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Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

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EL POETA - por Mancebo

«Si tu madre no me quiere
que se vaya a hacer puñetas,
que teniendo yo la flor
¿“Pa” que quiero la maceta?»

Se sentía a los quintos cantando por la calle. Era tarde. Marcos se había acostado. Salió de la cama. Se acercó a la ventana en la oscuridad. Desde arriba los vio pasar a la luz del farol. Quince más o menos. Una única guitarra, botellas de anís y almireces. Las voces recias, no muy aunadas.
Le gustaban las coplas de quintos, las de carnaval —su madre decía que eran ordinarias—. También las de navidad. Las había muy lindas y ocurrentes. Desde su más tierna infancia la música y el ritmo lo habían cautivado. En el pueblo era difícil aprender a tocar un instrumento. El señor Matías, que amenizaba siempre los festejos —acababa de pasar con los quintos—, enseñaba a tocar guitarra y bandurria por poco dinero. Cuando había planteado esa posibilidad al padre su contestación había sido: «Tú estudia unos años y después a labrar la tierra, que será lo que te dé de comer, lo demás son “tontás” y pérdidas de tiempo».
En la intimidad de su cuarto gustaba de escribir, lo que más poemas. Esta afición le aliviaba de tensiones cotidianas, le cargaba de energía. En tensión por si le descubrían, ya que en casa estas “simplezas” no se concebían. Se lo prohibirían.
Don Antonio —su profesor— sabía su secreto. Era con la única persona que se sinceraba. Sus amigos estaban en otra onda. Le daba ánimos, ensalzaba sus escritos y la imaginación que desplegaba —impropia para un niño de doce años que no había conocido nada fuera del ambiente rural—. Marcos devoraba con pasión los libros que tomaba prestados de “la bibliobús” que iba al pueblo un jueves sí y otro no. Ponía especial atención en la manera de escribir de sus autores favoritos.
Un día —cuando acabaron las clases— dejó varios poemas al profesor para su lectura y opinión. Esto lo había hecho en otras ocasiones. La novedad radicaba esta vez en que —sin previo aviso—, el maestro los pasó a máquina y los envió a un concurso juvenil que venía anunciado en el periódico.
La Diputación provincial —entidad organizadora— le concedió el primer premio. Se lo notificó al docente y este le entregó la nota sin poder ocultar su alegría. Mientras la leía rompió a llorar con gran desconsuelo. Don Antonio intentó calmarlo. Poco a poco se fueron atenuando los hipidos. Le dijo que tenía mucho temor de comunicárselo a la familia. Le pidió, por favor, que renunciara en su nombre.

—Yo te acompañaré y se lo explicaré todo— le dijo.
—Será aún peor. Mi padre es bruto y terco.

Encogido como un gazapo, siguió su estela hasta el domicilio familiar. Una vez allí —ante la extrañeza de sus progenitores—, el maestro expuso el motivo de su visita. Cuando acabó de hablar, el padre le mandó a la alcoba. Una hora después aparecieron allí su madre y don Antonio. Le contaron la existencia de otra carta que había omitido el profesor. El primer premio llevaba aparejada una beca para cursar estudios en la población cabeza de partido. Una hora diaria aparte del temario oficial estaría destinada a su pasión, la literatura, a potenciar sus aptitudes. El padre había sido duro de convencer, pero al final —como no tenía que “arrascarse” el bolsillo—, le había picado el orgullo. Nunca lo iba a admitir, pero le gustaría que su hijo se ganara la vida en un trabajo menos duro e incierto que sus ancestros. La literatura como mal menor, como divertimento. Se debía centrar en sus estudios para ser alguien de provecho.

Hacía diez años que no volvía al pueblo —desde que falleció su madre—. Le había llamado un amigo para decirle que había muerto don Antonio, su mentor. Acudió a darle la última despedida. Ahora vivía de juntar letras, toda una proeza en este país. Era un poeta reputado. Hacía mucho que no tenía contacto con el profesor. Cruzaron correo durante mucho tiempo, pero esta costumbre pasó a ser esporádica. Hacía un par de años que no sabía nada de él.
El día después del entierro, antes de irse del lugar —quizá para siempre— pasó por el cementerio, permaneció largo rato ante la tumba pensativo, rumiando algo por dentro. Se oyó musitar: «Gracias por sacarme de la cueva. Hasta siempre», como epílogo. Se giró y, con pasos oscilantes y brillo en los ojos, abandonó el recinto.

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7 comentarios

  1. 1. PaulaC_99 dice:

    Holaa!
    Tu historia me ha parecido muy entretenida. Es fácil de seguir y entender, ya que esta bien escrita.
    Me ha gustado mucho 🙂
    Enhorabuena !

    PD: la mia esta en el 152 por si quieres pasarte

    Un saludo !!

    Escrito el 18 febrero 2018 a las 09:09
  2. 2. Esther dice:

    Hola Mancebo, me gustó mucho la forma en que describes los sucesos de tu relato. El poema inicial tiene mucha gracia.

    Felicitaciones.

    Escrito el 18 febrero 2018 a las 18:51
  3. 3. María Jesús dice:

    Hola Mancebo: Me ha gustado mucho tu relato con olor a pueblo. Has descrito muy bien la escena, un niño con aptitudes literarias criado en un ambiente donde la cultura es una perdida de tiempo. Me ha parecido muy entretenido de principio a fin. Un placer leerte. Saludos.

    Escrito el 20 febrero 2018 a las 10:02
  4. Hola Mancebo
    Gracias por pasarte por mi relato. El tuyo me ha gustado mucho, es una historia que ha sido real hasta hace poco en el medio rural y, aun quedan vestigios. Se lee muy bien y engancha. Lo único que das un gran salto cuando el chico se marcha. Nos seguiremos leyendo. Felicidades

    Escrito el 20 febrero 2018 a las 10:57
  5. 5. MT Andrade dice:

    Hola Mancebo
    La gente bruta del medio rural es un tema, tal vez más comprensible de lo que parece. Como consecuencia surge el desprecio por el estudio, como suele decirse. También lo son las dificultades para logar una adecuada formación adaacémica, cosa imposible dentro del medio. Está bien planteado todo el tema. Tal vez algo duro con los que no tuvieron otra oportunidad.
    Repito me agradó el planteo y está muy bien escrito.

    Escrito el 20 febrero 2018 a las 16:56
  6. 6. M.L.Plaza dice:

    Hola Mancebo.
    La primera parte del relato me ha parecido estupenda; la segunda no tanto. Parece que el tiempo es importante pero es muy confuso: hace diez años que no vuelve al pueblo, escribió al profesor durante mucho tiempo y hace mucho que no le escribe(los muchos están muy seguidos). Supongo que todo eso es para decir que es un adulto triunfador, pero nos quedamos sin saber cuánto tiempo ha pasado.
    Me ha parecido que está muy bien escrito, aunque antes de ancestros creo que falta algo (el de sus).
    Pese a esos reparos, me ha parecido muy buen relato.
    Saludos

    Escrito el 21 febrero 2018 a las 18:48
  7. 7. Osvaldo Vela dice:

    Hola Mancebo, primero que otra cosa quiero agradecer tu comentario en mi texto, en este muestras el entendimiento de lo yo trataba de comunicar. una relación entre lo fantástico y lo real unida en una historia.

    En cuanto a tu texto, me muestra el padecimiento de un poeta en un ambiente patriarcal, en el cual, los padres esperan que sus hijos un desempeño de trabajo dentro de núcleo familiar. cualquier otro oficio es inaceptable. Historia conocida por mi.

    Te felicito.

    Escrito el 24 febrero 2018 a las 03:14

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