Esta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las << Volver a la lista de textos
La poetisa - por Jose Luis
Estuvo largo rato sentada frente al ordenador. Las manos sobrevolaban el teclado, suspendidas sobre él, pero sus finos dedos no tocaban las teclas; apenas las acariciaban. Miraba la pantalla, aquella horrible pantalla en blanco, intentando esforzarse por pensar en algo para escribir, cualquier cosa hubiera valido, pero las musas de la creatividad se habían quedado en casa. Simplemente, no se le ocurría nada. Ni malo, ni bueno. Y era desesperante.
A veces, observaba el techo del despacho, y otras veces el suelo de parquet, mientras trataba de recordar sensaciones, vivencias, memorias del pasado… Se puso de pie y caminó por el cuarto, buscando la inspiración. Hubiera agradecido enormemente poder escribir sobre lo que fuese, incluso de terror o ciencia ficción, eso le daba completamente igual, pero seguía como antes, totalmente en blanco. El argumento perfecto se le resistía, los personajes interesantes no aparecían, la idea genial se esfumaba…
Y entonces, sin venir a cuento, su hijo pequeño apareció. Sin llamar a la puerta, la abrió y pasó adentro del despacho, sin pedir siquiera permiso a su progenitora. Tenía seis años, por lo que todavía no había aprendido algunas reglas básicas de cortesía. Por esta vez, la madre lo dejó pasar. No tenía ganas de inculcarle lecciones o modales al niño. Ya habría tiempo más adelante.
—Hola, mamá. ¿Qué haces?
—Estoy escribiendo una novela.
—¿Ya no trabajas de abogada?
—Sigo siendo abogada, y de las buenas, pero también persigo otras metas.
—¿Y sobre qué escribes?
—Ahora mismo estoy en blanco.
—¿Qué es eso?
—Pues que no se me ocurre nada sobre lo que escribir.
—Igual es mejor que sigas de abogada, como dice papá.
Los niños pequeños no son estúpidos ni redichos, lo que ocurre es que aún no poseen la experiencia y la madurez de los adultos. Aquel niño no paraba de hacer preguntas a su madre y esta, aunque era paciente con él, ya comenzaba a cansarse.
—Papá no lo sabe todo. ¿Por qué no te vas por ahí a jugar? ¿No tienes amigos con los que hacer el tonto?
—Pero mamá, ¿qué te cuesta hablar conmigo?
—Es que ahora precisamente disfruto de un rato de asueto y tengo mucho que hacer.
—¿No decías que no se te ocurre nada para escribir?
—Eso no significa nada en absoluto. Podría pasar en cualquier momento. La inspiración te llega y… es como un mazazo. De repente tienes una historia y no paras de darle al teclado.
—¿Puedo ayudarte de alguna manera?
—Ni hablar. Escribir es un ejercicio que se hace en solitario. Mejor vete de aquí. Sal a jugar. Dale la vara a papá…
La madre quería mucho a su hijo, pero lo cierto era que este podía llegar a ser un buen tocapelotas. Era un pesado y un preguntón sin remedio.
—Una novela parece algo muy complicado, mamá. Un cuento podría ser más fácil. O un poema… ¡Prueba con un poema! Solo hay que rimar.
—¡Niño, que te pires ya!
—Vaaale…
La madre se quedó a solas otra vez, por fin. Regresó a la pantalla del ordenador, pero en esta ocasión ya no estaba ansiosa. Escribió una frase completa, y la siguiente justo debajo. Consiguió que rimara a la primera. ¡Qué casualidad! Pensó en su hijo pequeño, y en cómo tocaba las narices en ocasiones con tanta preguntita, y se le ocurrió escribir todo un poema con el tema, de marcado tono sarcástico. No era gran cosa, líricamente hablando, y tal vez tenía poco valor artístico, pero por lo menos había dejado atrás el atasco de ideas y la falta de creatividad, que era lo importante.
—¡Vaya con el niño este! Resulta que va a ser mi musa particular…
Hola Jose Luis: Me ha gustado mucho tu relato. Describes muy bien la gran verdad de que la inspiración puede venir de la mano de cualquier “cosa” insospechada. ¡Siempre hay que estar atentos porque muchas veces los sucesos narrables hay que cazarlos al vuelo!
