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Ensayo sobre la vida - por Ulises
El cuarto estaba vacío. No había ni muebles, ni ventanas, ni puerta…, todo había desaparecido. Lo que un día fueron grandes paredes, construidas por las manos de la experiencia y la paciencia, curtidas por las torpezas y las desilusiones, habían dejado de ser. Su color verde esperanza se había convertido en triste negro, perdiendo la esencia, el impacto que creaba a simple vista aquel particular pigmento. Ahora ya nadie lo podía ver, entre otras cuestiones porque la elegante y clásica lámpara de araña, que un día colgó del techo, se había evaporado, impidiendo observar lo que la oscuridad estaba consiguiendo matar, y la noche, a través de la ventana, trataba de dar descanso.
Los arquitectos habían perecido, y los dedos que un día crearon ahora se limitaban a dejar en el olvido. Ya no quedaban esperanzas, hasta que un buen día, de un lejano lugar, unas nuevas manos se presentaron para regenerar lo huido. Poco a poco todo volvía a cobrar sentido. Con perseverancia las ventanas volvieron a colocarse en su sitio, la puerta se situó donde antaño había existido y las paredes recuperaron aquel color tan característico.
El pasado lloraba el tiempo perdido, y el presente junto al futuro reían vislumbrando lo conseguido. Bien si antes las baldosas eran acariciadas por los átomos de soledad, que hasta ese entonces no habían conocido, ahora no dejaban de entrar nuevos zapatos dejando huellas de orgullo y felicidad.
El cuarto preveía su camino, pero nunca dejará de pensar en lo que había vivido. Porque entonces todo dejaría de tener sentido.
Hola Ulises.
Vaya texto que has logrado. Tienes unas excelentes expresiones, aunque alguna oraciòn te ha quedado bastante larga como para necesitar una que otra lectura adicionales (al menos a mì mne pasó)
Tu cuarto es inquietante, dejas al lector en suspenso en el final. ¿Habrà una continuaciòn?
Hasta el mes pròximo.
La contextualización es buena, las imágenes son claras, pero la trama y el desarrollo en sí, hacen que no sea un relato memorable para mí. Hay cierta cacofonía que no sé si es intencional, pero que me distrae. Me gustaría que explicaras por qué se abandonó y por qué se restauró el cuarto.
Mi narración está de número 20.
Hola, Ulises 🙂
Un buen relato, escrito con talento. Una buena metáfora de la vida, sólo que es un pelín confuso. He tenido que leerlo una segunda vez para verlo más claro. Personalmente, prefiero relatos sobre personajes físicos. Pero está bien.
Te señalo los errores que he visto, para que puedas corregirlos:
1. “No había ni muebles, ni ventanas, ni puerta…”. Aquí, lo primero que vemos es una enumeración. Las enumeraciones con conjunciones no llevan coma; por lo tanto, las comas deben desaparecer. Lo otro es que escribes “ni puerta”. Es como si le faltase algo. Tal vez te hayas comido la “s”. Y si no, también podrías poner “ni una puerta”. Quedaría así: “No había ni muebles ni ventanas ni una puerta…”. O bien: “No había ni muebles ni ventanas ni puertas…”.
2. “Lo que un día fueron grandes paredes […] habían dejado de ser.”. La frase queda incompleta. Deberías terminarla, o bien escribir “serlo”: “Lo que un día fueron grandes paredes […] habían dejado de serlo.”.
3. “nadie lo podía ver”. Me resulta malsonante. Yo lo pondría así: “nadie podía verlo”. Pero, bueno, es sólo una sugerencia.
4. “Ahora ya nadie lo podía ver, entre otras cuestiones porque la elegante y clásica lámpara de araña, que un día colgó del techo, se había evaporado, impidiendo observar lo que la oscuridad estaba consiguiendo matar, y la noche, a través de la ventana, trataba de dar descanso.”. Me parece una frase muy larga, con 47 palabras. Te aconsejo que la reestructures para hacerla más corta o dividirla de alguna manera.
