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Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

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El poeta - por Simón Martín

Era uno de esos días en el que uno prefiere quedarse encerrado en el cuarto, cerrar los ojos, dormitar, retorcerse en la cama, correr las cortinas y no ser. Que no entre un resquicio de luz ni en la habitación ni en el alma. Había pasado el umbral de los 60 y su producción literaria había bajado prácticamente a cero en los últimos años.
Había ofrecido a su hijo ir a cenar con él, por lo que se levantó a regañadientes. Llegó temprano y, como tenía su propia llave, entró al departamento. Pequeño, pero acogedor, tenía todo en orden. Sobre todo el estudio: un pequeño espacio con un escritorio flanqueado por estanterías arrimadas a las paredes, donde refulgían con luz propia toda clase de libros. Hizo una mueca de fastidio consigo mismo, pues entre ellos se encontraban varios poemarios suyos, donde el regusto por la palabra era el común denominador. Y pensar que ahora no le salía ni una sílaba de la boca. Por eso, no quiso ver ninguno de sus libros. Eran un clavo caldeado en su corazón. De esos que queman despacio, sin prisa, y que mientras entran van generando desazón, angustia, desengaño. Más bien se fijó en uno de historias personales. Le llamó particularmente la atención una sobre un niño amazónico que tenía una boa como mascota. Lo leyó pausadamente hasta que escuchó a su hijo y su nieto entrar.
-Hola abue, que bueno que hayas venido-, se apresuró su nieto a saludar con un abrazo cariñoso.
-Hola, mi chiquito-, contestó el abuelo y se puso en cuclillas para alcanzarle un beso en la mejilla.
Saludó con su hijo y pasaron a la cocina. A medio hacer estaban los tallarines y la ensalada. En otro recipiente el pollo, listo para ser trozado. Unos champiñones aguardaban más allá. Y la pasta y el queso y el vino…
Fue, como siempre, una rápida y agradable cena familiar, durante la cual, el abuelo supo disimular muy buen su enojo. Era como el queso parmesano sobre el tallarín: un buen toque superficial de imagen.
Calculando que el abuelo ya se iría, su nieto le pidió como siempre.
-Abue, ¿me puedes contar un cuento? Pero uno chévere…-.
-Claro, mijo-. Y se acordó del libro que había hojeado minutos antes. -Vamos a tu cuarto, tengo uno que te va a fascinar-. Y empezó: -En el Amazonas había un niño, de tu edad, más o menos, que le gustaba jugar con los animales. Días enteros se pasaba a la orilla del río con las tortugas. De regreso a casa, molestaba a los monos que le devolvían con cocos las piedras que él les lanzaba. Pero de todos los animales, uno era su preferido: una boa. Era muy joven, medía unos 60 centímetros. Durante el día la llevaba enroscada a su cuello. Cuando el chico correteaba con sus amigos, la boa se encogía y se apresuraba a escabullirse por entre los matorrales. Iba en búsqueda de insectos, ranas y otros animalillos que no podían sustraerse a la agilidad de su lengua viperina. Sss sss sss… ¡y zas! les tragaba, con una agilidad impresionante. El cariño que le tenía se debía sobre todo a que él mismo había incubado el huevo y había visto salir a la serpiente del cascarón. La hizo su mascota y dormía con ella en su cama. Todas las noches, el reptil se estiraba cuan largo era y, durante unos segundos, se mantenía rígido junto al cuerpo del chico. Nadie sabía por qué hacía eso, hasta que un día pasó por allí un zoólogo: "La boa te está midiendo -le dijo al niño-. Cuando sea más grande que tú, te comerá"-*.

– ¿Es cierto eso abuelo? Pero tú ya eres grande. A ti nadie te puede tragar.

