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El Poeta - por Lisbeth Gómez

Esa noche era más fría de lo normal. Arturo entró a la pequeña cabaña con los músculos contraídos por el frío, cargando la cubeta metálica para cargar leña para el fuego que resplandecía en la chimenea. Traía las manos entumidas, por lo que la depositó en el piso de una manera mecánica, sin medir el ruido que hizo.

– Abuelo, ¿eres tú? – escuchó la pequeña voz de Javier al fondo.
– Sí, hijo. ¿Cómo que no haz dormido todavía? He tardado bastante, era para que ya estuvieras en la cama – Le decía mientras se quitaba la chamarra y la recargaba en el respaldo de la vieja silla de madera.
– No lo sé. No puedo dormir. Primero pensé que era frío pero me has puesto demasiadas cobijas encima. Pensé que era hambre, pero me diste demasiado pan con leche, incluso creo que comí de más. Desperté y no estabas en tu cama. Creo que fue eso, que no te sentí cerca.

Lo contempló por un costado, pues se encontraba de frente a la chimenea, y se percató de que sus ojos brillaban más de lo normal. Sin embargo Javier permanecía inmóvil, con un semblante sereno, pero veía toda su intención de querer estar ahí, en ese momento con él.

A Arturo aún le parecía que el tiempo era injusto con él al sentir que pasaba tan rápido como una corriente de agua en plena tormenta. No creía que hubieran pasado siete años desde que Laura llegó con él en brazos, con el agua escurriendo en la cara y el cabello, mientras le decía que la perdonara, pero que no podía llevarlo con ella, mientras aventaba al pequeño Javier a sus brazos envuelto apenas en una cobija, y que después tendría noticias suyas. Cómo a su edad tuvo que aprender a ser padre de nuevo, padecer desvelos y enfermedades, así como la emoción de los primeros pasos y las primeras palabras.
Sin embargo se sentía en deuda con él, pues le enseñó a decirle “abuelo” y jamás a referirse a él como “papá”, pues tenía la esperanza de que Laura cumpliera su palabra y regresara para resolver todas sus dudas, empezando las de él mismo. Rezaba todas las noches para que esto pasara, y para que Dios le regalara un día más para estar con Javier, quien se había vuelto su vida.

– Solo he salido para juntar más leña. Pocas veces había sentido una noche como esta, así que tenemos que prevenirnos. No querrás enfermarte, ¿verdad?
– ¿Si sabías que no sólo podemos enfermar del cuerpo, abuelo? – Lo volteó a ver fijamente.

Lo escuchó desconcertado, por lo que acomodó una silla a un lado de ese pequeño sillón.
– ¿Tú cómo sabes eso? Eres muy pequeño aún para comprender esas- manoteó ligeramente- cosas de adultos.
Javier esbozó una ligera sonrisa mientras volteó a ver de nuevo la chimenea.
– Me lo ha dicho Mamá… ha venido las últimas 3 noches a verme. Estaba aquí hace un momento.
Sintió un nudo en la garganta al escuchar estas palabras. ¿Sería que Laura aprovechaba sus salidas para encontrarse secretamente con Javier sin que él lo supiera? ¿Qué tuviera temor a enfrentarlo después de tanto tiempo? Sintió un ligero mareo, ante la actitud impávida de Javier.

– Abuelo, siéntate por favor conmigo.- Señaló el asiento con su pequeña mano.- Esto es importante.

Incrédulo ante la actitud del niño, optó por hacerle caso. Se sentó con él mientras tomaba sus manos, las cuales a pesar de su tamaño, recreaban una réplica perfecta de las suyas con menor dimensión.

– Mamá viene en las noches, y me ha dado un mensaje para ti. No podía dormir sin dártelo, porque ella sabe que tú no duermes tampoco. Que solo estás pensando en cuándo regresa, pero no vives el hoy. Ella va a estar siempre contigo. Y me dijo también que el alma enferma de miedo, de preocupación, de rencores, y que ya no debes de tenerlos. Y que gracias por cuidar tanto de mí. Que tus acciones son poesía para el alma, y ojalá un día te escuches.
Arturo escuchó con atención, pero no podía digerir lo claro del mensaje. Laura ya no regresaría, eso era claro.
– Javier ¿dónde escuchaste esas palabras?
– De Mamá. Las hemos estado memorizando todas las noches. Dice que está orgullosa de mí y que algún día yo seré poeta también… y me dijo algo más…
– ¿Qué te dijo?
– Que te puedo decir “papá”.

