jugar, hablaba por teléfono con sus amigas por horas y se ponía más nerviosa de lo común cuando yo hacía alguna travesura. Así pasaron varios días y me di cuenta que la idea de tener dos casas había sido realmente pésima. Quería ayudarla y que volviera a estar contenta, traté de no darle problemas, hacía payasadas que a ella le gustaban, no pedía golosinas cuando pasábamos por el kiosco de Don Julio, pero nada parecía hacer efecto.
Después de algunas semanas, cuando empecé a perder mis esperanzas, mamá me dijo si quería ir a pasear al parque. Era notable mi alegría. Me animé a decirle si podíamos llevar la pelota y hacer un picnic. A mamá le encantó la idea. Tenía otro color, el de siempre y sus ojos tenían un brillo especial. Nos sentamos en el césped a disfrutar del sol, del calor de la tarde con una ligera brisa otoñal. Me quedé contemplándola en silencio. Mamá me miró y extendió su mano acariciando dulcemente mi cara. Entonces me animé a preguntarle: « ¿Mami, vos me querés mucho? » y sin dudarlo, soltando una tierna carcajada, me respondió «Claro que sí mi amor» en ese momento sentí que le tenía que decir algo, algo que ejemplificara todo lo que sentía por ella «Yo también mamita, y quiero que estemos siempre juntos como el queso fundido con el pan».
Ella no pudo contener la risa y en eso momento sentí que todo había empezado a mejorar. Finalmente con ternura sentenció « Mi amor sos todo un poeta».

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5 comentarios

  1. 1. Judith dice:

    Hola Ludika:

    Qué bueno encontrarte de nuevo por aquí! Me gustó mucho tu relato. Muy tierno. Me quedó una duda: esto es contada por el niño, pero cuando ya es más grande, cierto? Te marco algunos pequeños errores que noté que estoy segura fueron por distracción.

    algo anda mal – venías hablando en pasado así que debería ser algo andaba mal
    más de los que alguna vez había pedido – más de LO que alguna vez había pedido
    en eso momento – en ese momento

    Muy tierno relato y muy real. Necesitó un tiempo para sanar y durante ese tiempo la incertidumbre del niño la transmitiste muy bien. Gracias!

    Mi relato esta vez es el 137 por si quieres leerlo.

    Saludos.

    Escrito el 16 febrero 2018 a las 19:56
  2. 2. Kathie G. dice:

    Hola LUDIKA, un gusto de leerte. Me gustó como desarrollaste la historia, la forma en la que tu personaje del poeta asimiló todo el proceso del divorcio de sus padres, reflejando madurez. Hago la misma acotación que Judith con respecto a ciertos errorcillos, pero obviando eso me gustó que no te fuiste por las ramas, que le diste a cada parte de tu escrito su espacio y su tiempo, y un buen desenlace. Te felicito, feliz escritura!

    Escrito el 17 febrero 2018 a las 02:49
  3. 3. Orestes Artiles dice:

    Buenas LUDIKA;

    Buen relato con olor a nostalgia y a recuerdos. Bien construido y estructurado, con un lenguaje sencillo y claro. Coincido con Judith en los apuntes relacionados con los tiempos verbales.

    Espero tus comentarios (72)Gracias

    Un saludo.

    Escrito el 18 febrero 2018 a las 23:01
  4. 4. Lunaclara dice:

    Hola Ludika: tu relato está muy bien. ¿Sabes lo que yo probaría a hacer? En lugar de contar lo que dicen los personajes, lo haría a través de diálogos. Captaría más la atención del lector.
    También separaría los párrafos con puntos y a parte o líneas. Así se cansa uno menos leyendo.
    Hasta la próxima!!

    Escrito el 20 febrero 2018 a las 21:50
  5. 5. didadum dice:

    Hola, Ludika, da gusto leerte. De acuerdo con las sugerencias de nuestros colegautas, sumo una humilde sugerencia. Iniciar el relato después de la primera frase del tercer párrafo:”Todo empezó aquella tarde cuando mi papá y mi mamá me llevaron a tomar un helado(…). Verás que lo que se suprime ya está implícito en el relato.

    Abrazos.

    Escrito el 20 febrero 2018 a las 22:15

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