El abuelo sintió un tremendo remesón en el cuerpo, como si en efecto una boa le estuviera midiendo para tragarle, para devorarle. Es más, se acababa de dar cuenta que la boa de la vida angustiosa que llevaba, sin poder escribir palabra alguna, le estaba matando. Faltaba poco, muy poco, para que la engullera definitivamente.
Esa noche llegó a su casa y fue directo al ordenador. "No me voy a dejar ganar. No voy a ser un muerto en vida. La palabra es el único exorcismo frente a la muerte. No puedo dejar de escribir", se dijo. Y empezó una lucha a muerte con la pantalla en blanco.

* Cita obtenida del libro La carne, de Rosa Montero.

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13 comentarios

  1. 1. isan dice:

    Hola Simón:

    Con el comienzo de relato ya me has ganado. Me ha parecido magnífica la descripción de la estantería. Especialmente me ha gustado esta metáfora sobre el estado que le produce la falta de ideas: “De esos que queman despacio, sin prisa, y que mientras entran van generando desazón, angustia, desengaño.”

    Has empleado una palabra (remesón) que no conocía y al mirar su significado, no parece que concuerde mucho con la historia. Supongo que, allá donde tú seas, tendrá pleno encaje.

    La forma de acotar los diálogos no parece la correcta ni en la apertura ni en el cierre. El guión largo o raya se prefiere al corto. El teclado no lo tiene, así que se consigue pulsando la tecla alt y, sin soltar, pulsar 0151. Además en este párrafo: «”La boa te está midiendo -le dijo al niño-. Cuando sea más grande que tú, te comerá”-*» como va entrecomillado, no necesita guiones. Echa un vistazo al un tutorial que hay en esta misma página. Siempre viene bien.

    En este comienzo: ”Era uno de esos días en el que uno prefiere…” Creo que sería mejor Era uno de esos días en LOS QUE.

    “Calculando que el abuelo ya se iría, su nieto le pidió como siempre.” Parece una frase inconclusa. ¿Qué le pidió? Si se trata de lo que viene después, tal vez habría que poner dos puntos. Igual se arregla simplemente cambiando “le pidió como siempre” por “le pidió lo de siempre”

    El planteamiento del relato me parece bueno y original. La sequía la vence con la enseñanza del libro que le lee al nieto. Fue el revulsivo que le hace reaccionar.

    Buen relato. Saludos.

    Escrito el 17 febrero 2018 a las 23:30
  2. 2. Charola dice:

    Hola, Simón.

    Me gustó tu relato. Entretenido, se lee de un tirón y además y lo más importante es que muestra el valor de no dejarse vencer por los reveses de la vida.

    Felicitaciones. Estoy de acuerdo con Isan en los mejorables.

    Me gustó este párrafo: “Es más, se acababa de dar cuenta que la boa de la vida angustiosa que llevaba…”

    No sé de qué país eres, pero cuando leí “chévere”, me pareció escuchar la voz peruana; aunque he visto que en muchos lugares también usan ese vocablo.

    Y por último ese “remesón” debe ser “remezón”. Jaja, por ello a Isan le pareció raro:
    -remesón: porción de cabello arrancado. Carrera…
    -remezón: terremoto ligero o sacudimiento ligero de la tierra.

    Un abrazo.

    Escrito el 18 febrero 2018 a las 09:14
  3. 3. R.J. Esperanza Pardo dice:

    Hola, Simón

    Soy tu vecina de arriba y me ha tocado comentarte.

    Creo que muestras muy bien los sentimientos de este escritor, que siente un bajón en la etapa madura de su vida. Tiene un mensaje optimista, seguro que más de uno se sentirá identificado con él y agradece el mensaje positivo. Los baches se superan, a veces solo hace falta un pequeño estímulo exterior para ver las cosas de otro modo. El tema lo veo centrado, y me ha gustado el paralelismo o la metáfora con la imagen de la boa (yo sabía que hacen eso las boas, me lo contaron hace tiempo con un caso real).