5. “los dedos que un día crearon ahora se limitaban a dejar en el olvido.”. Esta frase me ha creado confusión. ¿Dejar qué? ¿No querrías decir “quedar en el olvido”?
6. “Poco a poco todo volvía a cobrar sentido.”. Debes poner coma siempre después de una locución adverbial: “Poco a poco, todo volvía a cobrar sentido.”.
7. “Con perseverancia las ventanas volvieron a colocarse en su sitio.”. Cuando se invierte el orden natural de una frase, debe ponerse coma: “Con perseverancia, las ventanas volvieron a colocarse en su sitio.”.
8. “el presente junto al futuro reían vislumbrando lo conseguido.”. “junto al futuro” va entre comas, y el verbo debe concordar con el sujeto (“el presente”) en número: “el presente, junto al futuro, reía vislumbrando lo conseguido.”.
9. “El cuarto preveía su camino, pero nunca dejará de pensar en lo que había vivido.”. Cambias el tiempo verbal.
Espero haberte ayudado.
Si quieres pasarte por mi relato, soy tu vecina, el número 45.
Nos leemos!
Buen día Ulises, me gusta mucho cómo has puesto el cuarto como personaje principal,es el eje sobre el que gira el argumento, el pasado y el hoy pintados en ese cuarto desolado y que vuelve a tomar brillo.Coincido con algunas de las recomendaciones de Rita pero las mismas no desmerecen el relato.
Saludos.
Galia
Hola Laura,
Tienes razón en cuanto a la longitud de las frases, en ciertas partes trataba de darle más fluidez al texto, aunque la próxima vez trataré de utilizar mejor los puntos y las comas.
Pues no se me había ocurrido darle continuidad al texto, en un principio trataba de hacer una simple metáfora de la vida, que no dejan de ser momentos en los que las lámparas de araña cuelgan del techo y todo el mundo está invitado a verlas (la puerta), y otros en los que simplemente no hay nada.
Muchas gracias por dar tu punto de vista y espero volver a leer un comentario tuyo
Hola De Vuelto,
En primer lugar muchas gracias por comentar el texto, y espero volver a ver tú opinión en el siguiente. En cuanto a las cacofonias eran un medio para darle más fluidez al texto en ciertos momentos. En segundo lugar, y atendiendo a tus preguntas, en este pequeño ensayo trato de compartir mi visión sobre la vida. El cuarto simboliza a cada uno de nosotros y la lámpara, la puerta… son aquellas cosas que nos hacen ser felices o simplemente aceptar las realidades. Sin embargo, todos hemos pasado por momentos en los que todo aquello que nos hacía fuertes (nuestra manera de ver burleteramente el mundo, las incuestionables convicciones…) se viene abajo. Entonces tendemos a encerrarnos, a pesar de que acabemos comentando nuestras preocupaciones con alguien preocupado y dispuesto a oirnos, y entonces todo se vuelve oscuro, como el cuarto. Pero, al final todo tiene solución, y aquello que nos hacía fuertes vuelve a nosotros, sin quererlo ni preveerlo. Y es entonces cuando entramos en el comienzo del ciclo, aunque, de nuevo, tengamos otra piedra sorteada y de la que podemos aprender mucho.
Hola Rita,
Muchas gracias por comentar de forma tan constructiva. Espero volver a ver tú comentario en el siguiente trabajo, y seguir mejorando mis fallos.
Muchas gracias, me alegro que te haya gustado y espero volver a ver tú comentario en el siguiente.
Que tal Ulises,
Bonita analogía. Tus descripciones suenan hasta poéticas, muy acertadas. Me ha gustado toda la idea general del texto. No te había leído antes pero creo que no sera la ultima.
Saludos,
Hola Ulises: Bonita manera de describir la decadencia y el posterior resurgimiento. La idea es muy original y ha quedado plasmada de manera impecable, en un hermoso tono poético. Saludos.