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La poeta - por Lucy J.S

El autor/a de este texto es menor de edad

Era una fría tarde de otoño, el viento soplaba con intensidad arrastrando hojas de tonos naranjas y rojizos, generando un clima acogedor. Mariel caminaba apresuradamente para alcanzar el tren, el cual salía en unos minutos, ya que se había retrasado. Antes de salir, se había quedado bastante tiempo mirándose en el espejo; la paralizaba su aspecto desalineado: cabello castaño despeinado, sombras oscuras bajo sus ojos verdes y su pequeña cara sonrojada de tanto llorar.
No había podido dormir en la noche, todavía le pesaba la noticia de lo que había sucedido: cómo escuchaba a su madre que por teléfono, entre llantos, le decía que su padre había sufrido un infarto y había fallecido camino al hospital, cómo sintió que el mundo se le tornaba oscuro y sombrío, y cómo quedó en shock varias horas hasta que empezó a llorar sin parar. La carcomía la culpa porque desde hace tiempo que el padre quería que lo visitara y nunca tenía tiempo por su trabajo; ahora ya no estaba y no podría compensarlo.
Hoy era el día del funeral, donde se haría una pequeña ceremonia entre las personas que lo apreciaron tanto como ella. No se sentía lista para enfrentarlo, pero pensaba en qué diría su padre y recordó lo que él siempre decía ante situaciones así: “preferiría no tener que hacerlo, pero para ser valientes hay que enfrentar este tipo de situaciones. Después de todo, no se puede vivir del todo sin un poco de dificultad” declaraba riéndose abiertamente. Sólo necesitó recordar eso para poder levantarse e ir hasta allí.
Llegó a la estación, se subió al tren y se sentó en un asiento apartado. Tenía un viaje de media hora hasta el lugar y dedicó ese tiempo a recordar los buenos momentos que tuvo con él: los abrazos y besos que le daba antes de ir al colegio, sus aplausos y gritos durante sus obras de teatro, sus mimos y cuidados cuando estaba enferma y su manera de defenderla de su madre cuando cometía alguna travesura. Siempre fue el hombre que más la apoyó, sobre todo cuando decidió que quería ser poeta. Al contarle esto a su madre, ella exclamó enfurecida:
— Vas a morirte de hambre si lo haces, tenés que estudiar para tener una profesión de verdad, como ser médica.
— Pero mamá, yo no quiero eso, quiero escribir e inspirar a las nuevas generaciones ¿Cómo voy a hacer eso desde un consultorio?-exclamó Mariel con indignación.
—No me importa, no quiero una hija que tenga que mendigar por dos centavos-gritó fuertemente su madre.
—Mi amor, no seas dura con ella, si cree que puede lograrlo, estoy seguro que lo hará-determinó su padre tranquilamente.
Gracias a él, pudo ir a la universidad para estudiar letras, recibiéndose de licenciada y participando en talleres de escritura que le permitieron desarrollar su poesía, llegando a tener un best-seller que le permitió recibir premios por su estilo de escritura y enfoque únicos. Le permitió ser quien es hoy, una gran escritora y poeta.
El tren se detuvo y llegó a la estación, más rápido de lo que esperaba. Pidió un taxi y llegó al cementerio justo a tiempo para la despedida. Saludó a su madre, a sus familiares y conocidos. Cada uno dio un discurso sobre que había significado su padre para ellos. Cuando llegó el turno de Mariel dijo:
—Papá, significaste mucho para mí. Me permitiste seguir mis sueños cuando sé que en el fondo te parecían locuras. Siempre me hiciste reír y disfrutar; me inspiraste a ser poeta gracias a tu manera de apreciar las pequeñas cosas de la vida-se detiene y saca un papel de su bolsillo-esto lo escribí para ti:
El último aliento se ha ido,
Ojalá estuvieras aquí conmigo.
A lo lejos se ve el atardecer,
Ojalá no tuvieras que desaparecer.
El encierro es mi desvelo,
El deseo construye mi consuelo,
La vida da giros inesperados,
Nos hacen sentir desesperados.
Pero un nuevo mañana se acerca,
Dejando atrás lo que nos atormenta.
El amor es eterno, no se crea ni se destruye,
Su esencia permite que los recuerdos sean permanentes.
Nos hacen ser, nos definen y nos condenan,
Pero mantienen vivos a los que nos esperan.
No lloraré porque te fuiste,
Seré feliz porque estuviste.
Gracias por estar en mis sueños,
Adiós, padre mío.