Gracias por compartirlo, un saludo, Menta
Hola José Luis,
Muy interesante relato. Me gustó mucho. Lo que me genera duda es el diálogo con el niño: no me parece un dialogo con un niño de 6 años. Sus preguntas son más ingenuas aunque toquen puntos claves. Aunque puede ser que esté olvidada porque mis hijos ya hace tiempo que pasaron los 6 años jaja
Me quedé con ganas de leer el poema, seguro las 750 palabras de límite no te lo permitieron.
Felicitaciones por el relato! Si quieres leerme estoy en el 137.
Saludos.
Hola José Luis: Me ha gustado mucho tu relato, es sencillo y fácil de entender, y la trama me ha parecido muy bien desarrollada. Lo he disfrutado de principio a fin.
Si te interesa el mío pásate por el 111, ahí también hay un niño que inspira a un autor con dificultades para crear.
Saludos.
Hola Jose Luis:
Me ha gustado tu relato, aunque lo veo un poco simple, no veo un conflicto que te enganche, es mi opinión. Veo que es una historia un poco común, pero que he quedado con ganas de que insinúes que es lo que no sabe el padre, y un poco del poema. Por lo demas “Genial”. Espero seguir leyéndote
Hola José Luís:
Un relato muy ameno. Los diálogos los veo bien, creíbles y muy de madre-hijo. Este “pequeño” problema de encontrarse en blanco ante la pantalla en blanco es muy común. De hecho a mí me pasa todos los meses con Literautas cuando sale la propuesta. Tanto es así que, hace unos cuantos relatos, mi relato trató sobre esta sequía mental que, por suerte, suele ser pasajera. Y esto es lo que me parece que has plasmado tu con acierto.
En cuanto a cuestiones de gramática y forma, no sé si hay algo que corregir, pero no me he fijado en nada destacable y eso es bueno porque permite una lectura atenta al fondo.
Hasta otra.
Hola Jose Luis: He buscado la duda que tenía en mi relato: la pareja cantó/ o la pareja cantaron. Ya no tengo duda, porque me lo has dicho tú y también los sabios On Line.
Tenías toda la razón. Pareja es femenino y singular y el verbo tiene que ir en singular.
“4.7. Sujeto de nombre colectivo. Los sustantivos colectivos son aquellos que, en singular, designan un conjunto de seres pertenecientes a una misma clase (gente, clero, familia, rebaño, hayedo, cubertería, etc.); los colectivos denotan por sí mismos la clase de seres a la que pertenece el conjunto (la gente se compone de personas, el clero de clérigos, la familia de parientes, etc.). Cuando uno de estos sustantivos funciona como sujeto, el verbo debe ir en singular, así como los pronombres o adjetivos a él referidos: «El rebaño se aleja definitivamente» (Bojorge Aventura [Arg. 1992]); «Esa misma gente prefiere que la embauquen a sentirse defraudada» (Esquivel Deseo [Méx. 2001]); (…)”
Diccionario panhispánico de dudas ©2005
Real Academia Española © Todos los derechos reservados
Ya he corregido mi relato. Muchas gracias y hasta pronto. Menta
Hola José Luis, me he visto identificada con tu relato; esos momentos en que por mucho que discurres del cerebro no brota nada. Y sin embargo, cualquier simpleza actúa de espita para envolverte en un aura de creatividad que eres incapaz de dejar de escribir.
Esta muy bien escrito, y te sirves de un muy variado vocabulario que lo enriquece más si cabe. Me gustó.
Saludos.
Hola, José Luis.
Gracias por pasarte y comentar mi relato. Tu relato tiene ese toque de humor, y me gusta. Veo al niño, como muy bien dice su madre, muy preguntón, y eso a veces a los padres les incómodo porque suelen meter el dedo en la llaga, pero a hecho que la madre salga del bloqueo, y eso está bien.
Te seguiré leyendo.
Saludos.
Hola José Luis, que gran logro consigues como solución al eterno dilema de la pagina en blanco.
Yo estoy de acuerdo con Menta de que la inspiración puede llegar de cualquier parte y que cuando aparece hay que lograrla.
Escogiste como detonante la relación madre-hijo que generalmente poseen una gesta muy especial.
Te felicito.
Hola José Luis.
Si una palabra me viene para definir tu relato es: simpático. Me ha gustado mucho, y, tal y como dicen los compañeros, nunca se sabe cuándo ni cómo se va a pillar esa idea que te sacará del atolladero, “la idea”… Enhorabuena.