    Cuando el nieto acaba de escuchar a su abuelo delata que éste fue el protagonista del libro, ¿es así, no? El niño lo revela, le apunta con el dedo y le hace reaccionar: “A ti nadie te puede tragar”. Éste es el pequeño estímulo, lo que aviva la lucha que todo escritor lleva dentro.

    En cuanto a las sugerencias formales coincido con mis dos estupendos comentaristas anteriores.

    Alguna sugerencia que se me ocurre:

    * “en el alma. Había pasado el umbral”: pondría un punto y aparte (no doble espacio) en lugar del punto y seguido.

    * “Había ofrecido a su hijo ir a cenar con él, por lo que se levantó a regañadientes.”: Aquí me he despistado, me falta de primeras el sujeto que guía la acción, al menos un “se”, porque solo con el pronombre “él” (ir a cenar con “él”) no puedo saber a quién sustituye, si al sujeto-protagonista o a su hijo. No sé si me explico…

    * “molestaba a los monos que le devolvían”: pondría una coma antes de “que le devolvían”.

    Por cierto, he de agradecerte haber puesto estas dos palabras: “chiquito” y “mijo”, me ha traído gratísimos recuerdos de mi infancia, porque mi abuelo nos contaba que tuvo que emigrar a Buenos Aires cuando la guerra y siempre nos llamaba así con cariño a los nietos, con esas dos palabras. Pero como siempre me voy por los cerros, así que vuelvo a tierra para decirte que sigas escribiendo y gracias por ofrecernos este buen relato.

    Un cordial saludo

    Escrito el 18 febrero 2018 a las 20:09
  4. 4. Simón Martín dice:

    Hola Isan, como siempre, tú con tus comentarios certeros. Se los agradece de manera especial. Voy a proceder a los correctivos pertinentes, pues valen la pena. Sí, como dice Charola, en el caso de remesón, el problema fue la falta de ortografía, de hecho, es remezón, con z. Gracias a los dos por hacerme dar cuenta de este desliz que no debería existir a estas alturas del partido. Respecto a la forma de presentación de los guiones, comidas y demás, tienes toda la razón. Los tenia en cuenta, pero algo pasa con mi computadora (o con mi dedo, que sería más exacto), que no pude ponerlos. En todo caso, gracias por el recordatorio, pues hay que fijarse también en esos detalles de forma, siempre importantes.

    Ya mismo voy por tu texto. He estado muy ocupado y es la primera vez que entro, por lo que pido disculpas a todos. ¡Gracias, nuevamente! Sobre todo gracias porque te das el tiempo para revisar con detenimiento los textos, lo que es un gran ejemplo para todos. Un abrazo.

    Escrito el 21 febrero 2018 a las 02:26
  5. 5. Simón Martín dice:

    Hola Charola, qué gusto verte nuevamente por aquí. Soy ecuatoriano, por lo que la palabra chévere es una de nuestras preferidas. A mí, personalmente, me gusta mucho.

    Debo agradecerte por tus comentarios. Como siempre, importantes por el aporte que constituyen. Los voy a volver a revisar para incorporarlos.

    Ya me paso por tu texto y ahí nos estamos viendo nuevamente. Un abrazo.

    Escrito el 21 febrero 2018 a las 02:31
  6. 6. Simón Martín dice:

    Hola Esperanza, qué tal.

    Gracias por tus comentarios, realmente los veo muy prolijos y adecuados. Voy a proceder a incorporarlos cuando haga la corrección de mi texto.

    El uso de las palabras “chiquito” y “mijo”, que son modismos de una región, debemos seguir utilizándolos, son muy nuestros y no debemos olvidarlos. Soy ecuatoriano y me gusta utilizar estas palabras; lo hago con orgullo.

    En poco tiempo me paso por tu texto para comentarte. Hasta tanto, gracias y ya nos vemos.