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7 comentarios

  1. 1. Judith dice:

    Hola Lucy,

    Muchas gracias por visitar mi relato y dejarme un comentario.

    Me gustó mucho el tuyo. Una gran temática la de los padres que van contra la vocación de sus hijos por pensar “de qué van a vivir” y los otros, lis que lis apoyan para que sean felices. Y a la vez sumaste la tenática de la muerte de un padre que siempre va a dejar indefenso a un hijo, tenga la edad que tenga. Es como sentir el abandono de esa figura y ese amor incondicional hasta que, como muy bien describes en el poema final, nos damos cuenta que siempre van a estar y debemos celebrar haberlos disfrutado.

    Felicidades! Voy a seguir leyéndote!

    Escrito el 17 febrero 2018 a las 18:12
  2. 2. Judith dice:

    Perdón por los errores ortográficos!! Escribí desde el celular y soy terrible haciéndolo desde ahí!

    Escrito el 17 febrero 2018 a las 18:13
  3. 3. Alonso García-Risso dice:

    Saludos Lucy: Para mí, como del mismo modo para muchos otros, ha sido un verdadero agrado leer tu trabajo. Es una historia “creíble”; pues cuenta con elementos que la convierten en tal. El lector queda con la idea de que, tras la narración se encuentra —sin lugar a dudas—, una verdadera poeta provista de las condiciones para aventurarse con éxito en las lides de la poética. “Creo no equivocarme en los juicios emitidos”, pienso con auténtica convicción. Felicitaciones y continua con ahínco.

    Escrito el 18 febrero 2018 a las 22:31
  4. 4. Alonso García-Risso dice:

    Lucy: Se me ha quedado en el tintero una observación que refuerza mis comentarios. Se trata, como puedes imaginar de lo siguiente: El poema en verso libre, intercalado con habilidad en el desenlace… ¡Excelente!

    Escrito el 18 febrero 2018 a las 22:34
  5. 5. Carrie dice:

    ¡Hola Lucy JS!

    ¡Me encanta el poema con el que terminaste tu relato! Sinceramente me ha llegado al corazón. De hecho, leyéndolo, se me olvidó que estaba con una compañera de Literautas! Me metí en tu relato como si fueras tú una amiga y estuviera yo leyendo una carta con tus memorias.

    ¡Muy bonitos recuerdos tiene Mariel! Igual, me imagino, que el corazón que ha de tener su creadora, que eres ¡tú!

    Un saludo!

    Escrito el 21 febrero 2018 a las 13:43
  6. 6. Piquillín dice:

    Hola Lucy: En principio quería agradecer tu paso por mi relato. En cuanto al tuyo me gustó mucho la descripción del sentimiento de la joven, como pudo demostrar en el funeral lo importante que fue para ella, pero también a su familia que había logrado ser lo que quería. En cuanto a la forma me hace ruido los cómo del párrafo:
    “cómo sintió que el mundo se le tornaba oscuro y sombrío, y cómo quedó en shock varias horas hasta que empezó a llorar sin parar. La carcomía la culpa porque desde hace tiempo que el padre quería que lo visitara y nunca tenía tiempo por su trabajo; ahora ya no estaba y no podría compensarlo”. No sé si están bien empleados, pero yo acomodaría la frase de otra forma, me pareció de difícil lectura. La otra cuestión que te quería señalar era la raya del diálogo es una raya larga(—).
    Nos leemos en la próxima.

    Escrito el 21 febrero 2018 a las 22:11
  7. 7. Maurice dice:

    Hola Lucy J.S
    Nada despreciable tu historia, para ser menor y estar (me imagino) las primeras armas en esto de escribir literatura. Es simple pero profunda, dejando entrever rasgos de la relación entre padres e hijos. Cómo observaciones:
    -tópicos de técnica narrativa que podrás hallar ampliamente en este blog, como colocación de guiones en los diálogos e incisos; armado de frases que le de mayor profundidad al texto.
    -comparto con Piquillín la observación del párrafo que menciona. Creo que también está relacionado con cuestiones de técnica, estilo.
    -me saco el sombrero por el poema final. Una destreza que seguro, con práctica, pulimento y perseverancia, hará de vos una gran escritora. Felicitaciones

    Escrito el 22 febrero 2018 a las 04:26

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