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7 comentarios

  1. 1. Amadeo dice:

    Lisbeth.
    Muy buen texto, principalmente la segunda mitad, donde se comprende todo. En la primera parte me costó leer y saber la trama. La noto confusa.
    Me parece demasiada “filosofía” para un niño.
    Muy buen final. Emociona.
    Algunos detalles técnicos:
    Repites: cargando la cubeta metálica para cargar leña
    Dices: ¿Cómo que no haz dormido todavía? debería ser: ¿Cómo que no has dormido todavía?
    Hay otras repeticiones cercanas de otras palabras. Revisa y las encontrarás. Molestan al leer.

    Estoy en el 32 por si quieres leerlo y comentar
    Saludos
    Amadeo – Argentina

    Escrito el 18 febrero 2018 a las 01:59
  2. Hola Lisbeth:
    Me ha gustado tu relato, estoy de acuerdo con Amado. hay repeticiones y la primera parte es un poco confusa. El final “Genial”. Creo que te ha faltado un último repaso, pero es una historia muy interesante.
    Felicidades

    Escrito el 18 febrero 2018 a las 19:44
  3. 3. Doralú dice:

    ¡Hola LIsbeth Gómez!

    Hermoso relato a pesar de lo triste del abandono de la madre siendo tan pequeño. Presentas a Javier como un niño muy maduro para su corta edad.

    En cuanto a forma, los guiones de dialogo son los guiones largos. En Literautas conseguirás las pautas para su uso.
    Coincido con Amadeo e Ismael Tomas en cuanto a las sugerencias.
    Tengo una duda, ¿la madre está muerta?

    Es un texto que bien vale la pena dejar reposar para corregir y enriquecer.

    Un abrazo

    Escrito el 20 febrero 2018 a las 05:06
  4. 4. Wolfy27 dice:

    Hola, Lisbeth Gómez.
    Tu relato tiene una buena trama, pero creo que se podría desarrollar mejor. En primer lugar y como ya han resaltado otros comentarios, repites algunas palabras en poco tiempo y eso entorpece la lectura. Algunas de ellas son “cargar”, en la segunda línea. Podrías sustituir cualquiera de las dos apariciones por “llevar” o trasladar” entre otros sinónimos. También reiteras “con él”, cuando en la mayoría de los casos puedes omitirlo sin que la frase pierda significado.
    En la primera intervención del abuelo, creo que querías haber escrito “has” del verbo “haber” y no “haz” del verbo hacer, aunque de todas formas deberías reconstruir la frase ya que das a entender que la acción ya debería haber sucedido, como si hubiera amanecido. Para que eso no ocurra podrías añadir un “te”: “¿Cómo es que todavía no te has dormido?”, de esa manera das a entender que ha finalizado la intención de dormirse, no el hecho de dormir.
    Durante el segundo diálogo, en la primera intervención del niño, no debería poner “si” al principio de la interrogación ya que no se trata de ninguna condición.
    En la frase: “que sólo estás pensando en cuándo regresa” creo que deberías conjugar en futuro el verbo “regresar”, ya que la acción no está sucediendo, se está deseando que ocurra en un futuro.
    ¡Sigue escribiendo!

    Escrito el 23 febrero 2018 a las 17:59
  5. 5. Osvaldo Vela dice:

    Hola Lisbeth, las aportaciones de los comentaristas anteriores cubren ampliamente lo que puedes mejorar.

    Yo me quedo con la historia tan bonita que cuentas. Mezclas la realidad y el poder de un recuerdo o el de una madre, que me imagino fallecida.

    El desenlace es hermoso. la ternura que emana de tu redactar llega.

    Te felicito y te invito a pasar por el 143. y en lugar de una madre que cuida encontrarás unos ángeles que protegen; personajes etéreos.

    Escrito el 24 febrero 2018 a las 03:59
  6. 6. MOT dice:

    Hola Lisbeth.
    Respecto a la parte, llamémosla, técnica, coincido cien por cien con los comentarios de los compañeros.
    En cuanto a la historia en sí, me ha encantado… profunda, bonita, y con un espectacular e inesperado final, por mor de esa EXPLOSIVA Y DEMOLEDORA frase. Brutal.
    Enhorabuena.

    Escrito el 24 febrero 2018 a las 18:55
  7. 7. María Jesús dice:

    Hola Lisbeth: Bonito y tierno relato lleno de sentimientos. No voy a aportar nada más, tan solo que he disfrutado con su lectura, que es de lo que se trata.
    Saludos desde el 111.

    Escrito el 25 febrero 2018 a las 11:58

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