Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

Maximiliano y Carlota - por Sergio Ávila R.

Maximiliano y Carlota

Cuento histórico
Por Sergio Ávila R.

La bella princesa de Bélgica a los diecisiete años se casó el 27 de julio de 1857 con el archiduque de Austria, Maximiliano de Habsburgo, y por ende, archiduquesa. Éste nació en el palacio de Schönbrunn, en Viena, el 6 de julio de 1832. Para tener una idea de los encantos de la joven Carlota, como mayormente se le conoció, tenía “Boca pequeña y graciosa, labios frescos y encarnados, dentadura blanca y menuda, pecho levantado…”

Ese Maximiliano era todo un calculador; de la riqueza de ella y de la familia. De lo que sí estaba consciente era de su propia falta de inteligencia, además de ser un perfecto ególatra. Antes de casarse con Carlotita dijo el muy canalla: “Ella es bajita y yo soy alto, como debe ser. Ella es morena clara y yo soy rubio, un buen detalle también. Ella es muy inteligente, lo que no deja de ser un fastidio, pero sin duda saldré airoso”.

Contrariamente, al tiempo de casados la romántica morenaza recordaba: “¡Oh!, cuando llegaste a Bruselas, con tu uniforme blanco de almirante de la flota austriaca… en tus ojos aleteaban las violetas azules que crecen en las faldas de los Alpes de Tirol”.

El 10 de abril de 1864, la elegante pareja fue coronada en la hoy Catedral Metropolitana de la ciudad de México. Al avanzar del brazo de su esposo rumbo al altar, el silencio del templo dejaba escuchar el erótico fru fru de sus íntimos azules tules. Los emperadores ocuparon como residencia el majestuoso Castillo de Chapultepec. El pedante Maximiliano era indeciso en sus responsabilidades políticas, además, desde el inicio del matrimonio el emperador se mostró falto de responsabilidad alcobatoria, pues Carlotita al irse a descansar por las noches, observaba con desagrado que el cuarto estaba vacío, sin avisarle su esposo para dónde había salido.

Muchas noches la bella Carlota se deslizó entre los taciturnos pasillos del palacio, pero fue en vano, pues el austriaco ya había metido cerrojo perpetuo a su aposento. ¡La puerta de él cerrada y la de ella con cerrojo abierto! El emperadorcillo solía dormir a pierna suelta, mientras en otra alcoba, la convulsa y apiñonada piel de la insomne dama recibió cientos de veces los rayos de la alborada.

Este imperio empezaba a dar algunos frutos, pero en 1866 Francia retiró de México sus tropas debido a la inminente guerra con Prusia. Ante tan crítica situación, el tembloroso emperador le dijo a su esposa: “Meine Frau, Ware es klug, um den Thron zu verzichten”. A lo que la calzonuda Carlotita le replicó: “Nein, mein Mann, nicht aufgeben den Thron”, es decir, “No, esposo mío, no abandonaremos el trono”. Carlota se embarcó en la fragata austriaca “Novara” rumbo a Europa a solicitar apoyo pero se le negó, inclusive pidió ayuda al Papa Pío IX en Roma, mas éste le respondió con vagas promesas.

Tales negativas afectaron gravemente la salud de la emperatriz y empezó a dar muestras de desequilibrio mental, y temiendo que alguien la envenenara bebía del agua de las fuentes públicas. Se tranquilizaba y volvía su trastorno. También se afirmaba que el origen su mal fue debido a que, ante la incapacidad de embarazarse acudió a una curandera mexicana que le dio a comer el hongo “teyhuinti”, causante de locura pasajera y, decidió permanecer una temporada en Europa bajo tratamiento médico.

Mientras tanto en México, el 19 de junio de 1867, bajo el mando del presidente Juárez fue fusilado el emperador Maximiliano junto a sus generales Miguel Miramón y Tomás Mejía, allá en el Cerro de las Campanas, en Querétaro. Hasta los siete meses, 14 de enero de 1868, Carlota se enteró de lo acontecido a su esposo -al ver que sus restos habían sido trasladados a Europa.