    Escrito el 21 febrero 2018 a las 02:36
  7. 7. Baltasar dice:

    Hola, Simón:
    No te conocía. Si te leo ahora es porque te tengo tan «pegado» a mí, que por norma me correspondía.

    Si te he de ser sincero, dado el tema de este mes, me gusta más encontrarme con niños poetas, aceptando el reto, pero como tampoco es obligatorio, bienvenido sea: y me ha gustado. Y me ha gustado, sobre todo, por cómo a través de la boa del cuento, el abuelo reacciona ante las palabras del nieto, y vuelve a ser quien fue. Sencillamente hermoso.

    Por decir algo: «Es más, se acababa de dar cuenta que la boa de la vida…». Ese queísmo: darse cuenta de que.

    Felicidades.

    Mi más cordial saludo

    Escrito el 24 febrero 2018 a las 23:09
  8. 8. Simón Martín dice:

    Hola Baltazar, qué gusto, gracias por comentar mi texto y gracias por tus palabras. Son un buen acicate para quien recién comienza en esta difícil, pero hermosa pasión de la escritura. En poco tiempo más me paso por tu historia. No me quedó claro lo del queismo: ¿es mejor el queísmo o el dequeismo? Me quedé un poco en blanco.

    Escrito el 26 febrero 2018 a las 01:09
  9. 9. Baltasar dice:

    Hola, Simón:

    Con tu permiso: no es que sea mejor el queísmo o el dequeísmo.
    Es malo el queísmo cuando tiene que ser “de que” y es malo el dequeísmo cuando poniendo “de que”, tiene que ser “que”.

    Te aconsejo te pases por el DPD, y mires ambos términos. Te ilustrará perfectamente.

    Un cordial saludo y muchas gracias por pasarte por el mío

    Escrito el 28 febrero 2018 a las 20:20
  10. 10. Don Kendall dice:

    Hola Simón,
    Los comentaristas anteriores, sí por algo se caracterizan es por su capacidad y disposición para la maestría. Nada me queda para acotar.
    La voz narrativa eme parece bien elegida y ayuda a entender y dar fluidez a la relación entre los personajes.
    Me gusta la,propuesta que has hecho.
    Ha sido un placer.

    Escrito el 28 febrero 2018 a las 22:39
  11. 11. Mariposa dice:

    Hola, Simón.

    No voy a poder añadir nada a lo dicho anteriormente, creo que ya está todo dicho. Yo, solo quiero felicitarte porque ha sido una delicia leer tu relato.

    ¡Te felicito! 😉

    Escrito el 2 marzo 2018 a las 00:39
  12. 12. Simón Martín dice:

    Hola Don Kendal, gracias por tu comentarios.

    A ti, Mariposa, gracias también, sobre todo porque te ha sido “una delicia” leer mi relato. Eso sube ocho la moral.

    Escrito el 4 marzo 2018 a las 17:01
  13. 13. Vespasiano dice:

    Hola Simón Martín:

    Gracias por pasarte por mi relato y dejar tu comentario.

    En cuanto al tuyo, me ha gustado el cuento de la boa y él ánimo que le infunde el nieto al abuelo para que salga de aquella situación anímica depresiva o indolente.

    Me ha llamado la atención el empleo de la palabra “trozado”, ya que por estos lares diríamos “troceado”.

    “trozar”

    De trozo.

    1. tr. romper (‖ quebrar).

    2. tr. Entre madereros, dividir en trozas el tronco de un árbol.

    3. tr. El Salv. y Hond. Herir a alguien.

    “Trocear”

    De trozo y -ear.

    1. tr. Dividir en trozos.

    “Trocear”

    Formas no personales
    Trocear. Troceando.

    Participio
    “Troceado”.

    Pero seguro que esa será la forma habitual de empleo en tu país.

    Felicidades y seguiremos en la brecha intentando hacerlo cada día mejor.

    Felicidades.

    Escrito el 8 marzo 2018 a las 19:03

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