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La poeta - por Aboirmón Bañera

Web: https://aboirmonbanhera.blogspot.com.es/

El autor/a de este texto es menor de edad

Las mayores hablaban y tomaban café porque estaban celebrando el nuevo trabajo de la mujer más guapa de la sala. El cigarrillo recién encendido de la tía Carmen fue la señal para que el niño fuera enviado a su habitación, y este se quejó: no tenía a nadie con quien jugar, era hijo único y muchas veces se aburría estando solo. Su madre le sugirió que jugara a ser explorador, como Indiana Jones, y vaciara las cajas que esa mañana habían traído unos señores “muy peludos”, según había comentado su hijo.
Corrió por el pasillo y fue a su cuarto, donde más objetos se habían acumulado tras la mudanza. Al entrar y ver aquella inmensa cantidad de cartón comenzó a imaginar todas las cosas que podría construir; se puso muy feliz porque ya no tendría que imaginarse siempre los castillos, las cuevas o los árboles porque ahora todo estaba más cerca de ser real. Supo que esa tarde podría apañárselas para pasarlo bien. Contó catorce grandes cajas. Al intentar mover una se dio cuenta de que pesaba demasiado para él: tendría que hacer caso a Mami y recoger sus cosas antes.
Entre «Peluches» y «Ropa» había una caja blanca en la que no había nada escrito, y esto llamó su atención. ¿Qué guardaba dentro? ¿Qué hacía allí? Echó un vistazo por el resto del dormitorio (en el que no había aún cama en la que dormir): «Juguetes», «Juguetes», «Juguetes». ¿De qué más era propietario?
Fue a la cocina en busca de unas tijeras, pero no encontró en los cajones más que un par de cucharas, palillos y trapos. En el pasillo localizó la caja «Útiles», y regresó a la estancia de la caja misteriosa despacio y con precaución, pues llevaba en sus manos una carga peligrosa. Sentía cómo su corazón latía, guiado por la adrenalina del momento. No tenía permiso para utilizar unas como aquellas, pero todo era por un bien mayor.
El “pum, pum” que sentía dentro de pecho hizo de compás para el sonido del cartón y la cinta siendo cortados. Hizo una breve pausa, seguida de un movimiento de brazos, tan súbito como violento, con el que movió las lengüetas de cartón. Ya no se trataba de un recipiente sin nombre. El niño cogió un rotulador en «Cole» y escribió en un lado de la caja «Libros viejos».
Seguro que eran de su madre, aunque ella no fuese vieja. Él ya había aprendido a leer, por lo que puso sus conocimientos en práctica, aunque no sin dificultades: “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”, “De catro a catro”, “Furter Poems of Emili Diquinson”, y muchos más. Pero el más pequeño llamó su atención pues, al igual que la caja, no tenía nada que indicara qué podía haber en su interior. Era un cuaderno con una cubierta en la que había una ilustración muy bonita de una bailarina. Lo abrió por la mitad, pero las páginas, ya amarillentas, estaban en blanco. Volvió a intentar resolver el nuevo misterio abriéndolo por el principio: reconoció la letra de su madre en el primer par de páginas.
El niño estuvo mucho tiempo leyendo lo que Mami había escrito. Lo hizo despacio, tratando de entender cada palabra, y se quedó asombrado, pues supo apreciar la belleza de aquello que acababa de leer. También se sintió un poco confundido: su familia había ido a comer a su casa para celebrar el nuevo trabajo de su madre. Él había entendido que su madre era arquitecta, pero resultaba evidente que ella era poeta.

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4 comentarios

  1. 1. Esther Prinz Díaz dice:

    Hola Aboirmón Bañera,

    Muy interesante tu relato, el factor sorpresa y el descubrimiento del niño crea una gran expectativa.
    En la frase siguiente : “No tenía permiso para utilizar unas como aquellas, pero todo era por un bien mayor.” como que falta definir; aunque al inicio del párrafo mencionas las tijeras, esto concepto se pierde un poco. Me gustó tu historia y la forma como la estableces en el contexto actual de la sociedad.

    ¡Felicitaciones!

    Te invito a leer mi cuento, el Nº 46, “La poeta”

    Escrito el 17 febrero 2018 a las 17:41
  2. 2. Leosinprisa dice:

    Hola Aboirmón Bañera, un relato creativo, muy loable que demuestra que cualquier historia puede ser contada como es la apertura de una simple caja misteriosa.

    Reconozco que has tenido habilidad para desenvolverte y eso presagia que si dejas tu imaginación libre podrás escribirnos grandes relatos con el paso del tiempo. Me ha gustado mucho.

    Por ponerle algún pero, la compañera te ha descrito el caso del objeto que coge para abrir la caja. Queda un poco vaga su descripción y no logra conectar con ese utensilio que realmente llega a utilizar. Por el resto lo encuentro bien, de fácil lectura y muy entretenido.

    Ha sido un placer leerte. Un saludo.

    Escrito el 19 febrero 2018 a las 07:57
  3. 3. José Torma dice:

    Hola Aboirmón Bañera, soy tu vecino de tres arriba. Te diré algo, cuando ponen que el autor es menor de edad, sin querer me pongo en modo fácil.

    Tu escritura me dice que tienes rato en esto, sin embargo, creo que te podrías beneficiar de separar tus párrafos y diálogos. El uso y abuso de las comillas me confundió mucho y creo que no todas están aportando algo.

    Del tema en si, me gustó su sencillez, creo que está bien tratado, la voz infantil muy lograda y una vez que me acostumbre a la prosa, lo disfrute.

    No tengo que comentar en lo formal, no vi nada que me saltara, solo las comillas que ya te había comentado.

    Muchas felicidades.

    Escrito el 21 febrero 2018 a las 01:59
  4. 4. Mancebo dice:

    Hola Aboirmón,
    Un relato muy lucido. Te has metido de una manera intensa en el personaje del niño. Las descripciones son sutiles, bastante atrayentes. La historia en sí es original, muy bien trenzada hasta llegar a la frase final. Es evidente que como todos los niños este siente admiración por su madre. El detalle de “la mujer más guapa de la sala” o “aunque ella no fuese vieja” son pequeñas salpicaduras que insertas para denotar esta fascinación.
    La idea de las cajas con los rótulos como juego y desarrollo de la imaginación está muy bien plasmada. La lectura es atrayente porque la narración transcurre fluida.
    Te felicito. Nos seguimos leyendo. Estoy en el 142 por si te quieres pasar.

    Escrito el 22 febrero 2018 a las 00:03

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