Para ese momento, Tlecóatl, primogénito de la aún sensual ex emperatriz tenía ya un mes de nacido; el mismo nombre del apuesto aborigen azteca que laboraba de repartidor en la pastelería situada en la falda del cerro donde estaba enclavado el Castillo de Chapultepec, la residencia imperial. Se me olvidaba comentar, que a Maximiliano le encantaba realizar largos viajes, pero nunca llevaba a su esposa.

La otrora princesa de Bélgica se recuperó de su mal pero fue desheredada, mas eso de la aristocracia ya no le interesaba, únicamente le importaba cuidar de ese hijo “tez de obsidiana y ojos de esmeraldas”, como reiteradamente lo expresó en las cartas que cruzó con sus amigas; manuscritos actualmente exhibidos en el “Musée de la Ville” en Bruselas, Bélgica.-

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

4 comentarios

  1. 1. Noemi dice:

    Hola Sergio: Es la primera vez que te leo y me alegra encontrarme con otro amante de la historia. Por supuesto tu cuento no podía dejar de evocarme a Alfonso del Paso y su ” Noticias del Imperio” (fantástico ¿no?) Me gusta mucho tu manejo de la ironía, más en la última parte que al principio donde creo que cargas demasiado las tintas, yo creo que la sátira cuanto más sobria es más efectiva.El final me pareció una muy buena vuelta de tuerca imaginativa.Felicitaciones por Tlecóatl.
    Saludos y estoy en el 40 si quieres leerme

    De lo que sí estaba consciente

    Escrito el 20 julio 2018 a las 00:57
  2. 2. M.L.Plaza dice:

    Hola Sergio.
    Soy tu vecina del 33 y me corresponde comentar tu relato. En estos días lo he leído varias veces, pero no me he decidido hasta ver el comentario de Noemi.
    El tema del relato es interesante, pero el tono me parece despectivo y revanchista,propio de la novela histórica del siglo diecinueve.
    Al contrario que a Noemi, no me gusta nada Tlecòatl. Ya sé que te parecerá anticuado, pero creo que Carlota, aunque muerta hace mucho, tiene derecho al honor, y ponerla de puta, simplemente, me parece machista y malintencionado. Y hacerlo pasar por histórico, fatal.
    Siento no haber sido más complaciente en el comentario.
    Saludos

    Escrito el 20 julio 2018 a las 04:49
  3. 3. Estel Vórima dice:

    Hola has escrito sobre un tema que me interesa, he leído algunas biografías y otros libros sobre la época del imperio de México. Te acepto lo de cuento histórico porque los personajes existieron. Pero sobre Carlota y Maximiliano hay mucha contradicción, porque hay un sector nacionalista, por supuesto siempre hay nacionalismo envueltos en estas cosas, que quiere desprestigiarlos. En la alcoba de ellos hay versiones varias, pero de lo que sí parece haber constancia es de que tenían buena relación.Todo lo que pasó en los últimos días que condujeron al fusilamiento es demasiado complejo para un cuento corto. Te marcas te el apoyo francés a Maximiliano pero no el apoyo estadounidense a Juárez al que llamas presidente mientras a otro le llamas emperadorcillo. Es cierto que un relato histórico no en un ensayo pero aún así opino que debe haber un poco de objetividad.

    Escrito el 21 julio 2018 a las 11:16
  4. 4. Fortunata dice:

    Hola

    Ocupo el numero 35.

    A mi me ha gustado mucho. Desconocía la historia y me parece muy interesante. Pienso que la subjetividad en este caso es un plus, pues estamos hablando de un relato corto que incluso “debe” tener esta característica y creo que está bien escrito. No creo que se deba obviar, en aras de la corrección política, que la emperatriz tuvo un hijo fuera de su matrimonio y está claro que en esa época (e incluso ahora en muchos lugares, por desgracia) esa circunstancia era un tabú social, además sinceramente no veo que la trate de puta ni despectivamente. La ideología que uno pueda tener creo que no debe interponerse en la valoración del relato.

    Saludos a ti y a tod@s!!!

    Escrito el 27 julio 2018 a las 11:31

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.